Agencia AJN.- Israel es actualmente el tercer país más seguro para el coronavirus, según una evaluación mundial de seguridad y riesgo de COVID-19 llevada a cabo por el Grupo de Conocimiento Profundo, sólo por detrás de Suiza y Alemania.

La lista evaluó a 200 países y regiones según 130 parámetros, tomando más de 11.400 fuentes de datos para obtener una puntuación para cada país. El análisis abarcó seis grandes categorías: eficiencia de la cuarentena, eficiencia de la gestión de riesgos por parte de los gobiernos, vigilancia y detección, preparación para la atención de la salud, capacidad de recuperación regional y preparación para casos de emergencia, profundizando en los países que se encuentran más arriba en la lista.

Por consiguiente, los resultados no dependen únicamente del número de casos que haya experimentado un país, con algunos resultados sorprendentes. Por ejemplo, el país que ocupa el primer lugar, Suiza, ha registrado 30.972 casos confirmados según el Centro de Recursos sobre Coronavirus de John Hopkins, y el país que ocupa el segundo lugar, Alemania, ha registrado 186.109.

Israel, que ocupa el tercer lugar, ha registrado 18.049 casos hasta la fecha, pero hasta el lunes por la noche tiene 2.620 casos activos, de los cuales 29 están en estado grave, incluidos 23 que están conectados a respiradores. En cambio, Nueva Zelanda tiene actualmente cero casos activos, pero ocupa el noveno lugar en la lista, detrás de China y Australia.

Aunque hubo mucha variación de un país a otro, los autores señalaron que los que mejor se desempeñaron lo hicieron ya sea por «su capacidad bruta para retrasar la propagación de la infección y tratar los casos de COVID-19, o las políticas y estrategias específicas que utilizan independientemente de sus capacidades brutas».

Sin embargo, el análisis reveló los países que deberían haber salido mejor parados dada su infraestructura sanitaria. Estados Unidos (#58) y el Reino Unido (#68) fueron considerados por los autores como dos países que deberían haber contenido la propagación de la infección de manera más eficiente de lo que fueron capaces en la práctica, un resultado que los autores dijeron era «sorprendente». El hallazgo sugiere firmemente que uno de los factores más críticos en lo que respecta a la seguridad de COVID-19 no fue la preparación antes de las emergencias, sino las políticas específicas establecidas durante la pandemia de coronavirus.

Los factores económicos también desempeñaron un papel en esto, según el segundo estudio de este tipo sobre el tema realizado por el Grupo. «Suiza y Alemania alcanzan las posiciones nº 1 y nº 2 en este nuevo estudio específicamente por la resistencia de su economía, y por las cuidadosas formas en que están intentando relajar los mandatos de bloqueo y congelación económica de una manera basada en hechos y en la ciencia, sin sacrificar la salud y la seguridad pública», escribieron los autores.

En la primera evaluación de la seguridad del coronavirus, realizada a principios de este año, Israel ocupó el primer lugar. Los autores explican que Alemania aventajó a Israel, y Suiza se adelantó a ambos debido a los recientes cambios en la naturaleza de la pandemia, lo que a su vez impactó en lo que ahora es la seguridad.

«En nuestra anterior evaluación de la seguridad y los riesgos, las regiones que tenían niveles muy altos de preparación para las emergencias y una capacidad para gestionar eficazmente las crisis nacionales alcanzaron la puntuación más alta porque tenían la mayor probabilidad de gestionar las primeras etapas de la pandemia», explicaron los autores. «Ahora, sin embargo, a medida que las regiones empiezan a prepararse para relajar las condiciones de bloqueo y el freno en la economía, los factores que influyen en su capacidad para soportar las repercusiones económicas como resultado de la pandemia adquieren mayor importancia».

Los autores añadieron que su objetivo al formular la lista era servir de plataforma de lanzamiento para el debate y que sirviese como recurso para que los gobiernos optimizaran la seguridad y la estabilidad estableciendo planes de acción optimizados para cada país, a fin de mantener la salud y el bienestar económico de sus ciudadanos.