Agencia AJN.- No son muchas las banderas qataríes que ondean en College Station, la ciudad que alberga la Universidad A&M de Texas. El pequeño estado de Medio Oriente no lleva su nombre en ninguno de los edificios del extenso campus de la universidad, ni tampoco están grabados los nombres de los jeques gobernantes de Qatar en el Legacy Hall del Jon L. Hagler Center, donde se reconoce a los principales patrocinadores de la universidad.

Sin embargo, según documentos públicos, la universidad está llena de dinero qatarí. Entre 2015 y 2023, 404 millones de dólares del dinero de Doha llegaron a las arcas de la escuela, según un registro federal.

Los datos obtenidos recientemente por un organismo de control a través de los tribunales parecen mostrar que la escuela en realidad recibió decenas de millones más, informó Times of Israel.

Pero el College Station no sería la única institución en recibir dinero por parte de Doha. Según un estudio de 2022 realizado por el Institute for the Study of Global Antisemitism and Policy (ISGAP), Qatar aportó 4.700 millones de dólares a docenas de instituciones académicas de todo Estados Unidos entre 2001 y 2021. Algunas de las cantidades se clasifican como ‘‘regalos’’, mientras que otras se etiquetan como ‘‘acuerdos restringidos’’.

En los últimos meses, a medida que las instituciones de educación superior de todo Estados Unidos se vieron sacudidas por protestas antiisraelíes y acusaciones de inacción ante la retórica antisemita o cosas peores, los desembolsos de Qatar fueron objeto de un mayor escrutinio por el papel que pueden desempeñar a la hora de influir en las actitudes hacia el Estado judío en el mundo académico.

En relación a esto, el estudiante de doctorado de la Universidad Bar Ilan especializado en relaciones exteriores e interiores de Qatar y el Golfo Arábigo, Ariel Admoni, expresó: ‘‘Creo que el objetivo de Qatar no es promover mensajes antisemitas o propalestinos, pero el antisemitismo y los sentimientos propalestinos son subproductos de las políticas que les convienen’’

El estudio de 2022 a cargo del ISGAP sostiene que a medida que aumenta la financiación procedente de países de Medio Oriente a las universidades estadounidenses -y se hace menos transparente para el público- determinados campus experimentan campañas para silenciar a los académicos, una erosión de los valores democráticos y una falta de respuesta a los ataques contra la libertad de expresión de los estudiantes.

Mediante un análisis estadístico, los autores del estudio postularon una correlación entre los centros que reciben financiación extranjera y la retórica antisemita o antiisraelí, así como las denuncias de actividades antisemitas.

Según la investigación, las universidades que reciben las mayores sumas de Qatar se mostraron dispuestas a alinearse con las normas antidemocráticas fomentadas por ciertos países represivos de Medio Oriente, como la intolerancia de ciertos tipos de discurso.

En ocasiones, estas normas encajan con movimientos académicos que reprimen la libertad de expresión en nombre de la creación de un espacio seguro para la inclusión multicultural.

A pesar de esto, los críticos afirman que el compromiso con la inclusión se detiene donde comienza el apoyo al sionismo o a la comunidad judía. Como resultado de esto, los estudiantes judíos o partidarios de Israel se sienten incómodos e incluso inseguros en muchos de los principales campus de las universidades estadounidenses.

Entre 2001 y 2021 Qatar concedió 4.700 millones de dólares a docenas de instituciones académicas estadounidenses, entre ellas:

• Cornell 1.500 millones de dólares
• Carnegie Mellon 301 millones de dólares
• Virginia Commonwealth 125 millones de dólares
• Universidad de Georgetown 210 millones de dólares
• Harvard 8 millones

La mayoría de los fondos proceden de la Qatar Foundation, creada para fomentar la educación y la cultura árabe en Qatar y ‘‘promover y entablar un diálogo internacional para abordar temas globales e influir en ellos’’.

Doha apoyó -y continúa apoyando- de manera estrecha a Hamás, permitiendo que los líderes del grupo terrorista vivan en el país y proporcionando apoyo material y logístico, otorgando más de 1.800 millones de dólares al grupo a lo largo de los años, concluyó Times of Israel.