Agencia AJN.- Si bien el embajador no parece sentirse demasiado cómodo en su rol de actor y no abunda en sonrisas, al parecer el objetivo justifica el esfuerzo: tratar de reparar por medio del fútbol las buenas relaciones que el propio fútbol estuvo cerca de afectar.

Por experiencia, en Israel ir a un estadio puede resultar algo muy frustrante. En eso consistían las expectativas de los israelíes y sus motivaciones: ir a ver un buen partido de fútbol y disfrutar de la maestría de Messi y los suyos en casa. Las de los israelíes latinoamericanos en general y de Argentina en particular resultan evidentes.

Ninguna de las muchísimas personas que compraron o intentaron comprar una entrada para ver el juego tenían intención de enviar con eso algún mensaje ni demostrar nada. Y por eso, la cancelación del partido generó tanta frustración y enojo.

Por quienes – aquí y allá – metieron en una misma bolsa fútbol y política, deporte y boicot, internas, ambiciones y otras cuestiones que sencillamente no funcionan juntas, no encajan. Y para colmo, todo ello quedó coronado por amenazas y violencia. Demasiada carga para un público que sólo pretendía una tarde de alegría, buen fútbol y nostalgia.

A lo largo del video, el embajador Sztulman y su equipo de colaboradores parecen estar haciendo su mayor (y más creativo) esfuerzo por volver a poner las cosas en su sitio, seguir adelante con las buenas relaciones bilaterales que en años anteriores no fueron siempre algo sobreentendido.

De todos modos, el límite parece estar puesto por la imagen de Jerusalem como parte integral de Israel que aparece en el video, algo que no se concede a cambio de ninguna amistad, por valiosa que ésta sea.

Esa buena voluntad, ese deseo por reparar el perjuicio causado por todo este “lío”, se nota en los detalles, como el mate sobre la mesa junto a la cual los diplomáticos israelíes se disponen a ver el partido, o la afirmación: “No tengan dudas de que estaremos alentando”. Casi como si dijeran: no hay rencores, todo ha quedado zanjado.

Y, de paso, se trata también de dejar la crisis atrás para disfrutar del Mundial, ver buen fútbol y volver a soñar con un partido Argentina-Israel. Los más osados – ¿disparatados? – se atreverán a fantasear con que sea en un Mundial. Habrá incluso quien – mientras esperamos al Messias – se anime a soñar con un triunfo de la selección israelí.