Agencia AJN.- El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu arremetió contra los líderes de la oposición el lunes, diciendo que estaban animando a los israelíes a dejar de obedecer las directrices del gobierno destinadas a frenar la propagación del coronavirus. «Desafortunadamente, los representantes de la oposición están explotando la pandemia con fines políticos y pidiendo el incumplimiento de las directrices», dijo el primer ministro durante una conferencia de prensa, mientras recorría una base que se está construyendo para el programa de rastreo de contactos del Comando del Frente Nacional de las FDI. «Esto es anarquía», exclamó.

«Hay que mostrar responsabilidad y detener este inapropiado comportamiento», dijo, en una aparente referencia a las declaraciones del presidente de Yisrael Beytenu, Avigdor Liberman en las que instó a los israelíes a no cumplir con las regulaciones «ilegales» del gobierno, alegando que eran puramente políticas y no para el mejor interés de los ciudadanos.

«La anarquía llevará a muchos más enfermos graves y lamentablemente muchas personas morirán también. Por eso digo [a los legisladores de la oposición]: asuman la responsabilidad. Detengan este comportamiento inapropiado y peligroso», continuó Netanyahu. «Deben escuchar las instrucciones. Ninguna rebelión es una respuesta a lo que está sucediendo en Israel», agregó.

Mientras hablaba, la cuenta de Twitter del primer ministro publicó una carta que envió a cuatro de los cinco presidentes de los partidos de la oposición diciendo que espera que los políticos «aclaren al público que las reglas deben ser seguidas en su totalidad».

La carta estaba dirigida a Liberman, al jefe de Yesh Atid, Yair Lapid, al jefe de Yamina, Naftali Bennet, y al jefe de la Lista Conjunta, Ayman Odeh. Un funcionario del Likud dijo al sitio de noticias Walla que el presidente de Meretz, Nitzan Horowitz, no estaba incluido, ya que no había hecho comentarios instando al público a desobedecer las directrices de salud pública.

Lapid emitió una declaración respondiendo a las acusaciones que se dirigieron directamente a Netanyahu. «Fracasó miserablemente en el manejo de la crisis, tanto en lo que respecta a la salud como a la economía. Sus peligrosas, arrogantes e irresponsables declaraciones, y las de sus asociados cercanos, así como el fracaso en la toma de decisiones, han llevado a más de 1.000 muertes por coronavirus», escribió.

Lapid agregó que espera que Netanyahu «asuma la responsabilidad, admita su fracaso y renuncie».

Liberman tampoco cedió, diciendo al Canal 12 en una entrevista que Netanyahu está «tomando decisiones sobre una base exclusivamente política», después de que los líderes políticos ultraortodoxos Aryeh Deri y Yaakov Litzman «censuren» la información sobre la salud. «El primer ministro está causando anarquía. El gobierno no se reúne, no hay presupuesto», manifestó.

Además, volvió a insistir en que los israelíes deben usar su sentido común, en lugar de hacer caso a las normas sanitarias del gobierno. «Tengo mucha más fe en el sentido común de los ciudadanos israelíes que en los acuerdos políticos entre Bibi [Netanyahu] y los ultraortodoxos», dijo Liberman.

Netanyahu negó categóricamente que haya permitido la presión de los legisladores ultraortodoxos para influir en la política del gobierno sobre el coronavirus, desestimando repetidamente las preguntas de los periodistas que sugerían lo contrario durante la conferencia de prensa del lunes.

El mandatario dijo que estaba «muy impresionado» por la cooperación interministerial y añadió que el programa para cortar las cadenas de infección podría ser «el mejor de su clase en el mundo».

También aludió a los esfuerzos del gobierno para contener el virus y rehabilitar la economía, a pesar de que Israel ha registrado algunas de las peores tasas de infección en todo el mundo. «La economía israelí se ha contraído la mitad de lo que experimentaron las economías europeas», afirmó.

Sin embargo, el primer ministro admitió que las tasas de COVID-19 de Israel son preocupantes. «Estamos experimentando una alta tasa de infección» y puede que se esté acelerando, reconoció.

«Las cifras están creciendo porque la gente no lleva máscaras», aseguró, culpando al público por el continuo aumento. «Los expertos están preocupados por un repunte sorpresivo en los casos graves» y las muertes, sostuvo.

Más tarde, durante la conferencia de prensa, Netanyahu afirmó que los manifestantes fuera de su casa que pedían su destitución han estado apagando sus teléfonos móviles para evitar el seguimiento del Shin Bet que los pondría en aislamiento por la exposición al coronavirus en las reuniones masivas.

Sin embargo, Haaretz informó que apagar el teléfono no permite eludir el seguimiento del Shin Bet.

También se le preguntó a Netanyahu si los israelíes verán un cierre total durante el Año Nuevo judío, Rosh Hashaná. «No lo sé», respondió, añadiendo que el gobierno está haciendo todo lo posible para evitar – o al menos retrasar – tal determinación.

Enfrentando una fuerte segunda ola de infecciones, el número de muertes en Israel superó la marca de los 1.000 durante el fin de semana. Hace poco más de un mes, el 6 de agosto, el número de muertos era de 565.

El gobierno impuso duras medidas de bloqueo durante la oleada inicial del virus, logrando reducir el número de casos diarios a un par de docenas en mayo. El país se reabrió rápidamente y desde entonces ha visto cómo la pandemia se ha extendido a un ritmo sin precedentes, convirtiéndose en la actualidad en uno de los países con mayor número de infecciones diarias per cápita del mundo.

Las autoridades han culpado a la rápida reapertura de las escuelas y otros servicios, a un débil sistema de rastreo de contactos y a la disminución de la voluntad pública de mantener las directrices para el pico en los últimos meses.