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AMIA/Encubrimiento. Dos breves e intrascendentes testimonios de ex policías bonaerenses en el juicio

AJN (Por Lic. Claudio Gustavo Goldman, desde Tribunales).- Los ex inspectores Julio Gatto y Marcelo Valenga, amigos y subordinados del ex subcomisario Juan José Ribelli en la Brigada de Investigaciones de Lanús y la División Sustracción de Automotores de Vicente López, declararon en forma breve y casi idéntica ayer, jueves, durante unas dos horas, en el juicio oral.

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AMIA/Encubrimiento. Beraja: “No aceptaré un monopolio del dolor, ni renunciaré a mi condición de sobreviviente”
Tribunales federales de Comodoro Py

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AJN (Por Lic. Claudio Gustavo Goldman, desde Tribunales).- Los ex inspectores de la Policía de la Provincia de Buenos Aires Julio Gatto y Marcelo Valenga, amigos y subordinados del ex subcomisario Juan José Ribelli en la Brigada de Investigaciones de Lanús y la División Sustracción de Automotores de Vicente López, declararon en forma breve y casi idéntica ayer, jueves, durante unas dos horas, en el juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices del atentado a la AMIA.

Ambos relataron que meses después del arresto de su jefe y en una de las visitas de rutina que hacían a otra dependencia, que no identificaron, la suboficial Teresa Altamura les dijo que tenía información sobre los autores del ataque y les pidió hablar en otro lugar.

En el café de la estación de servicio que estaba enfrente de ese lugar les contó que Carlos Telleldín, el último poseedor conocido de la camioneta-bomba, les habría dado la Trafic a cuatro policías de la Brigada de Vicente López: Anastacio Leal, Mario Bareiro, Diego Barreda (en realidad no revistaba en esa dependencia) y el inspector de origen sirio-libanés Abel Brahim Alí, quien se la habría dado al segundo jefe de San Martín, el comisario Pablo “Japonés” López, y a un médico de la fuerza (Ricardo Gómez); esto último lo mencionó Gatto ayer por primera vez.

La mujer les pidió que le consiguieran una reunión para declarar ante el juez de la causa, Juan José Galeano, como testigo de identidad reservada porque tenía temor.

Gatto y Valenga averiguaron quién estaba a cargo de la investigación en la Policía bonaerense y viajaron a La Plata para informárselo al comisario Hugo Vaccarezza, sin identificar a su informante.

“No queríamos investigarlo, sino apoyar a un amigo”, por Ribelli, aclaró el primero.

El magistrado ordenó que les tomaran declaración y quedaron en que los llamarían cuando tuvieran una respuesta para darles.

Pasaron meses sin noticias y, ya en 1997, los citó el comisario Luis Vicat, sucesor de Vaccarezza y titular de un Área Especial en esa fuerza, quien les espetó: “Galeano soy yo”, para ejemplificar el pleno respaldo que tendría por parte del juez de la causa.

“Nos dijo que necesitaba que le entregáramos como fuera a Ribelli o a (el entonces jefe de la Bonaerense, Pedro) Klodczyk”, recordó Gatto.

Le respondieron que creían que su amigo era inocente y que por eso habían aportado un dato para ayudarlo, pero Vicat les aseguró que “Ribelli ya no existía porque había una guerra entre (los entonces presidente Carlos) Menem y (gobernador bonaerense Eduardo) Duhalde”, así que les sugirió que pensaran “bien” lo que harían.

“Nos dijo que si seguíamos visitando en la cárcel o asistiendo a Ribelli, tendríamos problemas: nos echarían (de la Policía) o meterían presos”, agregó su ex colega.

Una de las pocas diferencias entre los hoy querellantes fue acerca de si hubo testigos de esa supuesta presión: Gatto dijo que no y Valenga, que había una o dos personas que no conocía.

Ambos explicaron que nada de esto se lo contaron a Ribelli -“para no mezclar las cosas”, según el primero; “para no crearle falsas expectativas”, según el otro-, pero Gatto aclaró que sí se lo comentaron al entonces abogado del imputado, Mariano Cúneo Libarona, a fin de que éste pidiera que Galeano los citara a declarar para aportar el dato que tenían, pero ignora si efectivamente lo hizo.

Ninguno de los testigos denunció las presuntas amenazas de Vicat -ni siquiera en la instrucción de esta causa- porque “era una sensación, sin pruebas” (Gatto) y porque “nadie lo creería, o por consejo de mis abogados”, José Ubeira y el propio Ribelli (Valenga).

Además, en la fuerza “se fue formando un clima hostil y de tensión porque se sabía que cada policía que iba a declarar en la causa era maltratado y sometido a duros interrogatorios; ésta es la primera vez que puedo hablar con libertad porque sé que nada me pasará”, expresó este último.

Ambos mantuvieron el contacto con Altamura, quien periódicamente les preguntaba si tenían novedades, según Valenga.

Poco después los citaron del Departamento Unidad de Investigaciones Antiterroristas de la Policía Federal para ratificar la declaración ante Vacarezza.

“Nos preguntaron quién era la suboficial y les dimos el nombre”, afirmó Gatto, pero la versión de su ex colega no fue tan dócil: “Reiteré su pedido de ser testigo de identidad reservada, me dijeron que no y me obligaron” a suministrar su filiación.

Días más tarde los citaron del juzgado de Rodolfo Canicoba Corral para ratificar sus dichos y los sometieron a un careo con Altamura, quien negó haberles dado esa información.

“Fue muy desprolijo: fueron muy agresivos con nosotros y no con ella, que se desdijo porque no le pudimos cumplir” el pedido de protección de sus datos, contó un comprensivo Valenga.

“Negó todo con mucho miedo”, puntualizó Gatto.

Ambos fueron procesados por falso testimonio, pidieron un juicio abreviado y luego desistieron de él, y finalmente fueron sobreseídos por prescripción, por el tiempo transcurrido desde que se habría cometido el delito.

Gatto y Valenga fueron expulsados de la Policía bonaerense a fines de noviembre de 1997, en el marco de una ley de prescindibilidad, “por ser amigos de Ribelli” y no por la “Masacre de Wilde” (a la cual ambos refirieron como un tiroteo con criminales en Avellaneda), ya que los otros nueve acusados siguieron en actividad.

Por ese hecho ambos estuvieron presos entre enero y noviembre de 1994 y no fueron vinculados con la “causa AMIA” ni con los operativos y la supuesta extorsión a Telleldín, ocurridos en marzo y abril.

“La cadena de responsabilidades (por el despido de la Policía) fue: el gobierno de turno -creo que el presidente era Menem-, Galeano y Vicat”, acusó Valenga.

Gatto no fue tan lejos: el destituido juez “pudo haber dicho que me echaran”, conjeturó.

Antes de terminar la audiencia, Valeria Corbacho, defensora del ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, pidió incorporar al debate algunas fojas de las declaraciones testimoniales en la instrucción de Bautista Huici y Diego Barreda -seguramente para subrayar contradicciones- y los legajos policiales de los testigos de ayer, que tiene el tribunal que los juzgará por la “Masacre de Wilde”.

La querella de los ex policías y la Fiscalía se opusieron a esto último porque nada tiene que ver con el objeto procesal y por improcedente porque no se produjeron hechos nuevos, respectivamente.

Sobre el primer punto, el Tribunal Oral Federal Nº 2 les dio plazo a las partes para que se interioricen de qué se trata antes de opinar.

Luego se pasó a un cuarto intermedio hasta la semana que viene, con la declaración de los ex policías bonaerenses Marcelo Albarracín y Juan Maisú y la presidencia de Néstor Costabel en lugar Jorge Gorini.

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El presidente de Israel en el Hospital Soroka: “Esto es un crimen de guerra”

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Agencia AJN.- El presidente de Israel, Isaac Herzog, visitó el Hospital Soroka en Beer Sheva esta mañana, luego de que el edificio fuera alcanzado por un impacto directo de un misil iraní.

Herzog fue recibido por el director del hospital, Shlomi Kodesh, junto con médicos, enfermeros y pacientes, judíos y musulmanes, provenientes del Néguev, el sur del país.

“Nos reunimos para observar la destrucción y la devastación causadas por un misil iraní disparado indiscriminadamente con la única intención de segar vidas inocentes en un hospital. ¡Esto es un crimen de guerra!”, expresó Herzog.

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“En estas imágenes, vemos dos cosas: vemos el rostro del mal y el terror sembrados por los ayatolás en Teherán, y al mismo tiempo vemos la resiliencia y la fuerza de la sociedad israelí, unida en nuestro deseo de que todos los pueblos de esta región vivan en paz”, agregó.

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Opinión. De Ben Gurión a Netanyahu: Una decisión sobre la continuidad del Estado

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Ben Gurion Netanyahu

Agencia AJN (Por Oren Solomon*/C14).- «Por la presente, declaramos la continuidad de la existencia del Estado de Israel…». Así debió haber comenzado su discurso a la nación el primer ministro tras el lanzamiento del ataque preventivo de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) a Irán. Esa decisión, que recae sobre los hombros del primer ministro, es de la misma magnitud que el establecimiento del Estado. En 1947, David Ben Gurión decidió aceptar el Plan de Partición y establecer un Estado, y en 2025, Benjamin Netanyahu decidió evitar su destrucción y garantizar su continuidad.

Contexto

El Estado de Israel ha estado bajo una amenaza existencial desde su fundación. Inicialmente, la amenaza estaba liderada por seis ejércitos árabes que planeaban conquistar la totalidad del recién declarado Estado de Israel. Con el paso de los años, la amenaza se ha consolidado y simplificado en ejércitos y coaliciones de países árabes cercanos (Egipto, Siria, Jordania) y lejanos (Irak). En las últimas décadas, nuestros enemigos, las organizaciones terroristas palestinas (Fatah, Hamás, Yihad Islámica), así como Hezbollah, han llevado a cabo no solo actos de terrorismo y asesinato, sino también un intento de hacer realidad su visión de destruir a Israel mediante el plan ofensivo del 7 de Octubre.

Ese plan no era solo un intento de cometer asesinatos y secuestros locales, sino que formaba parte de un plan múltiple, bajo los auspicios de Irán, para ocupar y destruir el Estado de Israel. El ataque de Hamás debía ser el primer paso, una especie de «entrada», tras el cual la Fuerza Radwan atacaría en el norte, los árabes de Judea y Samaria en Samaria y las ciudades del Sharon, y más tarde, los árabes de Israel y las milicias de Siria, e incluso de Jordania. Todo ello bajo el auspicio del lanzamiento de misiles iraníes, previsto para sitios estratégicos, bases aéreas y otros lugares.

Irán no solo habría patrocinado, sino también financiado, dirigido y facilitado estratégicamente el terrorismo contra Israel, todo como parte de su deseo de destruir el Estado de Israel (en Teherán hay un reloj en cuenta regresiva desde el año 2040 hasta el momento de la destrucción de Israel… ¡Esta es una oportunidad para que los pilotos de la Fuerza Aérea lo destruyan!).

Pero Irán no se conformó con usar «solo» el terror y un círculo de fuego, sino que buscó obtener armas nucleares, todo con el fin de destruir Israel, ya sea mediante ataques de ejércitos terroristas y lanzamiento de misiles bajo la apariencia de un paraguas nuclear o utilizando sus propias armas nucleares.

Irónicamente, ese deseo de Irán nunca se ocultó, pero el mundo y los organismos de la ONU siguieron haciendo la vista gorda y llevando negociaciones como si se tratara de un acuerdo para detener la producción de petróleo para uso civil.

El Estado de Israel y el primer ministro

Por otro lado, el Estado de Israel, bajo el liderazgo de Netanyahu, reconoció la amenaza existencial y lideró una lucha multidimensional de varios años para intentar detener la nuclearización de Irán. Esa lucha incluyó medidas diplomáticas, combinadas con presión y sanciones económicas, que condujeron al acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA), liderado por los Estados Unidos.

Sin embargo, ni siquiera ese acuerdo, del que el presidente Trump se retiró en su primer mandato (2018), impidió que Irán continuara su búsqueda de la bomba atómica. Esos intentos alcanzaron su punto álgido en los últimos años, cuando Irán alcanzó una cantidad de uranio enriquecido a más del 60% en una cantidad de cientos de kilogramos, suficiente para unas 10 bombas atómicas (aproximadamente del tamaño de la de Hiroshima).

Además, Irán logró burlar a la AIEA e impulsar en secreto un plan para convertir el material enriquecido en una bomba (del grupo armamentístico cuyo objetivo es producir el dispositivo en el que se producirá la explosión, el cual se instalará en un misil). En los últimos meses se han observado crecientes indicios de progreso en el programa del grupo armamentístico, incluyendo la realización de pruebas.

Esa medida requiere una decisión crucial por parte de Israel: ¿puede el Estado de Israel seguir existiendo bajo la amenaza de una bomba nuclear iraní? En este contexto, el proceso de avance de la preparación militar para frustrar las intenciones de Irán está en pleno apogeo.

Este plan, basado en diversas capacidades operativas y con muchos años de antigüedad (no se detallará en este artículo), recibió la orientación y los ajustes necesarios en los últimos meses, según declaró el primer ministro, y se implementó en la noche del pasado jueves 13 de junio de 2025.

El complejo proceso nacional de toma de decisiones, parte del cual conozco desde adentro, se desarrolló durante muchos años, en medio de importantes dilemas (la capacidad de ejecución, el logro requerido, el costo para nuestras Fuerzas Armadas, el costo para el Frente Interno, el costo político y económico, entre otros), y resultó en una decisión crucial: la continuidad del Estado de Israel y la prevención de una amenaza existencial en manos nucleares. Por eso se dice que es una decisión a lo Ben Gurión, es decir, una decisión sobre la continuidad del Estado, incluso a un alto costo y con posibles riesgos, pero el objetivo principal es lo que importa.

El propósito del ataque preventivo

El propósito del ataque preventivo (un ataque dirigido a impedir que Irán alcance una bomba nuclear) es destruir su capacidad nuclear o dañarla significativamente. Entre los logros adicionales se encuentran la reducción de la capacidad de misiles y la precisión de Irán. El propósito estratégico es cambiar fundamentalmente la realidad estratégica regional (y añadiría, global). Restaurar la disuasión israelí, romper el Eje del Mal y, esta vez, dañar seriamente la cabeza de la serpiente.

Por lo tanto, los responsables israelíes deben actuar de acuerdo con el objetivo principal y el propósito estratégico. Solo cuando logremos esos logros, y no antes (debido a presiones estadounidenses, internacionales o de otro tipo), deberíamos entrar en un mecanismo de terminación que garantice el desmantelamiento continuo de toda la capacidad nuclear de Irán (el modelo libio a gran escala) y abarque todas las áreas de la amenaza iraní: el fortalecimiento de los misiles tierra-tierra, la activación de agentes terroristas y su financiamiento, la apertura del estrecho de Bab el-Mandeb, entre otras. Esta es una oportunidad única en una generación y debemos aprovecharla al máximo.

* Experto en estrategia, Irán y otros ámbitos y ex alto funcionario en la Oficina del Primer Ministro.

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