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Opinión

La última prueba de misiles de Corea del Norte y la amenaza nuclear de Irán

La última prueba de misiles de Kim Jong-un plantea muchas preguntas sin respuestas claras. Pero sean cuales sean las respuestas, ninguna de ellas es una buena noticia para Estados Unidos o Israel.

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Agencia AJN.- Editorial publicada por Yonah Jeremy Bob en The Jerusalem Post. ¿Debería alguien preocuparse por la prueba de misiles balísticos realizada por Corea del Norte?

Como gran parte del análisis de las acciones de Corea del Norte es, en el mejor de los casos, una conjetura educada debido a la naturaleza opaca del régimen y del país, la respuesta es: depende.

Si Pyongyang acaba de lanzar con éxito un misil hipersónico por segunda vez, eso podría ser un motivo inmediato de preocupación para Estados Unidos y posiblemente también para Israel, si la tecnología llegara a Irán.

Un misil hipersónico es mucho más rápido y sigue una trayectoria de vuelo diferente a la de un misil balístico normal, volando parte de su viaje más cerca del suelo, donde es más difícil de detectar por los radares, y también se considera más maniobrable que un misil balístico.
En pocas palabras, un misil hipersónico es mucho más difícil de derribar.

Rusia lleva presumiendo desde 2019 de que sus misiles hipersónicos le dan un método imparable para golpear potencialmente a Estados Unidos.
Así que si el líder norcoreano Kim Jong Un se está acercando a un misil hipersónico que pueda alcanzar a Estados Unidos, podría cambiar toda la dinámica entre los países.

Lanzar un misil desde tan lejos requiere un misil balístico intercontinental (ICBM) que tiene que entrar en el espacio exterior y volver a entrar en la atmósfera terrestre sin que se produzcan fallos por el frío extremo, y luego por el calor y las vibraciones extremas, entre otros problemas.

También hay dudas sobre si el misil es realmente un misil hipersónico o algo intermedio entre un misil balístico normal y uno hipersónico.
Esto podría disminuir la amenaza y ayudar a Estados Unidos a derribarlo en la situación teórica de un ataque de Pyongyang.

Pero varios expertos creen que el Corea del Norte ha resuelto los problemas de reentrada de los misiles balísticos intercontinentales, o que, dado el número de pruebas que han realizado con casi total éxito, es inevitable conseguir un misil balístico intercontinental que pueda alcanzar a Estados Unidos.

Y con las estimaciones de que podría tener entre docenas y más de 60 armas nucleares si Kim realmente quisiera golpear a Estados Unidos, muchos expertos dicen que sería poco probable que la defensa antimisiles estadounidense pudiera derribar todo lo que pudiera lanzar.

Para Israel, que Irán consiga la transferencia de tecnología de misiles hipersónicos sería una amenaza no sólo porque la República Islámica ha avanzado más que nunca hacia las armas nucleares.

También elevaría la amenaza de los misiles balísticos convencionales.

Hasta ahora, los israelíes han asumido que la defensa antimisiles de tres niveles de la Cúpula de Hierro, la Honda de David y la Flecha serían suficientes para defender el frente interno de la mayoría de las amenazas de Hamás e Irán (menos cierto para Hezbolá).

Si Teherán se hiciera con la tecnología de misiles hipersónicos, Jerusalem podría enfrentarse a una realidad mucho más aterradora.

Por supuesto, no está demostrado que Corea del Norte haya desarrollado armas hipersónicas y, después de toda la cooperación nuclear y en materia de misiles entre Irán y Pyongyang, Kim no ha cruzado nunca ciertas líneas que podrían volver a llevarle a la ruina: como dar a Irán un misil nuclear llave en mano.

Así que Kim podría no arriesgarse a las consecuencias de transferir esa nueva tecnología.

Después de todo esto, hay una manera totalmente diferente de ver la prueba de Corea del Norte, especialmente yuxtapuesta con las negociaciones nucleares en curso entre Irán y la potencia mundial en Viena.

Kim podría estar señalando a la República Islámica que no necesita negociar ni jugar con Occidente.

Su estrategia de seguir adelante con el desarrollo de un arsenal nuclear no evitó las sanciones occidentales ni sacó a su país de la depresión económica y la escasez de alimentos. Pero sí puso fin a la amenaza de un cambio de régimen o de que alguien utilice la fuerza militar contra su país si no es en respuesta a un ataque norcoreano.

Ha demostrado que agachar la cabeza y ampliar las capacidades de armamento nuclear es una estrategia que puede hacer retroceder a Occidente.

Y de todas las numerosas rondas de negociaciones nucleares de Irán en las últimas dos décadas (el JCPOA de 2015 fue solo una ronda), este es el momento en el que Teherán está más en posición de intentar alejarse de la mesa y cruzar el umbral nuclear posiblemente antes de que el mundo pueda decidir cómo reaccionar.

Entonces, ¿se «inspirará» Irán en Pyongyang y se alejará? ¿Se sentirá Occidente más intimidado por el hecho de que Teherán tome el camino de Corea del Norte y decida hacer más concesiones?

La última prueba de misiles de Kim plantea muchas preguntas sin respuestas claras.

Pero sean cuales sean las respuestas, ninguna de ellas es una buena noticia para Estados Unidos o Israel.

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Los temores de guerra en Europa. Por Shlomo Ben-Ami*

Si bien Rusia no es tan fuerte como lo fue alguna vez, Europa tiene buenos motivos para estar preocupada.

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Muchas veces se cita la frase de Mark Twain de que “la historia nunca se repite, pero muchas veces rima”. Podría haber agregado que cuando, en efecto, la historia rima, los resultados suelen ser desastrosos.

De la misma manera que las ambiciones territoriales de las potencias del Eje -Alemania, Italia y Japón- prepararon el terreno para la Segunda Guerra Mundial, el actual bloque autoritario conformado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte busca desmantelar el orden internacional liberal.

Ahora, como entonces, varios conflictos en todo el mundo podrían escalar hasta desencadenar una guerra mundial si las alianzas militares se activan automáticamente en respuesta a acciones hostiles por parte de los adversarios.

Consideremos, por ejemplo, la posibilidad muy real de que el expresidente norteamericano Donald Trump regrese a la Casa Blanca en 2025. Dado su menosprecio manifiesto por la seguridad de Europa, se entiende por qué los países europeos, que han dependido de Estados Unidos para su seguridad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, deben estar preocupados.

Pero no se trata solamente de Trump. Dada la creciente influencia de China y el subsiguiente reequilibrio de las prioridades estratégicas de Estados Unidos, inclusive un segundo mandato de Joe Biden podría derivar en un compromiso norteamericano reducido con la OTAN a favor de AUKUS, la alianza militar que creó con Australia y Gran Bretaña para enfrentar la amenaza de China en la región del Indo-Pacífico. El interés menguante de Estados Unidos en Ucrania subraya este giro, que deja a Europa frente a la necesidad de llenar el vacío de seguridad resultante.

En consecuencia, los temores de una guerra inminente se han apoderado de las capitales europeas. Si bien Rusia representa una amenaza distante para países como España e Italia, la mayoría de los estados miembro de la UE temen que el presidente ruso, Vladimir Putin, se encuentre a sus puertas, lo que pone de manifiesto la falta de una autonomía estratégica de Europa. Las fuerzas militares europeas, principalmente desplegadas en misiones humanitarias o de paz, han recibido el mote de “ejércitos bonsái” -versiones en miniatura de ejércitos reales, con una experiencia de combate limitada.

Asimismo, dado que la industria de defensa de Europa está rezagada con respecto a la de Rusia, y más aún respecto de la de Estados Unidos, construir capacidades militares en Europa probablemente lleve años. Solo para tener una idea, toda la existencia de municiones de las fuerzas armadas (Bundeswehr) alemanas alcanzarían apenas para dos días de combate contra un adversario como Rusia.

Si bien Rusia no es tan fuerte como lo fue alguna vez, Europa tiene buenos motivos para estar preocupada. La determinación de Putin de revertir el resultado de la Guerra Fría ha escalado hasta convertirse en una obsesión casi religiosa por restablecer el poder imperial ruso. Su guerra de agresión en Georgia en 2008, la anexión de Crimea en 2014 y la invasión a plena escala de Ucrania en 2022 ilustran su ambición implacable. Bajo el mando de Putin, barcos y aviones espías de Rusia regularmente vigilan las fronteras de países como Suecia, Finlandia, los estados bálticos y hasta el Reino Unido.

La agresión de Putin ha obligado a Europa a abandonar su mentalidad post-histórica y pensar en serio en reamarse. La degradación organizacional y material que ha sufrido el ejército ruso durante dos años de combates intensos en Ucrania, junto con el riesgo de que una movilización a plena escala a favor de una guerra con la OTAN pudiera desestabilizar a su régimen, probablemente disuadan a Putin de embarcarse en campañas militares adicionales en el futuro previsible.

Si los logros de Rusia en Ucrania se limitan a sus actuales líneas defensivas sin una victoria decisiva -un resultado ligado al respaldo occidental a Ucrania-, el apetito de Putin de mayores aventuras en el Báltico se reduciría marcadamente. De todos modos, esto no le impediría intentar desestabilizar a Moldavia, Georgia, el Cáucaso meridional, los Balcanes Occidentales y hasta Francia y el Reino Unido, y tampoco limitaría las operaciones de sus fuerzas militares privadas en África.

Pero las amenazas nucleares de Putin reflejan la incapacidad de Rusia de competir con la OTAN en una carrera armamentista convencional del tipo que mutiló a la Unión Soviética en los años 1980. Aunque los países europeos todavía gasten menos en defensa que la meta del 2% del PIB de la OTAN, Rusia no puede igualar el presupuesto de defensa combinado de los estados miembro de la OTAN, aún sin Estados Unidos. Pero si bien impulsar el gasto militar podría impedir que Rusia atacara a los países europeos, los mayores presupuestos de defensa por sí solos no resolverán los problemas estratégicos del continente. Para defenderse, Europa también debe mejorar la integración e interoperabilidad de sus diversas culturas militares y sistemas de armamentos.

Dicho esto, aun si Europa mejorara sus capacidades de disuasión, no sería sensato suponer que los líderes necesariamente toman decisiones racionales. En su libro de 1984 La marcha de la locura, la historiadora Barbara Tuchman observa que los líderes políticos frecuentemente actúan en contra de sus propios intereses.

Las guerras desastrosas de Estados Unidos en Oriente Medio, la campaña fallida de la Unión Soviética en Afganistán y la guerra de odio enceguecido en curso entre Israel y Hamas en Gaza, con su potencial de escalar y convertirse en un conflicto regional mayor, son excelentes ejemplos de este tipo de traspiés. Como observa Tuchman, la marcha de la locura es interminable. Esa es, precisamente, la razón por la cual Europa debe prepararse para una era de vigilancia acentuada.

*Ex ministro israelí de Asuntos Exteriores, vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz y autor del libro «Cicatrices de guerra», heridas de paz: la tragedia árabe-israelí».

Fuente: Clarín

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The Jerusalem Post | Ya basta, Hezbollah

Ningún país «normal» permitiría que sus comunidades fronterizas y centrales fueran atacadas y asoladas de esta manera y luego aceptaría mantener las manos atadas en la espalda.

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Un hombre sostiene una bandera palestina mientras el líder de Hezbollah en Líbano, Sayyed Hassan Nasrallah, habla en un mensaje pregrabado mostrado en una pantalla durante un acto previo al Día de Al-Quds (Jerusalem) el viernes 5 de abril, en Beirut, Líbano 3 de abril de 2024. (Crédito de la foto: REUTERS/MOHAMED AZAKIR/FILE PHOTO)

Agencia AJN.- (Editorial publicada en The Jerusalem Post)  Lo que está ocurriendo en Israel no es normal. No hubo otro país tan brutalmente atacado: en su frontera sur por Hamás, en su frontera norte por Hezbollah y con cientos de misiles lanzados a lo largo y ancho del país por su archienemigo Irán, todo eso en unos pocos meses.

Estamos maltrechos, pero resilientes, mientras nos preparamos para la Pascua judía (Pésaj) de la semana que viene. Todavía no hay ningún acuerdo a la vista para devolver a los rehenes que Hamás mantiene retenidos en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre, y eso nos llena de ansiedad y miedo.

Del mismo modo, aunque hay indicios de que no se aplicará nada hasta después de Pésaj, Israel responderá sin duda de algún modo al bárbaro ataque sin precedentes de Irán contra una nación soberana. Eso también nos llena de ansiedad y miedo.

La situación en la frontera norte de Israel también debería llenarnos de inquietud. A todos los efectos, estamos en guerra con Hezbollah.

Este miércoles, 14 soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y un puñado de residentes resultaron heridos por dos drones de Hezbollah y dos misiles antitanque disparados contra un centro comunitario en Arab al-Aramshe, un pueblo beduino del norte de Galilea, y sus alrededores.

El pueblo se encuentra a menos de tres kilómetros de la aldea libanesa desde la que se lanzaron los misiles antitanque y los drones. Como muchas de las comunidades del norte de Israel que fueron atacadas desde el 7 de octubre, las IDF operan desde ella para enfrentarse al grupo terrorista libanés, respaldado por la República Islámica de Irán.

Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las comunidades del norte, Arab al-Aramshe está desprovista de residentes. El jefe de la aldea, Adiv Zaev, afirmó que, luego de tres meses de la evacuación, ninguno de los residentes recibió ayuda económica, por lo que la mayoría regresó a sus hogares.

La alarmante escalada en el norte se está viendo reforzada por el creciente uso de drones y misiles más letales por parte de Hezbollah. Como informó Seth Frantzman en el Jerusalem Post esta semana, el arsenal de Hezbollah incluye alrededor de 150.000 cohetes, así como misiles antitanque, hasta 2.000 aviones no tripulados, y también los nuevos cohetes de cabeza pesada Hezbollah Burkan. Son drones que siguen el modelo del Ababil iraní.

La variedad de aviones no tripulados Ababil existen desde hace décadas, pero sólo recientemente incorporaron una nueva generación de aviones no tripulados Kamikaze, que incluyen una ojiva en un fuselaje y tienen dos juegos de alas.

El dron es fácil de fabricar, lo que hace que su construcción sea sencilla mediante planos y diseños. El problema es que en los últimos años se volvieron más avanzados y precisos, lo que los convierte en un sistema de armas mortífero.

De hecho, Hezbollah demostró en los últimos dos días que puede utilizar estos aviones no tripulados para atacar zonas específicas. Teniendo en cuenta que el grupo terrorista ya dañó o destruyó unas 800 viviendas en el norte de Israel y obligó a 50.000 israelíes a ser evacuados de sus hogares durante más de seis meses, los objetivos y capacidades de Hezbollah significan que es probable que la situación empeore en el norte antes de mejorar.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Dónde está el clamor y la condena internacionales? Al igual que la reacción de las potencias mundiales al ataque iraní fue advertir a Israel sobre su respuesta e instar a una desescalada, la reacción internacional a la agresión de Hezbollah fue igualmente tratar de frenar la respuesta de Israel en la medida de lo posible para que esto no se convierta en una guerra regional.

Sin embargo, este barco ya zarpó. Ningún país «normal» permitiría que su frontera y sus comunidades centrales fueran atacadas y asoladas de esta manera y luego aceptaría quedarse con las manos atadas en la espalda.

A la inútil ONU no le importa que Hezbollah esté violando su Resolución 1701, en vigor desde 2006 y que se suponía debía garantizar el desarme de Hezbollah así como la desmilitarización de Líbano al sur del río Litani, situado a unos 32 kilómetros de la zona de demarcación entre Israel y su vecino del norte conocida como Línea Azul.

Al resto del mundo tampoco parece importarle, siempre y cuando Israel dé una respuesta sorda a la agresión de Hezbollah, instigada y financiada por Irán.

La paciencia se agota en Israel, y el ataque del miércoles no hace más que subrayar la necesidad de detener a Hezbollah. Si, como de costumbre, nuestros aliados sólo actúan con palabras, corresponderá una vez más a las IDF hacer el trabajo sucio, con o sin su ayuda.

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