La conferencia sobre el racismo convocada por las Naciones Unidas en su sede de Ginebra reavivó el debate y el brote antisemita que en gran parte del mundo se mantenía al menos controlado, luego de que Israel decidió frenar la ofensiva contra Hamas en la Franja de Gaza.
En Ginebra, horas después de que el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad realizaba su escandaloso discurso de apertura de Durban II, la comunidad judía daba la bienvenida a personalidades y a delegados de organizaciones judías que habían sido convocados para honrar la memoria de las víctimas del Holocausto durante Iom HaShoá, que coincidió con el 120º aniversario del nacimiento de Adolf Hitler.
Más de 2000 personas se reunieron en la Plaza de las Naciones, frente a la entrada principal del complejo de las Naciones Unidas en esta ciudad, sin poder superar lo que habían escuchado de la boca de Ahmadinejad en el foro internacional.
La presencia del presidente iraní ante el plenario de la Conferencia de Revisión de Durban (Durban II) resultó escandalosa, y sus palabras provocaron la retirada de los representantes de los países de la Unión Europea que aún permanecen dentro del “proceso Durban”, así como también de la delegación de Marruecos.
Todas las delegaciones latinoamericanas permanecieron en sus lugares, aunque más tarde vinieron las declaraciones de condena contra el discurso iraní.
No obstante, ante una consulta del Centro Wiesenthal al jefe de la delegación argentina en Durban II, el embajador Alberto Dumont, acerca de los motivos de esa pasividad, la respuesta fue que “sin dudas las palabras del presidente iraní fueron desagradables, pero no para que nos retiráramos”.
Tras el discurso inaugural, Ahmadinejad brindó una conferencia de prensa fuera de la sala y en momentos que delegados judíos protestaban contra su presencia en Naciones Unidas.
Otro momento de tensión de estas tres jornadas de la conferencia se vivió cuando Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz, se cruzó con la comitiva iraní y un miembro del entorno de Ahmadinejad le gritó “sio-nazi”.
La imagen del incidente fue capturada por el Centro Wiesenthal y levantada por distintos medios de comunicación.
A la misma hora en que las delegaciones judías en Ginebra se reunían para conmemorar un nuevo aniversario del levantamiento del ghetto de Varsovia, en la otra punta de la ciudad, en la Universidad Uni-Mail, unos 200 activistas pro-palestinos convocados por la International Jewish Anti-Zionist Network (Red Judía Antisionista Internacional – IJAN), se juntaron para una contra-conmemoración titulada “De Varsovia a Gaza: memoria y responsabilidad”.
Por su parte, el escritor judío francés Eric Hazan, autor de Notes on the Occupation: Nablus, Kalkilya, Hebron (Notas sobre la ocupación: Nablus, Kalkilya, Hebron) y el profesor estadounidense de historia judía Marc Ellis, quien escribió Israel and Palestine: Out of the Ashes (Israel y Palestina: desde las cenizas) aprovecharon el encuentro para definir al Holocausto como “un instrumento del sionismo para la defensa de Israel”.
A todo esto, Elie Wiesel conmovía a los participantes de la conferencia con la historia de su propia deportación y su intensa preocupación frente al antisemitismo contemporáneo.
Sin embargo, los judíos antisionistas atacaron con dureza la “distorsión de su experiencia para servir a los fines sionistas”. Los oradores criticaron también a los intelectuales franceses Claude Lanzmann, Alain Finkielkraut y Bernard Henri-Levi, calificándolos de “instrumentales para la política de Estados Unidos y de Israel”.
En tanto, IJAN reivindicaba su acto de Iom HaShoá como “un evento profético”, para equiparar el aniversario del levantamiento del ghetto de Varsovia con la “resistencia” en Gaza.
Durante el acto, los oradores atacaron a los judíos sionistas de izquierda, especialmente al escritor Amos Oz, calificándolo como “la cara amigable del sionismo”.
Luego reivindicaron la importancia de campañas a favor del boicot y de la ruptura de relaciones con Israel. En este punto destacaron a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Bolivia, Evo Morales, por romper relaciones con el Estado hebreo.
El credo de IJAN se expresó en la frase “como judío, yo no voy a aceptar los crímenes sionistas que se cometan en mi nombre”.
La frase despertó la protesta de Shimon Samuels (director de Relaciones Internacionales del Centro Wiesenthal) y Sergio Widder (representante para América Latina).
“Culminar este día tan horrible en medio de la atmósfera enrarecida de un grupo de judíos que se autoflagelan de manera psicótica y se empeñan en dañar al Estado judío fue una profanación de Iom HaShoá, una pesadilla que diluye las esperanzas”, coincidieron Samuels y Widder.
GB