Agencia AJN.- Pablo Balán, que se desempeña como profesor en Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv (UTA), vivió en Argentina hasta 2015, cuando se radicó en Estados Unidos para realizar un doctorado. Luego, tras finalizarlo, comenzó a trabajar en la UTA. En diálogo con la Agencia AJN desde el campus de la UTA y en referencia a la masacre del 7 de octubre, expresó: ‘‘Mucha gente se sintió traicionada. El Estado dejó de existir e Israel pasó a ser lo que se llama hablando en otras regiones, “Estado fallido”. Es decir, dejar de cumplir las funciones esenciales de seguridad y protección’’.

‘‘Desde que Israel se retiró en 2005, esta gente no hizo otra cosa que preparar lo que pasó el 7 de octubre. Y si mirás los testimonios de la gente que fue directamente afectada, en realidad en todo el país, la impresión general es que el Estado dejó de existir por un lapso. Para cumplir la función esencial que tiene que tener todo Estado, que es defender a la población y evitar que volviera a pasar una cosa como la que pasó. Eso es muy fuerte. La gente personifica entidades como el Estado’’, agregó.

En relación a la reacción de la sociedad israelí, Balán destacó que ‘‘si bien esto fue un shock y la gente habla de un antes y un después, una cosa sorprendente de la sociedad israelí es la capacidad de resiliencia, de seguir haciendo cosas, aún cuando se vive en un contexto de mucha tensión y muy traumático en muchos sentidos’’.

-¿Qué momento estamos viviendo en el mundo?

-Hay eventos que llevan a pensar que las cosas no están tan bien como uno quisiera. Por ejemplo la guerra de Ucrania, que se sigue prolongando, y otra guerra acá. Es difícil pensar que es momento comparativamente malo. Si bien hay cosas que llaman mucho la atención, como guerras, cuando mucha gente pensaba que las grandes guerras quedaron en el pasado, y que hay un movimiento del mundo hacia la paz, las únicas guerras que quedaban que son muy persistentes son las guerras civiles. Pero las guerras entre Estados, como la guerra de Rusia y Ucrania, se creía que eran algo del pasado. Eso sí es para tomar nota. Hay gente que piensa que esto es un punto de quiebre. Yo no soy de esa postura. Cuando se dice “esta vez es distinto”. Bueno, hay que ver. Tiene mucha más resonancia las cosas que pasan con países grandes como Rusia y Ucrania, que países que son pacíficos, que se democratizan, que son chiquitos y la gente nunca escuchó hablar de ellos. Cuando uno habla del mundo, hay que tener todos los países en cuenta, no solamente los grandes como Rusia, Ucrania y Estados Unidos.

-Con respecto a lo que está ocurriendo aquí en Israel, cuando nos encontramos con una guerra no convencional, no sé si se puede utilizar el término de guerrilla, donde creo que el fantasma de Irán existe. ¿Qué piensa al respecto?

-Efectivamente, porque tener un modus operandi propio de la guerrilla, pero con recursos que vienen de un Estado poderoso, geopolíticamente y económicamente hablando, es como tener lo mejor de los dos mundos. Porque un grupo terrorista o una guerrilla nunca va a ser juzgado con los mismos estándares que va a ser juzgado un Estado, que tiene que cumplir con las normas de la de la guerra, con convenciones internacionales. Son estándares mucho más altos que no se van a aplicar nunca a una guerrilla o un grupo terrorista. Al mismo tiempo si ese grupo tiene los recursos y el apoyo de un Estado detrás, se complica más la situación.

-En el sur de Israel ocurrió todo en 30 a 40 kilómetros, fue una invasión. Los túneles tampoco son convencionales, lo que hace Irán no es convencional. Esto se organizó justamente como el lado B de lo formal de una guerra.

-Viendo los túneles todo el mundo tiene la misma impresión. Desde que Israel se retiró en 2005, esta gente no hizo otra cosa que preparar lo que pasó el 7 de octubre. Y si mirás los testimonios de la gente que fue directamente afectada, en realidad en todo el país, la impresión general es que el Estado dejó de existir por un lapso. Para cumplir la función esencial que tiene que tener todo Estado, que es defender a la población y evitar que volviera a pasar una cosa como la que pasó. Eso es muy fuerte. La gente personifica entidades como el Estado. Entonces mucha gente se sintió traicionada. El Estado dejó de existir e Israel pasó a ser lo que se llama hablando en otras regiones, “Estado fallido”. Dejar de cumplir las funciones esenciales de seguridad y protección. Es un país muy chico, entonces no hay ningún lugar que sea 100% seguro o donde no haya habido repercusiones. Una cosa que no se habla mucho es que hubo un problema de refugiados internos en el país, de gente desplazada del sur y del norte, que se tuvo que venir por ejemplo a la zona central y a Tel Aviv como refugiados. Es un desplazamiento de mucha población. Mucha gente habla de otros refugiados, pero Israel tuvo un problema de refugiados internos.

-¿Qué significa eso? ¿El mundo debería observar esa situación?

-Ahora creo que esa situación se aplacó un poco, pero hubo muchísimas familias evacuadas del sur y del norte, buscando alojarse gratis o en hoteles o en distintas situaciones en la zona central. Eso habla también de los dobles estándares mencionados antes. Hay cosas que no se mencionan. Este tema en la prensa internacional seguramente no apareció. En la prensa israelí sí y fue una cosa que se observó. Fueron muchas las repercusiones que tuvo el 7 de octubre en la sociedad israelí. El Estado tiene que atender muchas demandas. La guerra, la situación de seguridad, pero también cosas que surgen por este desplazamiento de población también.

-¿Cómo ve la situación de la guerra en Israel?

-Si bien esto fue un shock y la gente habla de un antes y un después, luego del 7 de octubre, una cosa sorprendente de la sociedad israelí es la capacidad de resiliencia, de seguir haciendo cosas, aún cuando se vive en un contexto de mucha tensión y muy traumático en muchos sentidos. Por ejemplo acá en la universidad, si bien las primeras dos semanas todo el mundo estaba en estado de shock, y mucha gente no venía, ahora la gente trata de hacer una vida normal y de hacer su trabajo en el rol que le toca. Eso yo no me lo imaginaría en otros países que tienen menor nivel de cohesión social y de resiliencia ante eventos de shocks tan traumáticos. Sociedades como como Argentina o mismo Estados Unidos están más fragmentadas en términos de grupos étnicos, de clases sociales, no ves el nivel de cohesión y solidaridad social que hubo acá. La gente se las arregla para seguir teniendo una vida entre comillas “normal”. Eso me llamó la atención, habiendo vivido y trabajado en otros países.

-¿Cómo está funcionando la convivencia en la universidad, que siempre fue ejemplificadora en su alumnado y profesores?

-Yo hice mi doctorado en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard, que fue noticia en Israel últimamente, y ese clima que se ve en los campus norteamericanos, acá no se dio. El presidente de la Universidad en sus comunicados fue muy claro en respetar de manera irrestricta la libertad de expresión, pero también la dignidad de todos los grupos de alumnos que hay en la universidad. Entonces, creo que tomó posiciones políticamente más claras que en otros lugares. Manejar una organización tan grande como una universidad implica balancear muchos intereses. Y en la universidad hay muchos grupos ideológicos. Por ejemplo, en mi departamento están representadas todas las posiciones políticas que se puedan imaginar, más que en universidades de otros continentes. Eso es un valor enorme: diversidad tomada en serio. Segundo, en los alumnos. Los alumnos son un cuerpo muy diverso, con estudiantes de minorías, estudiantes árabes, entonces hay toda una serie de acciones que la universidad está tratando de tomar para garantizar la convivencia pacífica. Pero hay libertad total. En la Universidad Tel Aviv hay grupos que recuerdan, por ejemplo, lo que se llama la Nakba, y nadie silencia a esos grupos. Eso es un valor enorme. Entonces desde el punto de vista de la libertad académica, hay muchas cosas para valorar de esta institución.

-¿Qué mensaje hay desde aquí en un momento de guerra, donde las comunidades y sus miembros están preocupados y queriendo saber qué se está haciendo, para saciar tal vez las angustias que cada uno tiene?

-Estadísticamente, no es cierto que el mundo esté en una crisis sin precedentes. Entonces leer menos el diario y dejarse de guiar menos por las noticias. No habría negocios en los medios si no fueran tremendistas y negativos. Pero si mirás the big picture things, las cosas no están tan mal. Hay que tomar la vida como viene, nunca va a haber un momento de paz mundial absoluta. Eso no existe. La vida sigue, ese es el mensaje.

-Estuve en Mahane Yehuda y ver tanta gente retomando su vida realmente muestra que hay algo en el espíritu israelí.

-Sí, una gran resiliencia, que no logro explicar del todo. Hay un libro que salió hace poco que se llama “Impossible takes longer”, de Daniel Gordis, que habla justamente de esta capacidad de la sociedad israelí. Y otro nuevo también de Dan Senor, que fue uno de los autores de “Start Up Nation”, que también empieza citando lo que él llama “la paradoja israelí”. Cómo un país que hasta hace poco era pobre y socialista, se convirtió en un país rico, próspero, capitalista, donde la gente es más longeva y más feliz que en otros países. Así que bueno, es para pensar.