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AMIA/120 Aniversario. Ex presidente Hansman: El contrapunto entre la AMIA y la DAIA es “consecuencia de que el atentado fisuró a la comunidad”

 AJN.- “El presidente de aquel momento, (Carlos Saúl) Menem, exigió algún tipo de reconsideración (por el  discurso pronunciado por Laura Ginsberg) y mi respuesta fue hablarle de la muerte de su hijo y la actitud de su esposa y la suya ante esa situación”, recordó su titular entre 1996 y 1999 en una entrevista exclusiva con la Agencia Judía de Noticias. 

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 A días de cumplirse 120 años de la fundación de la AMIA, Oscar Hansman, quien la presidió entre 1996 y 1999, recordó en una entrevista exclusiva con la Agencia Judía de Noticias (AJN) su dura experiencia, entre la crisis económica que azotó al país y la ruptura con un sector de los familiares de las víctimas del atentado tras el discurso de los deudos en el acto por el 2° aniversario, aquel histórico “Yo acuso al gobierno de Menem y Duhalde” pronunciado por Laura Ginsberg.

 

P- ¿Qué significa para vos que la AMIA cumpla 120 años?

 

OH- En el judaísmo los números tienen siempre algún significado y hay varias expresiones con el 120. Una es en ídish: “que vivas hasta los 120 años”, pero después cambia y en lugar de ser temporal habla de distancia; es decir, un poco más lejos. O sea que hay un deseo de que vivas 120 años o más. En hebreo es “hasta los 120 como a los 20”; o sea, con el mismo aspecto, la misma capacidad y la misma idoneidad que tenías a los 20. Ahí hay una insinuación más importante, casi de inmortalidad. Así que los 120 años son muy importantes y esta idea de festejar el llegar a los 120 años también. Y para hablar de la AMIA, que prontamente llegará a los 120 años, tenemos que empezar obligatoriamente con las olas inmigratorias. Y antes que eso, quizá marcar el contexto: en 1639 vivía en Tucumán un judío que se llamaba Francisco Da Silva, que era médico. Se descubrió que era “marrano” (judío converso al catolicismo que conservaba sus tradiciones en secreto) y fue quemado en la propia Tucumán. En 1804 hubo una procesión en Corrientes por esas calles polvorientas y difíciles de transitar, que tenía una característica peculiar porque viajaba el comisario de la Inquisición acompañado por sus ayudantes -por supuesto, todos montados a caballo, con sus capas e insignias- y el pregonero anunciaba todo el tiempo que dentro de tres semanas iba a haber una reunión masiva donde se iban a reafirmar las leyes de odio de los Reyes Católicos de 1501. Cuento esto para comprender que el motivo por el cual no había judíos en el Río de la Plata era por la influencia de la Inquisición aquí, que tenía mucha importancia. Y al mismo tiempo estoy pensando en este momento, que tiene que ver con la AMIA de hoy, que se inicia con la idea de recordar y no olvidar. Empezamos con recordar, un asunto interno que tiene que ver con la educación, la formación, el conocimiento; y no olvidar tiene que ver con la acción; es decir, trasmitir, expresar lo que uno sabe y conoce y no debe olvidar. A partir de ahí tenemos que hablar de las olas de inmigración. En realidad hubo seis. La primera vino organizada y es la más conocida, la que estaba orientada por la Jewish Colonization Association, que era una entidad impulsada por el barón (alemán Moritz von) Hirsch, un filántropo que hizo mucho por la vida judía en general. Esta organización traía a los judíos fundamentalmente de Rusia, y creo que lo que simboliza el inicio de la ola de inmigración es la llegada del barco “Wesser” en 1889, del cual desembarcaron unos 1.200 inmigrantes; la mayoría, judíos oriundos de Rusia. Al mismo tiempo estaba la segunda ola, que era individual y de la cual se habla poco. Venían judíos de todas partes, de situaciones difíciles en Europa central y también de las colonias francesas, llámense Marruecos, Túnez y la mayoría de Siria y el Líbano, con la ilusión de mejorar sus vidas: el estatus social, cultural y económico. Se dirigieron hacia estas latitudes porque tenían confianza en las leyes y mensajes que llegaban de aquí. La tercera y la cuarta inmigraciones fueron previas a la Primera Guerra Mundial, y después entramos en la quinta, que fue previa a la Shoá, en la cual hubo muchos inmigrantes de la colectividad judía y de otras que por el contexto -las leyes argentina que les abrían las puertas a (las personas procedentes de) distintos países- venían como consecuencia de que la situación en Europa estaba muy compleja y riesgosa para mucha gente. Y por supuesto, la última ola de inmigración vino después de la Segunda Guerra Mundial, (con gente que) había pasado la gran tragedia de la Shoá, había estado en los campos (de concentración y/o exterminio), había estado luchando como partisanos y quedado viva porque estaba en los bosques, (o integraba) los distintos ejércitos y quedó liberada por los pactos entre los países participantes en la guerra.

 

P- ¿Cómo se engancha todo esto con la AMIA?

 

OH- Porque en 1894 se creó la Jevra Kedusha y en 1930 ya había 120 instituciones en nuestro país.

 

P- ¿Judías?

 

OH- Judías, y desde el comienzo de la ola inmigratoria hasta 1948, con la creación del Estado de Israel, ya había un mínimo de 200.000 inmigrantes registrados que llegaron a la Argentina. En la última ola de inmigración, la posterior a la Segunda Guerra Mundial, la situación política era sumamente compleja: había una ley de restricción y no se podía entrar a la Argentina. Como consecuencia de eso, hubo muchos que se asentaron en Uruguay, Paraguay y Chile, pero también muchos entraron (a nuestro país) en forma ilegal, arriesgando sus vidas.

 

P-¿Cómo era la AMIA de tu cadencia?

 

OH- Creo que convendría empezar un poquito antes. Primero, el modelo democrático de la AMIA. No hace falta referenciarlo mucho porque todos saben que lo mantuvo a ultranza, aun en la época del Proceso (de Reorganización Nacional, la dictadura militar de 1976 a 1983). Los tres cargos principales -presidente, secretario y tesorero- pueden tener una sola cadencia, a excepción de que esperes tres años y, dentro del marco de tu agrupación, tengas la posibilidad de ser otra vez (elegido para alguno de esos cargos). Previo a esa cadencia del año ’96 había doce agrupaciones en la AMIA: diez importantes y dos de poca relevancia. Como una especie de consecuencia de que recién había pasado un año y medio de la terrible tragedia de la AMIA y (cuatro) de la destrucción de la Embajada, las autoridades máximas de las distintas agrupaciones llegaron a un acuerdo acerca de que tenía que haber un gobierno de consenso. Significaba un cambio importante: aunque hubo situaciones difíciles en la historia por las cuales había ocurrido eso, nunca había habido una crisis de esa magnitud. Una conducción global no fue difícil, tan así es que en mi agrupación (Avodá), que era la mayoritaria, no hubo interna, sino que fui candidato por unanimidad. No ocurrió porque fuera mejor que otro, sino que el contexto marcaba eso y seguramente el pensamiento fue que era lo necesario. Así que se conformó un gobierno de unidad y en abril asumí la conducción de la AMIA. Los procesos son lentos y hasta que se renuevan las autoridades, hay cierta convivencia (con las anteriores). Mientras tanto, viajamos a Israel -de la Argentina éramos muy pocos- a un encuentro para tratar asuntos vinculados a la educación al cual invitó el presidente (Ezer Weizmann). Ahí me hicieron una pregunta que, de entrada, me shoqueó porque recién había iniciado la gestión. Era difícil de contestar: si los países del mundo, y en particular -alguien gritó de atrás- Israel, habían hecho lo suficiente para clarificar la masacre que había ocurrido en la AMIA. Me costó un poco de trabajo reaccionar para responder. Entonces dije que habría que diversificar antes de contestar la pregunta: primero estaban los países que oficialmente habían resguardado y apoyado a los terroristas internacionales que habían hecho la tragedia, que en aquel momento eran Irán, Siria, el Líbano, que de alguna manera los cobijaban y respaldaban intelectual y económicamente; había otros países que, por distintas circunstancias políticas e inclusive por temor, mantenían una posición -diría yo- de aparente neutralidad, pero daban un apoyo indirecto al terrorismo internacional; y había muchos países que anteponían sus intereses económicos en cualquier contexto. Por supuesto que Israel actuó de otra manera: inmediatamente vinieron los rescatistas, y un apoyo de todo orden, en los campos religioso, educativo, etc. También la política americana fue expresada con bastante claridad, con la venida de (el presidente Bill) Clinton, su canciller (Madeleine) Albright, la mitad de los senadores, los servicios de inteligencia, etc. De cualquier manera, aparte de otras referencias que hice, dije que el hecho en sí mismo que no se hubiera descubierto a todos los responsables mostraba con claridad que no se había hecho lo suficiente. Los periodistas israelíes, que son agresivos, además de capaces, insistían en la parte de Israel, y dije que esa generalidad incluía al Estado de Israel. Bueno, hubo un revuelo alrededor de eso, que después, por suerte, se fue apagando gradualmente.

 

P- Alberto Crupnicoff, que era el presidente de la AMIA al momento del atentado, también pertenecía a Avodá, y el tema se debatía dentro del partido. ¿Qué recordás de aquellos momentos?

 

OH- El debate fue dramático. Uno de los grandes temas, que era difícil de abordar, fue consolar, de alguna manera, a las víctimas de la tragedia, una cosa que todos sabían que era imposible, a excepción de que se hiciera justicia y los responsables, tanto materiales como intelectuales, tuvieran una condena ejemplificadora. En ese momento, ello no estaba a la vista.

 

P- ¿Qué recordás de tu relación con el gobierno nacional?

 

OH- Tuvimos muchos temas, y uno de ellos fue sumamente conflictivo porque hubo un momento en que el gobierno fue abochornado por la comunidad, a consecuencia del discurso de una de las familiares. Tuve una llamada telefónica, que terminó siendo pública, del presidente de aquel momento, (Carlos Saúl) Menem. En esa conversación exigió algún tipo de reconsideración por lo que se había hecho y mi respuesta -no se por qué se me ocurrió – fue hablarle justamente de la muerte de su hijo (Carlos Facundo, en 1995) y la actitud de su esposa (Zulema Yoma) y la suya frente a esa situación. Si bien no quedó satisfecho y no recibió una respuesta positiva a lo que pedía, me pareció que su exigencia había quedado un poco atenuada.

 

P- ¿Era difícil ser el presidente de la AMIA en ese momento?

 

OH- Muy difícil porque era un tiempo crítico en lo económico. Estamos hablando del ’98, ’99… Ya había una crisis profunda en el país y el Departamento de Acción Social tenía que modificar su política e invertir cifras muy importantes como consecuencia del empobrecimiento no solamente de los históricos asociados carenciados, sino de una cantidad de pobres nuevos que se agregaban por la disminución y la caída de la clase media, quienes golpeaban las puertas de la AMIA en forma constante porque necesitaban apoyo. La AMIA siempre asistió sistemáticamente a la pobreza, pero esa tarea histórica se vio modificada por la situación. En ese momento también tuvo que modificarse la Bolsa de Trabajo: se profesionalizó al máximo y comenzó una tarea que llega hasta hoy, cuando la AMIA tiene -desde mi punto de vista- la más importante Bolsa de Trabajo de Sudamérica. Además había una serie de problemas de todo orden, consecuencia de la crítica situación nacional, y junto con eso teníamos la misión, para nosotros histórica, de mantener el clamor y el reclamo por el atentado. Eso llevaba un enorme esfuerzo físico de todos los integrantes del Consejo Directivo y de otros voluntarios, y además requería una atención permanente para mantener la relación con los familiares, que -por su parte- mantenían su clamor con una virulencia que estaba ampliamente justificada, pero poco comprendida por las autoridades nacionales

 

P- ¿A qué atribuís que no lo entendían?

 

OH- Para alguien como yo, por ejemplo, que no nací en la Argentina, pasé toda la Segunda Guerra Mundial -aun joven- y no conocía a mis abuelos ni a parte de mis tíos, que murieron en la Shoá, quizás era más fácil comprender a los familiares y por eso mi vínculo fue mejor. En cambio, un gran sector de las autoridades nacionales pretendía como atenuar el dolor que tenían los familiares, y eso no era posible.

 

P- ¿Qué pensás cuando ves la relación que tienen algunos familiares con el gobierno, algo que no pasaba en tu época?

 

OH- Es un tema complejo porque el tiempo, lamentablemente, hace lo suyo. Creo que esos familiares se equivocan y tarde o temprano se van a dar cuenta de su error porque la propia sociedad lo va a señalar con claridad.

 

P- ¿Y cómo era la convivencia con los familiares en tu época? ¿No era tan áspera? En los últimos años, la relación instituciones-familiares no ha sido la misma por lo que fue tu cadencia…

 

OH- Quizá no era tan áspera en forma directa y desde lo individual. Desde lo institucional fue conflictiva no solamente con la AMIA, sino también con la DAIA por asuntos personales y porque éstas no comprendieron que la exigencia de justicia de los familiares era correcta y justa y que el modo de expresarse y actuar debía ser al revés, atenuado, porque los escuchaban no comprendiendo la grave situación en que se encontraban.

 

P- Se están por cumplir 20 años del atentado y uno del Memorándum. ¿Qué opinás del proceso que está haciendo la falta de justicia o de esclarecimiento del atentado?

 

OH- El tema del Memorándum en sí mismo es un comprensible para cualquier dirigente de nuestra comunidad. No es un tema de debate. Estamos en contra de este Memorándum simplemente porque no le encontramos algún tipo de coherencia. ¿Por qué? Porque no hay precedentes en el quehacer histórico de que, sabiendo que parte de la dirigencia de un país está siendo acusada, se piense que ellos mismos van a hacer justicia. Y lo único que pretende la comunidad judía de la Argentina es que se haga justicia. No tenemos otra pretensión, y eso también se lo pedimos al gobierno nacional: que actúe lo más que pueda para que se haga justicia.

 

P- ¿Cómo era la relación con la DAIA respecto al tema del atentado en tu gestión?

 

OH- Siempre tuvimos, en momentos, distintas líneas de pensamiento. Primero porque el tema que siempre se habla de la diferencia entre la DAIA y la AMIA comenzó -desde mi punto de vista- a consecuencia de la tragedia, que de alguna manera fisuró el tejido social de nuestra comunidad y empezó a crear problemas que nunca habíamos tenido. Por ejemplo, la AMIA creó la DAIA. Antes de que el fascismo empezara a tomar fuerza, la AMIA se reunió y tomó la decisión de crear un ente especial que agrupara a todas las entidades de aquel momento y cumpliera justamente el rol que siempre anuncia y que es muy sencillo en realidad: velar por los intereses de la comunidad, para que no haya antisemitismo y todo tipo de discriminación en general.

 

P- ¿Vas a criticar la actuación del entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, o de pronto la actitud que tuvo Crupnicoff de ser un hombre de una exposición relativamente baja generó un contrapunto particular entre la AMIA y la DAIA en el momento del atentado?

 

OH- Creo que este tema es consecuencia de que el atentado fisuró a la comunidad porque la quiebra de su banco (Mayo, en 1998) fue una situación particular, que no nos afectó como institución. Lógicamente que sí en la imagen pública por ser un gran dirigente de la comunidad judía. Pero no es que la AMIA quebró su banco, como ocurrió en otras localidades, y tuvo que ir en auxilio de comunidades de las provincias cuyos bancos quebraron, como en el caso de Córdoba o La Plata.

 

DB-EACh-CGG

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Padres del rehén Hersh Goldberg-Polin: «No sabíamos que estaba vivo hasta ayer»

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Agencia AJN.- Jon Polin, el padre del rehén de Hamás, Hersh Goldberg-Polin, que apareció en un vídeo de propaganda publicado ayer por el grupo terrorista, le dice a la emisora ​​pública Kan que el vídeo de su hijo les ha dado a él y a su esposa Rachel Goldberg aún más motivación para luchar por su liberación.

«No está claro quién escribió lo que dijo», dice Polin, reconociendo la alta probabilidad de que Hersh estuviera leyendo un guión escrito por sus captores. «La parte en la que me estoy centrando es la última, cuando incluso si la leyó en una página, nos habló directamente a mí y a Rachel, a nuestras hijas Libby y Orly».

Al final del video de casi tres minutos de duración, Hersh se dirigió a su familia y dijo que sabe que “ustedes están haciendo todo lo posible para que regrese a casa lo antes posible” y les pidió que se mantuvieran fuertes por él y siguieran luchando.

«Hemos estado trabajando para traer a Hersh a casa durante 200 días, y después de ayer, sentimos aún más firmemente que no podemos parar ahora, tenemos que continuar», le dice Polin a Kan.

“Hasta ayer no sabíamos que estaba vivo”, continúa. «Esperábamos que así fuera, pero no lo sabíamos».

El vídeo es la primera señal de vida que la familia Goldberg-Polin ha recibido de Hersh desde el 7 de octubre, cuando se le vio siendo empujado hacia una camioneta de Hamás, con el brazo izquierdo arrancado desde el codo hacia abajo y envuelto en un torniquete ensangrentado.

“Lloramos, mi esposa y yo nos sentamos, miramos el video y lloramos”, dice Polin, y agrega que ha visto el nuevo video más de 20 veces. “Había tantas emociones, pero en el fondo, por primera vez en 200 días, lo vimos y lo escuchamos”.

“Lo he estado observando y observando para sacar fuerzas y también para entender cuál era su propósito: ¿por qué lo lanzaron ayer específicamente? No tengo respuestas, pero sí muchas preguntas, y seguiré viéndolo”.

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Israel. Familias de los rehenes protestan frente a la sede de las FDI en Tel Aviv

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Agencia AJN.- Familiares de los rehenes de Gaza organizan una protesta frente al cuartel general militar de Kirya en Tel Aviv, donde se reúne actualmente el gabinete de guerra y se espera que el gabinete de seguridad se reúna más tarde ese mismo día.

Según se informa, las reuniones se centrarán en la próxima operación de las FDI en la ciudad de Rafah, en el extremo sur de Gaza, así como en la posibilidad de que aún se pueda llegar a un acuerdo con Hamás para la liberación de los 129 rehenes del 7 de octubre, a pesar del callejón sin salida que marcó la última ronda. parecían llegar las negociaciones.

Los manifestantes reproducen las imágenes de Hersh Goldberg-Polin publicadas ayer por Hamás en pantallas gigantes fuera de la base militar mientras familiares y manifestantes piden al gobierno que acepte cualquier acuerdo de rehenes que se les ofrezca en lugar de seguir adelante con el plan militar. operación.

Las hermanas de Liri Albag, cautiva de 19 años, se dirigen al gobierno desde fuera de la base militar y les piden que «dejen de demorarse, sean valientes y acepten cualquier trato que les den».

La calle está cerrada al tráfico mientras los manifestantes se sitúan en el medio, contando hasta 202 a través de megáfonos para representar cada día que ha transcurrido desde el 7 de octubre sin la liberación de los rehenes.

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