Agencia AJN.- Mañana se llevarán a cabo en todo Israel las elecciones parlamentarias que decidirán quién será el próximo primer ministro del país. Al respecto, Beatrice Siebzehner, socióloga oriunda de Córdoba, Argentina, que actualmente trabaja como profesora especialista en Política Israelí de la Universidad Hebrea de Jerusalem, afirmó a la Agencia AJN que “hay un voto muy personalizado en las últimas vueltas electorales”.

Siebzehner, especialista en estudios sobre la sociedad israelí y movimientos religiosos, analizó la utilización de la amenaza iraní en la campaña electoral del actual primer ministro: “Netanyahu juega con el miedo como un arma de movilización, en el aspecto más bien emocional más que racional”.

-La ciudadanía israelí a lo largo de la historia ha votado por palomas o halcones según el momento que vive el Estado de Israel. ¿En qué punto está Israel en este sentido para las próximas elecciones?

-Claramente hacia halcones. La tendencia en los últimos años es más hacia ese lado.

-¿Por qué hace tanto tiempo la ciudadanía viene optando por hombres fuertes del Likud?

-No es hombres fuertes, es un hombre. No eligen a un equipo del Likud, lo eligen a Bibi Netanyahu. Fue un voto muy personalizado en las últimas vueltas electorales. Si hubiera otro al frente que no fuese él, no se llevaría la gran mayoría de los votos.

-¿Está relacionado con las amenazas de Irán y Hezbollah?

-No es que está relacionado directamente con las amenazas, sino que está relacionado con la manipulación que Netanyahu hace hacia los temores. Él juega con el miedo como un arma de movilización, en el aspecto más bien emocional más que racional. Manipula el temor, el miedo.

-¿Cuánto hay de verdad y de mentira en que Netanyahu utiliza las amenazas externas para hacer campaña?

-No es cuestión de verdades o mentiras, son situaciones muy cambiantes, porque en todo análisis de posibles conflictos, ataques, etcétera, hay muchos elementos de subjetividad y de ciertas hipótesis con las que uno se mueve, que no necesariamente reflejan lo que realmente puede suceder. Por ejemplo, el Irán que yo puedo ver no es necesariamente el que otros podrían ver. Hay cuestiones objetivas que sí, pero todo tango necesita dos, entonces eso también se pone en juego. Si decido que el otro es mi enemigo fatal y me va a matar, me voy a comportar de una manera. Si pienso que es un enemigo, pero hay posibilidades de tener cierto contacto, actúo de otra manera.

-¿Realmente hay que temer a las amenazas o es sólo un discurso político?

-No es una cuestión de decir que los otros son buenos y nosotros no los dejamos vivir. Toda nación que se justifica desde el punto de vista militar siempre puede ser una amenaza, pero todo es cuestión de constelaciones. No es que Bibi inventa o manipula todo, hay ciertas cuestiones que son objetivas, pero el camino que puede tomar depende de muchos factores, de momentos dados. No es blanco o negro. Otra cosa es como se manipula eso hacia adentro, independientemente de la constelación externa que puede tener una cierta dinámica. Se pueden decir ciertas cosas para movilizar ciertos intereses internos.

-Pasados ya más de diez meses desde la apertura de la embajada de Estados Unidos en Jerusalem, ¿qué consecuencias trajo?

-De manera general, fue un acto simbólico que sirve para manipular y decir que tenemos el apoyo, pero objetivamente no hay un efecto que se puede decir que se siente. Gran parte de la embajada sigue trabajando en Tel Aviv, no hay un impacto estratégico que se sienta diariamente. En cuanto a la política exterior, acercó a Estados Unidos y alejó a Europa, ya que no se identifica con ese proceso. Internamente Bibi lo usa para demostrar que el apoyo americano hacia Israel es total. Pero los efectos de la cotidianeidad no están presentes.

-¿Cómo analiza la relación de Estados Unidos e Israel bajo el gobierno de Donald Trump?

-Trump aparentemente da apoyo a Israel y hay un lenguaje muy en común. Pero es un hombre de negocios. ¿Cuál es su plan a un posible cambio en esta zona? Aún no lo sacó a lucir. En cierta medida tiene cosas en común con Netanyahu, son populismos de derecha y crean un enemigo interno para poder gobernar, una economía neoliberal, tienen una plataforma en común que le conviene a ambos. Hipotéticamente Trump puede salir con un plan con el que Israel podría no estar entusiasmado, pero puede ser conveniente para Estados Unidos y sus intereses. No es que el presidente americano tenga una política establecida de Medio Oriente e Israel, sino que va mano y mano, hasta ahora, pero puede salir con algo inesperado o no agradable para Israel.

-¿Esto puede llegar a tener algún impacto en las elecciones?

-Trump tiene influencia, pero (el presidente ruso) Vladimir Putin también. Netanyahu logró establecer vínculos con las dos potencias y otros lugares del mundo donde aparentemente tiene un apoyo fuerte a Israel. Pero en un mundo global no hay países que estén liberados de la influencia extranjera de una manera u otra. Hay muchos matices. Todo está influenciado por cambios o situaciones, no se puede analizar ningún país solo por sus dinámicas internas.

-¿Hay algo que tenga para aportar el sistema político israelí al mundo y algo que debería incorporar de otros países?

-Con toda la problemática que hay, Israel mantiene un tinte democrático. Es una democracia limitada que funciona con mecanismos muy especiales. Pero hay algo que hoy en día creo que puede interesar al mundo y a Latinoamérica, que es que el primer ministro, aunque gane las elecciones, puede ser juzgado y deberá abandonar su cargo. Ya tenemos presidentes y primeros ministros en la cárcel. La corrupción no se acerca ni a la suela de los zapatos de Latinoamérica. Todavía el sistema judicial tiene su impacto, que creo que no pasa en muchos países del mundo.

-¿Cómo afecta a la manera de hacer política una ciudadanía como la israelí, compuesta por migrantes llegados de todo el mundo?

-Cada grupo, según de los países de origen, viene influenciado por diferentes visiones políticas. Por ejemplo, los países que vinieron en masa de países musulmanes no tenían idea de lo que era la democracia, las elecciones, el juego político. Aunque ya están hace dos o tres generaciones no es fácil cambiar la cultura política de un autoritarismo tradicional. Procesos similares pasan con las religiones y creencias. Es muy diferente con quienes llegaron de países con tradiciones democráticas, con ideas liberales. En ese sentido es muy fuerte entre los diferentes grupos. Todo eso afecta el perfil de la participación política.

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