La decisión de mantener elecciones el próximo año costará mucho a Israel. Los costos directos del proceso democrático, basado en el último ciclo electoral, ubican al presupuesto en aproximadamente 450 millones de shekels, pero los costos indirectos de subvertir al mercado para ese día hará que llegue a los 1.5 millones.

 

Casi la mitad de los fondos serán destinados a financiar a las facciones y la otra mitad a pagar una variedad de gastos, incluyendo la operatividad de los centros de votación y el pago de salario a los trabajadores que reciben un día de vacaciones paga.

 

Las elecciones, la segunda en menos de dos años, también tendrán otras ramificaciones económicas: la disolución de la Knesset y el gobierno antes de las elecciones del 2015 evitará que el parlamento israelí actual vote sobre un presupuesto para los años siguientes, forzando a Israel a usar un presupuesto de transición ad hoc.

 

El presupuesto de transición replica al anterior sobre una base mensual pero un interés fijo, lo que le da al gobierno la misma cantidad de dinero que obtuvo ese mes el mismo año.

 

Sin embargo, el presupuesto propuesto para el 2015 iba a crecer nominalmente a 12.5 billones de shekels, de los cuales 8.2 eran resultado de una decisión de aumentar el límite de los gastos gubernamentales y 4.3 de una decisión de una vez de permitir que el gobierno supere ese monto una sola vez.

 

Sin embargo, esta vez no se incluirán ninguna de esas previsiones. Los ministros del gobierno serán autorizados por mes y ad hoc por el contador en jefe, que se calcula en un ratio de 12 a 1 del presupuesto del 2014.

 

JC