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Opinión

¿Pueden los activistas de Medio Oriente conseguir que los demócratas estadounidenses se unan a los Acuerdos de Abraham?

Para muchos israelíes y árabes del Golfo, los Acuerdos de Abraham son un hecho histórico para la paz en la región. Pero para algunos estadounidenses, los acuerdos son vistos con recelo, como una imposición del ex presidente estadounidense Donald Trump en Medio Oriente.
Para desafiar esta idea errónea, la ONG Sharaka envió una delegación de diversas voces de Medio Oriente a Estados Unidos del 7 al 14 de noviembre.

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Los delegados después en una sinagoga (Crédito de la foto: Sharaka).

Agencia AJN.- Artículo escrito por Michael Starr (The Jerusalem Post). El hecho de que los habitantes de Medio Oriente estuvieran esperando este momento no queda reflejado en la narrativa a la que los demócratas estadounidenses había sido expuesto previamente.

Para muchos israelíes y árabes del Golfo, los Acuerdos de Abraham son un hecho histórico para la paz en la región. Pero para algunos estadounidenses, los acuerdos son vistos con recelo, como una imposición del ex presidente estadounidense Donald Trump en Medio Oriente.
Para desafiar esta idea errónea, la ONG Sharaka envió una delegación de diversas voces de Medio Oriente a Estados Unidos del 7 al 14 de noviembre.

Sharaka es una organización que fue creada para ser una sociedad civil «extensión de los Acuerdos de Abraham, que fueron mediados por Estados Unidos», dijo el Dr. Majid Al Sarrah, fundador y director general de Sharaka en los Emiratos Árabes Unidos. «Enviamos esta delegación para mostrar a los estadounidenses los frutos de estos esfuerzos».

La diversidad de la delegación fue en sí misma un testimonio del éxito de los acuerdos. La delegación estaba compuesta por el becario emiratí Fulbright Omar Al Busaidy, la diplomática drusa-israelí Lorena Kahteeb, la periodista estadounidense de origen sirio Hayvi Bouzo, la activista por la paz bahreiní Fatema Al Harbi, la artista marroquí Chama Mechtaly y el Director de Asuntos Globales de Sharaka, el israelí Dan Feferman.

Durante siete días, el grupo de activistas recorrió los bastiones demócratas de la Costa Este.

«Hubo diferentes sinagogas en las que hablamos», dijo Bouzo. «Y estaba el club judío del Partido Demócrata. Nos acogieron e hicieron venir a sus amigos».

Feferman dijo que hay demasiadas personas que desconocen o son escépticas respecto a estos nuevos acuerdos de paz debido a la política partidista interna estadounidense. «Necesitamos su apoyo para garantizar que Estados Unidos siga promoviendo los acuerdos y ayude a expandirlos a nuevos países».

Superar las divisiones políticas estadounidenses no es tarea fácil.

Algunos líderes estadounidenses han ridiculizado los acuerdos como un falso logro de la administración Trump, sólo una publicidad de las relaciones preexistentes. «‘Este es un acuerdo de negocios’, dijo el presidente de J Street, Jeremy Ben-Ami, a The New York Times el mes pasado. «Hay intereses alineados entre Israel y estos países, desde hace dos décadas».

Según Haaretz, el grupo de extrema izquierda IfNotNow argumentó que los acuerdos fueron utilizados por Trump para marginar a «los palestinos que son tratados como peones políticos y excluidos de la toma de decisiones sobre su propio futuro».

El columnista Peter Beinart argumentó en un artículo de Jewish Currents que los acuerdos eran «la diplomacia represiva de Israel» que contribuía al autoritarismo regional.

Estos mismos cuestionamientos fueron dirigidos a la delegación.

«Creo que es bueno que se les pregunte porque la gente necesita conocer las respuestas», dijo Bouzo. «Escuchamos a mucha gente decir que ‘es un negocio’. Así que, ¿qué hay de malo en tener un aspecto comercial? Creo que sería estupendo».

El razonamiento de Bouzo, y que comparten otros delegados, es que las nuevas interacciones entre los países de los Acuerdos de Abraham tienen muchos niveles, y aunque algunos sean a nivel político y empresarial, son necesarios para sembrar un terreno fértil para los esfuerzos de base.

«Se necesita un liderazgo que dé los primeros pasos para que se produzcan iniciativas y cambios sociales», dijo Mechtaly. «También se necesita el enfoque ascendente para profundizar en la relación».

Bouzo dijo: «Obviamente hay muchos gobiernos y regímenes problemáticos en la región, pero al menos los países que hicieron esos acuerdos están haciendo algo bueno. Vamos a ver cómo podemos hacer que esto se amplíe a nivel popular».

Aunque los Acuerdos de Abraham fueron firmados y facilitados por la administración Trump, señala Mechtaly, la gente sobre el terreno estuvo intentando trabajar en esto durante décadas. Personas como Busaidy, que habían estado esperando este momento, expresaron «la alegría de que, finalmente, tengamos estas relaciones diplomáticas».

El hecho de que los habitantes de Medio Oriente estuvieran esperando este momento no se recoge en la narrativa a la que el público de la delegación había sido expuesto previamente.

«Muchas de estas personas están súper sorprendidas. No son conscientes en absoluto», dijo Busaidy. Los medios de comunicación que consumen sólo han cubierto cosas negativas desde la firma, y «nada positivo de la región llega a estas audiencias».

Bouzo agregó que hay mucha división en Estados Unidos entre la izquierda y la derecha, y según ella, los acuerdos deberían ser una cuestión apartidaria.

Según Mechtaly, sus esfuerzos no fueron en vano. Después de sus conversaciones, la gente le expresó su renovada esperanza. Busaidy contó que el grupo se había reunido con el representante Ro Khanna en San Francisco. «Estuvo dispuesto a reunirse con nosotros, y se mostró muy entusiasmado e incluso habló de que está dispuesto a apoyar esto aún más».

El impacto de los acuerdos es sólo la punta del iceberg, dijo Mechtaly. El futuro podría incluir también a los palestinos. Busaidy esperaba ver algún día a palestinos con él en la delegación.

«Los Acuerdos de Abraham no significan que el conflicto desaparezca, sino que presentan un nuevo enfoque y eliminan los factores extremos que afectan a la capacidad de proceder», dijo Mechtaly.

Las relaciones entre palestinos e israelíes no son mutuamente excluyentes, argumentó.

Amit Deri, fundador y director general de Sharaka en Israel, dijo: «El camino a seguir es el diálogo, la cooperación y la asociación. Por eso hemos llamado a nuestra organización Sharaka, que significa «asociación» en árabe».

Futuras delegaciones como ésta mostrarán si los representantes del nuevo Medio Oriente son capaces de ayudar a los estadounidenses a avanzar más allá de su perspectiva partidista, y a la asociación para la paz.

Opinión

The New York Times | Israel planeó un ataque mayor contra Irán, pero lo redujo para evitar la guerra

El ataque contra Irán del viernes pasado iba a tener un alcance mucho mayor, pero tras la intensa presión de los aliados, los dirigentes israelíes acordaron reducirlo.

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Tras el ataque iraní a Israel, una valla publicitaria en Teherán celebra el ataque. Créditos: Arash Khamooshi para The New York Times

Agencia AJN.- (Por Ronen Bergman y Patrick Kingsley, con la contribución de Eric Schmitt y Farnaz Fassihi – The New York Times -NYT-) Israel abandonó los planes de un contraataque mucho más amplio contra Irán tras la presión diplomática de Estados Unidos y otros aliados extranjeros, y también porque se había frustrado la posibilidad de un ataque iraní contra suelo israelí, según tres altos funcionarios del Estado judío.

Los dirigentes israelíes debatieron en un principio bombardear varios objetivos militares en todo Irán la semana pasada, incluidos los alrededores de Teherán, en represalia por el ataque de la República Islámica del 13 de abril, señalaron los funcionarios, que hablaron con el NYT bajo condición de anonimato para describir las delicadas discusiones.

Un ataque tan amplio y dañino habría sido mucho más difícil de pasar por alto para Irán, aumentando las posibilidades de un contundente contraataque iraní que podría haber llevado a Medio Oriente al borde de un conflicto regional de gran envergadura.

Al final -después de que el presidente Biden, junto con los ministros de Asuntos Exteriores británico y alemán, instaran al primer ministro Netanyahu a evitar una guerra más amplia- Jerusalem optó por un ataque más limitado el viernes que evitó daños significativos, disminuyendo la probabilidad de una escalada, al menos por ahora.

A pesar de esto, en opinión de los funcionarios israelíes, el ataque mostró a Irán la amplitud y sofisticación del arsenal militar israelí.

En lugar de enviar aviones de combate al espacio aéreo iraní, Israel disparó el viernes un pequeño número de misiles desde aviones situados a varios cientos de kilómetros al oeste, según los funcionarios israelíes y dos altos funcionarios occidentales informados del ataque. Israel también envió pequeños drones de ataque, conocidos como cuadricópteros, para confundir a las defensas aéreas iraníes, explicaron los funcionarios israelíes.

Las instalaciones militares iraníes fueron atacadas varias veces por este tipo de aviones no tripulados en los últimos años, y en varias ocasiones Teherán admitió que no sabía a quién pertenecían los aviones no tripulados, una afirmación interpretada como reticencia iraní a responder.

Un misil alcanzó el viernes una batería antiaérea en una zona de importancia estratégica del centro de Irán, mientras que otro cohete explotó en el aire, agregaron los funcionarios.

Además, un funcionario israelí destacó que la Fuerza Aérea israelí (IAF) destruyó intencionadamente el segundo misil una vez que quedó claro que el primero había alcanzado su objetivo, para evitar causar demasiados daños. Un funcionario occidental, por su parte, aclaró que era posible que el misil simplemente hubiera funcionado mal.

Los funcionarios argumentaron que la intención de Israel era permitir a Irán seguir adelante sin responder de la misma manera, mientras que la señal de que el Estado judío había desarrollado la capacidad de atacar a la República Islámica sin entrar en su espacio aéreo o incluso activar sus baterías de defensa antiaérea.

Jerusalem también esperaba demostrar que podía alcanzar esas baterías en una parte del centro de Irán que alberga varias instalaciones nucleares importantes, incluido un centro de enriquecimiento de uranio en Natanz, insinuando que también podría haber llegado a esas instalaciones si lo hubiera intentado.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) se negaron a realizar comentarios al ser consultadas por el NYT.

El camino hacia este ataque comenzó el 1º de abril, cuando Israel atacó un complejo de la embajada iraní en Damasco, Siria, matando a siete funcionarios iraníes, entre ellos tres altos mandos militares. Irán no había tomado represalias después de varios ataques similares en el pasado, lo que llevó a los funcionarios israelíes, dicen, a creer que podrían seguir realizando este tipo de ataques sin provocar una respuesta iraní significativa.

Sin embargo, esta vez fue diferente: una semana después, Teherán informó en privado a sus vecinos y diplomáticos extranjeros que su paciencia había llegado a un límite y que respondería con un ataque de gran envergadura contra Israel, el primero directo contra suelo israelí.

Durante la semana del 8 de abril, Israel comenzó a preparar dos importantes respuestas militares, según los funcionarios israelíes.

La primera era una operación defensiva para bloquear el esperado ataque iraní, coordinada con el Mando Central de Estados Unidos -su máximo comandante, el general Michael E. Kurilla, visitó Israel esa semana-, así como con los ejércitos británico, francés y jordano.

La segunda era una gran operación ofensiva que se llevaría a cabo si se materializaba el ataque iraní. Inicialmente, la inteligencia israelí creía que Irán planeaba atacar con un «enjambre» de grandes aviones no tripulados y hasta 10 misiles balísticos, dijeron los funcionarios israelíes. A medida que avanzaba la semana, esa estimación aumentó a 60 misiles, lo que acrecentó el deseo israelí de un fuerte contraataque.

Los líderes militares y políticos israelíes comenzaron a discutir un contraataque que podría comenzar tan pronto como Irán disparara los aviones no tripulados, incluso antes de que se supiera cuánto daño, si lo hubiera, habían causado.

Un funcionario israelí aseguró que el jefe del estado mayor de las IDF, teniente general Herzi Halevi, y el jefe de la IAF, Tomer Bar, presentaron el plan al gabinete de guerra a primera hora del viernes 12 de abril, dos días antes del ataque de Irán.

Pero las intenciones de Israel cambiaron después del ataque de Irán, añadieron los funcionarios. El ataque fue incluso mayor de lo esperado: Con más de 100 misiles balísticos, 170 aviones no tripulados y unos 30 misiles de crucero, en una de las mayores andanadas de este tipo en la historia militar.

Gracias a la defensa israelí, coordinada con pilotos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Jordania, se derribaron la mayoría de los misiles y drones, y los daños sobre el terreno fueron limitados, lo que redujo la necesidad de una respuesta rápida. Incluso hubo dudas acerca de si Israel debía arriesgarse a dejar de centrarse en la defensa mientras el ataque seguía en curso, dijeron dos funcionarios.

El punto de inflexión, sin embargo, fue una llamada telefónica a primera hora de la mañana entre el primer ministro Netanyahu y el presidente Biden, durante la cual el mandatario estadounidense señaló al premier israelí que tome el éxito de la defensa como una victoria que no requería más respuesta, según tres funcionarios israelíes y occidentales, que describieron esas conversaciones bajo condición de anonimato.

Las fuentes israelíes afirmaron al NYT que Netanyahu finalizó la llamada oponiéndose a una represalia inmediata.

Al día siguiente, el gobierno israelí empezó a enviar señales a sus aliados extranjeros de que seguía planeando responder, pero de una forma contenida que distaba mucho de lo que había planeado anteriormente, según uno de los altos funcionarios occidentales.

En lugar de un amplio contraataque que podría dejar a los líderes iraníes creyendo que no tenían más remedio que responder de la misma manera, los funcionarios israelíes remarcaron que se estableció un plan que buscaba evitar la humillación pública  a sus homólogos iraníes.

Inicialmente planearon el ataque para la noche del lunes, explicaron los funcionarios israelíes, cambiando de opinión a último momento por miedo a que Hezbollah -el grupo terrorista libanés respaldado por Irán que viene intercambiando misiles con Israel desde el 7 de octubre en apoyo a Hamás- aumente significativamente la intensidad de sus ataques contra el norte del Estado judío.

Según un funcionario israelí y otro occidental, los funcionarios de Asuntos Exteriores occidentales siguieron buscando convencer sin éxito a Israel a que no respondiera de ninguna manera, y cedieron y aceptaron un ataque israelí que dejara a Irán la opción de seguir adelante sin responder.

Después de que Israel finalmente llevara a cabo su ataque a primera hora de la mañana del viernes, los funcionarios iraníes hicieron exactamente eso: centrarse en los pequeños aviones no tripulados en lugar de en los misiles y desestimar su impacto.

Los funcionarios de Teherán también evitaron en gran medida culpar a Israel por el ataque. Esto, unido a la decisión de Israel de no reivindicar la autoría del ataque, contribuyó a reducir el riesgo de una escalada.

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Los temores de guerra en Europa. Por Shlomo Ben-Ami*

Si bien Rusia no es tan fuerte como lo fue alguna vez, Europa tiene buenos motivos para estar preocupada.

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Muchas veces se cita la frase de Mark Twain de que “la historia nunca se repite, pero muchas veces rima”. Podría haber agregado que cuando, en efecto, la historia rima, los resultados suelen ser desastrosos.

De la misma manera que las ambiciones territoriales de las potencias del Eje -Alemania, Italia y Japón- prepararon el terreno para la Segunda Guerra Mundial, el actual bloque autoritario conformado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte busca desmantelar el orden internacional liberal.

Ahora, como entonces, varios conflictos en todo el mundo podrían escalar hasta desencadenar una guerra mundial si las alianzas militares se activan automáticamente en respuesta a acciones hostiles por parte de los adversarios.

Consideremos, por ejemplo, la posibilidad muy real de que el expresidente norteamericano Donald Trump regrese a la Casa Blanca en 2025. Dado su menosprecio manifiesto por la seguridad de Europa, se entiende por qué los países europeos, que han dependido de Estados Unidos para su seguridad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, deben estar preocupados.

Pero no se trata solamente de Trump. Dada la creciente influencia de China y el subsiguiente reequilibrio de las prioridades estratégicas de Estados Unidos, inclusive un segundo mandato de Joe Biden podría derivar en un compromiso norteamericano reducido con la OTAN a favor de AUKUS, la alianza militar que creó con Australia y Gran Bretaña para enfrentar la amenaza de China en la región del Indo-Pacífico. El interés menguante de Estados Unidos en Ucrania subraya este giro, que deja a Europa frente a la necesidad de llenar el vacío de seguridad resultante.

En consecuencia, los temores de una guerra inminente se han apoderado de las capitales europeas. Si bien Rusia representa una amenaza distante para países como España e Italia, la mayoría de los estados miembro de la UE temen que el presidente ruso, Vladimir Putin, se encuentre a sus puertas, lo que pone de manifiesto la falta de una autonomía estratégica de Europa. Las fuerzas militares europeas, principalmente desplegadas en misiones humanitarias o de paz, han recibido el mote de “ejércitos bonsái” -versiones en miniatura de ejércitos reales, con una experiencia de combate limitada.

Asimismo, dado que la industria de defensa de Europa está rezagada con respecto a la de Rusia, y más aún respecto de la de Estados Unidos, construir capacidades militares en Europa probablemente lleve años. Solo para tener una idea, toda la existencia de municiones de las fuerzas armadas (Bundeswehr) alemanas alcanzarían apenas para dos días de combate contra un adversario como Rusia.

Si bien Rusia no es tan fuerte como lo fue alguna vez, Europa tiene buenos motivos para estar preocupada. La determinación de Putin de revertir el resultado de la Guerra Fría ha escalado hasta convertirse en una obsesión casi religiosa por restablecer el poder imperial ruso. Su guerra de agresión en Georgia en 2008, la anexión de Crimea en 2014 y la invasión a plena escala de Ucrania en 2022 ilustran su ambición implacable. Bajo el mando de Putin, barcos y aviones espías de Rusia regularmente vigilan las fronteras de países como Suecia, Finlandia, los estados bálticos y hasta el Reino Unido.

La agresión de Putin ha obligado a Europa a abandonar su mentalidad post-histórica y pensar en serio en reamarse. La degradación organizacional y material que ha sufrido el ejército ruso durante dos años de combates intensos en Ucrania, junto con el riesgo de que una movilización a plena escala a favor de una guerra con la OTAN pudiera desestabilizar a su régimen, probablemente disuadan a Putin de embarcarse en campañas militares adicionales en el futuro previsible.

Si los logros de Rusia en Ucrania se limitan a sus actuales líneas defensivas sin una victoria decisiva -un resultado ligado al respaldo occidental a Ucrania-, el apetito de Putin de mayores aventuras en el Báltico se reduciría marcadamente. De todos modos, esto no le impediría intentar desestabilizar a Moldavia, Georgia, el Cáucaso meridional, los Balcanes Occidentales y hasta Francia y el Reino Unido, y tampoco limitaría las operaciones de sus fuerzas militares privadas en África.

Pero las amenazas nucleares de Putin reflejan la incapacidad de Rusia de competir con la OTAN en una carrera armamentista convencional del tipo que mutiló a la Unión Soviética en los años 1980. Aunque los países europeos todavía gasten menos en defensa que la meta del 2% del PIB de la OTAN, Rusia no puede igualar el presupuesto de defensa combinado de los estados miembro de la OTAN, aún sin Estados Unidos. Pero si bien impulsar el gasto militar podría impedir que Rusia atacara a los países europeos, los mayores presupuestos de defensa por sí solos no resolverán los problemas estratégicos del continente. Para defenderse, Europa también debe mejorar la integración e interoperabilidad de sus diversas culturas militares y sistemas de armamentos.

Dicho esto, aun si Europa mejorara sus capacidades de disuasión, no sería sensato suponer que los líderes necesariamente toman decisiones racionales. En su libro de 1984 La marcha de la locura, la historiadora Barbara Tuchman observa que los líderes políticos frecuentemente actúan en contra de sus propios intereses.

Las guerras desastrosas de Estados Unidos en Oriente Medio, la campaña fallida de la Unión Soviética en Afganistán y la guerra de odio enceguecido en curso entre Israel y Hamas en Gaza, con su potencial de escalar y convertirse en un conflicto regional mayor, son excelentes ejemplos de este tipo de traspiés. Como observa Tuchman, la marcha de la locura es interminable. Esa es, precisamente, la razón por la cual Europa debe prepararse para una era de vigilancia acentuada.

*Ex ministro israelí de Asuntos Exteriores, vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz y autor del libro «Cicatrices de guerra», heridas de paz: la tragedia árabe-israelí».

Fuente: Clarín

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