Bagdad y la cuestión judía

En estos días se está produciendo en Irak una discusión pública de gran importancia para israelíes y judíos. Según un informe publicado hoy por el periodista Jacky Hugi en el diario Maariv, ello se debe a declaraciones del comerciante británico-iraquí Edwin Shuker.

Shuker fue entrevistado por el canal de televisión norteamericano en árabe Huda TV y se dirigió al gobierno iraquí pidiéndole que reintegre a los judíos iraquíes su ciudadanía.

Shuker nació en Bagdad, es judío y británico. Desde hace varias décadas vive en Londres, y allí formó su familia. Es vicepresidente del organismo central de la comunidad judía de Gran Bretaña. En la década del 50´, con la emigración de los judíos de Irak, el gobierno se tomó su venganza quitándoles la ciudadanía iraquí. Shuker intenta ahora reparar esta injusticia.

“Mi padre me dio un regalo, mi identidad, que recibió de su padre”, dijo en la entrevista. “Ese es un regalo que hemos venido heredando de padres a hijos desde hace 2.600 años sin interrupción. Yo quiero dárselo a mi hijo”, explicó.

Edwin Shuker informó también que muy pronto se presentará un recurso ante la Corte Suprema de Justicia en Bagdad con un reclamo de restitución de la ciudadanía a aquellos que les fue arrebatada. “Desde 2003, cada vez que presenté esta solicitud, me dijeron que esperara un poco porque el pueblo no lo aceptaría de buen grado. Y mientras tanto, los años fueron pasando. Ya es tiempo de recurrir al sistema judicial”, explicó.

Shuker será uno de los demandantes, pero también habrá no judíos que reclamarán ante la justicia iraquí.

Según explica el periodista Jacky Hugi, éste es un tema sumamente significativo desde el punto de vista histórico, cultural, político e incluso económico. Sin embargo, por el momento sólo genera un callejón sin salida a nivel jurídico. La Constitución de Irak, aprobada en 2005, establece que es ciudadano iraquí quien nace de madre o de padre iraquí y que ello se establecerá en una ley. En otro artículo, la Constitución establece que no se puede revocar la ciudadanía a quien nació iraquí, por ningún motivo. Y todo aquel a quien le fue derogada, tiene derecho a recuperarla, siempre que haya una ley que lo ampare.

Según este artículo, por ejemplo, los judíos de Babilonia, todos ellos, sus hijos y descendientes, tienen derecho automático a la ciudadanía.

El problema es que existe una contradicción entre esta disposición – el Artículo 18 de la Constitución – y las leyes vigentes.

Las leyes iraquíes contienen una serie de disposiciones antijudías, que se incorporaron a partir de la década de 1950. Una de ellas es la ley que establece el “control y manejo del capital de los judíos cuya nacionalidad fue derogada”, que fue reformada por última vez en 1963. Esta ley establece que, entre aquellos a quienes les fue cancelada la nacionalidad en los años 1950 y 1951 los judíos no tienen derecho a recuperarla.

Otra ley establece que a todo judío que haya recibido otra nacionalidad se le derogará la iraquí.

La discusión pública y la realidad regional

A pesar del embrollo legal y las dificultades jurídicas, en Bagdad el tema no ha pasado inadvertido y empieza a tomar un lugar central en el debate público y político. Esta semana, un político iraquí y candidato a primer ministro, Raad Fahmi, expresó su apoyo al derecho de los judíos iraquíes a recuperar su nacionalidad. Fahmi es un personaje central en la política iraquí, egresado de La Sorbona y de la Universidad de Londres y fue ministro de Ciencia y Tecnología en el gobierno de Nuri al Maliki, entre otros cargos.

Fahmi ha pasado la mayor parte de su vida adulta en el exilio, por su pertenencia al Partido Comunista local, al que Saddam Hussein persiguió durante su mandato. Después de la caída del dictador, en 2003, regresó a la vida política iraquí y ahora forma parte de las conversaciones para la formación del gobierno y podría llegar a ser el próximo primer ministro.

Entrevistado por medios locales, Fahmi aseguró que Irak tiene un compromiso con la comunidad judía y que por ello este tema deberá estudiarse en profundidad. “Desde el punto de vista de los principios y valores, apoyamos el otorgamiento de derechos a todos los ciudadanos, y esto incluye a los judíos”, señaló. “Es bueno que se produzca un debate público sobre el tema, que lleve a un resultado lógico y alejado del extremismo”, agregó.

De todos modos, Fahmi fue muy cuidadoso al referirse a este asunto, mostrando su apoyo pero sin aparecer como quien fomenta el cambio de rumbo. También dijo que “no es el momento oportuno” para tomar una acción, o sea, que el camino por andar todavía puede ser bastante extenso.

El nudo del problema está en el hecho de que la mayor parte de los judíos iraquíes viven en Israel, y la concesión de nacionalidad iraquí a judíos que abandonaron Irak implicaría agregar a miles de israelíes a la población local. Esta medida sería bien aceptada por la población iraquí, pero no por los vecinos de ese país, especialmente Irán, que tiene peso e influencia en Irak.

Nadie sabe a ciencia cierta qué resolución tomará la Corte Suprema de Justicia, pero quienes conocen la realidad iraquí advierten que no podrá hacer caso omiso del efecto que tendrá en las élites proiraníes. Por ello, sería una gran sorpresa que el tribunal ordenara la restitución inmediata de la ciudadanía a los judíos iraquíes.

Al mismo tiempo, no se puede dejar de lado las disposiciones de la Constitución. Por eso, se estima que la Corte aceptará la demanda de restitución de la ciudadanía, pero también ordenará al Parlamento que inicie el procedimiento para enmendar las leyes relacionadas con el tema. A partir de allí, serán los legisladores quienes establezcan los tiempos y en qué medida acelerarán o demorarán el proceso.

Todo dependerá de cómo se desarrollen los acontecimientos a nivel político y cuán urgente e importante sea el tema para quien asuma el poder en Irak.

BREVES

SIRIA: Se prepara la cumbre de Rusia, Turquía e Irán

El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, confirmó hoy que el presidente ruso, Vladimir Putin, participará en la reunión con sus homólogos de Irán – Hasan Rouhani – y Turquía – Recep Tayyip Erdogan – prevista para el 7 de septiembre. Se trata de los tres países garantes de las zonas de distensión establecidas en Siria, que – según anunciaron – dialogarán sobre posibles soluciones a la guerra civil en ese país y la inminente ofensiva en Idleb, último reducto de los rebeldes. El portavoz comentó también que «es natural esperar que Putin y Erdogan aprovechen este formato trilateral para continuar el diálogo bilateral».

JORDANIA: El reino encabeza una campaña de fondos para UNRWA

El ministro de Relaciones Exteriores jordano, Ayman Safadi, anunció que su país liderará una campaña internacional destinada a reunir fondos para la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), a partir del recorte presupuestario anunciado por Estados Unidos. El funcionario informó también que solicitará una reunión de la Liga Árabe para paliar el déficit que la agencia tiene este año, calculado en unos 200 millones de dólares. Safadi – en cuyo país viven más de 2 millones de refugiados palestinos – declaró que “la continuación de la UNRWA significa mantener el compromiso de la comunidad internacional para lograr una solución justa al tema de los refugiados que garantice los derechos de retorno y compensación».

LÍBANO: Saad Hariri: “Las diferencias con Hezbollah no deberían paralizar el país”

El primer ministro electo del Líbano, Saad Hariri, dijo que sus diferencias políticas con Hezbollah no deberían impedir que el país funcione. En una entrevista con Euronews difundida hoy, Hariri señaló: «Nunca aceptarán mis políticas frente al Golfo y nunca aceptaré su política frente a Irán. Pero eso no significa que tengamos que impedir que el país funcione «, dijo Hariri. En cuanto a Siria, el primer ministro minimizó cualquier impacto importante que podría tener en el Líbano el inminente ataque a Idlib, y dijo que “no significa nada”.
Preguntado acerca de si estaría dispuesto a tratar con el presidente sirio, Bashar al Assad, Harir respondió que preferiría hacerlo directamente con el de Rusia, Vladimir Putin. “Rusia controla Siria, entonces trataremos con los rusos”, señaló.

CULTURA Y SOCIEDADES

MARRUECOS: Sexo, violencia y esvásticas

Marruecos y el mundo árabe en general se han visto conmocionados en estos días por lo sucedido con Khadija, una joven de 17 años de edad, que fue secuestrada y sometida violaciones y abusos durante dos meses, por parte de un grupo de hombres, que también tatuó en su cuerpo esvásticas.

La chica joven relató que dos hombres la secuestraron a punta de cuchillo y la vendieron a otros, a cambio de dinero y drogas. También detalló que en el lugar donde la mantuvieron retenida había al menos 10 hombres y que la torturaron con cigarrillos encendidos y con un fierro caliente.

Khadija dijo que los secuestradores la drogaron y la mantuvieron inconsciente durante varios días, y que al despertarse encontró su cuerpo tatuado, entre otras cosas con cruces esvásticas. “Me desperté y mis manos estaban hinchadas, todo mi cuerpo lleno de tatuajes. Fue terrible, yo lloraba y a nadie le importaba, no tenían compasión”, relató la joven, que también señaló que no le permitieron comer ni ducharse.

La adolescente recuperó la libertad sólo después que su padre prometió a los secuestradores que no los denunciaría a las autoridades. Pero fue ella quien presentó la denuncia, a pesar de lo que su padre había prometido. La policía local ya detuvo a 14 sospechosos y la primera vista del juicio se celebrará el 6 de septiembre próximo.

Los detenidos aseguran que la madre de Khadija se las entregó y que ella llegó al lugar por su propia voluntad.

Cuando el rey defiende a los violadores

Lo sucedido con Khadija generó una amplia ola de solidaridad y mensajes de indignación en las redes sociales. Muchos internautas en el mundo árabe están utilizando el hashtag “justicia para Khadija” o “todos somos Khadija”, para reclamar castigo a los culpables.

Decenas de miles de personas firmaron una petición exigiendo justicia y muchos ofrecieron ayuda – incluso económica – para que pueda extraer de su cuerpo los tatuajes.

El caso de Khadija no es el único que preocupa a Marruecos en estos días. En estos días, la estrella del pop marroquí, el cantante Saad Lamjarred, fue arrestado en Francia, acusado de haber violado a una mujer en Saint Tropez en la Riviera francesa.

Esta es la tercera vez en ocho años que Lamjarred – que ha recibido más de 650 millones de visitas en YouTube y tiene más de 6,6 millones de seguidores en Instagram – es arrestado por agresión sexual. El cantante, de 33 años de edad, también es miembro de la familia real de Marruecos, y el Rey Mohammed VI le dio la más alta condecoración nacional en 2015. El propio monarca pagó los honorarios de sus abogados.

Saad Lamjarred ya había sido arrestado por agresión sexual en París – un caso que aún no ha finalizado en la justicia francesa – y en Nueva York, donde tiene pendientes 21 cargos por violación, abuso sexual, agresión sexual y violencia contra una mujer. Allí, Lamjarred pagó la fianza y huyó del país.

Marruecos es considerado un país donde rige el islam moderado, pero la violencia contra las mujeres sigue siendo un fenómeno generalizado y un tema tabú, que no se habla en la esfera pública. En febrero de este año y después de años de espera, el Parlamento marroquí aprobó una ley para combatir la violencia contra las mujeres. La ley incluye el reconocimiento por primera vez de varias formas de abuso y responsabilidad criminal y también es innovadora respecto de la violencia familiar. De todos modos, los críticos aseguran que es insuficiente.

Una encuesta de la agencia ONU Mujeres llevada a cabo hace dos años en Rabat y otras ciudades indica que el 41% de los hombres encuestados manifestaron que el apoyo financiero de un marido a su mujer justifica que pueda violarla. Más del 50% admitieron que maltratan a sus mujeres y el 15% dijo que alguna vez utilizó la violencia física contra una mujer.

Según esta encuesta, el 62% de los hombres creen que las mujeres deben aceptar con comprensión que se las trate en forma violenta, para preservar la unidad de la familia.