Agencia AJN.- Israel acusó a China de suministrar armas avanzadas a los rebeldes hutíes en Yemen, a cambio de garantías de paso seguro para los barcos comerciales chinos en el Mar Rojo.

La inteligencia estadounidense incluso reveló una cadena de suministro establecida por los hutíes en China para comprar componentes para misiles y drones.

El Tesoro estadounidense impuso sanciones a empresas chinas, incluida Shenzhen Boyue Import and Export Company, que actuaron para facilitar estas transferencias.

Estas acusaciones generaron preocupación sobre el aumento de las capacidades militares de los hutíes y las posibles amenazas a la estabilidad regional.

Medios israelíes informaron que los líderes de los hutíes planean producir cientos de misiles de crucero capaces de alcanzar los estados árabes del Golfo, utilizando los mismos componentes chinos.

Washington envió repetidamente esta información a Beijing desde septiembre, incluidas listas detalladas de empresas chinas involucradas en este mecanismo de armas.

Una fuente diplomática reveló que «funcionarios hutíes visitaron China varias veces el verano y el otoño pasados, posiblemente para celebrar reuniones con altos funcionarios del régimen».

Ante la inacción de Beijing, Estados Unidos amenaza ahora con actuar conjuntamente con Israel para aislar estas redes comerciales chinas del sistema financiero global.

Esto se produce cuando los hutíes buscan imponer un control permanente sobre una de las rutas marítimas más importantes del mundo, al tiempo que amenazan directamente el comercio internacional y la estabilidad regional.

Los hutíes gozan de un amplio apoyo financiero y militar de Teherán.

Los hutíes utilizaron durante mucho tiempo drones, lanchas con explosivos no tripuladss y misiles iraníes para atacar los objetivos elegidos.

Irán y China tienen una estrecha relación de cooperación militar y técnica.

Para obtener armas chinas, los hutíes no necesitan necesariamente comunicarse directamente con Beijing; pueden obtenerlo fácilmente de sus aliados iraníes.

China aún no respondió o reaccionó ante estas acusaciones, pero en el pasado Beijing confirmó oficialmente en repetidas ocasiones su compromiso con una política de neutralidad en Medio Oriente.