Agencia AJN.- Un nuevo estudio de la Institución Shoresh indica que los padres jaredianos (ultraortodoxos) y los árabes israelíes pueden optar por inscribir a sus hijos en escuelas religiosas y seculares no jaredianas para garantizar que estudien las asignaturas obligatorias del plan de estudios, salvaguardar la independencia económica y la capacidad de sus hijos para trabajar en una economía competitiva.

Los datos recopilados por Shoresh muestran que mientras en los años 2000-2009 la inscripción de jaredí en primer grado aumentó en 4,2 por ciento anual, la inscripción en escuelas religiosas aumentó 1,2 por ciento anual, mientras que la tasa fue de 0,3 por ciento en las escuelas seculares en el mismo período. Los niños inscriptos en estos años nacieron entre 1994 y 2003, y los cambios anuales en la inscripción reflejan la diferencia en estos grupos, según el informe.

Sin embargo, las tasas de natalidad de los jaredí comenzaron a disminuir en 2003, aunque todavía permanecieron muy por encima de las de otros judíos religiosos y, por supuesto, más altas que las tasas de natalidad entre los judíos seculares.

A pesar de las diferencias en las tasas de natalidad, los cambios anuales en la inscripción de primer grado desde 2009 fueron casi idénticos para los tres grupos, según el informe. A la luz de las diferencias en la fertilidad entre estos grupos, es «probable que muchos jaredí ahora inscriban a sus hijos en escuelas religiosas no jaredianas».

«Uno de nuestros hallazgos particularmente interesantes parece indicar que muchos padres jaredianos están empezando a comprender lo que su liderazgo no entiende», relató el profesor Dan Ben-David, autor de The Shoresh Handbook, Education and its Impact on Israel. «Mientras los políticos y rabinos continúan insistiendo en que sus escuelas no enseñen un plan de estudios básico, parece haber habido un cambio importante en la forma en que un gran número de padres jaredí perciben la importancia del plan de estudios básico». Y todo esto está sucediendo «debajo del radar público».

«Si bien las tasas de fertilidad jaredí continúan siendo mucho más altas que las de los judíos religiosos, el porcentaje de aumento en la inscripción de primer grado en las escuelas jaredí ha sido idéntico al de las escuelas religiosas judías desde 2009», resaltó y agregó: «Aparentemente, una gran cantidad de padres han comenzado a inscribir a sus hijos en escuelas religiosas no jaredí que ofrecen un plan de estudios básico para que sus hijos tengan mejores oportunidades de empleo como adultos que sus padres».

Los niños de primer grado en 2009 son niños nacidos en 2003, justo después de los recortes masivos en el bienestar que indujeron a muchos israelíes a ingresar al mercado laboral por primera vez en sus vidas, explicó. «Es muy posible que el impacto de su mala preparación llevó a más que a unos pocos padres a asegurarse de que sus hijos tengan un mejor comienzo cuando crezcan», subrayó.

Parece que se desarrolló un patrón similar entre los árabes musulmanes, que ingresaron cada vez más a la clase media y desean una mejor educación para sus hijos de la que actualmente se da en las escuelas musulmanas, agregó. «Como resultado, muchos han comenzado a registrar a sus hijos en las escuelas árabes cristianas, que son sustancialmente mejores, y en las escuelas judías en las ciudades mixtas».

Aun así, según el informe, las poblaciones en Israel que crecen más rápido -los jaredí y los musulmanes- también son las que aún reciben la peor educación, y aproximadamente la mitad de los niños de Israel reciben educación del Tercer Mundo.

La calidad de la educación que reciben los niños israelíes «determinará el futuro del país», señaló el informe.

Aunque Israel puede parecer uno de los países más educados del mundo en el trabajo, el nivel cualitativo de su educación es uno de los peores en el mundo desarrollado, porque el enfoque se centra en la cantidad de años estudiados, más que en la calidad, el informe dicho. Si bien la relación entre los años de escolaridad y el crecimiento económico es débil, existe un vínculo muy fuerte entre la calidad de la educación y el crecimiento.

Además, Israel, con uno de los años de escolaridad más altos por persona en el mundo desarrollado, es también un país con uno de los niveles de productividad más bajos y las tasas de pobreza más altas. La economía de Israel está mejor que la mayoría y sus instituciones académicas son lo más avanzado, según el informe. Esta prosperidad económica y académica solo necesita llegar a todos los rincones de la sociedad.

«El problema de arreglar el sistema educativo de Israel consiste principalmente en eliminar las anteojeras que confunden las ilusiones y la fantasía con la evidencia real, y encontrar los recursos políticos y el liderazgo para implementar los cambios necesarios».

«Israel enfrenta el peligro existencial de perderlo todo si no se despierta a tiempo para comprender los peligros de su trayectoria actual», señaló el informe.

La Institución Shoresh es una institución independiente de investigación de políticas.