El presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder, estuvo presente en el acto por el 24º aniversario del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires, que dejó 29 muertos y más de 350 heridos. El acto se realizó ayer, jueves, en Suipacha y Arroyo, donde se encontraba el antiguo edificio de la sede diplomática.

Además de los familiares y sobrevivientes del trágico atentado del 17 de marzo de 1992, también estuvieron presentes la vicepresidente de la Nación, la ministra de Relaciones Exteriores y Culto, funcionarios del gobierno nacional, miembros del Congreso Judío Mundial y de la comunidad judía argentina y el ministro de Educación de Israel, Naftali Bennett en representación del Estado judío.

El presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder se dirigió ante los presentes con un discurso marcado por el pedido de justicia y el dolor de la comunidad judia mundial. A continuación el discurso completo:

«Vicepresidente Michetti; ministra de Relaciones Exteriores, Malcorra; ministro Bennett; distinguidos funcionarios e invitados y por sobretodo, queridos familiares de las víctimas.

“Una de las razones por las que el Congreso Judío Mundial eligió Buenos Aires para la Asamblea de este año fue para ayudar a la Argentina a enmendar una injusticia, en realidad no solo una injusticia, sino tres aberrantes actos terroristas contra los judíos, y por el largo pedido de justicia que el mundo exige.

Las comunidades judías del mundo y las personas buenas en todas partes sintieron mucha furia cuando la embajada diplomática de Israel en Buenos Aires fue atentada en 1992. La inmunidad diplomática y protección en las embajadas extranjeras fue la piedra angular de la política internacional por muchos años. Esto no solo afectó a Israel y a la Argentina, sino que todo el mundo civilizado fue ultrajado por estos actos. La Corte Suprema de Justicia de la Argentina dijo que había sido culpa de Hezbollah, no soy yo quien lo dijo, fue la Corte Suprema de Justicia de la Argentina.  Y dos años después otro atentado golpeó a la comunidad judía, esta vez contra el edificio de la AMIA en 1994.

Estos crímenes estuvieron atravesados por el desinterés de los sucesivos gobiernos en la Argentina, y entonces, el año pasado ambos crímenes tuvieron su extensión en la muerte de Alberto Nisman, el fiscal de la causa AMIA, quien le hizo frente a la injusticia, murió en condiciones muy misteriosas.

Días atrás le recordé al presidente (Mauricio) Macri que estos crímenes no fueron sólo contra judíos sino contra todos los argentinos. Fue un ataque al sistema legal argentino. Cuando se destruye el sistema legal de un país, este está en serios problemas. Y en un país donde falta la justicia resulta entendible la indignación de un hombre como Alberto Nisman. Esta clase de valentía es rara, la gran mayoría de los hombres antepone su propia seguridad, pero hay muy pocos individuos en este mundo que ponen el bienestar de su país antes que el propio. Ese fue Alberto Nisman.

El miércoles conocí a una de sus hijas, Iara. Fue difícil ver a una chica tan joven y saber que no tendrá a su padre en casa para la hora de la cena o  no podrá contar con él para su casamiento. Los judíos somos pocos en número, pero sufrimos mucho y es por eso que nos cuidamos y nos preocupamos por nosotros mismos de manera muy profunda.

Puede parecer extraño que haya gente que jamás puso un pie en la Argentina, pero que está extremadamente conmovida por estas tragedias. Porque el judaísmo se basa en la justicia y en las leyes.

Hace dos noches, fuimos incentivados por las palabras del nuevo presidente, Macri, quien nos prometió que finalmente habrá justicia. Confiamos en el presidente.

Tienen nuestra promesa, el Congreso Judío Mundial no olvidará a las personas que murieron aquí y no descansará hasta que se haga justicia».