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Coronavirus

A dos años del inicio de la pandemia entrevista a la directora de la unidad de coronavirus del Hospital Hadassah

Los médicos del Hospital Hadassah que estuvieron desde el comienzo en la primera línea en la lucha contra el coronavirus, recibieron a Itongadol en Jerusalem. El colapso de las terapias, el aprender sobre la marcha, la desesperación y la lucha interna entre las creencias religiosas y la pandemia: »Desde el punto de vista del vínculo personal tuve épocas difíciles debido a que gran parte de nuestros pacientes eran religiosos que no prestaban atención, que no se habían vacunado, e incluso tuve un segmento muy duro con eso, como un hombre religioso…», declaró uno de los médicos del Hadassah.

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Agencia AJN.- Itongadol recorrió la Unidad de Terapia Intensiva especial, dedicada a la atención de pacientes con coronavirus, que el Centro Médico Hadassah debió abrir en su sede de Ein Kárem, en Jerusalem, al inicio de la pandemia de COVID-19 y conversó al respecto con su directora, Sigal Sviri, y con Marc Romain, nefrólogo de ese servicio.

Marc Romain además de ser médico nefrólogo es religioso, y al ser consultado sobre qué le pasó en su vínculo con D’s durante la pandemia, respondió: »Desde el punto de vista del vínculo personal tuve épocas difíciles debido a que gran parte de nuestros pacientes eran religiosos que no prestaban atención, que no se habían vacunado, e incluso tuve un segmento muy duro con eso, como un hombre religioso que, por un lado, es creyente y, por el otro, es médico… Me decían que era un enviado de D’s y que debía agarrar ambos mundos y juntarlos. Así es como vivo: no soy dos cosas por separado, sino juntas… Y me resultó muy, muy difícil ver el comportamiento de ciertas poblaciones… No quiero ser más especifico… En la segunda ola y en la tercera me resultó muy difícil, desde el punto de vista de la religión, ver tantas personas que morían, y también muchas preguntas: ¿qué hacemos?, ¿por qué ocurre esto?, ¿por qué le pasó al mundo?, ¿por qué nos tocó esta epidemia?»

Itongadol visitó la Sala de Control, que le permite al médico de guardia o titular tener una mirada completa desde afuera de lo que ocurre en el departamento, para que no sea necesario estar todo el tiempo adentro. El sistema de monitoreo permite pararse a mirar si hay algún tipo de problema con cualquier paciente.

«Recuerdo el primer día que tuve la necesidad de entrar y fue uno de esos poquísimos días en que verdaderamente temí tratar a pacientes, a pesar de toda la protección… Me parece que el miedo bajó después de que recibimos las dos vacunas, y recién en la tercera ola fue más fácil trabajar sin temor», expresó Romain.

– ¿Cada cama está monitoreada?

S- Sí, en cada cama hay pulso, presión arterial, saturación y todo tipo de parámetro que podemos controlar desde afuera, y entonces nos comunicamos con la enfermera o el médico que está adentro para decirle que preste atención a eso o ingresamos. También hay cámaras, cuya imagen se puede agrandar para ver qué pasa en cada habitación. Ahora, el médico titular hace una visita a un paciente con respirador, lo desconecta de la máquina, le pone oxígeno, la enfermera está en la habitación y nosotros podemos ver lo que pasa.

– ¿Y pueden intervenir desde afuera?

S- Sí, puedo comunicarme con ellos y decirles: «No hagan esto o lo otro»… Ahora tenemos tres pacientes con dispositivos de ECMO (sigla en inglés de Oxigenación por Membrana Extracorpórea), una máquina que da soporte a los pulmones de los enfermos. Por el coronavirus está más con sus pulmones -reemplaza su actividad- porque el corazón todavía trabaja.

– ¿Estuvieron desde el comienzo de la pandemia?

S- Sí, todo el tiempo desde marzo de 2020. Tuvimos un receso de dos meses, en junio y julio de este año, y nada más…

– ¿Cómo fue al comienzo? ¿Cómo atravesaron el momento más duro del coronavirus? ¿Tuvieron miedo?

M- Al comienzo abrimos otras unidades… Recuerdo el primer día que tuve la necesidad de entrar y fue uno de esos poquísimos días en que verdaderamente temí tratar a pacientes, a pesar de toda la protección… Me parece que el miedo bajó después de que recibimos las dos vacunas, y recién en la tercera ola fue más fácil trabajar sin temor. Al comienzo se contagió parte del equipo y recuerdo que una o dos veces la máscara se me cayó o rompió y tuve que correr afuera para cambiarla. Estuvimos dentro muchas horas, con trajes especiales: casi nada veíamos y con dificultad podíamos respirar…

Sigal Sviri y Marc Romain junto a Daniel Berliner, director de ItonGadol

– ¿Quién decidía y cómo sabían qué hacer? Porque era todo nuevo…

S- Antes que nada se tomó la decisión estratégica de recibir a todos los pacientes en Ein Kárem y no hubo uno solo en Har Hatzofim (Monte Scopus). Y en Ein Kárem se tomó la decisión estratégica de separar por completo a los enfermos de coronavirus de los comunes y por eso utilizamos el Edificio Redondo, que estaba previsto que fuera renovado, así que ya estaba casi vacío y pudimos tomarlo como «Edificio Coronavirus». Pero todas las unidades estaban destruidas y tuvimos que reconstruirlas, sobre todo la terapia intensiva. Hicimos tres, en lugares diferentes. Armamos una terapia intensiva gigantesca desde cero, con monitores, medicinas, cámaras, máquinas, dispositivos de ECMO… Un proyecto que puede tomar meses lo hicimos en menos de una semana…

– ¿Porque es Hadassah…?

S- Porque es Hadassah y porque no teníamos alternativa: en el pico de la tercera ola hubo aquí 150 pacientes, 35 de los cuales estaban en terapia intensiva y no podían entrar en una sola unidad, así que hubo 17 acá, otros 17 allá, los chicos acullá… Todo estaba lleno, con enfermos graves… y también, ¿de dónde traés otro equipo? Tuvimos que armarlo con esa unidad, y esa, y esa… Cerramos camas comunes para conformar un equipo que trabajara allá. Hadassah también es único en que tiene muchísimos médicos intensivistas y su terapia intensiva es más fuerte que la de cualquier otro hospital. Esto es histórico, no solo de ahora… A lo largo de los años se tuvo la comprensión de que se necesitaba una terapia intensiva poderosa, incluso a nivel de medicina interna, que no suele haber y se ocupa de los pacientes después de las operaciones. Por eso hay muchos médicos y enfermeras intensivistas y eso nos dio la posibilidad de abrir una acá, otra acá y otra acá y mantener la actividad regular, que había que conservar… Esa construcción de una terapia intensiva poderosa a lo largo de los años incluyó una salvación durante el coronavirus porque al principio los otros hospitales mantenían a los enfermos en las unidades regulares y las terapias intensivas eran muy selectivas. Nosotros no hicimos eso: decidimos que todo enfermo cuyo estado se deterioraba pasaría a terapia intensiva para ser cuidado. A los demás hospitales les tomó tiempo entender que la terapia intensiva debía ser muy fuerte ante el coronavirus. Nosotros lo experimentamos, pero con una intensidad muy, muy fuerte debido a que cuando atendés a 30 pacientes con respirador o con ECMO, parte de los cuales son jóvenes… Lo intentás…. Es terriblemente difícil abstraerse, y también físicamente…

M- Recibimos a parientes que estaban enfermos y en la misma habitación…

S- Lo más duro era que había pacientes jóvenes y no vacunados, y no nuestro miedo a contagiarnos. Así que había una doble dificultad humanística porque una trata de salvar a todos y es terriblemente difícil ver que un hombre de 40 años se muere por no estar vacunado. Porque te decís: «Si hubiese sido inevitable, el destino, entonces está bien, hicimos lo que se podía, pero… Se puede manejar… Buen D’s, ¿en qué situación nos encontramos?». En esa ola tuvimos 18 pacientes con respirador, ECMO y eso… Ninguno vacunado. Unos pocos tenían un esquema de vacunación nuevo, es decir que no habían respondido a la vacuna.

– ¿Qué evaluación hacen después de casi dos años? ¿Qué sienten cuando el mundo observa el trabajo que hacen?

M- Hay aspectos de lo que hicimos en el lado positivo. Pienso que como médicos aprendimos mucho e incorporamos muchas herramientas, en el sentido que todos los pacientes estaban muy grave y era necesario descifrar muchas computadoras y otras cosas. Creo que mejoramos como equipo y como médicos en forma individual. Lo que más me mortifica es que hace dos años estamos tratando la misma enfermedad, para la cual en realidad no hay tratamiento. Hay asistencia y la esperanza de que sea suficiente, pero en realidad no hay una medicación, más allá de la vacuna, que pueda evitar este deterioro. También está el elemento de la frustración de que los pacientes puedan evitar el daño -ahora están en esa etapa- debido a que realmente tenemos una falta de respuestas, a pesar de los dos años y todas las investigaciones y esas cosas.

S- Por el contrario, al principio dimos muchos tratamientos con antibióticos y todo tipo de medicación experimental, pensamos: «Ahí está, bien, tenemos qué dar» y poco a poco, a lo largo de estos dos años, fue descartado un remedio tras otro. Hoy quizá tenemos un cuarto de medicación, o media, que podemos dar… Es terriblemente frustrante porque no tenemos qué dar. Y la verdad es que la esperanza del principio de que encontrarían un remedio y sería posible evitar todos estos casos no se concretó. Es así en todo el país y en todo el mundo… Otra cosa que atravesó una evolución en esta etapa fue el tema de las familias. Al principio no las dejábamos entrar, lo tenían prohibido.

– Muchos murieron en soledad…

S- …Murieron en soledad… En cierto momento le dimos a la gente permiso para ir a saludar y despedirse de quienes iban a morir. Eso fue ciertamente al final. Las familias tenían una histeria terrible porque no tenían vínculo con sus parientes y entonces incorporamos medios electrónicos -ipad, iphone, etc.- para que les fuera posible comunicarse con ellos por su intermedio. Pero en cierta etapa nos preguntamos por qué lo hacíamos si podíamos protegerlos. Si yo puedo entrar, entonces la esposa de un paciente también…

– ¿Después de cuánto tiempo empezaron con eso?

S- Empezaron a entrar ya en la segunda ola, en el verano (boreal) de 2020… En la primera casi nadie entró… Y más y más entraron de cara a la tercera ola… Había un programa organizado de enfermeras y trabajadores sociales «de contacto», que iban a la mañana, escuchaban el informe de los pacientes, se comunicaban con las familias, les contaban qué había pasado durante la noche y fijaban una hora para que fueran, para que no lo hicieran todas juntas. Así que ciertamente hubo un momento en que venían, se colgaban un cartel identificatorio, entraban, estaban con sus parientes y los sentían. Además, cada médico que hacía una visita se comunicaba con la familia a su casa a las 14 hs. Tenemos los teléfonos y no esperábamos a que llamaran… Sabían que los llamarían después de la visita y les informarían.

M- Algunos estaban enfermos en sus casas…

S- …Y parte estaba en aislamiento… Así que en todo el tema de la familia mejoramos mucho cuando entendimos el grado de estrés que hay alrededor del hecho que el paciente está completamente solo y pienso que hicimos un camino muy importante con eso, tanto desde el punto de vista electrónico como personal.

– ¿Por qué cree que la designaron?

S- Estudié Medicina Interna, que son todas las enfermedades del hígado, el corazón, los riñones, etc. Al comienzo de mi camino construyeron la terapia intensiva dentro de Medicina Interna, que estaba en el viejo edificio. Hubo un «loco», un médico titular, no de mi edad, que en los años ’90 quiso que en Medicina Interna también hubiese una terapia intensiva porque en la común había principalmente traumatismos, atentados y pacientes de emergencia y los enfermos con problemas internos, del hígado o los pulmones, no lograban entrar porque no había lugar. Dijo: «No es necesario, construiremos una terapia intensiva propia». Tenés que armar un equipo, conocimientos, especialización… No es un «Dale, vamos»… En todo ese proceso, que tomó varios años, estuve yo… Lo acompañé… Era mi especialidad… Me entusiasmé y lo amé… Cuando llegó un experto de Sudáfrica para dirigir esa unidad y convertirla en una verdadera Unidad de Terapia Intensiva Especializada, elegí la línea de la terapia intensiva. Y entonces hice esa especialización, viaje por dos años a Australia, volví y poco a poco formamos expertos en terapia intensiva de Medicina Interna, que fue algo nuevo en el país. Creamos una nueva disciplina y con los años médicos como Marc y otros médicos titulares que trabajan acá se especializaron en Medicina Interna, terapia intensiva, etc. Fui designada directora en 2015, después de que mi antecesor se jubiló. Esta es mi afición y mi obsesión. Pienso que si vas a ser doctor, selo en el cajón entre la vida y la muerte…

– ¿Dónde nació?

S- Nací en Israel y crecí en Inglaterra.

– ¿Qué hace bien y mal el mundo respecto del coronavirus?

S- Pienso que el mundo hace bien en requerirse controlar todo lo que está en investigación; es decir, no dar por seguro que tal tratamiento es bueno, como fue al principio. Al comienzo no había buena evidencia: ese escribía esto y este escribía esto… No se podía progresar… En algún momento el mundo tomó para sí la misión de verificar con buena evidencia clínica qué funciona y qué no. Y eso nos ayudó mucho debido a que el Estado de Israel o Hadassah o (el hospital de Haifa) Rambam no podemos controlar solos a 100.000 enfermos. Pienso que la sensación que todos son socios del destino, todos son socios en la enfermedad, todos son socios en el enfrentamiento contra esa cosa, nos permitió aprender uno de otro. Pienso que el mundo enterró un camino irresponsable desde el punto de vista de las capacidades de investigación, por supuesto que con las vacunas de ARN, que podés cambiarlo con la computadora para que sea apropiada para las mutaciones, por supuesto que la distribución de centenares de millones de vacunas en circunstancias difíciles con la plena comprensión de que es necesario preocuparse por todo el mundo. Además, el Zoom y la telemedicina mejoraron mucho las posibilidades de comunicación entre las personas. Si hoy quiero dar una disertación para la Argentina -de hecho, viajé allí por entonces-, puedo hacerlo a través de un video. Lo malo es que hay demora: ven que pasa algo en Italia y toma tiempo que entiendan que también nos pasará. No ven lo que pasa en el Estado de Israel, el primero en vacunar; el primero en llegar a la cuarta ola, para la cual la vacuna no funciona; el primero en aplicar la dosis de refuerzo… Hay países que ven lo que pasa cuando baja la inmunidad y no se apuran a dar dosis de refuerzo, ni a mantener las máscaras, ni a entender que (el virus) todavía está con nosotros. No, «ya terminó»… Y entonces, ¡pum!, vuelve… Lo vemos… Lo mismo respecto de la dosis de refuerzo en la vacunación: hay demora en la FDA (sigla en inglés de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos), con los permisos, en la distribución… Miren los lugares que la usaron y entiendan que cuando lleguen, será tarde… Por otro lado, cada país tiene sus propias consideraciones: hay países más pobres, que reservan las vacunas solo para ancianos y enfermos; hay países ricos a los que no les interesa darles a todos una dosis de refuerzo; hay países a los cuales les importa la política y el cuento de quienes no quieren restricciones, sino andar libres, como quieran… Hay mucha presión… Hay muchas fuerzas que empujan: la economía, la educación, la política… Hay muchísima dinámica en las consideraciones que se disparan en diversos países, pero creo que hay una sensación del tipo «¡pssstttt!»… ¡Entiendan: no desapareció! Aunque quieran, no desapareció… Mutará y volverá, y mutará y será necesario continuar con esto… Hay quien dice que la gente quiere llegar a una crisis que luego se solucione… ¿Cómo se puede dejar que la gente viaje en el subterráneo sin máscara? ¿Cómo? Eso me enloquece porque está claro que morirán personas por cosas como esa… Quizá no los jóvenes, pero otros…

– En Israel es común ver por la calle gente con paquetes de máscaras, o personas que llevan hasta tres por día… Eso no se ve en todos lados… ¿Ustedes lo entienden necesario?

S- Cierto, hace ya dos años que no nos la sacamos… Está bien, pero digo: acá también hay gente que nada quiere, pero la fuerza política de los grupos «anti» es muy fuerte en Europa, más que acá. Aquí hay grupos «antivacunas» y todo tipo de locos, pero en Europa ciertamente hay grupos de presión «anti» a los que no hacen frente los políticos. Ahora, como médica -no soy economista, ni ministra del Tesoro- digo: «La gente se muere por esto»… Me cuenta un amigo nuestro, Michael, de Escocia, que ahora no solo que hay coronavirus, sino personas que no recibieron tratamiento durante un año para otras enfermedades -cáncer, cardíacas- porque no había lugar y eran escépticos (de su verdadera necesidad)… Así que también hay una parte que hace ruido en los hospitales, que no les dice que se sienten a recibir su tratamiento. Es un círculo…

M- No tengo mucho para agregar… Pienso dos cosas: desde el punto de vista de la medicina, ¡cómo avanzó y saltó en los últimos dos años! También desde el punto de vista de la tecnología, ya que podemos aprender uno del otro. Muchas personas en los Estados Unidos sacaron cosas sobre cómo tratar el coronavirus. También en Europa y todos hablaron entre ellos para ayudar y aprender. Desde el punto de vista de la política, pienso que en cada país es problemático: si mandar a los chicos al colegio o no… Hay todo tipo de problemas por debajo que no son asunto nuestro. Lo bueno es que hay más conversaciones, incluso con los Estados Unidos, que durante años no hablaron con Europa. Ahora hay unidad entre los médicos…

– Usted es religioso, ¿dónde está D’s? ¿Qué pasó con su vínculo con Él?

M- Es una pregunta ciertamente difícil de responder… Hay todo tipo de teorías en la población que lo intentan… Pero desde el punto de vista del vínculo personal tuve épocas difíciles debido a que gran parte de nuestros pacientes eran religiosos que no prestaban atención, que no se habían vacunado, e incluso tuve un segmento muy duro con eso, como un hombre religioso que, por un lado, es creyente y, por el otro, es médico… Me decían que era un enviado de D’s y que debía agarrar ambos mundos y juntarlos. Así es como vivo: no soy dos cosas por separado, sino juntas… Y me resultó muy, muy difícil ver el comportamiento de ciertas poblaciones… No quiero ser más especifico… En la segunda ola y en la tercera me resultó muy difícil, desde el punto de vista de la religión, ver tantas personas que morían, y también muchas preguntas: ¿qué hacemos?, ¿por qué ocurre esto?, ¿por qué le pasó al mundo?, ¿por qué nos tocó esta epidemia? Y también respecto de las plegarias, entre las de Rosh HaShaná y Iom Kipur que hablan del año siguiente rezamos: «¿Quién morirá y quién vivirá?», parte de las frases que están allí es: «¿Quién morirá en una epidemia?» y me parece que hasta aquí la gente no lo entendía… ¿Cuántos años hacía…? Quizá desde 1910, con la fiebre española… La gente pensaba que no había tal cosa de una epidemia que pudiera sorprender a todo el mundo en esta época… Y de pronto, una parte de las plegarias pasó a ser mucho más relevante… Por otra parte, era muy difícil para mí, como médico que vio gente morir por la epidemia como está escrito allí… Era complicado… Y en cierta etapa tuve pensamientos… Tal vez no esté bien que lo cuente, pero le dije a mi esposa: «Con lo que veo todo el tiempo en el trabajo no quiero ser religioso» y me dijo que tengo con D’s una unión diferente que ellos, y otra cosmovisión, y por qué abandonar todo por otros…

– Con todo el tiempo transcurrido, ¿es la misma mujer que antes de este problema?

S- Ninguno de nosotros es el mismo… Sí tengo el mismo cargo, sigo dirigiendo y tratando pacientes y no me pasó de decir: «voy a ser cosmetóloga»… Estoy en mi lugar y eso quiero, pero atravesamos un trauma y una suerte de TEPT (sigla de Trastorno de Estrés PosTraumático), a cada uno de nosotros se le estruja el corazón cuando piensa en lo que pasamos en estos dos años y esa suerte de TEPT… empieza de nuevo porque terminamos y otra vez empezamos, terminamos y otra vez empezamos… Después de que finalizamos en mayo, volvimos en agosto… Lo revivimos… De hecho, no tenemos demasiadas opciones para hablar de esto… Nos recomiendan recurrir a psicólogos, pero en general los médicos suelen pensar que pueden tratarse a sí mismos… También es necesario saber pedir ayuda… Para mí fue especialmente difícil, y tendré que pensar en cómo estoy lidiando con esto, que necesitaba hacerme cargo de todo, es decir que en mi rol de directora necesitaba comprobar que los pacientes estuviesen bien, que las familias estuviesen bien, que los médicos estuviesen bien, que las enfermeras estuviesen bien, que la Dirección, que quería que todo estuviese bien, estuviese satisfecha… Decidí no ir a la prensa porque no tenía fuerzas…No tenía fuerzas para preocuparme también por ella… Hacerme cargo de eso era terriblemente difícil… No está bien… No me molesta cumplir una función, pero pienso que adormece algo que actúa por dentro y que tendré que tratar en el futuro para ver cómo lo liberamos…

– ¿Tiene familia?

S- Sí.

– ¿Y qué pasó en su casa?

S- Cuando esto empezó mis hijos tenían 16 y 17 años, asi que no son chicos… Para todos fue difícil: no tenían escuela, estaban todo el tiempo con el teléfono y el Zoom… y yo en el trabajo. Y mi esposo tampoco estaba sentado en casa porque trabaja en la universidad, en Beer Sheba, y necesitaba administrar todos los asuntos allá… Pienso que, por un lado, fue muy difícil para ellos y hasta hoy es como que no podían contar con su mamá, pero por otro lado, están muy orgullosos… Tienen orgullo: «Mi mamá está en el equipo del coronavirus», «¿Qué dice en la nota?», «Marc salió en el diario, la televisión»… Como que había una suerte de orgullo…

– ¿Al principio o al final?

S- Todo el tiempo… Para ellos era muy difícil ser personalmente objetivos… Sí, pero entendieron que necesitaba estar acá.

– ¿Cuál es su mensaje final respecto de cómo lidiar con el coronavirus?

S- Pienso que es necesario entender que tomará mucho tiempo hasta que realmente aprendamos a vivir con esta cosa, que no está en camino a desaparecer con facilidad porque aun si todos estuviesen vacunados, quizás haya una mutación y otra ola. No puedo decir cuánto tiempo tomará, pero será necesario aprender finalmente a vivir con esto de manera sabia y no irse a los extremos: ni encerrar a todos en su casa, ni abrir todo… Es necesario ser muy lógico y -esto es muy importante- crear una reserva de capacidad en la terapia intensiva en Israel, por supuesto, y en todo el mundo que pueda lidiar con cosas como esta, que pueden ser un terremoto o una pandemia, no importa… Una capacidad para lidiar con circunstancias extremas sin que muera mucha gente; es decir: tenemos que entender que la medicina tiene limitaciones: limitaciones de conocimiento, limitaciones de dinero, limitaciones de cantidad, limitaciones de calidad… No podemos amoldarnos de repente, en un instante… ¡zzzzoooommmm!… porque hay una pandemia… Eso toma tiempo… Hay que crear un equipo y una capacidad profesional en terapia intensiva… Especialmente enfermeras porque sin ellas realmente no se puede dar un tratamiento como se debe. Vean cuántas cosas hacen y preparan… Pienso que está llevando demasiado tiempo entenderlo, tanto al nivel del Gobierno como al del hospital… Demasiado tarde es muy tarde… Y por último, que vayan a vacunarse. La última frase de esta nota es: ¡vayan a vacunarse! Porque la muerte es irreversible y ningún efecto secundario de la vacuna es igual a morir…

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Israel. El Ministerio de Salud dice que los casos de COVID aumentaron un 10% y se observaron infecciones en los hoteles evacuados

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Agencia AJN.- El Ministerio de Sanidad informa de un aumento del 9-10% de nuevos casos de COVID-19 en todo el país en las dos últimas semanas. Esto coincide con la información transmitida al ministerio sobre más casos de COVID detectados entre israelíes desplazados del norte y el sur que viven en hoteles desde el 7 de octubre.

En respuesta, el servicio epidemiológico del Ministerio de Sanidad ha dado instrucciones para manejar la situación a los equipos médicos de los hoteles. Entre ellas se incluye garantizar que las personas con fiebre o enfermedades respiratorias permanezcan en sus habitaciones hasta que desaparezcan los síntomas. Los que den positivo en la prueba del COVID deben permanecer en cuarentena en sus habitaciones durante cinco días y llevar mascarilla si tienen que salir.

El personal debe llevar mascarilla, notificar los casos de enfermedad al Ministerio de Sanidad y vacunarse contra el COVID y la gripe.

Las instrucciones, también enviadas al Ministerio de Turismo, dicen que los enfermos deben comer en sus habitaciones o en zonas exteriores alejadas de los demás. Los hoteles también deben tener una señalización clara que indique a los huéspedes dónde pueden hacerse la prueba del COVID.

A fecha de hoy, hay 618 casos activos confirmados de COVID en Israel. Setenta y nueve de estos pacientes están hospitalizados, nueve de ellos en estado grave. Estas estadísticas reflejan únicamente la información confirmada por hospitales u HMO y compartida con el ministerio. No se incluyen las personas que dan positivo en una prueba casera de COVID y que no comunican el resultado a su médico o al ministerio.

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Coronavirus

Israel comenzará nuevamente a vacunar población contra el coronavirus

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Agencia AJN.- El Ministerio de Salud de Israel instó nuevamente a su población a vacunarse, una vez más, contra el coronavirus. En estos días se registra en el país un aumento de casos. La tendencia comenzó semanas atrás, informan medios locales.

Después de las festividad judía de Sucot comenzará en el país una nueva campaña de vacunación. Paralelamente, muchos países hacen lo propio para que sus poblaciones acudan a centros de vacunación.

«El Ministerio de Salud recomienda recibir una dosis de refuerzo en los meses de otoño, en lo posible, junto a la vacuna contra la gripe», rezó un comunicado de prensa brindado en los últimos días.

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Vacunación en menores.

En la primera etapa unas 200 mil dosis de vacunas llegaron al país, posteriormente se completará el envío con un total de dos millones.

En una primera fase se dará prioridad a los considerados grupos de riesgo, sin relación a la vacuna y cantidad de dosis recibidas en el pasado.

Posteriormente, cuando llegue el resto de las dosis se ampliará la población destino. El Ministerio de Salud llama a todo aquel que es considerado inmunodeprimido a vacunarse.

Las dosis a aplicarse pertenecen a la compañía Moderna.

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Enfermeras preaparan dosis de vacuna contra el coronavirus. Foto: David Cohen. Flash 90.

Coronavirus en Israel

Desde marzo del 2020 se registraron en Israel 4,839,889 casos de coronavirus de los cuales solo 12,691 murieron. Actualmente hay 1,176 positivos de Covid19 de los cuales solo 439 requieren de internación, el resto, es decir 687 personas solo deben cumplir reposo domiciliario. En Israel viven 9.4 millones de personas.

Desde comenzada la campaña de vacunación masiva 6,723,475 de personas se dieron la primera dosis de la vacuna. 6,160,117 se aplicaron la segunda. 4,513,615 el tercer refuerzo. Notablemente esa cifra disminuyó a 846,612 para la cuarta dosis. La fórmula actualizada para la variante ómicron se aplicó a 407,446 israelíes.

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