Será por eso que Bibi Netanyahu -que aún sigue siendo uno de los líderes políticos israelíes más mediáticos o comunicativos-, echó mano a uno de sus viejos métodos: el presentarse como "el previsor de los tiempos difíciles que se avecinan sobre Israel" – y léase que nadie es tan avezado como él para empuñar el timón nacional ante el temporal que se aproxima-; hablando ante la bancada parlamentaria del Likud reiteró que no cejará en su empeño de instalar un gobierno amplio de unidad nacional y pasó a describir los amenazantes tiempos que verdaderamente Israel deberá o ya se enfrenta con ellos. 
Apretando los labios y con rostro adusto, Netanyahu enumeró las razones impostergable para que todo o casi todo el espectro político israelí adhiera a su futuro gobierno: "Israel jamás enfrentó una emergencia nacional como la actual, salvo tal vez durante la Guerra de la Independencia en 1948, por eso se requiere actitudes políticas totalmente diferentes… (especialmente de sus potenciales asociados Livni y Barak, T.N.).
"Hoy -siguió diciendo Netanyahu- 300 trabajadores de "Pri Ha’Galil" ocuparon esa importante planta industrial en el norte de Israel, para impedir su cierre definitivo; se trata de numerosas familias que pueden quedar sin sustento…" esto agregó Netanyahu a titulo de ejemplo de las dificultades económicas que tendremos, y esto impone unir las fuerzas en la conducción del país, en un frente gobernante lo más amplio posible…"
El premier en potencia no se olvidó de los desafíos en el terreno militar: "Siguen los ataques misileros tanto en el frente sur con Gaza como en el norte junto al Líbano, y por encima de todo -enfatizo Netanyahu- la inminente amenaza nuclear de Irán".
Por eso sostuvo Netanyahu: “Volveré a entrevistarme con Barak (Avodá) y Livni (Kadima) para que dejen de lado los intereses personales y se sumen a este emprendimiento nacional impostergable".
Todo esto lo dijo el jefe del Likud después de estar reunido durante una hora y media con el jefe de Avodá,  Ehud Barak, a quien volvió a reiterarle el generoso ofrecimiento de que continúe como titular de la Defensa dentro del futuro gobierno y además de asegurarle otros cuatro ministerios para acallar a los malhumorados dirigentes del partido laborista, que amenazan con una escisión partidaria en caso que Barak se tiente a aceptar los "dulces" ofrecimientos del premier en potencia Netanyahu.
Barak sabe muy bien que en el laborismo israelí los ánimos están caldeados y al salir del encuentro con Netanyahu afirmó: "las urnas sentenciaron que Avodá debe marchar a los escaños de la Oposición, respeto la voluntad de la ciudadanía y le prometí a Netanyahu que Avodá será una oposición responsable, seria y constructiva".
Estas afirmaciones sonaron como muy próximas, de las que dijo en la medianoche pasada Tzipi Livni al termino de su primer encuentro postelectoral con Bibi Netanyahu, en un hotel céntrico de Jerusalem amenizada con un sándwich de abocado (Tzipi desde los 15 es vegetariana) y una abundante hamburguesa americana para el futuro premier.
Después de la frugal comida, la canciller Livni declaró a los ávidos periodistas: "Tenemos profundas discrepancias con la línea política del Likud, discrepancias que nos llevaron a formar el partido Kadima, si nuestros enfoques de una solución negociada con los palestinos -dos Estados para dos pueblos- no son la base del futuro gobierno, deberemos cada uno de nosotros (Kadima y Likud ) proseguir en caminos diferente y no hay cabida a constituir ‘mesas de trabajo sobre el futuro gobierno israelí’".
Unas reflexiones iniciales sobre este intrincado panorama inicial de la gestación del futuro gobierno de Netanyahu: hasta tanto no se anuncie que no habrá nuevos encuentros con Livni y con Barak, y mientras el nuevo parlamento, que se instalará pasado mañana miércoles no elija al diputado Rubén Rivlin (Likud) como nuevo presidente de la Kneset, frustrando las ilusiones de Daliá Itzik (Kadima) de ser reelecta para el prestigioso cargo legislativo; aun queda una rendija para una o dos reuniones más entre Netanyahu, y los jefes de Kadima y Avodá.
Pero quien mejor que los latinos, sabemos que "para bailar tango se necesita pareja", Netanyahu puede prometer ministerios, viceministerios y presidencias de importantes comisiones en el parlamento -defensa, finanzas, etc. etc.- hasta incluso garantizar libertad de voto de los futuros ministros en votaciones decisivas dentro del parlamento israelí.
Pero que a ningún precio, puede Netanyahu aceptar la concepción básica esencial y cardinal de proclamar que un gobierno encabezado por el Likud propenderá a la solución de "dos Estados para dos pueblos (Israel y Palestina)" como lo proclaman tanto Kadima como Avodá.
Los historiadores políticos -que en Israel no faltan- ya se acordaron del "divorcio político" en 1970, entre Golda Meír  jefa de gobierno por Avodá y Menajem Beiguin (en aquel entonces GAJAL, que luego se convertiría en Likud): Golda le prometió el "oro y el moro" para que Beguin permanezca en el gobierno a cambio de la Resolución 242 de Naciones Unidas (desocupación israelí de los territorios) y Beguin lo rechazó rotundamente; porque se trataba de una "gigantesca cuestión ideológica principista" y su equivalente en Israel 2009 es la solución  -también diseñada por Estados Unidos- de "dos estados para dos pueblos (Israel y Palestina)" admitida por Tzipi Livni (Kadima) y Ehud Barak (Avodá) y hasta el momento: tabú infranqueable para Benjamin Netanyahu (Likud) y muy especialmente para sus hasta ahora declarados asociados políticos de Netanyahu :los partidos nacionalistas y religiosos del denominado bloque parlamentario de la derecha israelí.
Intrincada la política israelí ¿verdad?
TN-GB