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Opinión. Las mujeres israelíes gozan de más libertad e igualdad de género que otros países

En la actualidad, Israel es el único país de Medio Oriente que tuvo una primera ministra, una presidenta del Tribunal Supremo, una ministra de Asuntos Exteriores, de Justicia, de Interior, de Medio Ambiente y de Energía, una presidenta de la Knesset (Parlamento), una gobernadora del Banco de Israel y una presidenta interina. Además, el último gabinete israelí tenía un número récord de mujeres.

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PROTESTANDO LA DECISIÓN DE ESTADOS UNIDOS de anular el caso Roe v. Wade, en Tel Aviv, el 4 de julio. (Foto: AVSHALOM SASSONI/FLASH90)

Mi familia es bastante feminista: mi hijo y mi marido aprendieron a serlo también, con dos hijas y hermanas luchadoras en casa. De hecho, en casa de los Cohen se escucha en ocasiones un conocido jingle de la película Mary Poppins (la original): «Las hijas de nuestras hijas nos adorarán, mientras cantan en un coro agradecido… bien hecho… bien hecho… ¡hermanas sufragistas!». Así que me pareció natural que, tras la anulación de Roe v. Wade, mi siguiente columna tratara el tema de los derechos de la mujer.

Roe v. Wade, el aborto e Israel.

Siempre tuve pensamientos complicados en lo que respecta al aborto; supongo que la mayoría de la gente los tiene. No creo que la mayoría de la gente se muestre indiferente ante algo tan importante como acabar con el potencial de la vida. No puede ser una decisión fácil. Pero a veces es absolutamente vital. Y por esta razón, estoy increíblemente agradecida de que las mujeres de Israel tengan esa opción cuando es necesario.

El Fondo Mundial de Población de la ONU y los grupos de derechos humanos advirtieron que el fin del caso Roe v. Wade en Estados Unidos podría poner en peligro el acceso al aborto en todo el mundo. Y desde la sentencia del Tribunal Supremo, ciertamente hubo una respuesta global, con muchos países examinando sus propias leyes y regulaciones para ver si hay que hacer algún cambio.

La ley israelí de 1977 establece cuatro circunstancias en las que debe permitirse el aborto: si la mujer es mayor de 40 años o menor de 18; si el embarazo es el resultado de un incesto, una violación o una «unión ilícita» (por ejemplo, una aventura); si el embarazo pone en peligro la salud de la mujer (física o mental); y si el feto está en peligro. En la práctica, esto significa que aproximadamente el 98% de las solicitudes de aborto son aprobadas.

Ahora, en lugar de seguir el ejemplo de Estados Unidos, que según el ministro israelí de Salud, Nitzan Horowitz, retrocedió cien años en los derechos de la mujer, Israel anunció que suavizará las normas sobre el aborto.

¿Cómo se puede abortar en Israel?

Las mujeres podrán solicitar un aborto electrónicamente, por lo que ya no tendrán que entregar su solicitud en persona. Según el Ministerio de Salud, también se eliminarán del formulario de solicitud algunas preguntas supuestamente «degradantes» sobre el uso de anticonceptivos.

El comité especial que examina las solicitudes de aborto (formado por dos médicos y un trabajador social) podrá revisar las solicitudes digitalmente. Sólo se reunirán en persona en ocasiones muy específicas cuando rechacen una solicitud. Esto significa que la gran mayoría de las mujeres que solicitan un aborto ya no tendrán que comparecer en persona ante el comité. No obstante, podrán solicitar acceso para recibir más apoyo.

Los cambios también significarán que las mujeres podrán abortar en su centro de salud local en lugar de en los hospitales. Y las mujeres podrán acceder a las pastillas para abortar a través del sistema sanitario del país.

En un comunicado, el ministro Horowitz expresó: «La medida del Tribunal Supremo de EE.UU. de negar a una mujer el derecho a su cuerpo es una medida oscura. Estamos en otro lugar, y hoy estamos dando grandes pasos en la dirección correcta».

Sin embargo, ¿pondrá un nuevo gobierno de coalición -quizás uno formado por partidos de derecha y religiosos- en peligro estos cambios, o incluso la ley del aborto de Israel?

Con respecto a esto, la activista ortodoxa Shoshanna Keats-Jaskoll aseguró: «No se puede prohibir el aborto si se entiende el judaísmo. Incluso la persona más fundamental y ultraortodoxa entiende que hay momentos en los que es necesario interrumpir un embarazo. El aborto es accesible y está cubierto, y no es algo que me preocupe aquí».

Los derechos de la mujer en Israel.

LA ONU señaló 17 grandes retos mundiales, y el Objetivo de Desarrollo Sostenible nº 5 es «lograr la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas». Aunque los detractores de Israel acusan al país de vulnerar los derechos de las mujeres, la realidad -aunque no es perfecta- es muy diferente.

En 1919, casi 30 años antes del restablecimiento del Estado judío, un numeroso grupo de mujeres se reunió y fundó el primer partido político femenino del mundo. Juntas, lucharon por los derechos de las mujeres, lo que supuso la fundación del moderno Estado de Israel con el voto femenino y el derecho de las mujeres a ser elegidas para cargos públicos. De hecho, la igualdad de género está consagrada en la Declaración de Independencia y se fue reforzando a través de la legislación y la política a lo largo de los años.

En la actualidad, Israel es el único país de Medio Oriente que tuvo una primera ministra, una presidenta del Tribunal Supremo, una ministra de Asuntos Exteriores, de Justicia, de Interior, de Medio Ambiente y de Energía (y puede que se me haya escapado alguna más), una presidenta de la Knesset (Parlamento), una gobernadora del Banco de Israel y una presidenta interina. Y el gabinete más reciente de Israel contaba con un número récord de mujeres.

La discriminación de la mujer está prohibida y el Estado anima tanto a las niñas como a los niños a recibir una educación completa, incluyendo programas de alfabetización digital para empoderar a las mujeres. Ni que decir tiene que la legislación israelí prohíbe los crímenes de honor. E Israel es el único país de la región que nunca exigió a las mujeres que pidan permiso a un tutor masculino para viajar. Israel también tiene un programa nacional destinado a prevenir la violencia doméstica, así como programas para ayudar a las mujeres atrapadas en el ciclo de la prostitución, y a las niñas en situación de riesgo.

Como explicó Keats-Jaskoll, «las mujeres están autorizadas en la mayoría de los lugares del ejército, tenemos una atención infantil relativamente positiva, la cultura del país es muy favorable a la familia, lo que es por definición favorable a las mujeres. Pero las cosas, por supuesto, no son perfectas.

«Un ejemplo de dónde debemos mejorar es en el ámbito de la religión y el Estado. Como mujer en Israel, puedes ser jueza del Tribunal Supremo pero no puedes divorciarte si tu marido se niega. Creo que hay un miedo real al feminismo, lo cual es lamentable, ya que creo que no es una amenaza»’, agregó Keats-Jaskoll.

«Pero hubo algunos pasos importantes y positivos, como la aprobación de una resolución para que el Consejo de Seguridad, que siempre estuvo dominado por los hombres, tenga al menos un tercio de mujeres. Y las mujeres deberían representar el 30-40% de los consejos religiosos. Así que estamos haciendo bien en reconocer dónde tenemos una baja representación. Y en los casos en los que hay que aumentarla, Israel lo está poniendo en práctica. El hecho de que se entienda que las mujeres deben ocupar estos puestos es fantástico», expresó Keats-Jaskoll.

GOLDA MEIR fue la cuarta Primera Ministra de Israel (1969 a 1974) y, hasta ahora, la primera y única mujer PM del país. Su «regalo a las mujeres israelíes», según su biógrafa, la profesora Pnina Lahav, fue legislar el permiso de maternidad en la década de 1950. En la actualidad, más de la mitad (53%) de las mujeres forman parte de la población activa, un nivel similar al de Estados Unidos. Aunque Israel es el tercer país del mundo con mayor tasa de emprendimiento, es el que tiene la tasa más alta entre las mujeres (así como entre los mayores de 55 años).

Se produjeron avances en muchos frentes, pero los hombres siguen dominando en muchos puestos de responsabilidad, según la Revisión Voluntaria Nacional de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Israel. Sin embargo, las mujeres ocupan aproximadamente el 40% de los puestos de responsabilidad en el sector público, el 56% en la educación y el 68% en las actividades de salud humana y trabajo social. Además, muchos emprendedores israelíes están dirigiendo su atención hacia la tecnología para ayudar a las mujeres.

Start-Up Nation Central llevó a cabo un proyecto de mapeo del panorama FemTech junto con FemTech Israel, que promueve soluciones tecnológicas y de innovación para las necesidades de las mujeres. Concluyó que Israel cuenta con 130 empresas destinadas a servir a las mujeres. Los inversores también se están subiendo al carro, invirtiendo aproximadamente 160 millones de dólares en 2021 en soluciones FemTech israelíes para cuestiones como el diagnóstico, la salud pélvica, el embarazo, la lactancia, el bienestar y la seguridad.

Y estas innovaciones, por supuesto, no sólo ayudan a las mujeres de Israel. Illumigyn, por ejemplo, creó un sistema de diagnóstico y examen cervical a distancia, que se utilizó en Moldavia, países del Golfo y África. Y la aplicación israelí SafeUP es utilizada por 126.000 mujeres en Israel, Estados Unidos y varios países de Europa. La aplicación creó una comunidad de voluntarias formadas que velan por la seguridad de las mujeres cuando es necesario.

En Israel se organizan periódicamente eventos para animar a las mujeres a entrar en el mundo de la tecnología, como el reciente Hackathon de Mujeres de la Escuela Superior de Tecnología de Jerusalem, cuyo objetivo era animar a las chicas ortodoxas a entrar en la ciencia y la tecnología. También a nivel internacional, Israel acoge y participa en eventos y proyectos para promover el empoderamiento de las mujeres.

Por ejemplo, MASHAV (la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores) trabaja con ONU Mujeres en proyectos destinados a reforzar la igualdad de género, e Israel ha copatrocinado resoluciones de la Asamblea General de la ONU con el mismo objetivo. Como Campeón Internacional de Género (una red mundial de responsables de la toma de decisiones) y miembro de la Coalición Internacional por la Igualdad Salarial, liderada por la Organización Internacional del Trabajo, ONU Mujeres y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Israel hizo hincapié en la igualdad de género.

Así que, aunque todavía hay margen de mejora, las mujeres de Israel pueden estar tranquilas porque, afortunadamente, estamos en una posición relativamente fuerte en comparación con muchas de nuestras hermanas en el extranjero. Bien hecho, hermanas (y hermanos) sufragistas.

 

Artículo publicado por Jodie Cohen en The Jerusalem Post.

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The New York Times | El nuevo negacionismo de la violación

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Leo Correa/Associated Press

Agencia AJN.- (Por Bret Stephens – The New York Times -NYT-) «El 7 de octubre, Hamás invadió Israel y se filmó cometiendo decenas de atrocidades contra los derechos humanos. Algunas de las imágenes fueron capturadas más tarde por el ejército israelí y proyectadas a cientos de periodistas, entre los que estaba yo’’. El ‘‘sadismo puro y depredador», como lo describió el escritor de Atlantic Graeme Wood, no tiene fondo.

Sin embargo, Hamás niega que sus hombres agredieran sexualmente a israelíes y califica las acusaciones de «mentiras y calumnias contra los palestinos y su resistencia». Y los ‘‘aliados’’ de Hamás en Occidente, la mayoría de ellos autodenominados progresistas, repiten como loros ese negacionismo ante las pruebas contundentes y profundamente investigadas de violaciones generalizadas, documentadas más recientemente en un informe de Naciones Unidas publicado este lunes.

La pregunta interesante es, ¿por qué? ¿Por qué se niegan a creer que Hamás, que masacraba niños en sus camas, tomaba ancianas como rehenes e incineraba familias en sus casas, sea capaz de eso?

Llegaré a eso punto en breve, pero antes vale la pena analizar las formas que adopta este negacionismo. Un método consiste en reconocer, como decía un artículo reciente, que «es posible que se produjeran agresiones sexuales el 7 de octubre», pero nadie demostró realmente que formaran parte de un patrón organizado. Otro consiste en plantear dudas sobre diversos detalles de las historias para sugerir que si hay un solo error, o un testigo cuyo testimonio es incoherente, todo el relato debe ser también falso y deshonesto. Una tercera es tratar cualquier cosa que diga un israelí como intrínsecamente sospechosa.

Y, por último, está la cuestión de que apenas hay testigos de las agresiones. ¿Dónde están las mujeres supuestamente violadas? ¿Por qué no hablan?

La respuesta a esta última pregunta es la más sombría: En su inmensa mayoría, las mujeres que podrían haber hablado están muertas, por la sencilla razón de que cualquier israelí que se acercara lo suficiente a un terrorista como para ser violada estaba lo suficientemente cerca como para ser asesinada. En cuanto a la credibilidad de los testigos israelíes, ¿quién más, aparte de los primeros intervinientes que se encontraron con las víctimas de primera mano, debería ser entrevistado y citado por cualquiera que investigue esto? En los tribunales misóginos de Irán, el testimonio legal de una mujer vale la mitad que el de un hombre. En los rincones de la izquierda que odian a Israel, el valor de los testigos israelíes parece ser aún menor.

Pero son los dos primeros tipos de negacionismo los que en cierto modo resultan más chocantes, porque también son los más hipócritas.

¿No fueron los progresistas quienes, durante la saga de Brett Kavanaugh, subrayaron que las discrepancias ocasionales en la memoria de sucesos traumáticos son absolutamente normales? ¿Y desde cuándo los progresistas insisten en que la carga de la prueba para demostrar un patrón de agresión sexual recae en las víctimas, la mayoría de cuyas voces fueron, en este caso, silenciadas para siempre?

Que rápido pasa la extrema izquierda de «creer a las mujeres» a «creer a Hamás» cuando cambia la identidad de la víctima. Si, Dios no lo quiera, una banda de Proud Boys descendiera sobre Los Ángeles para llevar a cabo el tipo de atrocidades que Hamás llevó a cabo en las comunidades israelíes, estoy bastante seguro de que nadie en la izquierda dedicaría ningún tipo de energía a intentar descubrir quién fue violado, y mucho menos cómo o cuándo.

Es en este clima ideológico cuando nos llega el informe de la ONU. En cierto modo es un hito, aunque sólo sea porque la ONU nunca simpatiza con el Estado judío y fue escandalosamente lenta incluso en darse cuenta de las primeras pruebas de agresiones sexuales. Para cualquiera que mantenga una mente razonablemente abierta pero siga teniendo dudas, el informe señala, entre otros detalles, «al menos dos incidentes de violación de cadáveres de mujeres», «cuerpos encontrados desnudos y/o atados, y en un caso amordazados», e «información clara y convincente de que se produjeron actos de violencia sexual, incluidas violaciones, torturas sexualizadas y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra algunas mujeres y niños» durante su estancia como rehenes».

Eso debería ser más que suficiente, pero no lo será. Un amplio y creciente rincón de Occidente se niega a aceptar que la guerra de Israel en Gaza sea una respuesta al mal, o que los israelíes puedan ser víctimas de algún modo. Perturba la narrativa de la guerra en Gaza como un caso de fuertes contra débiles, los colonos y colonialistas israelíes contra víctimas justas e indígenas.

Los críticos honestos de las políticas de Israel pueden plantear serias objeciones al mismo tiempo que reconocen con franqueza las horribles circunstancias que pusieron en marcha esas políticas. Lo que vemos en cambio son críticas deshonestas, que cuestionan deshonestamente esas circunstancias para poder apuntar a la existencia del propio Israel.

La gente seria debería saber en qué consistía la antigua versión del negacionismo antisemita: un flujo constante de minucias fácticas, inversiones lógicas, argumentos falsos presentados de manera sutil, retóricas destinadas a ofuscar y negar el mayor crimen de la historia. También deberían entender el objetivo: al negar las atrocidades del pasado, allanaron el camino para las siguientes. Los actuales negacionistas de las violaciones no son mejores que sus antepasados.

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Hamás construyó túneles bajo la casa de mi familia en Gaza. Ahora está en ruinas

Hamás se mueve por una postura ideológica originada en el concepto de aniquilar el Estado de Israel y sustituirlo por uno palestino islámico. En su empeño por hacerlo realidad, normalizó la violencia y la militarización en Gaza, eliminando las posibilidades de un Estado palestino, aunque la perspectiva de que lo hubiera parecía cada vez más lejana por los sucesivos gobiernos israelíes que se opusieron.

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Soldados salen el 7 de enero de 2024 de un túnel que Hamás habría utilizado el 7 de octubre para atacar Israel a través del paso fronterizo de Erez, en el norte de Gaza. Noam Galai-Getty Images

Agencia AJN.- (Por Jehad Al-Saftawi – TIME) Pasaron siete años desde que me escapé de mi asediada ciudad de Gaza y vine a Estados Unidos. El Día de Acción de Gracias, mi madre me envió una foto de un árbol caído de cuatro metros en el sur de la Franja, donde mi familia se refugió estas últimas semanas. Diez de mis familiares están de pie sobre la calle, rodeando el árbol, y uno de ellos está cortando sus ramas. Es imposible conseguir gas para cocinar y este árbol es ahora la leña que les permitirá preparar su próxima comida.

Desde los atroces ataques de Hamás a Israel del 7 de octubre -que dejaron unos 1.200 muertos, la mayor matanza masiva de judíos en un solo día desde el Holocausto-, los sistemas que abastecen de alimentos, agua y medicinas a Gaza están en urgente declive mientras Israel lleva a cabo su continuo bombardeo de la Franja como respuesta. Desde entonces murieron al menos 27.000 palestinos, miles de ellos al parecer combatientes de Hamás, y unos 1,7 millones de los 2,3 millones de habitantes de Gaza se vieron desplazados, junto con decenas de miles de israelíes por el continuo lanzamiento de cohetes de Hezbollah en el sur de Líbano. Gran parte de la Franja quedó reducida a escombros. Pero la sensación de desorden y emergencia que reina hoy en el enclave costero se remonta mucho más atrás en el tiempo.

Desde la violenta toma de Gaza de Hamás en 2007, las concurridas y hermosas calles que yo conocía están dominadas por el caos terrorista. Hamás se mueve por una postura ideológica originada en el concepto de aniquilar el Estado de Israel y sustituirlo por uno palestino islámico. En su empeño por hacerlo realidad, Hamás normalizó la violencia y la militarización en todos los aspectos de la vida pública y privada de la Franja. En el proceso, eliminaron las posibilidades de un Estado palestino próspero junto a Israel, aunque la perspectiva de que lo hubiera parecía cada vez más lejana en medio de sucesivos gobiernos israelíes que trabajaban en contra de ello.

Vivimos en departamento de la familia de mi padre Imad y ahorramos dinero durante casi 18 años hasta que pudimos construir nuestra propia casa en el norte de Gaza. La primera señal de que Hamás estaba construyendo túneles bajo nuestra casa llegó en julio de 2013, mientras se realizaba la construcción. El que pronto sería nuestro nuevo vecino, Um Yazid Salha, se contactó con mi madre Saadia para preguntarle por qué mi hermano Hamza y yo siempre veníamos a la obra después de medianoche.

La obra, de dos plantas, estaba rodeada por un muro y dos puertas. Pero nosotros estábamos todas las noches en el departamento de la familia de mi padre, donde se cierra la puerta con llave a las 10 de la noche. «Nadie entra ni sale después de las 10», le dijo mi madre a Um Yazid.

Al día siguiente fui a la obra con mi madre y Hamza. Tras mirar rápidamente, no encontramos nada raro. Pero cuando examinamos la obra con mayor atención, encontramos varias losas de hormigón abajo de la escalera interior, cada una de unos 2,5 metros de largo. También encontramos una zona con tierra recién removida a la derecha de nuestra casa y del muro que la rodeaba.

Mi hermano Hamza y yo cavamos en esa tierra mientras nuestra madre miraba. Pronto nos encontramos con una puerta de metal cerrada con un candado. No teníamos ni idea de lo que era ni de por qué estaba allí. Hamza y yo volvimos a cubrir rápidamente la zona con tierra y fuimos directamente a la casa de nuestro vecino.

Antes de nuestra visita, Um Yazid nos contó que algunas noches miraba por las ventanas de su edificio de cuatro plantas hacia el muro que rodeaba nuestra casa y veía la llegada de una camioneta. La gente salía del vehículo y colgaba una lona para ocultar lo que estaban haciendo. Um Yazid escuchaba ruidos de carga y descarga y sentía vibraciones de excavación procedentes del terreno vacío que había detrás de nuestra casa. Sospechaba que alguien estaba cavando un túnel.

Al día siguiente de inspeccionar la casa, Um Yazid llamó para decirnos que los hombres habían regresado por la noche. Mi madre no quería que fuera, pero me vestí y fui solo a la casa inacabada. Cuando llegué a la puerta de hierro de la casa, empecé a escuchar el movimiento de las personas que estaban adentro. Toqué la puerta y una persona enmascarada abrió y me pidió que retrocediera un poco. Luego la cerró y me preguntó quién era yo. Desafiante, le dije que era el dueño de la casa. «¿Quién es usted?», le pregunté.

Encontrarnos con hombres enmascarados es algo a lo que estamos acostumbrados en diferentes aspectos de la vida de Gaza. Discutimos. Le dije que mi tío, que era miembro de Hamás y fiscal en su gobierno, les impediría construir un túnel. El hombre de la máscara insistió en que seguirían como querían. Me dijo que no debía tener miedo y que sólo sería una pequeña habitación cerrada que permanecería enterrada bajo tierra. Nadie podría entrar ni salir. Además, me dijo que sólo en el caso de una invasión terrestre israelí en esta zona y el desplazamiento de los residentes se utilizarían estas habitaciones para suministrar armas.

«No queremos vivir encima de un depósito de armas», le dije, justo antes de que me obligara a retirarme.

Las obras continuaron y Um Yazid siguió informándonos de la actividad nocturna. Hamza y yo, que la visitábamos cada pocas semanas, siempre encontrábamos la misma puerta. Nunca estábamos seguros de lo que podíamos hacer o de lo que realmente ocurría detrás de ella. Nuestro tío nos aseguraba que no teníamos nada que temer.

En febrero de 2014 me casé y dejé la casa de mi familia. Ese mismo año, mi madre, Hamza, y mis dos hermanas pequeñas se mudaron a la casa recién terminada. Antes de que lo hicieran, Hamza y yo volvimos a cavar y esta vez no encontramos más que un metro de arena y luego una gran losa de cemento. La cubrimos, creyendo que por fin habían cerrado la «habitación» por insistencia de nuestro tío.

En los años transcurridos desde entonces, mi familia o sus vecinos escuchaban ruidos o movimientos de vez en cuando. A veces se preguntaban si realmente había túneles, si estaban activos. Mi familia tenía demasiado miedo para hablar de esto con alguien, así que era nuestro secreto. Era vergonzoso, aunque sabíamos que nos oponíamos profundamente a lo que Hamás hubiera hecho al otro lado de aquella losa de cemento.

Cuando algo no se dice durante tanto tiempo, empieza a parecer imposible que la verdad llegue a saberse. Siempre esperé que llegara un momento en el que a mi familia y a otras personas como nosotros se les permitiera hablar de esos túneles, de la peligrosa vida que Hamás impuso a los gazatíes. Ahora que estoy decidido a hablar abiertamente de ello, no sé si ni siquiera importa.

Mi familia fue evacuada al sur poco después del 7 de octubre. Meses después, recibimos fotos de nuestra casa y nuestro barrio, ambos en ruinas. Quizá nunca sepa si la casa fue destruida por los ataques israelíes o por los combates entre Hamás e Israel. Pero el resultado es el mismo. Nuestra casa, y demasiadas de nuestra comunidad, fueron arrasadas junto a una historia y unos recuerdos de valor incalculable.

Y este es el legado de Hamás. Empezaron a destruir la casa de mi familia en 2013 cuando construyeron túneles bajo ella. Siguieron amenazando nuestra seguridad durante una década: siempre supimos que podríamos tener que desalojarla en cualquier momento. Siempre temimos la violencia. Los gazatíes merecen un verdadero gobierno palestino que apoye los intereses de sus ciudadanos, no terroristas que lleven a cabo sus propios planes. Hamás no está luchando contra Israel. Están destruyendo Gaza.

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