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Los líderes mundiales advirtieron sobre ataques de venganza luego de que Osama Bin Laden fuese asesinado en un asalto estadounidense en Pakistán ayer, lo que llevó a un final al líder de Al-Qaeda, que se había convertido en el símbolo más poderoso de la militancia islamista.

El presidente americano, Barack Obama, declaró que el mundo estaba más seguro y era un “lugar mejor” con Bin Laden muerto. Pero la euforia que llevó a multitudes con banderas a la “Zona Cero” del ataque de Nueva York del 11 de septiembre del 2001, fue calmado por pedidos de vigilancia contra represalias de sus seguidores.

La administración de Estados Unidos le dijo al embajador israelí en Washington, Michael Oren, sobre el asesinato antes de que Obama hiciera su declaración a la prensa. Pero no todos los americanos se sintieron tranquilos con las celebraciones callejeras espontáneas luego de la muerte del líder de Al-Qaeda. “Estas imágenes de celebración deben verse muy mal en el mundo. Podría traer otro ataque”, dijo uno de los visualizadores de C-Span.

En Israel, la Autoridad de Aeropuertos aumentó el nivel de alerta en los aeropuertos del país y cruces fronterizos, y se ha aumentado la seguridad alrededor de las oficinas de las aerolíneas israelíes, como El Al, Arkia e Israir. La Autoridad de Aeropuerto le dijo al medio israelí Haaretz que las medidas eran acorde con las actuales necesidades de seguridad.

Además, se ha aumentado la seguridad en las instituciones judías de todo Estados Unidos, y la policía está monitoreando más de cerca las mezquitas americanas.

La muerte de Bin Laden, quien adquirió un status casi mítico por su habilidad de eludir la captura por más de una década, cierra un capítulo amargo en la pelea global contra Al-Qaeda, pero no elimina la amenaza de futuros ataques.

Bajo el liderazgo de Bin Laden, los militantes de Al-Qaeda atacaron objetivos desde Indonesia hasta las capitales europeas, como Madrid y Londres.

Pero fueron los ataques del 11 de septiembre del 2001 en los que los militantes del grupo terrorista usaron aviones secuestrados para atacar símbolos económicos y militares del poder americano y asesinaron a casi 3.000 personas, lo cual ayudó a Bin Laden a adquirir una infamia global.

Aquellos ataques lanzaron dos guerras, en Afganistán e Irak, dañaron los lazos de Estados Unidos con el mundo musulmán, los cuales todavía deben ser reparados, y redefinieron la seguridad para los viajantes aéreos.

“Incluso si marcamos este éxito, no deberíamos olvidar que la batalla para parar a Al-Qaeda y su sindicato del terror no terminará con la muerte de Bin Laden”, dijo la secretaria de estado americana, Hillary Clinton, horas después de que el líder fuese asesinado.

 

JC