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Efemérides: Un día como hoy fallece Marek Edelman, héroe del Levantamiento del Gueto de Varsovia

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Agencia AJN.- El 2 de octubre de 2009 falleció en Varsovia uno de los comandantes del Levantamiento del Gueto de Varsovia, Marek Edelman, a los 90 años.

Jack Fuchs, sobreviviente de la Shoá y destacado escritor sobre lo ocurrido en ese oscuro y terrorífico período de la historia mundial, afirmó que Edelman “nunca permitió que lo llamasen héroe. Hablaba poco de su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial, y cuando lo hacía no se centraba nunca en sí mismo ni en su heroísmo, sino en la tragedia de un pueblo conducido a la muerte. Edelman fue testigo de ese horror y se constituyó en un emblema de la resistencia, la dignidad humana y la libertad” (1).

Edelman nacio el 1 de enero de 1919, según ciertos biógrafos, o el 31 de diciembre de 1922, según otros, en la localidad de Gómel, actualmente Bielorrusia. Sus padres se habían trasladado y afincado en Varsovia en los primeros años de la década del ’20 y al ser invadida Polonia por los ejércitos nazis, el 1 de septiembre de 1939, era un joven activo miembro del Bund (en idish lgemeyner Yidisher Arbeter Bund in Lite, Poyln un Rusland – Unión General de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia) una organización de ideología socialista contraria al sionismo con gran arraigo en las masas obreras judías desde fines del siglo XIX hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Al ser encerrados los judíos de Varsovia en el Gueto, Edelman fue convirtiéndose en uno de los máximos dirigentes del Bund pese a su juventud, y cuando se conoció el destino de los judíos que eran trasladados a Treblinka, un grupo de adolescentes tomó la decisión de resistir y conformó la Organización Judía de Combate, en la que se nucleaban grupos judíos de izquierda, principalmente del Bund, y el bloque de sionistas socialistas, liderados por Mordejai Anilevich. Edelman fue designado uno de los comandantes del Levantamiento del Gueto de Varsovia, que a partir del 19 de abril de 1943 luchó con las pocas armas que poseía contra las tropas nazis por algo más de un mes.

Fuchs recordó que Edelman, al referirse a la desigual lucha entablada, afirmaba: “Ninguno de nosotros pensaba que nos salvaríamos. Sabíamos que era imposible. Pero nosotros luchamos para proteger la vida de la gente en el Gueto, extenderla aunque fuera por un día, dos o cinco”.

Cuando el 8 de mayo de 1943 Anilevich y varios de los comandantes del Levantamiento se suicidaron en el bunker que hacía de comandancia, para no caer en manos de los nazis que los había rodeado, Edelman no se encontraba en el lugar y debió asumir la comandancia de la rebelión, hasta el 16 de mayo cuando ya no pudieron resistir más.

Edelman, con algunos de los pocos sobrevivientes del Gueto pudo escaparse al lado “ario” de la ciudad, donde se escondió para luego huir a los bosques y unirse a los partisanos, hasta que entre agosto y septiembre de 1944 se unió al levantamiento polaco que intentaba liberar Varsovia del dominio nazi, pero que fue dominado debido a que el Ejército Rojo, cercano a la ciudad, no les prestó ayuda.

Una vez liberada Polonia por las tropas rusas, Edelman se trasladó a la ciudad de Lodz, donde estudió medicina, y luego de recibirse se especializó como cardiólogo. Durante esos años se casó con Alina Margolis, con quien tuvo dos hijos.

Durante las décadas del ’50 y ’60, Edelman no adhirió al régimen comunista polaco y cuando luego de la Guerra de los Seis Días (junio de 1967) se complicó la situación de los pocos judíos que vivían en Polonia, su mujer y sus dos hijos decidieron emigrar al Estado de Israel. Él no lo hizo, pues seguía sosteniendo los principios antisionistas del Bund.

En 1976 se unió al Comité de Defensa de los Obreros, cuyo objetivo era prestar ayuda legal a los obreros perseguidos por las autoridades por haber efectuado una huelga ese año, uniéndose tiempo después al movimiento anticomunista Solidaridad, por lo que fue arrestado. Cuando el gobierno comunista polaco y el líder de Solidaridad, Lech Walleza, iniciaran conversaciones como consecuencia de que Solidaridad, convertido en partido político, triunfara en las elecciones parlamentarias de 1989, Edelman participó en esas negociaciones y cuatro años después fue electo miembro del Parlamento Polaco.

Por su heroísmo durante el Levantamiento del Gueto de Varsovia y su permanente lucha en pos de la libertad fue condecorado con la Legión de Honor Francesa y la distinción más alta en Polonia, la Orden del Águila Blanca.

En cada aniversario del Levantamiento del Gueto, Edelman realizaba su propio homenaje caminando por las antiguas calles del Gueto hasta las tumbas de los caídos.

Marek Edelman fue enterrado, por su propio pedido, en el cementerio judío de Varsovia, entre las tumbas colectivas de quienes fueron asesinados en el Gueto.

El acérrimo antisionismo de Edelman, que a lo largo de las últimas décadas de su vida lo llevó a tener posturas propalestinas, lo llevó a decir pocos meses antes de su fallecimiento, cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que se olvidara la heroica gesta del Levantamiento de Varsovia: “No, aquel acontecimiento ha dejado demasiadas huellas en la historia, la literatura, el arte. Es en Israel donde nuestro recuerdo corre peligro de perderse”.

Pese a esto, quien presidiera en 2000 el Consejo Directivo de Yad Vashem y entre los años 2001 y 2003 fuera el embajador del Estado de Israel en Polonia, Shewah Weiss, al enterarse del fallecimiento de Marek Edelman declaró: «Quiero presentar mis condolencias a la familia de Edelman, a la nación polaca y a la nación judía. El era nuestro héroe común». Por su parte, Fuchs sostuvo que “Edelman nunca dejó Polonia, ni el cuidado del recuerdo de las víctimas del nazismo. Tampoco abandonó sus ideales. Fue y será un verdadero Guardián de la Memoria”.

(1) Las citas de Jack Fuchs corresponden al artículo “Marek Edelman, Guardián de la Memoria”, publicado en el diario Página 12 el 15-10-2009 (versión digital)

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El Levantamiento del Gueto de Varsovia: «La primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada»

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Agencia AJN.- Estas líneas están motivadas en el recuerdo y homenaje a los héroes del Levantamiento Del Gueto De Varsovia del 19 de abril de 1943.

Aquel día del comienzo de «la primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada» fue en la víspera de Pesaj, la misma festividad de la libertad que hoy estamos transitando quienes pertenecemos al pueblo judío, celebración que en aquel infierno inimaginable de privaciones, pena y dolor no fue dejada de lado.

Por el contrario, son muchos los testimonios que dan cuenta que la tradición fue sostenida frente a toda adversidad y que como a lo largo de la milenaria y riquísima historia del pueblo judío fueron la profunda creencia en los valores de su identidad, la convicción en defensa de la dignidad, la firmeza en la consagración de la vida por sobre todo y la esperanza en el futuro los pilares inspiradores de aquel acto de resistencia que se considera heroico por la decisión y audacia con que se llevó a cabo a sabiendas de la desventaja en la que se hallaban.

Aquella valiente respuesta que se sumó a las infinitos actos de rebeldía pasivas ejercidas por miles desde la llegada del nazismo la encarnaron y ejecutaron los jóvenes que presentaron resistencia armada al opresor nazi que desplegaba su «aktion» de aniquilamiento del Gueto de Varsovia en cumplimiento de la Solución Final diseñado para terminar con la vida judía en Europa.

Los datos dicen que fueron solo un total de setecientos cincuenta jóvenes combatientes los liderados por Mordechai Anielewicz que se enfrentaron a los nazis, causando daños impensados y retrasando casi en un mes sus planes de muerte. A ellos se les unió el resto de los judíos que quedaban en el Gueto. Para el 16 de mayo 55.065 judíos fueron aniquilados y ese fue el final del Gueto de Varsovia.

El día de hoy tiene un nombre, fue consagrado por el Parlamento de Israel en 1951, seis años después de finalizada la guerra. Se llama en hebreo Iom Lashoa Velagvurá, Día de la Memoria del Holocausto y el Heroísmo.

El Holocausto ha asumido el rol de símbolo universal de todo mal porque representa la forma más extrema de genocidio, porque contiene elementos sin precedente.

La invasión rusa a Ucrania con el manto de muerte y destrucción que se despliega ante nuestros ojos nos trae al presente lo peor de aquellos tiempos que hoy recordamos. Se trata como con crudeza lo explica el ACNUR de la peor crisis humanitaria después de la segunda guerra mundial.

Somos testigos de una guerra que sin disimulo busca la destrucción de una nación. Hay un país agresor que comete crímenes de guerra atentando contra la población civil, que provoca masacres y violaciones de derechos humanos en forma cotidiana donde niños, mujeres y personas mayores son víctimas solo por su identidad. Un estado brutal que tiene como objetivo claro el aniquilamiento de un pueblo, dominando su tierra, acabar con su acervo cultural y su historia ancestral.

Nos interpela porque vemos espantados la acción insuficiente de muchos en detener la barbarie. También el silencio y las contradicciones de muchos otros, como la de nuestro país, frente al desesperado pedido de auxilio de la víctima que al final del día queda en soledad absoluta.

Nos interpela porque observamos también que el antisemitismo no ha desaparecido y lejos está de hacerlo. Las denuncias de hechos violentos se suceden en todo el universo sin solución de continuidad.

Nos Interpela y nos debe ocupar la aparición de líderes autoritarios y xenófobos que jaquean a las democracias. Y vemos también que países que violan los derechos humanos en forma descarada y sistemática son tratados en igualdad y sin reparos. Defendidos e incluso tomados como modelos y ejemplos.

Tras la hecatombe que representó la segunda guerra mundial y la Shoá perpetrada por el nazismo nació la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un paso enorme de la humanidad para su desarrollo. La obligación de todos es fortalecerla y profundizar ante los embates de quienes la ignoran y la violan sistemáticamente.

Recordar este día nos conmina a pensar que significó el nazismo como negación máxima de la democracia, de adoración y sumisión al dictador, de destierro de la libertad y desprecio por la vida. Demonización, prohibición y persecución de la actividad política, silenciamiento de la prensa y la libertad de expresión, sustitución de la educación y el pensamiento crítico por adoctrinamiento y el fanatismo irracional. Aplicación de la coerción, extorsión y el miedo como conducta permanente para dominación de la sociedad. La anulación de la cultura, el pensamiento, la discusión y el disenso. La admiración por el discurso hegemónico con la mentira y manipulación como herramientas fundamentales y necesarias. Degradación de la diversidad y aceptación de la exclusión y discriminación.

Y finalmente la búsqueda permanente del enemigo para justificarse. Eso fue el nazismo que no podemos ni debemos olvidar cuando recordamos el pasado que nos duele.

Enseña el historiador francés Jaque Le Goff que la memoria intenta preservar el pasado solo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.

En definitiva, caeremos en el error de convertir los actos de recuerdo en meros rituales de repetición si no somos capaces de capitalizar para el bien las enseñanzas del pasado.

Se trata sobre todo de educar en valores humanos, en derechos humanos y por el desarrollo humano. Los tres van de la mano indefectiblemente.

Fuente: Perfil.
Autor: Claudio Avruj.

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Efemérides. Un día como hoy: Se conmemora el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia

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Agencia AJN.- Hoy, 19 de abril, se cumple un nuevo aniversario del inicio de una de las gestas más heroicas del pueblo judío: el Levantamiento del Gueto de Varsovia (foto del monumento que recuerda la epopeya, en el memorial Yad Vashem de Jerusalem), en el cual una cantidad menor al millar de personas enfrentó durante casi un mes y en medio de la Shoá al poderoso ejército nazi, sin contar con grandes pertrechos bélicos y en abierto desafío a toda lógica y probabilidades de éxito.

Luego que los nazis se apoderaron de Polonia, a partir de fines de 1939, la población judía comenzó a ser confinada en zonas cercadas, denominadas “guetos”, territorialmente pequeños para la cantidad de personas que allí eran concentradas.

El mayor de los establecidos por los nazis fue el de Varsovia, al cual fueron enviados casi 400.000 judíos en 1940.

Entre fines de julio y principios de septiembre de 1942 los nazis trasladaron a 265.000 de ellos al campo de exterminio de Treblinka y a algo más de 11.000 a campos de trabajo; en cambio, autorizaron a 35.000 personas a permanecer en el gueto, a quienes deben sumarse entre 20.000 y 25.000 que estaban escondidas.

Durante el traslado fueron asesinados unos 10.000 judíos por los nazis y sus tropas auxiliares.

Los 60.000 que quedaron sabían que su deportación era inevitable y los jóvenes integrantes de los movimientos sionistas comenzaron a organizarse con la finalidad de resistir el traslado y establecieron dos agrupaciones clandestinas de autodefensa armada: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa, ZOB), integrada por socialistas, y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy, ZZW), conformada por revisionistas integrantes del movimiento juvenil Betar.

Si bien en un principio hubo diferencias entre sus miembros, las mismas fueron dejadas de lado ante el inminente traslado del resto de los habitantes del gueto.

En octubre de 1942, el comandante en jefe de las Schutzstaffel (SS), Heinrich Himmler, ordenó “liquidar el gueto de Varsovia” y sus tropas decidieron iniciar la última deportación el 18 de enero de 1943.

Ese día, mientras unos 6.000 judíos eran llevados al lugar de concentración para subirlos a los trenes que los llevarían a Treblinka, un grupo de activistas del ZOB y el ZZW se infiltraron entre ellos y atacaron a los guardias; si bien la mayoría murió en el ataque, los nazis se desorientaron y los judíos pudieron escapar y esconderse en el gueto.

Las autoridades ocupantes decidieron suspender momentáneamente la deportación, período que el ZOB y el ZZW utilizaron para construir búnkeres y conseguir armas del movimiento clandestino militar polaco (Armia Krajowa, Ejército Nacional), que luego de varios meses les proveyó una pequeña cantidad; en su mayoría, pistolas y explosivos.

Los nazis decidieron reiniciar la deportación el segundo día de Pesaj, coincidente ese año con el 19 de abril, y cuando intentaron ingresar al gueto fueron repelidos por las fuerzas de autodefensa judías, que se estima que sumaban unos 750 miembros (500 del ZOB y 250 del ZZW), lideradas por Mordejai Anilevich, dando inicio a lo que se denominaría como “el Levantamiento del Gueto de Varsovia”.

Armados con pistolas, granadas -muchas de ellas de fabricación casera- y unas pocas armas automáticas y rifles, los combatientes sorprendieron a los alemanes y sus tropas auxiliares el primer día de lucha: forzaron su retirada del gueto y les propinaron 12 muertes y una importante cantidad de heridos.

Ese hecho obligó a los nazis a enviar a su ejército para vencer a quienes los enfrentaban: dos días después iniciaron el contraataque, edificio por edificio, mientras las fuerzas de autodefensa judías efectuaban ataques esporádicos desde sus búnkeres y les provocaban bajas.

El 8 de mayo, los nazis atacaron el comando del ZBO, en la calle Mila 18, en cuya defensa murió Anilevich, y lograron su objetivo de vencer a la resistencia judía ocho días después.

El general de las SS Jürgen Stroop, que estaba al frente de la represión, les informó a sus superiores que habían capturado a 56.065 judíos y destruido 631 búnkeres y que había ordenado la destrucción de la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki para simbolizar su victoria.

Se calcula que unos 7.000 judíos fueron asesinados por los nazis durante el alzamiento, otros tantos fueron deportados a Treblinka, donde casi de inmediato fueron ejecutados en las cámaras de gas, y que a los 42.000 restantes los enviaron al campo de concentración de Majdanek, en Lublin, y a los de trabajos forzados de Poniatowa, Trawniki, Budzyn y Krasnik, donde en su gran mayoría también fueron eliminados con el paso de los meses.

El Levantamiento del Gueto de Varsovia fue el inicio de rebeliones en otros guetos -por ejemplo, los de Bialystok y Minsk- y también en campos de exterminio como Treblinka y Sobibor.

Tras la creación del Estado de Israel, su Parlamento, la Knesset, estableció el 12 de abril de 1951 que el 27 de nisán de cada año sería Iom HaShoá Vehagvurá, un día especial dedicado a recordar a las víctimas del genocidio y los actos de heroísmo durante esa terrible época.

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