Agencia AJN.- Una tasa de fertilidad superior a la media, un sistema educativo mediocre y la autocomplacencia de los consumidores están provocando el aumento del coste de la vida en Israel, según los economistas.

La semana pasada, el índice mundial del coste de la vida de The Economist Intelligence Unit (EIU) situó a Tel Aviv como la ciudad más cara del mundo.

La ciudad costera superó por primera vez a ciudades como París, Zúrich, Hong Kong y Nueva York, tras ocupar el quinto lugar en el índice del año pasado.

Entre las razones que el EIU enumeró para este indeseado honor se encuentra la fuerte apreciación del shekel frente al dólar estadounidense, que, según dijo, se produjo a raíz de la exitosa campaña de vacunación COVID-19 del país.
El mes pasado, el shekel alcanzó su valor más alto frente al dólar en 25 años.

Tel Aviv, con su céntrica ubicación, sus populares playas y su próspera vida nocturna, ha sido durante mucho tiempo un atractivo para muchos israelíes, especialmente los que trabajan en el sector de la alta tecnología. Sin embargo, los economistas israelíes afirman que la clasificación no muestra el panorama completo.

El profesor Dan Ben-David, presidente de la Institución Shoresh de Investigación Socioeconómica y economista del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad de Tel Aviv, dijo que las tasas de inflación israelíes están entre las más bajas del mundo.

«No es que los precios aquí se hayan disparado de repente; es todo lo contrario», dijo Ben-David. «Los precios aquí apenas han subido en comparación con casi todos los países de la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico]».

En cambio, la economía israelí -reforzada en particular por el sector de la alta tecnología- es fuerte y, como resultado, el shekel israelí ha subido de valor en paralelo.

Según Ben-David, el shekel se ha apreciado un 22% en relación con el dólar estadounidense en los últimos cinco años, lo que significa que los precios israelíes se encarecieron un 22% en términos de dólares durante el mismo periodo.
«Sólo eso es lo que nos lleva a encabezar la lista de The Economist», añadió. «[Los precios] son caros para nosotros porque tampoco ganamos mucho».

Además, la productividad es baja en Israel, en parte debido a un sistema educativo deficiente. De hecho, Ben-David cree que la educación es uno de los factores más importantes en lo que respecta al coste de la vida en Israel.

«La mitad de los niños de Israel están recibiendo lo que es básicamente una educación tercermundista y pertenecen a las partes de la población que más crecen», dijo, refiriéndose a los sectores árabe israelí y ultraortodoxo.

«Cuando se incorporan a la población activa, su capacidad para mantener una economía moderna es escasa, así que el salvavidas es el [ámbito] de la alta tecnología».

El factor de la educación se ve agravado por el rápido crecimiento de la población y la falta de espacio. Israel es ya uno de los países más densamente poblados del mundo y está previsto que se congestione aún más en las próximas décadas.

Por esta razón, Ben-David argumentó que es importante reducir la alta tasa de fertilidad de Israel, que se situó en 3,1 en 2019. Esto significa que una mujer israelí tiene de media 3,1 hijos; en cambio, la media de la OCDE es de 1,6.

«No podemos tener una población exponencialmente creciente en una tierra del tamaño de Nueva Jersey, donde de hecho la mitad de la tierra es desierto o zonas de entrenamiento para el ejército», dijo

Otros economistas afirmaron que el consumidor israelí tiene parte de la culpa de la subida de los precios.

El Dr. Alex Coman, especialista en economía de la Escuela Adelson de Emprendimiento del Centro Interdisciplinario Herzliya de Israel, dijo que Tel Aviv es cara debido a un problema de oferta y demanda.

Como Israel es un mercado tan pequeño, hay mucha menos competencia y existen varios monopolios que controlan los precios de una amplia gama de bienes de consumo.

«Tel Aviv no es un gulag; no es que la gente esté esposada y se vea obligada a vivir allí en contra de su voluntad», dijo Coman. «La oferta no es competitiva y además Israel tiene requisitos únicos como el kashrut [las normas dietéticas judías] y la logística [para el sábado], por lo que es más caro. La demanda no es competitiva porque los israelíes son complacientes. … No están comprando».

Aunque Coman se mostró sorprendido por la clasificación de The Economist, admitió que el poder adquisitivo del israelí medio es notablemente inferior al de sus homólogos en la mayoría de las demás naciones desarrolladas

«Los salarios en Israel son, en general, más bajos que los de Europa y Singapur, que tiene uno de los niveles de vida más altos del mundo», dijo. «Esto hace que Tel Aviv sea aún peor porque se gana menos que en Singapur y se paga más».

La solución, argumentó Coman, es que los propios israelíes tienen que exigir algo mejor y negarse a pagar precios escandalosos. En 2014, se desencadenó una protesta en Internet cuando los israelíes descubrieron que el precio de una marca de pudín de chocolate israelí llamada Milky era significativamente menor en Berlín.