Agencia AJN.- El primer ministro Binyamin Netanyahu intenta desde el mediodía del último jueves, mantener en pie su coalición de Gobierno, a partir del momento en que el titular del partido Israel Beitenu – Avigdor Liberman – renunció a su cargo de ministro de Defensa.

En primer lugar, Netanyahu se reunió con el actual ministro de Educación, Naftali Bennett, que había exigido ser el sucesor de Liberman en el puesto.  Su partido incluso planteó este conocido anhelo de Bennett como una exigencia, una condición para permanecer en su Gobierno.

De todos modos, el primer ministro no cedió y asumió también el cargo de ministro de Defensa, junto a los de ministro de Relaciones Exteriores y de Salud, que ya ejerce.

Pero no sólo Bennett se opone a continuar con una coalición de mayoría estrecha en la Knesset, sino también el ministro de Finanzas, Moshe Kahlon y el de Interior y titular del partido ultraortdoxo Shas, Arieh Deri.

Esta tarde, Netanyahu se reunirá con Kahlon, para intentar convencerlo de seguir adelante.

Lo cierto es que en esta situación la aprobación de leyes – e impedir que la oposición apruebe leyes – se volvería prácticamente imposible, y dependería de todos y cada uno de los legisladores. Entre los diputados de la coalición los hay disciplinados y leales, pero también hay quienes no aceptan los dictámenes del primer ministro, o de nadie, como es el caso del legislador del Likud Oren Hazan, el más díscolo e imprevisible de la Knesset. También Yehuda Glick, que ya ha sentado un precedente de no votó junto con la coalición en el Parlamento.

El propio Hazan ya anunció que no está obligado a votar en consonancia con la coalición, a menos que los proyectos de ley respondan a su manera de ver la realidad, y sean “verdaderamente de derecha”.

Además, cada uno de los partidos estaría en situación de hacer exigencias o rechazar  cualquier propuesta o exigencia de Netanayhu, algo que en realidad ya está sucediendo, respecto de recortes presupuestarios que ya están bajo amenaza.

Postergar lo impostergable

Los analistas israelíes coinciden prácticamente en forma unánime en que Binyamin Netanyahu desea alejar la fecha de las elecciones lo máximo posible de los últimos acontecimientos de la semana que pasó.

Las manifestaciones en Sderot – una de sus bases de votantes más importantes – y la sensación de que fue derrotado por el enemigo más débil de Israel, Hamás, sumado a las encuestas de intención de voto que no lo favorecen, todo ello necesita tiempo para ser arrasado en la memoria de la opinión pública por algún otro escándalo.

Además, se aproxima la definición de las causas en las que se lo investigan y la apuesta a que puedan llegar a coincidir con la campaña electoral es demasiado alta para Netanyahu.

El primer ministro, en realidad, apuesta a que las elecciones se realicen después de los actos oficiales del Día de la Independencia, con sus discursos oficiales y actos que llenan al pueblo de espíritu patriótico, y lejos – bien lejos – de la semana que pasó.

Cada cual atiende su juego

Netanyahu no está solo y, dentro de su coalición, cada partido tiene y resguarda sus propios intereses. Naftali Bennett no recibió el cargo de ministro de Defensa y espera lograrlo en el próximo Gobierno. Para ello, necesita lograr suficientes escaños en las próximas elecciones como para tener un medio de presión sobre Netanyahu, en caso de que vuelva a ser quien forme Gobierno.

Para ampliar su electorado, Bennett se ubica ahora más a la derecha de Netanyah y lo más alejado de él que se pueda, de él y de lo que la opinión pública percibe como un fracaso frente a la Franja de Gaza.

Mientras tanto, Moshe Kahlon ya ha anticipado que un Gobierno con una mayoría de 61 legisladores de un total de 120 no tiene la más mínima posibilidad de sobrevivir. Analistas y economistas coincidían este fin de semana en que Kahlon ha cometido serias fallas en su gestión al frente del Ministerio de Finanzas y que, desde su punto de vista, éste es el mejor momento para hacer una campaña electoral, antes de que éstas salgan a la luz y la gente comience a sentir las consecuencias.

Binyamin Netanyahu intenta ahora salvar su coalición de Gobierno recurriendo al argumento de “no derribar un gobierno de derecha”, y – en el peor de los casos – buscar al culpable de haberlo hecho.

Pero Kahlon ya anticipó anoche que “esas manipulaciones” no funcionan con él. Khalon y Bennett aparecen como enteramente coordinados y empujando la situación hacia el adelantamiento de las elecciones para una fecha que no pase del 26 de marzo próximo. Por el momento Kahlon envía mensajes contradictorios: por un lado asegura que así no se puede seguir, que hay que adelantar las elecciones, mientras sus “allegados” filtran a la prensa que no derribará un gobierno de derecha con 61 diputados. También Deri cambió el tono de sus declaraciones en las últimas horas, y ha dejado la puerta al menos entreabierta.

Ahora comienza el tiempo de las campañas electorales y de buscar y encontrar a los culpables. Naftali Bennett no tuvo grandes inconvenientes para encontrarlo:  desde su punto de vista – una vez más – la culpa de todo la tiene Avigdor Liberman.

“Liberman es quien fracasó en Defensa y derribó al Gobierno. Ahora la coalición no tiene posibilidad de sobrevivir. Kahlon tiene razón, hay que adelantar los comicios”, aseguró Bennett en lo que podría ser su primer acto de campaña, de cara a las elecciones.