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Efemérides: Hoy se recuerda el asesinato de 11 israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich

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Agencia AJN.- Veintisiete años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y con la indisimulada intención de cambiar la imagen tras los Juegos Olímpicos nazis de Berlín 1936, la República Federal Alemana fue designada para organizar otros, en Múnich, en 1972.

Los atletas de Éretz (la Tierra de) Israel se habían negado a ver de cerca a Adolf Hitler, pero por entonces era el Comité Olímpico de Israel el que llegaba a Alemania, con la carga connotativa y emocional que ello conllevaba, máxime porque varios de los atletas eran parientes de víctimas o sobrevivientes de la Shoá. Era casi una revancha y la prueba del fracaso de Hitler.

De hecho, el Parque Olímpico estaba a sólo 16 kilómetros del ex campo de concentración de Dachau, adonde la delegación se acercó antes del comienzo de los Juegos y dejó una ofrenda floral de manos de André Spitzer, quien días después sería asesinado en la misma tierra germana.
Como parte del cambio de imagen, el Comité Organizador dispuso un muy laxo operativo de seguridad, que incluía a atletas moviéndose sin identificación o saltando el cerco perimetral de la Villa Olímpica para caminar menos.

Todos celebraban esa atmósfera relajada, menos los israelíes. El jefe de misión, Shmuel Lalkin, les advirtió a las autoridades del peligro potencial que enfrentaba su delegación, mayormente alojada en un edifico alejado y cercano a un portón de acceso no muy custodiado, en Connollystraße 31.

En medio de ese clima relajado y festivo, los Juegos Olímpicos comenzaron el 26 de agosto.
El 4 de septiembre, los atletas israelíes disfrutaron de una noche libre viendo la obra de teatro “El violinista en el tejado”, protagonizada por el israelí Shmuel Rodensky.

A las 4.30 de la madrugada siguiente, ocho terroristas de Septiembre Negro (grupo allegado a Yasser Arafat, cuyo nombre remite a una matanza de refugiados palestinos por parte de Jordania) saltaron la verja de la Villa Olímpica vestidos como deportistas y portando bolsos que contenían rifles Kalashnikov AK-47 y pistolas Tokarev, ayudados por atletas engañados. Llevaban consigo llaves robadas que habrían de franquearles la entrada.
El árbitro de lucha Iosef Gutfreund fue alertado por el ruido proveniente de la puertas del departamento 1, que albergaba a los entrenadores y oficiales, y se acercó a revisar. Vio que la puerta se abría, y tras ella se asomaban enmascarados armados. Les gritó a sus compañeros y se tiró con sus 135 kilos contra la puerta, para evitar el ingreso de los invasores. Si bien su intento fue infructuoso, le permitió al técnico de pesas Tuvia Sokolovsky romper una ventana y escapar.

En cambio, su colega de lucha, Moshé Weinberg, enfrentó a los agresores, quienes le dispararon en la mejilla, lo redujeron y lo obligaron a llevarlo a las otras habitaciones. El técnico sabía que en el departamento 2 dormían un marchista, dos tiradores y dos esgrimistas, que eran incapaces de repeler el ataque, así que engañó a los terroristas y los llevó al 3, donde descansaban los forzudos pesistas y luchadores. La excusa fue que en esa habitación no había israelíes, ya que el edificio también era habitado por deportistas de Uruguay y Hong Kong.

Una vez allí tomaron a otros seis israelíes como rehenes y los condujeron al primer departamento. En el camino, Weinberg -aun herido- volvió a atacar a los agresores, noqueando a uno y cortando con un cuchillo a otro, antes de ser asesinado. El pesista Iosef Romano, veterano de la Guerra de los Seis Días, hirió a otro terrorista antes de que lo mataran. La trifulca fue aprovechada por el luchador Gad Tzobari para escapar por el estacionamiento subterráneo. Los atacantes ataron a los nueve rehenes restantes, acompañados por el cadáver de Romano como advertencia.

Mientras tanto, los atletas del departamento 2 escaparon junto a Lalkin y los dos médicos. Las dos mujeres del plantel estaban en otro sector de la Villa y los tres velistas vivían en Kiel.
Los terroristas eran fedayín del Líbano, Siria y Jordania y exigieron la liberación de 234 palestinos y no árabes presos en Israel y su traslado seguro a Egipto, así como la de los alemanes Baader y Meinhof, fundadores de la Fracción del Ejército Rojo. Para demostrar que hablaban en serio tiraron el cuerpo de Weinberg por la puerta principal.

La primera ministra israelí, Golda Meir, se rehusó a negociar y se contactó con las autoridades germanas para enviarles una fuerza especializada, lo cual fue rechazada por el canciller Willy Brandt y su ministro del Interior, Hans-Dietrich Genscher. Este quedó a cargo del comité de crisis, junto a su par bávaro, Bruno Merk, y el jefe de la policía muniquesa, Manfred Schreiber. Ninguno de ellos tenía experiencia en rescate de rehenes.

A pesar de que les ofrecieron grandes sumas de dinero, los terroristas se mantuvieron firmes. Hasta hubo mediadores egipcios: asesores de la Liga Árabe y un miembro del Comité Olímpico Internacional (COI). No lograron más que cinco prórrogas en los plazos fijados.

Mientras tanto, los Juegos se desarrollaban con normalidad, hasta que la presión sobre el COI hizo que se suspendieran, doce horas después del primer homicidio. En total estuvieron detenidos un día, si bien algunos atletas abandonaron la competencia, conmocionados y/o solidarios.

Un ingenuo operativo policial fue desplegado en la Villa, mientras las cámaras de televisión les transmitían sus movimientos a los captores, que amenazaron con matar a otros dos rehenes y lograron el repliegue de los efectivos.

Los negociadores pidieron verificar que los cautivos estaban aún con vida; sus interlocutores -a través de la ventana- fueron los entrenadores de tiro, Kehat Shorr, y de esgrima, Spitzer, quien hablaba un fluido alemán. Luego, Genscher y el alcalde de la Villa, Walter Tröger, ingresaron para conversar con ellos. Vieron que varios de los israelíes estaban golpeados y que el pesista David Berger tenía un balazo en el hombro izquierdo. A la salida, también informaron que los terroristas eran cuatro o cinco, un error que resultaría trágico.

A las 18, los atacantes exigieron ser trasladados a El Cairo. Los alemanes accedieron y a las 22.10, un autobús condujo a terroristas y rehenes hasta dos helicópteros que los trasladaron a la base Fürstenfeldbruck de la OTAN. Allí se concretaría la emboscada y el rescate.

Se eligió a cinco tiradores que estaban activos porque competían los fines de semana y se los desplegó en el aeropuerto: tres en el techo y dos en la pista, uno detrás de un camión y el otro, de una torre. El comité de crisis supervisaba todo desde la torre de control. Dos oficiales del Mossad -el jefe, Tzvi Zamir, y su asistente, Víctor Cohen- llegaron como observadores, a pesar de la voluntad de las autoridades.

Además había un avión Boeing 727, “tripulado” por cinco o seis policías alemanes armados y camuflados. Los líderes terroristas irían a revisar, y en ese momento serían reducidos. Simultáneamente, los tiradores dispararían sobre los otros dos o tres. A último momento, los policías desertaron y abandonaron el avión, sellando la suerte de los israelíes.

Los helicópteros aterrizaron a las 22.30 y bajaron los cuatro pilotos y seis de los captores. Los líderes fueron al avión, lo encontraron vacío y regresaron corriendo. Uno de los tiradores abrió fuego y el resto lo siguió, a las 23 hs.

Dos terroristas murieron y otros tantos fueron heridos mientras repelían los disparos, que mataron al agente Anton Fliegerbauer, que estaba en la torre de control y fue el único alemán caído en todo el operativo.
Los pilotos escaparon, pero los rehenes no pudieron hacerlo porque estaban atados. Los oficiales del Mossad tomaron un megáfono y les hablaron a los captores, que les dispararon.

Solo en ese momento los alemanes pidieron refuerzos con blindados, que recién llegaron a medianoche porque quedaron atascados en el tráfico: los caminos no habían sido despejados.
A las 0.04 del 6 de septiembre, uno de los terroristas giró hacia los rehenes del helicóptero D-HAQO y les disparó. Iaacov Springer (juez de pesas), Eliezer Halfin (luchador) y Zeev Friedman (pesista) fallecieron instantáneamente. Berger recibió dos tiros más en las piernas. Luego, el criminal lanzó una granada que estalló dentro de la aeronave, incendiándola. A pesar de ello, el pesista sobreviviente habría muerto asfixiado.

Los otros cinco rehenes (Gutfreund, Shorr, Slavin, Spitzer y Shapira) habrían sido ejecutados por uno de los captores dentro del helicóptero D-HADU, si bien la investigación preliminar indicó que cayeron por el fuego policial.

En el intercambio de disparos murieron dos atacantes y otros tres fueron capturados; dos de ellos, heridos. El último fue detenido en el estacionamiento, a la 1.30, gracias a perros especializados.
Las primeras informaciones dieron cuenta del rescate con vida de todos los rehenes y de que todos los terroristas habían sido abatidos. Recién cerca de las 3.30 se conoció la verdad.

Las groseras falencias del operativo también incluyeron: los francotiradores -que no eran tales y estaban mal equipados- no tenían sistema de radio para comunicarse con sus superiores ni entre sí, al punto que quedaron enfrentados y sólo de casualidad no se mataron entre ellos; muy tarde supieron que los captores eran bastante más de lo que se les había dicho; los helicópteros no habrían aterrizado como debían, ello explicaría por qué los tiradores en la pista quedaron desguarnecidos, incluso uno de ellos no habría disparado casi hasta el final, preocupado por protegerse de los disparos de propios y extraños; el comité de crisis tuvo más políticos que expertos; los policías que abandonaron el avión ni siquiera fueron sumariados, quizás a cambio de que no hablaran con la prensa.

Respecto de los Juegos, que por primera vez en la historia moderna se habían visto parcialmente interrumpidos, ese mismo 6 de septiembre se llevó a cabo un homenaje a los mártires en el Estadio Olímpico, ante la presencia de 3.000 atletas y 80.000 espectadores. El polémico presidente del COI, Avery Brundage, hizo una ínfima e insultante mención a los masacrados, comparando el caso con las disputas por la influencia del naciente profesionalismo o la prohibición de la participación de Rhodesia en los Juegos, al tiempo que exaltaba la fortaleza del movimiento olímpico. Los deudos estuvieron representados por la viuda de Spitzer y la madre y una prima de Weinberg. Esta última, Carmel Eliash, no soportó la situación y murió de un ataque cardíaco.

Durante la ceremonia las banderas fueron arriadas a media asta, pero diez países árabes exigieron que sus enseñas regresaran al tope del mástil. Así se hizo.

Willi Daume, presidente del comité organizador, quiso cancelar los Juegos, pero fue disuadido esa misma tarde por Brundage. La medida fue apoyada por Israel, más allá de que retiró a su delegación.

A partir de entonces, todos los deportistas judíos recibieron una custodia.

Algunos deportistas holandeses y noruegos abandonaron la competencia, al igual que las delegaciones egipcia (temía una represalia israelí del mismo tipo), argelina y filipina.

Los cinco terroristas abatidos fueron enterrados con honores en Libia y los tres detenidos fueron liberados en un intercambio de prisioneros tras el secuestro de un avión de Lufthansa, el 29 de octubre. Son muchas las sospechas sobre que un pacto entre Alemania y Septiembre Negro para evitar un juicio que ventilara todos los errores cometidos por los germanos. Israel no dejó las cosas así.

De Eduardo Chernisky para AJN.

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Efemérides | Un día como hoy de 1940 Auschwitz recibe su primer envío grande de reclusos

Los nazis tenían una gran cantidad de enemigos: sólo 20 de los primeros 728 prisioneros en Auschwitz eran judíos. Situado a unos 43 kilómetros al oeste de Cracovia, Auschwitz fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo.

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Agencia AJN.- El 14 de junio de 1940, el campo de concentración nazi de Auschwitz recibió 728 prisioneros políticos polacos que llegaron desde Tarnów.

Esta fue la primera cantidad grande de reclusos que llegaron a Auschwitz, debido a que los primeros internos fueron 30 criminales alemanes procedentes de Sachsenhausen con la finalidad de convertirse en los primeros kapos del recinto.

Situado a unos 43 kilómetros al oeste de Cracovia, Auschwitz fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil, un 90 por cientos de ellas eran judías.

 

 

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Efemérides. Un día como hoy: Israel destruye el reactor nuclear iraquí Osirak

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Agencia AJN.- El 7 de junio de 1981, un escuadrón de la Fuerza Aérea israelí bombardeó y destruyó la planta en la que se estaba montando el reactor nuclear Osirak a unos 17 kilómetros al sureste de Bagdad, la ciudad capital de Irak.

Denominada “Operación Opera”, la decisión de llevarla a cabo fue muy debatida en el gabinete ministerial del Estado de Israel, cuyo primer ministro era Menajem Beguin y se llevó a cabo aproximadamente ocho meses después de que un intento similar llevado a cabo por las fuerzas armadas iraníes fracasara.

En la década del ’60, del siglo XX, Irak comenzó a desarrollar su programa nuclear y a comienzos de la década siguiente inició tratativas con los gobiernos de Francia y de Italia para adquirir un reactor y uranio enriquecido.

Luego de que Francia no aceptara venderle un reactor productor de plutonio con reflectores de gas grafito y que Italia hiciera lo propio respecto a venderles un reactor Cirene; los iraquíes intentaron y lograron convencer a Francia de que les venda un reactor de investigación nuclear de la Clase Osiris que incluía un reactor nuclear de menor tamaño de la Clase Isis, la venta de 72 kilogramos de uranio enriquecido al 93% y la formación del personal para su utilización.

Firmado el acuerdo en noviembre de 1975 y la construcción de las instalaciones para su montaje se iniciaron en el año 1979, en el Centro Nuclear de Al Tuwaitha, situado 17 kilómetros al sureste de Bagdad. Mientras que los franceses denominaron al reactor principal Osirak (uniendo el nombre del reactor, Osiris, con el nombre del país), Irak lo llamó Tammuz II, el nombre del mes del calendario sumerio en que el partido Árabe Socialista Baaz llegó al poder 1968.

Si bien el acuerdo firmado entre Francia e Irak establecía que el reactor sería utilizado para fines pacíficos, como la investigación de la energía nuclear; en el Estado de Israel se temía que le permitiera a Irak construir bombas nucleares, algo que también en su momento consideraron posibles los gobernantes de la República Islámica de Irán, país que a poco de iniciado el conflicto bélico con el régimen irakí (1980-1988) intentó destruir las instalaciones de Al Tuwaitha mediante un ataque aéreo el 30 de septiembre de 1980, que causo solo daños menores al lugar.

En Israel, Tzahal (las fuerzas de Defensa de Israel) desde el mismo momento en que se firmó el acuerdo entre Francia e Irak comenzó a estudiar la planificación de destruirlo, con la anuencia de quien era el primer ministro, Itzak Rabin, tarea que se continuó llevando a cabo a partir de que asumió ese cargo Beguin, a mediados de 1977, mientras que el ministro de Relaciones Exteriores, Moshé Dayan iniciaba gestiones diplomáticas para impedir que el acuerdo se concretara, las que resultaron infructuosas pues tanto los gobiernos franceses presididos por de Valéry Giscard d’Estaing primero y François Mitterrand, después afirmaban que el acuerdo excluía explícitamente su uso militar.

Cuando los expertos israelíes informaron a su gobierno que el reactor estaría dentro del año siguiente en condiciones de producir material nuclear que podía ser utilizado militarmente, Beguin planteo a los ministros del gobierno la posibilidad de destruirlo mediante una operación militar, lo que ampliamente debatido, pues varios ministros no estaban convencidos de que era conveniente llevarla a cabo, si bien finalmente por una estrecha mayoría se decidió ordenar la realización de la “Operación Opera”, en octubre de 1980, como medida preventiva.

Como la distancia a recorrer, 1.600 kilómetros, atravesando los espacios aéreos de Jordania y Arabia Saudita, era imposible que los aviones que efectuarán el operativo pudieran reabastecerse en vuelo, la Fuerza Aérea israelí le adosó tanques de combustible suplementarios a la naves que participarían en el operativo, que integrado por dos escuadrones: el destinado al bombardeo de las instalaciones, 8 aviones F-16 Netz, cada uno de ellos cargados con dos bombas Mark 84; y otro destinado al apoyo de los bombardeos, 6 F-15 Baz.

Uno de los pilotos de los F-16 Netz fue el coronel Ilan Ramon, que años después fue el primer astronauta israelí, que falleció al explotar la nave espacial minutos antes de su aterrizaje, el 1 de febrero de 2003.

La “Operación Opera” se llevó a cabo el 7 de junio de 1981, iniciándose a las 15.55 hora israelí, y a las 18.35 iniciaron el ataque, que duró menos de 2 minutos, habiendo por lo menos 8 de las 16 bombas lanzadas impactado en la cúpula de recubrimiento del reactor; regresando a continuación a sus bases sin sufrir daño alguno.

El ataque, además de la casi total destrucción de las instalaciones del Centro Nuclear de Al Tuwaitha causó la muerte de 10 soldados iraquíes y un científico francés afectado a las tareas que allí se llevaban a cabo.

La reacción internacional fue sumamente crítica al ataque “preventivo” israelí y las Naciones Unidas, mediante la Resolución 487 del Consejo de Seguridad condenó enérgicamente el ataque, alegando que era una clara violación de la Carta de las Naciones Unidas y de las normas de conducta internacional, e instó a Israel a abstenerse de tales ataques en el futuro; lo que fue ratificado por la Resolución N º 36/27 de la Asamblea General de la ONU, del 13 de noviembre de 1981 que además lo considero un acto de agresión premeditado y sin precedentes.

En Israel la situación fluctuó entre un antes y un después, pues previo al ataque eran varios los políticos que temían que lo que se denominaba “ataque preventivo” al reactor irakí perjudicara el reciente tratado de paz que se había firmado con Egipto, además de considerar que la condena internacional sería muy fuerte. Luego del 7 de junio de 1981, muchos fueron los que cambiaron de opinión, si bien quién era el líder de la oposición al gobierno de Beguin, Shimón Peres, que había sido contrario a la operación mantuvo su parecer.

También se acusó a Beguin de haber ordenado la ejecución de la “Operación Opera” tres semanas antes de las elecciones que debían elegir a los integrantes de la próxima Kneset, el 30 de junio de 1981, con la finalidad de revertir el resultado que indicaban las encuestas, que el Likud, su partido, perdería la elección y Shimón Peres sería el próximo primer ministro.

Si bien esto ocurrió y el Likud se impuso en la elección por muy escaso margen, y Beguin fue nuevamente designado primer ministro el motivo que lo llevó a ordenar que el ataque se efectuar el 7 de junio nunca lo explicó. Pero conociendo todo su accionar en pos de la seguridad del ishuv palestino antes de Iom Haatzmaut y del Estado de Israel desde su establecimiento, no sería inoportuno pensar que conociendo el resultado electoral que anticipaban las encuestas y que Shimón Peres era contrario al “ataque preventivo”, decidió que se llevará a cabo pues lo consideraba necesario no sólo para la seguridad del estado judío y sino del mundo todo.

Decimos esto, pues luego de la Primera Guerra del Golfo no fueron pocos los analistas internacionales, y también algunos líderes occidentales, que sostuvieron que muy distinta hubiera sido esa contienda bélica si Sadan Husein hubiera contado con un desarrollo nuclear que le hubiera permitido enfrentar a las fuerzas aliadas que lo atacaban, utilizando bombas con cargas atómicas.

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