Agencia AJN.- El principal socio del ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, en la conducción del partido Azul y Blanco, el canciller Gabi Ashkenazi presentó su renuncia a la agrupación y analiza si permanecerá en la política.

En principio, Ashkenazi dijo que se está «tomando un tiempo libre» y no se postulará por Azul y Blanco en las elecciones convocadas para marzo, ya que el partido que recientemente parecía dispuesto a desafiar al oficialista Likud por la conducción del país continúa desintegrándose.

Gantz prometió ayer continuar liderando a Azul y Blanco hacia las próximas elecciones en marzo.

En una declaración, Ashkenazi se atribuye el mérito de que su partido «cambió el discurso» sobre la anexión, que según su opinión «abrió la ventana de oportunidad para los acuerdos de paz (con las naciones árabes), y juntos evitamos cualquier intento de aventurerismo diplomático y judicial».

«No tengo la intención de postularme en las próximas elecciones por Azul y Blanco y me estoy tomando un tiempo libre y considerando cómo proceder», dijo el actual ministro de Relaciones Exteriores en medio de un panorama político controvertido que desembocó en una nuevo llamado a elecciones, el cuarto en menos de dos años.

No obstante, Ashkenazi aclaró que permanecerá en su puesto en la Cancillería por el momento, siempre que Gantz lo quiera allí.

De esta manera, el partido Azul y Blanco, que se presentaba como la alternativa al gobierno en desintegración y en las últimas horas quedó al borde del colapso.

Para Israel Hayom, es muy poco probable que Gantz y Ashkenazi permanezcan en política por mucho tiempo. La implosión de Azul y Blanco refleja las dificultades de liderazgo de los dos ex jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, sin mencionar su colosal fracaso político.

Pero Gantz y Ashkenazi no son los únicos ex jefes militares que no lograron controlar el poder político. Sus predecesores incluyen al fallido presidente de Kadima, Shaul Mofaz, su sucesor en el ejército, Moshe Ya’alon, quien no ha logrado establecer una plataforma política influyente desde que renunció al Likud, y el ex jefe de Estado Mayor Dan Halutz, quien era miembro de Kadima.

Desde Ehud Barak, quien se convirtió en primer ministro seis años después de retirarse de las IDF, ningún jefe del Ejército se ha acercado siquiera a convertirse en primer ministro. E incluso Barak ocupó el cargo durante menos de dos años antes de ser reemplazado por Ariel Sharon.

La perspectiva histórica hace comprender que Gantz y Ashkenazi nunca tuvieron una oportunidad para empezar. La historia nos lo muestra una y otra vez: los jefes de Estado Mayor no solo no logran alcanzar una posición de poder, sino que abandonan la arena política en desgracia.