Un evento emotivo fue la entrega de becas a nombre de los soldados caídos en la Segunda Guerra del Líbano, que  fueron donadas por el matrimonio Younes y Soraya Nazarian, unos de los principales dirigentes de la Comunidad Judía de los Ángeles y entregadas a  los 119 estudiantes que cumplieron con su servicio militar obligatorio completo.

Los padres de los soldados caídos se reunieron con cada estudiante que recibirá la beca  a nombre del soldado fallecido.

Cada soldado que ha caído, tiene un nombre y una historia. Todos merecen ser nombrados y recordados, pero es imposible hacerlo en estas líneas.

El Mayor Benaya Rein, es uno de ellos. Nacido el 13 de mayo de 1979. Se reclutó como tanquista y para Benaya servir al Ejército de Defensa de Israel era una obligación fundamental.

 

Al estallar la Segunda Guerra del Líbano Benaya se encontraba en su casa gozando de unos días de descanso que el ejército le había otorgado. Benaya cortó su descanso y debido a sus exigencias fue puesto al mando de “Las fuerzas Benaya” que consistía en suministrar a los  soldados israelíes comida y armamentos en territorio enemigo bajo un fuego intenso. Benaya tomó bajo su responsabilidad  trasladar a los soldados heridos y muertos. Su última misión, el 12/8/06,  consistió en tratar de sacar el tanque que comandaba y que había sido  dañado por misiles anti-tanques.  En el ataque  murieron cuatro soldados de la Fuerza  Benaya, entre ellos el Capitán Rein.

Por su heroísmo recibió una mención de honor, post mortem y fue elevado a Mayor.

 

Benaya en una conversación con su Madre: “Ustedes nos enseñaron a dar todo a la Patria y todo significa TODO”.

 

 

 

 

 

 

En el año 2000, Benaya había viajado a Polonia junto con otros soldados que habían finalizado el curso de oficiales del Ejército de Defensa de Israel.

 

En su diario escribe: “Cuando viajé a Polonia sentí la muerte. En el avión había polacos que al estar por llegar a su país se alegraron. Aplaudieron. “Llegamos a casa”, dijeron. Yo también llegue, pero al cementerio donde está enterrado el Pueblo Judío; al cementerio, donde está la familia de mi abuelo, al cementerio donde esta la familia de mi abuela. Durante mi estadía en Polonia la muerte me acompaña. Varsovia es una ciudad hermosa pero para mi no existe, es una ciudad que huele a muerte. En Treblinka siento que piso sobre los muertos, que estoy pisando a la gente, a mis hermanos, y la muerte me acompaña a todos lados.

Pero yo se que esta muerte dio vida y esta vida soy yo, eres tu, son ellos, somos nosotros. Esta vida me dio el privilegio de ser un  judío libre en la tierra de Israel.

Esta vida me otorgó el derecho representar como soldado judío del Estado de Israel a todos aquellos que vivían y ya no están y a aquellos que existen.

Esta vida exige y demanda- ¿Qué? Justamente, me es aún imposible definir y todavía lo pienso  Pero está claro que estas exigencias son pesadas y obligatorias.

Di-s quiera que tenga, tengamos la fuerza necesaria para hacerles frente.