Agencia AJN.- Las empresas israelíes, junto con los economistas, han estado denunciando lo que dicen que es una falta de liderazgo económico mientras Israel se enfrenta a las consecuencias de la pandemia del coronavirus. El paquete económico que el país ha proporcionado es «demasiado poco, demasiado tarde», según señalan los principales críticos, mientras que el desempleo ha alcanzado niveles récord y las empresas advierten que pueden quebrar a raíz de las restricciones impuestas para evitar la propagación del virus.

Los propietarios de pequeñas empresas y los trabajadores autónomos han tomado las calles pidiendo más ayuda del gobierno. Las grandes cadenas minoristas se negaron a abrir cuando el gobierno finalmente suavizó algunas restricciones esta semana, exigiendo una compensación por sus pérdidas en medio de la preocupación por la reducción del gasto de los consumidores y las continuas medidas de distanciamiento social.

La información sobre qué ayuda estatal se está dando y quién puede beneficiarse ha sido confusa, según dicen los críticos, con los funcionarios del ministerio añadiendo sumas y destinando dinero en lugar de establecer una estrategia clara y bien definida. Incluso cuando el dinero se pone a disposición, se dice que no llega a las empresas que lo necesitan con la suficiente rapidez.

El primer ministro Benjamin Netanyahu, ocupado en la formación de coaliciones y en la crisis de salud causada por la pandemia, no ha sido considerado como el responsable de la crisis económica. En cambio, el apuntado es el ministro de Finanzas Moshe Kahlon (foto principal, junto a Netanyahu), que ocupa el cargo desde 2015, quien había dicho en septiembre que dejaría la política después de las elecciones de marzo.

«Lo que estamos viendo es una falta de liderazgo económico. Nadie se está haciendo cargo de la crisis económica», dijo Yaniv Pagot, economista y asesor estratégico de los inversores institucionales. «No hay un liderazgo político que se centre en los aspectos económicos de la crisis. Nadie está asumiendo el reto», agregó.

Israel tenía 15.870 casos confirmados de COVID-19 y 219 muertes por la enfermedad al 30 de abril. Con la economía casi parada, las cifras de desempleo se dispararon a 1.093.000 para mediados de abril, llevando la tasa de desempleo a un 26% sin precedentes, desde menos del 4% anterior al virus.

Por primera vez desde 2002, se espera que el crecimiento de este año sea negativo, de -5,4 por ciento, según un informe del Ministerio de Finanzas. Esto se compara con el crecimiento del 3% previsto por el ministerio, pre-coronavirus, y un crecimiento del 3,3% en 2019.

La recesión podría ser aún más profunda si hay una segunda ola del virus y más cierres, advirtió el ministerio. El desempleo este año podría alcanzar una media del 13%-14%, según el informe, ya que una caída en la demanda de los consumidores locales y mundiales disuadirá a los empleadores de volver a contratar a los trabajadores que han puesto en licencia no remunerada.

Se espera que el déficit presupuestario para el año aumente hasta el 10,29% del PBI. Esto se debe a que se prevé que los ingresos fiscales se desplomen y que los gastos aumenten en medio de la crisis, haciendo que el déficit de Israel sea el tercero más alto entre las naciones de la OCDE, por debajo sólo de Estados Unidos y Canadá, según el informe del Tesoro basado en datos recopilados por el Fondo Monetario Internacional.

Se espera que la proporción de la deuda de Israel con respecto al PIB aumente hasta el 76,2%, desde el 61,2% de 2019. Una baja relación deuda/PIB indica una economía que produce y vende bienes y servicios suficientes para pagar las deudas.

En un intento por poner de nuevo en marcha el motor económico, el gobierno ha comenzado a suavizar gradualmente las restricciones que impuso para contener la propagación del virus. Estas medidas incluían restricciones de viaje, distanciamiento social y el cierre de negocios no esenciales.

El gobierno también aprobó en marzo un paquete de rescate económico por valor de 80.000 millones de NIS (aproximadamente 22.900 millones de dólares), el mayor de la historia de Israel, para respaldar su economía. El paquete incluye un fondo de 8.000 millones de NIS para pequeñas empresas, respaldado por garantías del gobierno, garantías de préstamos para empresas más grandes, desgravación del impuesto sobre la propiedad para las empresas, aplazamiento de los pagos del IVA, los impuestos municipales, los servicios públicos y el impuesto sobre la renta, reembolso acelerado de impuestos y subvenciones a las empresas.

El paquete, de acuerdo a los críticos, es muy conservador comparado con los de otros países. La aplicación está experimentando dificultades, ya que las empresas acusan a los bancos de retrasar la investigación de antecedentes y luego de rechazar sus solicitudes de préstamos respaldados por el gobierno, por considerarlos demasiado arriesgados.

Las garantías de préstamo proporcionadas por el gobierno -hasta el 15% para las pequeñas empresas- son mucho menores que las proporcionadas por otros gobiernos: Alemania provee 90% del gobierno, Suiza 85%, España 80%, según los datos compilados por el Banco de Israel.

El paquete de 80.000 millones de NIS es sólo un 5% del PIB de Israel, en comparación con un paquete de ayuda equivalente al 15% del PIB proporcionado por los EE.UU. y uno equivalente al 17% del PIB proporcionado por el Reino Unido y Alemania, según los datos recopilados por la Federación Israelí de Organizaciones de Pequeñas Empresas. La federación ha organizado demostraciones para amplificar las demandas de los propietarios de pequeños negocios, como los vendedores de falafel, que recibieron un golpe crítico por las regulaciones de la pandemia.

«El método del Ministerio de Hacienda no es sabio. Quieren ver primero cuál es el daño y luego pagar», dijo por teléfono Roee Cohen, el presidente de la Federación Israelí de Organizaciones de Pequeñas Empresas. «Pero será demasiado tarde, no quedará nada».

Mientras tanto, las empresas más grandes también están pidiendo ayuda. Unas 200 cadenas, incluidas las principales tiendas de ropa, óptica, decoración del hogar, artículos de camping y deportivos, así como cafés y restaurantes, optaron por no abrir sus puertas, ya que muchas restricciones de la pandemia se levantaron a la medianoche del sábado.

La Asociación de Cadenas de Moda y Comercio dijo en un comunicado que la apertura de las tiendas en una capacidad limitada ahora sin una red de seguridad proporcionada por el gobierno sólo profundizaría sus pérdidas.

«Hubo un mes y medio en el que nos vimos obligados a cerrar debido a las medidas de emergencia impuestas por el gobierno», dijo Avi Shomer, el director general de las librerías Tzomet Sfarim, que emplean a 700 trabajadores en 100 tiendas en todo el país, en una entrevista telefónica. «No sabemos cuál será la situación en el futuro, porque todavía existen muchas limitaciones. La gente tiene menos dinero y menos saldrá a comprar», continuó.

En respuesta a las protestas, el viernes el gobierno aprobó un plan de 8.000 millones de NIS para aumentar el apoyo a los israelíes que trabajan por cuenta propia y a los propietarios de pequeñas empresas, y el domingo por la noche dijo que asignaría 6.000 millones de NIS adicionales, no incluidos en el paquete original de 80.000 millones de dólares, para ayudar a las empresas a devolver a los empleados a la fuerza de trabajo. En respuesta, las cadenas recomendaron la reapertura de las tiendas, aunque los criterios de quiénes podrían recibir los fondos aún no se habían anunciado.

«El Ministerio de Finanzas está promulgando una política muy conservadora basada en la preocupación de que la gente se aproveche del sistema y haga trampas», dijo Pagot. «Ya llevamos dos meses de crisis y no hay un plan ordenado», agregó.

«Podría ser que el ministerio crea que necesita retener los fondos en caso de que haya un segundo brote. Pero el mayor déficit presupuestario no es una excusa para esconderse», manifestó el economista.

Las crisis económicas, en las que todas las partes sienten la urgencia y la responsabilidad de salvar la economía, son un buen punto de partida para llevar a cabo reformas en sectores como los puertos, la electricidad y los impuestos, para beneficiar a la economía una vez que los malos tiempos hayan pasado, dicen los economistas. Sin embargo, sin un liderazgo económico fuerte al timón, Israel podría estar desperdiciando esta oportunidad.

«Este es un momento perfecto para emprender una reforma del sector público y recortar las ineficiencias que hay en él», concluyó Pagot.