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Argentina

Fernández Díaz, cultor de Jano. Por Santiago Kovadloff

AJN.- En su doble faz de periodista y escritor, el autor de El puñal es un artista del idioma que encuentra inspiración en el trato con los desafíos de este país y de esta época.

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Jorge Fernández Díaz está persuadido: la Argentina ha sido infestada por las mafias y esa realidad ahonda la oscuridad de su presente y se proyecta sobre su porvenir. El oficio de Fernández Díaz y una de las configuraciones de su vocación literaria consisten en no dejar de señalar las espinas de esa realidad. En ellas no se agota lo que somos. Pero sin tomarlas en cuenta poco y nada se dirá de lo que somos. Su obra, sin dejar de celebrar la vida, no olvida aquello que la vuelve difícil de soportar. Detrás de la apariencia aparece un escenario social donde la corrupción es ley.

Es factible creer que, de no haber sido periodista, Fernández Díaz no habría encontrado su rumbo como escritor. La crónica policial, practicada en su juventud, y luego el análisis político le enseñaron de qué modo la fe en la impunidad alimenta las iniciativas inconfesables de muchos, cuando huelen el cebo del enriquecimiento ilícito o se dejan ganar por el odio hacia quienes no replican como un eco lo que ordenan decir y hacer. Pero el olfato de cronista no es menos agudo en Fernández Díaz. Discierne, certero, el impulso ciego, voraz y despótico que alimenta esas conductas. No las puede impedir. Pero sabe denunciarlas.

El paisaje que dispara la mayoría de sus creaciones es el de lo usual; esa vida diaria que nos compete a todos y de la que no reniega gran parte de los títulos de sus libros: Mamá, Te amaré locamente, Fernández, Corazones desatados. En esa primera transparencia palpita, agazapada, la hondura que nos va envolviendo cuando se empieza a leer.

El problema de la verdad es que está a merced de la palabra. Y la retórica tanto puede estar al servicio de la violencia como de la mejor convivencia. Fernández Díaz ignora si esa mejor convivencia entre los argentinos sabrá sobrevenir. Sólo sabe que es indispensable. Y está persuadido de que el mal le repugna: la estafa, la mentira, el fanatismo, la siembra de pobreza, la impunidad del crimen, el envilecimiento de la ley por parte de quienes deberían custodiarla.

Lo fantástico, para él, no es otra cosa que la realidad. Esa realidad cuyo doblez nos resulta inverosímil y que, de tan cercana, no parece encerrar misterio alguno. Ese revés de la trama hacia donde se orienta Fernández Díaz, hechizado por el abismo que esconde lo que parece claro y habitual.

Se trata de un escritor construido con la argamasa de nuestro tiempo. Es decir que la Academia Argentina de Letras incorpora hoy a un escritor contemporáneo. A un artista del idioma que encuentra su inspiración y su fuerza elocutiva en el trato con los desafíos de esta época y de este país. Lo recibimos con afecto y admiración en nuestra academia, porque lo valoramos por lo que es, sin olvidar la gratitud que nos inspira. Al leerlo, nos reconocemos como hombres y mujeres de su tiempo. Su obra opera sobre nosotros como un espejo al que acudimos para desconocernos mejor; para no quedar atrapados en los convencionalismos interpretativos que congelan nuestra imagen en un significado estático.

Los personajes de Fernández Díaz se encuentran en sus ficciones y abundan en sus columnas periodísticas. Quien las frecuente reconocerá que por ellas transitan políticos de toda laya, ávidos empresarios, gremialistas de incierta estirpe, sórdidas figuras del mundo policial, mujeres con poder o en busca de poder o resentidas por el poder perdido, mediocres que alzan la voz como quien se pone en puntas de pie para ganar altura, razonables intelectuales o intelectuales impostados, deudores de la idolatría que tributan a sus líderes partidarios, cautos hombres de ciencia, delincuentes que se visten de gala para atenuar la transparencia de su miseria. Inquilinos, todos, del teatro del mundo que inspiran, semana tras semana, la pluma de Fernández Díaz, un retratista de lo más diáfano y lo más opaco. De la confluencia de lo diáfano y lo opaco en el alma de cada uno y en la historia de todos.

Si él fuera creyente y pagano, yo diría que el dios dilecto de Fernández Díaz sería Jano, el bifronte. Y añadiría que, como aficionado a la pintura, es devoto de Rembrandt. Puesto que la confluencia de los contrarios lo atrapa, la antinomia periodismo-literatura no tiene, para él, ninguna consistencia. En sus manos una columna de periódico puede responder al mismo apremio interior que lo impulsa a esbozar un cuento. Y el trabajo artesanal que demanda su composición, atarearlo tantas horas como una página de novela.

Fernández Díaz supo llegar a ser el escritor que, en la ficción y el periodismo, promueve nuestras emociones e invita a la reflexión a no encerrarse en el servilismo. Podría hacer suya aquella aspiración de Camus: «Si hubiese un partido de los que no están seguros de tener razón, me gustaría integrarlo».

También, este buen buceador de la intimidad personal sabe retratar intensidades que todos compartimos y que remiten a los encuentros y desencuentros de quienes se aman, se detestan, se buscan y se dan la espalda, alentados siempre por el deseo de significar algo para alguien, de ser un poco más felices y estar un poco menos solos. Un escritor que sabe contar a sus contemporáneos hechos que es mejor no olvidar si se quiere saber algo más acerca de lo que significan los pronombres personales: nosotros, ustedes, ellos, vos y yo.

Hay quienes están empeñados en caratular a Fernández Díaz como un vocero del pesimismo, olvidando que ningún escritor puede serlo. Que un escritor no puede vivir sin su trato con las palabras como herramienta de encuentro y que eso significa que no deja de buscar un destinatario para ellas. El diálogo, entonces, y no el aislamiento.

No por eso el novelista de El puñal puede ser considerado un optimista. Sí le cabe el sayo de hombre esperanzado. Su fe es literaria: sabe que el hombre, como ha dicho Octavio Paz, está hecho de palabras. Si bien su deseo tiene la nitidez de lo inconfundible, no está seguro de que podrá lograr lo que se propone. De lo que sí está seguro es de que le corresponde, como escritor, dar la batalla que su vocación le impone. «El que desea y no obra engendra peste.» La advertencia de William Blake caló hondo en el espíritu de Fernández Díaz. Él es uno de esos hombres esperanzados que habitan lejos del presidio del optimismo y el pesimismo. Lo suyo es el trajín de la insistencia, del esfuerzo perseverante. Del deseo concebido como empeño que no cesa.

Su versatilidad expresiva nos propone algo más que el reconocimiento de su talento. Esa pendularidad tan suya y tan argentina entre el libro y el ensayo periodístico nos asegura que ha dejado atrás las fronteras que enfrentan a los géneros literarios en una tonta disputa por la cumbre de la creación. Que en su palabra confluyen la reflexión de quien sabe meditar y la metáfora de quien sabe imaginar. Fernández Díaz promueve esas convergencias. Leerlo equivale a comprobar que el arte de la palabra está en el tratamiento que a ella se le dispensa, antes que en el género al que se recurre para escribir.

Celebrante como es de los mestizajes, de la expresión bicéfala y la fraternidad entre los opuestos, Fernández Díaz conoce los padecimientos impuestos por el adjetivo indócil y el sustantivo renuente al trato, tanto como cronista de su columna dominical como en la composición de un cuento o una novela.

La literatura le ha dado a Fernández Díaz la oportunidad de cultivar poéticamente esa espléndida ineptitud para definirse, para no encerrar en lo inamovible lo que sólo sabe respirar en libertad, eso que abusivamente quisiéramos nombrar con la palabra yo.

FUENTE: La Nación

Argentina

Pesaj: El Camino a la Libertad Por Shimon Axel Wahnish

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Agencia AJN.- En el marco de la festividad de Pesaj , el rabino Axel Wahnish, recientemente designado embajador argentino en Israel se refiere a la libertad en su columna escrita para la Agencia AJN.

“¿Qué fue lo primero que ocurrió cuando llegó Moisés a Egipto para anunciar y transmitir las ideas de la libertad? El pueblo no lo escuchó. Simplemente habían perdido esa capacidad de reflexión. Estaban tan hundidos en el lodo de la esclavitud que ni siquiera podían escucharlo.
“Y el pueblo no escucho a Moshé, debido a su estrechez de espíritu”.

¿Cuál es una de las herramientas más potentes que tenemos como seres humanos?
“La muerte y la vida están en manos de la lengua”.1
En la lengua, en el lenguaje y en la capacidad de transmitir y de comunicar reside la definición entre la vida y la muerte. Básicamente, podemos comunicar vida y libertad, o muerte y esclavitud.
Esta es la batalla cultural. Todos somos parte, nadie queda exento. Nadie puede elegir si ser parte o no, solo podemos elegir de qué lado queremos estar. Podemos elegir ser transmisores de vida. Algunos transmiten vida, otros, lo contrario.

Podemos definir el concepto de vida como la capacidad de expresión positiva que construye y promueve libertad. Esta fue la misión de Moisés: liberar a todo un pueblo de la esclavitud de Egipto. De esto se trata Pesaj, la festividad de la libertad. Uno de los elementos más conocidos de ese día es el relato de la Hagadá.

La Hagadá relata la historia de la esclavitud en Egipto y la posterior salida hacia la libertad. Y es curioso que esa libertad no solo se piensa, sino que debe ser relatada y comunicada. Es un ejercicio en familia donde entre todos, niños, niñas y adultos, alrededor de la mesa de Pesaj relatan y comunican los valores de la libertad. Porque la libertad no se trata de una realidad aislada e individual, sino de una experiencia colectiva y social.

Por el contrario, el símbolo de máxima esclavitud queda manifestado en el personaje del Faraón, una figura cruel y violenta que promovía la esclavitud. Faraón en hebreo se dice Paró. Si dividiéramos esta palabra nos quedan las siguientes dos palabras: Pe-rá2, que significa “boca mala”. Por otro lado, si dividimos Pesaj en dos, resulta Pe-saj: “la boca que relata”.

El Faraón es la boca del mal, que comunica las ideas de esclavitud y muerte. Pesaj es la boca que relata las ideas de la libertad y la vida.

De acuerdo a la milenaria sabiduría de la cabalá, cada uno de los doce meses del año cuenta con una energía espiritual específica.3
Pesaj sucede en el mes de Nisán, en el que rige la energía del habla. Precisamente en este mes se libra la batalla entre estas dos bocas: la del Faraón, por un lado, y la de Pesaj por el otro. Una expresa y comunica el mal y la esclavitud, mientras que la otra relata y comunica el bien y la libertad. Dos lenguas que tienen en su poder la vida o la muerte.

1 Proverbios 18:21
2 En hebreo solo se escriben las consonantes, sin las vocales. De modo que las vocales pueden ser
intercambiables. Por eso, las mismas letras para decir Paró, también pueden ser leídas como “perá”,
que dividiéndola en dos palabras resulta “pe rá”. Pe = boca, rá = mala
3 El Sefer Ietsirá, cuya autoría se atribuye al patriarca Abraham Abinu (nacido hace 3800 años),
presenta un cuadro correlativo entre los 12 meses del año, las 12 constelaciones y las 12 energías y
poderes humanos

Tu elección personal

Cada uno tiene la capacidad de elegir de qué lado quiere estar.
“La vida y la muerte puse delante de ti, la bendición y la maldición, y elegirás la vida”.4

Tremenda responsabilidad: decidir entre la vida y la muerte. Y nadie puede escapar de esta obligación. No nos dieron a elegir si queremos estar o no en esta batalla. Solo nos dieron a elegir de qué lado queremos estar. Es una decisión personal y muy individual. Y el mandato es determinante y claro: “elegirás la vida”. Gran desafío.

Vivimos en un campo de batalla moral, en medio de un constante tironeo entre la vida y la muerte. Y cada uno debe tomar la elección de superarse y convertirse así en un vehículo que transmite vida, bendición y libertad, o bien dejarse arrastrar ante la arrolladora esclavitud y resultar un agente promotor del mal. Esa es la batalla entre Pe-saj y Pa-ró. “La boca que relata libertad” versus “la boca del mal”. Esta es la batalla que se libra precisamente en el mes de la energía del habla.

La codicia y el poder

Esta batalla sucede no solo en un plano externo y social, sino también en un plano interno e
individual. Dentro de nuestro ser luchan dos voces: la voz del ego y la envidia, por un lado, y
la voz de la humildad y la armonía por el otro. “La envidia, los deseos descontrolados y el ego, sacan al hombre del mundo”.5

Estas son las fuerzas negativas internas que nos esclavizan y exilian. A eso se refiere esta tan extraña y curiosa expresión “sacan al hombre del mundo”. Significa que estas fuerzas internas son tan poderosas y nocivas que pueden llegar a sacar al hombre de la realidad y hacerlo vivir en un mundo paralelo y fantasioso.

La trampa del ego es la que enceguece al hombre y le hace perder contacto y noción de la realidad del mundo en el que vive. Queda tan ciego que ya no puede ni ver a sus semejantes, y termina viviendo encerrado en su propio mundo –un mundo ilusorio que crea él mismo a imagen y semejanza de su propio ego.

Y a veces uno se cuestiona: “¿Cómo es que esta persona ni siquiera se percata de la realidad? ¿Acaso no ve lo que está ocurriendo a su alrededor? ¡Hasta parecería que vive en otro mundo!”

Y la triste respuesta es: sí. Lamentablemente, vive tan atrapado dentro de su egocentrismo hasta el punto de caer preso de su propio engaño. “Sacan al hombre del mundo” y viven en su burbuja irreal. Este es el síntoma de la enfermedad del alma. Las ansias de poder generadas por el ego, y la acumulación de riqueza y consumismo insaciable generado por la codicia, resultan ser nuestros peores enemigos. Son energías negativas internas que nos mantienen exiliados de nuestro propio ser, nos aíslan del
mundo, y nos esclavizan en una incansable y desesperada carrera de nunca acabar.

4 Devarim 30:19
5 Pirké Abot 4:21

De la estrechez a la amplitud

No existe peor esclavitud que la falta de conocimiento, y no existe mayor libertad que
poseer conocimiento: “Si tienes conocimiento, ¿qué te falta? Si te falta conocimiento, ¿qué tienes?”.6

Conocimiento y sabiduría, en hebreo se dice jojmá. Si la dividimos en dos palabras nos queda coaj ma, literalmente: “fuerza del ¿qué?”. Es la capacidad de preguntarse ¿qué? De modo que la sabiduría no reside en acumular información, sino en la capacidad de poder cuestionarse y reflexionar.

De esta forma, la vida es un camino maravilloso y apasionante donde el recorrido implica un proceso de constante e infinito descubrimiento. Porque si la respuesta a una pregunta no nos abre nuevas y aún más preguntas, muy probablemente aquella respuesta no sea completa.

El conocimiento no reside en la respuesta en sí, sino en la destreza de continuar preguntando e investigando. Se trata de las nuevas puertas que se abren, nuevas preguntas que surgen de aquella respuesta. La pregunta no solo marca el punto de partida, sino incluso el punto de llegada.

Podemos concluir que el grado de libertad es proporcional al grado de conocimiento, y el grado de conocimiento es proporcional a la capacidad de preguntarse e investigar. De modo que la autorreflexión alimenta el conocimiento, el conocimiento la libertad, y la libertad a su vez retroalimenta la autorreflexión. Esto se llama amplitud mental: la capacidad de expandirse cada vez más en un proceso de constante crecimiento.

¿Qué fue lo primero que ocurrió cuando llegó Moisés a Egipto para anunciar y transmitir las
ideas de la libertad? El pueblo no lo escuchó. Simplemente habían perdido esa capacidad
de reflexión. Estaban tan hundidos en el lodo de la esclavitud que ni siquiera podían
escucharlo.

“Y el pueblo no escucho a Moshé, debido a su estrechez de espíritu”.7

Estrechez de espíritu significa estrechez mental, estrechez espiritual. Es la incapacidad de
percibir la imagen completa, la incapacidad de soñar y ansiar con la grandeza de la libertad.
La esclavitud interna queda definida por el nivel de estrechez personal. Es la estrechez
impuesta por los límites que nos encierran y aprisionan. Egipto en hebreo se dice Mitsraim,
que significa metser, literalmente: estrechez. Angostura, angustia.

6 Midrash Vaikrá Rabá 1:6
7 Shemot 6:9

La libertad es poder salir de aquella estrechez hacia una realidad de amplitud y expansión.
Esto es lo que dice el Rey David en uno de sus salmos: “Desde la estrechez te llamé, D’s, y
me respondiste con amplitud”.8

Conociendo al enemigo

El Faraón era un estratega experto de la esclavitud. Conocía muy bien la dinámica interna que conduce a la libertad. Sabía que en el momento en que el ser humano empieza a reflexionar, llega indefectiblemente a su destino obligado: la libertad.

La reflexión es el principio del proceso de liberación. Permitir eso no estaba precisamente en los planes del Faraón. Entonces puso en marcha su plan macabro. Aumentó aún más el trabajo, que ya era duro y agotador. Ahora los esclavos hebreos necesitaban trabajar más tiempo aún. De esta forma, se aseguraba de llenar todo el tiempo y espíritu de sus esclavos con trabajo duro, de modo que no les quedara tiempo ni energía disponible para reflexionar.

La historia cuenta que en ese día el Faraón ordenó a los capataces del pueblo y a sus oficiales diciendo: “Ya no sigan dando paja al pueblo para fabricar los ladrillos como ayer y anteayer; que ellos mismos vayan y recojan la paja. Pero les impondrán la misma cantidad de ladrillos que ellos solían hacer ayer y anteayer; no la disminuirán…”.9

El primer paso hacia la libertad es conocer al enemigo que te esclaviza. Si ni siquiera sos consciente de su existencia y sus estrategias, probablemente continúes en tu esclavitud sin siquiera sospechar que estás esclavizado.

Todos tenemos un Faraón interno que nos llena de un inagotable y frenético trabajo. Nos aplica latigazos en nuestras espaldas para que continuemos corriendo en la vorágine diaria sin poder parar a reflexionar. Y así nos mantiene presos y hundidos en nuestro Egipto interno, nuestra estrechez espiritual que nos impide recuperar los verdaderos valores perdidos.

Una historia jasídica nos cuenta acerca de un hombre que estaba corriendo en el mercado intentando conseguir su sustento diario. Su maestro, al verlo desde su ventana, lo llamó y le preguntó: “¿Por qué estás corriendo? ¿Qué es lo que buscas?” “Querido maestro, estoy corriendo buscando el sustento para mi familia”, respondió. “¿Y quién te dijo que el sustento no está corriendo detrás de ti, pero no logra alcanzarte porque tú estás corriendo?, interrogó el maestro.” 10

A veces, solo basta con frenar a reflexionar para conseguir lo que tanto estábamos persiguiendo. Y se trata de un proceso de constante liberación interna, en donde la esperanza en D’s nos mantiene libres incluso en momentos difíciles. Por eso nunca dejamos de soñar y ansiarcada año con mayor libertad. Y así concluimos nuestro relato esta noche de Pesaj con la firme determinación de que “este año somos esclavos, el año próximo seremos libres”.11

8 Tehilim 118:5
9 Shemot 5:6-7
10 Cuento jasídico atribuido al Rebe de Kotzk
11 Hagadá de Pesaj

*Rabino y embajador de Argentina en Israel.

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Argentina

Argentina. Unánime aprobación del pliego del rabino de Milei como embajador en Israel

Agencia AJN.- Axel Wahnish había sido cuestionado en la Comisión de Acuerdos, pero al final consiguió el respaldo del Senado.

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Wahnish Axel

Agencia AJN.- Axel Wahnish, el rabino personal del presidente Javier Milei, recibió la unánime aprobación del Senado a su pliego como futuro embajador argentino en el Estado de Israel.

Wahnish, quien había recibido varios cuestionamientos en la Comisión de Acuerdos, recibió el apoyo de los 67 legisladores presentes, de los 72 que componen el cuerpo, en el especial contexto de la guerra entre el Estado judío y organizaciones terroristas palestinas de la Franja de Gaza y el reciente ataque de Irán contra su territorio.

El rabino del jefe de Estado había sido seriamente cuestionado por la senadora kirchnerista y ex gobernadora de Catamarca Lucía Corpacci y el radical Martín Lousteau, pero finalmente logró el aval.

La intención de algunos senadores de Unión por a Patria de rechazar el pliego fue desarticulada anoche en la reunión de bloque, ante la imposibilidad de unificar una postura.

En tanto, Lousteau volvió a cuestionar la voluntad de Milei de mudar la embajada a Jerusalem, que parece haber quedado fuera de agenda, al menos por el momento, porque “entraña un riesgo de múltiples dimensiones” que “está reconocido por expertos en las relaciones exteriores”.

Además, recordó la cuestión «Malvinas» y destacó que la eventual mudanza sería “un problema de índole político porque la Organización de la Conferencia Islámica tiene 51 miembros y muchos de esos miembros están en el Comité de Descolonización” de la ONU.

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