El director de Relaciones Internacionales del Centro Simon Wiesenthal, Shimon Samuels, advirtió que la Argentina tiene que tomar la alianza estratégica que Venezuela mantiene con Irán “como una amenaza seria a su existencia” al tiempo que alertó que el nuevo gobierno de Nicolás Maduro apuesta a “exportar su revolución y si lo hace en idioma farsi no le importa”.

De visita por Buenos Aires, Samuels apuntó, en una entrevista con la Agencia Judía de Noticias (AJN), que “Buenos Aires no es ignorante a esta situación” generada por la inserción iraní en Sudamérica, ya que la Argentina fue escenario del “pogrom más masivo después del Holocausto”, en referencia a los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel.

“En estos casos -precisó- no tenía nada que ver con la llegada de los nazis sino con una debilidad de la Argentina, la presencia judía y el odio de Irán que quiso utilizar a los judíos para hacer presión sobre la Argentina”.

Asimismo, el director del Centro Wiesenthal consideró que “la Argentina no puede permanecer ajena de la situación generada por la política de Maduro” que está orientada a profundizar el vínculo con Teherán.

“El grupo ALBA es un grupo que no está muy consolidado, hay diferencias, pero el líder es Venezuela que tiene una apetito que va más allá del grupo ALBA. Venezuela quiere exportar su revolución y si lo hace en idioma farsi no le importa. Los ciudadanos argentinos tienen que tomar esto como amenaza seria a su existencia”, aseveró.

En cuanto al acuerdo que la Argentina firmó con Irán en relación a la causa por el atentado a la AMIA, Samuels indicó que se habló mucho sobre el tema e incluso resaltó que fue el Centro Wiesenthal uno de los primeros en alertar sobre el peligro de este pacto.

“Estuvimos en contacto con las autoridades argentinas y esperamos que lo que dijo el canciller (Héctor Timerman) que si el Parlamento iraní no reacciona y da señales de que va a tratar este acuerdo como trató a los otros, utilizándolo como camuflaje, entonces no servirá para la política argentina ni para su imagen”, afirmó el director del Centro Wiesenthal.

En otro orden, Samuels también se refirió al avance del antisemitismo en Europa y recordó que hace 30 años atrás hubo una ola de ataques contra los judíos que comenzó con el atentado a la sinagoga de la calle Copernic, de París, que ocurrió el 3 de octubre de 1980, durante la festividad de Simjat Torá, cuando un grupo terrorista hizo explotar una bomba colocada en el depósito de una motocicleta. Como resultado del atentado murieron unas cuatro personas.

De acuerdo a lo explicado por el representante del Centro Wiesenthal, en aquellos años los terroristas internacionales recibían entrenamiento con bombas en el Líbano, pero todo se terminó cuando Israel atacó el sur libanés en 1982.

Como resultado de la acción israelí, hubo terroristas que huyeron a Europa y como necesitaban dinero no atacaban a los judíos sino a bancos, embajadas o instalaciones de la OTAN. “Como dijo Simon Wiesenthal, lo que empieza con los judíos nunca termina con ellos, y los gobiernos europeos lo entendieron, reaccionaron y aplastaron a los terroristas”, señaló Samuels.

Para el representante del Centro Wiesenthal, lo que se da en la actualidad en Europa se asemeja un poco a lo ocurrido en la década del ’80. “En aquella época el terrorismo era importado de Medio Oriente hoy es a través de Internet o por televisión que se inculca a la musulmanes de Europa. La diferencia es que ya no se importa terroristas sino que sin locales y nacionales, gente nacida en Francia, Inglaterra, de origen pakistaní, o alemán de origen turco, que tienden a disociarse con el país anfitrión porque tienen la idea de que son discriminados y atacan al blanco más fácil: el judío”, señaló.

Samuels indicó que los terroristas “juegan a un juego de vaqueros e indios, que en algunos casos puede ser fatal como ocurrió en Toulouse, donde murieron un rabino y tres chicos (tras un atentado a un escuela judía), o el más reciente que involucró a un iraní que atacó a un rabino y a su hijo en la calle”.

Lo que está claro, según comentó el director del Centro Wiesenthal, es que este tipo de antisemitismo cuenta con “el apoyo de los grupos de extrema izquierda”.

Dentro de las polémicas generadas en los últimos días está el caso de Dominique Lesparre, alcalde de Bezons, una ciudad cercana a París, quien en coincidencia con el  Día de la Independencia de Israel invitó a terroristas de Hamas que fueron intercambiados con la organización terrorista para la liberación del soldado israelí Gilad Shalit. A este grupo no solo se le otorgó visa para ingresar al país sino que fue recibido con honores.

Pero el escándalo no terminó ahí sino que en ese mismo momento, Shalit, quien estuvo más de cinco años cautivo en manos del grupo islámico, se encontraba en París para participar en los festejos de Iom Haatzmaut.

“Hamas está en la lista de grupos terroristas de la Unión Europea y Francia tendría que haber arrestado a esta gente, pero no fue así. Esta gente no tiene derecho a un pasaje normal a un país europeo”, aseveró Samuels.

En este punto, el director del Centro Wiesenthal hizo un paréntesis y comparó lo ocurrido en Europa con lo que se da en Sudamérica con la presencia de Irán y Hezbollah en Venezuela. “No hay que olvidarse que el atentado a la AMIA vino por una base de Hezbollah en la Triple Frontera”, señaló.

Al retomar al tema del odio a los judíos, Samuels sostuvo que en los últimos años se habló de una nueva forma de antisemitismo, pero aclaró que siempre presenta las características de lo que fue “el preludio del Holocausto”.

“El antisemitismo tiene que ver con la indiferencia. Por ejemplo cuando (Mahmoud) Ahmadinejad dijo que el Holocausto es una mentira fue una prueba para las democracias en Europa y Occidente, para saber hasta dónde puede ir y hubo expresiones de indignación. Una semana después dijo que había que borrar a Israel del mapa y más tarde dijo que los judíos son como tumores y ya no hubo nada. Hay una desestigmatización porque se acostumbra a este tipo de declaraciones”, explicó.

Samuels puntualizó que “el discurso antisemita de Irán tiene que ver con la negación del Holocausto”, pero alertó que “hay un peligro real” que está vinculado con el programa nuclear de la república islámica.

“Entre los 195 miembros de las Naciones Unidas, hay un solo Estado cuya existencia está en cuestionamiento. Por eso, el antisemitismo es de otra envergadura, ya que es una amenaza a la paz mundial”, manifestó. Para Samuels, “lo que está pasando en Europa puede tener efecto en Norteamérica y en Sudamérica”.

El representante del Centro Wiesenthal señaló que tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, la organización a la que pertenece decidió ampliar su área de trabajo y comenzó a dialogar con los municipios. “El alcalde, en la actualidad tiene un rol preponderante en la seguridad y esto se da en la Argentina”, comentó Samuels, quien durante su paso por Buenos Aires estuvo reunido con el presidente de la Federación Latinoamericana de Ciudades, Municipios y Asociaciones (FLACMA), y también titular de la Federación Argentina de Municipios (FAM), Julio Pereyra.

-Samuels, ¿la crisis económica juega algún papel en este aumento del antisemitismo?

-“Hasta cierto punto sí. En España hubo antisemitismo, una alta tasa, antes de este período de austeridad. Un antisemitismo de raíces muy profundas con vinculación con la extrema izquierda. La austeridad puede ser un pretexto. Europa paralelamente tiene que decidir si Hezbollah atacó territorio europeo y esto no tiene que ver con lo económico pero si con las inversiones en el Líbano. En Grecia, por ejemplo, el movimiento neonazi Amanecer Dorado utiliza la austeridad”, respondió.

Samuels también se refirió a lo que ocurre en Hungría donde el Gobierno de derecha “utiliza la existencia de un partido neonazi que ataca a los judíos, gays y mujeres para mostrar cierta moderación”. La referencia tiene que ver con el partido extremista húngaro Jobbik, que entre otras medidas pidió elaborar listas de judíos que forman parte del Gobierno y del Parlamento.

“La amenaza en Hungría es más fuerte porque hay una comunidad de 110 mil judíos, en cambio en Grecia quedan 6000 judíos y el peligro para ellos existe como para cualquier inmigrante”, concluyó Samuels.

 GB