La Guardia Revolucionaria de Irán anunció el exitoso resultado del lanzamiento de 6 misiles tierra-tierra de medio alcance que – según la versión oficial – alcanzaron centros de mando y depósitos armas de la organización Estado Islámico en la provincia de Deir Ezzor, en Siria. El portavoz de la Guardia Revolucionaria advirtió que la operación muestra «el poder punitivo de Irán» y es «un mensaje a los patrocinadores regionales e internacionales de los terroristas».

El primer objetivo de este lanzamiento – el primero de su tipo, fuera de territorio iraní, en 30 años – es restaurar el honor nacional afectado por el duro golpe recibido por el régimen de los ayatolás, con los atentados que provocaron la muerte de 17 iraníes y dieron en dos de los más importantes símbolos de la República Islámica: el Mausoleo del Ayatolá Khomeini y el Parlamento.

Más allá de que Irán tiene problemas internos y no pocas facciones que cometen atentados “domésticos”, la confirmación de la presencia de ISIS y su accionar en el terreno alteró la sensación de seguridad de los ciudadanos iraníes y la imagen de “todopodeorsa” de la Guardia Revolucionaria. Sería un error subestimar este hecho como una motivación suficiente para que el régimen decidiera actuar de forma contundente.

Al mismo tiempo, estos disparos ayudan a los aliados de Irán y Bashar al Assad en el terreno, que continúan luchando contra agrupaciones rebeldes y terroristas, especialmente en Palmira y Deir Ezzor en las últimas semanas.

Sin embargo, el mensaje es mucho más amplio y los objetivos van más allá de disuadir a la agrupación terrorista ISIS para que no vuelva a atacar en territorio de la República Islámica.

El mensaje está dirigido – en igual medida – a Estados Unidos, los países árabes del Golfo encabezados por Arabia Saudita e Israel. Irán se posiciona como una potencia militar de nivel internacional y lanza misiles que no por casualidad llevan el nombre de “Zulfiqar”, la legendaria espada que – según la tradición musulmana – le entregó el profeta Mahoma al Imán Alí, el primer califa chiita.

El disparo de misiles de esta madrugada ha de ser una señal de alerta para los países del Golfo Pérsico, cuyos campos de petróleo y otros sitios estratégicos e infraestructura militar están a una distancia de hasta 400 kilómetros de Irán y por ello se muestran ahora como absolutamente vulnerables. En esa zona también hay bases militares de Estados Unidos – especialmente en Qatar y Bahréin – que están en el radio de alcance de los misiles balísticos de Teherán.

Para Israel, el mensaje está más que claro. Es una actitud que pone en acción palabras, promesas y amenazas que han expresado y repetido los líderes iraníes en los últimos años. Si bien – por el momento – el ataque no tiene un componente nuclear, no deja de resultar preocupante.

Pero esa preocupación es compartida y las autoridades iraníes ya anunciaron que este lanzamiento fue el primero, pero no el último. El mensaje fue recibido y comprendido, y no cabe duda de que tendrá impacto y consecuencias regionales y globales.