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Efemérides I Un día como hoy fallecía Ariel Sharon, ex primer ministro de Israel

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Agencia AJN.- Ariel Sharon, conocido popularmente como “Arik” ha sido una de los más controvertidos líderes políticos israelíes, pues habiendo sido un brillante líder militar y un político calificado de “halcón” por sus posturas contrarias a los palestinos fue el ideólogo y ejecutor de la retirada israelí de la Franja de Gaza y el iniciador de una nueva relación entre el Estado de Israel y la Autoridad Palestina, que comenzó meses antes de que el 4 de enero de 2006 sufriera una grave hemorragia cerebral mientras descansaba en su residencia en el desierto del Neguev, que lo sumió en un coma profundo y en un estado vegetativo, falleciendo el 11 de enero de 2014, a los 85 años de edad, en el hospital de Tel Hashomer de la ciudad de Tel Aviv, siendo enterrado dos días después en su granja en el Negev, junto a la tumba de su segunda esposa Lily.

Nacido, con el nombre de Ariel Scheinerman, el 26 de febrero de 1928 Kfar Malal, un moshav (establecimiento cooperativo agrícola) en la región de Sharon, en el centro de lo que era el Mandato Británico, era hijo de un matrimonio cuyo padre era de ascendencia germano-polaca y su madre rusa

En 1942, cuando apenas tenía 14 años se enroló en la Haganá, la organización paramilitar de autodefensa judía, y al igual que otros miles de jóvenes hebraizó su apellido.

En 1948, no bien se estableció el Estado de Israel, ingresó a las fuerzas armadas israelíes, iniciando una carrera militar que culminó oficialmente al retirarse con el grado de General en 1972, Durante esos 24 años, excepto un corto período entre 1951 y 1953 en que curso estudios superiores de Historia y Cultura de la región, fue comandante de una compañía de infantería en la Brigada Alexandroni durante la Guerra de la Independencia; en 1951 fue nombrado oficial de inteligencia, y en 1953, se reincorporó al servicio activo para estar al frente de la unidad de comando 101 de Tzahal (denominación del ejercito de defensa de Israel, de acuerdo a sus iniciales en hebreo) cuya misión era combatir a los fedayines (terroristas) que se infiltraban en el territorio del estado judío; pasando luego a comandar la Brigada 202 de paracaidistas.

Durante la Campaña del Sinaí, ordenó el ataque al Paso de Milta, en el centro de la península, conquistándolo, sin seguir las indicaciones de la superioridad, lo que redundó en que retrasó sus ascensos hasta que Itzjak Rabín fue nombrado Jefe del Estado Mayor de Tzahal, a mediados de la década del ’60. Durante Sheshet Haiamín (la Guerra de los Seis Días), tuvo una activa participación comandando una de las tres divisiones israelíes que combatieron en el Sinaí, siendo nombrado una vez finalizada la contienda bélica Comandante Militar del Frente Sur o Sinaí.

Debido a que sabía que no sería promovido los máximos grados de conducción de Tzahal por sus posturas contrarias a reconocer a los palestinos y algunas de las acciones militares que había comandado, entre las que se cuentan el aldea palestina de Kibya, que causó la muerte a un número no determinado de civiles palestinos, cuando comandaba la brigada 101; el ataque al paso de Milta en 1956 y como había ordenado reprimir protestas en la Franja de Gaza; Arik Sharón solicitó su pase a retiro, que le fue concedido en 1972.

Al estallar la Guerra de Iom Kipur, a principios de octubre de 1973, fue llamado nuevamente al servicio activo y se lo nombró al frente de un cuerpo de reservistas, cargo en el cual nuevamente desobedeció a sus superiores cuando aprovechando una contingencia favorable cruzó el Canal de Suez, le cortó el abastecimiento al Tercer Ejército egipcio y acantonó a sus tropas a 10 kilómetros de El Cairo.

Debido a esta acción fue acusado en un Consejo de Guerra de desobediencia, pero el tribunal militar no lo castigó pues consideró que su actuación fue decisiva en el desarrollo de la guerra.

Esta circunstancia lo hizo sumamente popular, pues mientras el alto mando intentaba castigarlo la población lo consideraba un héroe.

Retirado definitivamente de Tzahal en 1974, en lugar de dedicarse a la profesión que había estudiado – se había graduado en derecho a mediados de los años ’60 – decidió ingresar, como hicieron gran cantidad de oficiales retirados – a la política activa y fundó su propio partido, Shlomtzión (para para Sióm) a la vez que era asesor del primer ministro Itzjak Rabín.

En 1977, cuando el Likud triunfa en la elección para la Kneset y su líder, Menajem Begin es nombrado primer ministro, Shlomtzión logra dos mandatos en el parlamento israelí y Sharon se une a la coalición gubernamental y es nombrado ministro de Agricultura y presidente de la Comisión que regulaba el asentamiento de las poblaciones judías en Yehuda, Shombron y la Franja de Gaza.

En 1981, Beguin lo designa ministro de Defensa, cargo que desempeña durante la denominada Primera Guerra de El Líbano que obliga a Arafat y a toda la conducción de la OLP a abandonar el país. Durante esta guerra se produce la matanza de los campos de Sabra y Chatila, donde libaneses maromitas atacan y eliminan a cerca de 2.000 palestinos. Debido a que una comisión investigadora nombrada por el gobierno israelí considera que Sharon es indirectamente responsable de lo ocurrido por no haber ordenado a Tzahal evitarlo, renuncia a su cargo, para volver a integrar el gobierno pocos meses después.

Ariel Sharón ocupará en forma ininterrumpida los gabinetes que gobernarán el Estado de Israel desde 1984 hasta 1992: de 1984 a 1990 ministro de Comercio e Industria, y luego, hasta 1992, Ministro de Vivienda.

Cuando Biniamín Netaniahu triunfa en las elecciones de 1996, designa a Sharón ministro de Infraestructura Nacional, para luego nombrarlo en 1998 Ministro de Relaciones Exteriores, hasta el momento en que Ehud Barak se convierte en primer ministro, a principios de julio de 1999.

Durante estos años Sharón tuvo una muy activa participación en diversas medidas que resultaron fundamentales para el Estado de Israel: en 1985 se firmó el tratado de libre comercio con los Estados Unidos; como ministro de Vivienda fue artífice de la absorción de los cientos de miles de inmigrantes judíos rusos que llegaron al país, implementando planes para la construcción de 144.000 viviendas; a partir de 1996 estableció programas conjuntos con empresas jordanas y egipcias para el desarrollo de toda la región; como ministro de Relaciones Exteriores mantuvo reuniones con los principales líderes políticos estadounidenses, europeos, jordanos y egipcios encaminadas a establecer un tratado de paz en la región, también en solucionar los diferendos sobre la distribución del agua, en especial con Jordania.

Luego de la derrota del Likud, en 1999 se convirtió en el líder del Likud y en el opositor a las conversaciones que Barak llevaba a cabo con Arafat; a la vez que habiendo avisado a quien era en el año 2000 ministro de Relaciones Exteriores israelí, Shlomo Ben Amí, visitó por media hora el Monte del Templo en Jerusalem, el 28 de septiembre de 2000. Los palestinos utilizaron esa visita para acusarlo de que profanó sus lugares sagrados e iniciaron lo que se denominó la Segunda Intifada, una rebelión contra el gobierno israelí que en cierta forma indicaba el descontento palestino a las tratativas de paz que estaban entablando Barak y Arafat con la mediación del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton.

Esas negociaciones, que no llegaron a nada, dividieron a la ciudadanía israelí en dos grandes sectores, que si bien en un principio eran similares en número, al no lograr Barak que se concretaran en hechos concretos, lo fueron debilitando y se vio obligado a convocar a una nueva elección, que en cierta forma plebiscitaba sus propuestas. Las mismas se llevaron a cabo en enero de 2001, y quien triunfó en las mismas fue Sharón, quien formó gobierno si bien su margen de acción estaba relativamente acotado debido a que la mayoría con que contaba en la Kneset era bastante acotada.

Por otra parte, si bien Sharón y su gobierno seguían apoyando a los colonos y enfrentándose con Arafat, Sharón ya había comenzado a plantear la necesidad de encontrar una solución permanente para el diferendo con los palestinos, continuando la senda que había iniciado cuando era ministro de Relaciones Exteriores de Netanyahu, por lo que consideraba que tenía que tener un amplio apoyo en la Kneset y no depender de los votos de los partidos minoritarios para llevar a cabo sus proyectos.

Aunque el terrorismo palestino seguía golpeando a los israelíes, Sharon consideraba que la segunda línea dirigencial de la Autoridad Palestina ya no lo consideraban efectivo para enfrentar a los israelíes y que por lo tanto Arafat dejo de ser el interlocutor válido que necesitaban para las futuras conversaciones de paz, pero también que Israel debía tomar decisiones trascendentes, y dolorosas, para poder alcanzar si no la paz, por lo menos un status quo que favoreciera el desarrollo económico de la región, y por lo tanto de los palestinos.

A fin de poder llevar a cabo sus proyectos, Sharon disolvió la Kneset a fines del 2002 y en las elecciones que se llevaron a cabo a fines de enero del 2003 triunfó ampliamente. Pero allí no terminaron sus problemas, pues dentro de su propio partido, el Likud, le surgieron problemas, pues un sector de sus dirigentes no estaba de acuerdo a con sus ideas, en especial las concesiones que debían efectuarse a los palestinos.

Sharon consideraba que Israel debía actuar unilateralmente, mientras que sus opositores en el Likud afirmaban que para tomar una decisión trascendental debía existir un acuerdo previo con los palestinos. Sharon sostenía que Israel debía desconectarse de la Franja de Gaza unilateralmente, lo que significaba trasladar a los colonos israelíes y retirar las fuerzas militares.

Su propuesta sorprendió a propios y extraños, pues el “halcón” para muchos se había convertido en paloma, mientras que otros consideraban que el estratega militar pragmáticamente intentaba evitar que su país, Israel, se viera obligado a realizar concesiones todavía mucho más dolorosas.

La mayoría de la población israelí estuvo de acuerdo con el plan de Desconexión, que se ejecutó entre el 16 de agosto y el 11 de septiembre del 2005, pero generó la ruptura del Likud. Sharón al ver que la dirigencia no lo acompañaba renunció al partido, y fue seguido por una importante cantidad de parlamentarios, entre los que se contaban Ehud Olmert y Zipi Livnik, junto a quienes fundo un nuevo partido político, Kadima (Adelante) a fines de noviembre de 2005; mientras de Biniamin Netanyahu y otros dirigentes históricos que formaron parte de los gobiernos de Begin y Shamir permanecieron en el Likud.

Tres semanas después, Ariel Sharón sufrió un accidente cerebro vascular que los médicos consideraron menor, por el cual estuvo dos días hospitalizado, y de inmediato volvió a ocuparse de la tarea de conducir el país.

El 4 de enero de 2006, Ariel Sharon volvió a sufrir un problema cerebral, una fuerte hemorragia lo afectó, entrando en estado de coma del que no pudo recuperarse más.

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El Levantamiento del Gueto de Varsovia: «La primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada»

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Agencia AJN.- Estas líneas están motivadas en el recuerdo y homenaje a los héroes del Levantamiento Del Gueto De Varsovia del 19 de abril de 1943.

Aquel día del comienzo de «la primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada» fue en la víspera de Pesaj, la misma festividad de la libertad que hoy estamos transitando quienes pertenecemos al pueblo judío, celebración que en aquel infierno inimaginable de privaciones, pena y dolor no fue dejada de lado.

Por el contrario, son muchos los testimonios que dan cuenta que la tradición fue sostenida frente a toda adversidad y que como a lo largo de la milenaria y riquísima historia del pueblo judío fueron la profunda creencia en los valores de su identidad, la convicción en defensa de la dignidad, la firmeza en la consagración de la vida por sobre todo y la esperanza en el futuro los pilares inspiradores de aquel acto de resistencia que se considera heroico por la decisión y audacia con que se llevó a cabo a sabiendas de la desventaja en la que se hallaban.

Aquella valiente respuesta que se sumó a las infinitos actos de rebeldía pasivas ejercidas por miles desde la llegada del nazismo la encarnaron y ejecutaron los jóvenes que presentaron resistencia armada al opresor nazi que desplegaba su «aktion» de aniquilamiento del Gueto de Varsovia en cumplimiento de la Solución Final diseñado para terminar con la vida judía en Europa.

Los datos dicen que fueron solo un total de setecientos cincuenta jóvenes combatientes los liderados por Mordechai Anielewicz que se enfrentaron a los nazis, causando daños impensados y retrasando casi en un mes sus planes de muerte. A ellos se les unió el resto de los judíos que quedaban en el Gueto. Para el 16 de mayo 55.065 judíos fueron aniquilados y ese fue el final del Gueto de Varsovia.

El día de hoy tiene un nombre, fue consagrado por el Parlamento de Israel en 1951, seis años después de finalizada la guerra. Se llama en hebreo Iom Lashoa Velagvurá, Día de la Memoria del Holocausto y el Heroísmo.

El Holocausto ha asumido el rol de símbolo universal de todo mal porque representa la forma más extrema de genocidio, porque contiene elementos sin precedente.

La invasión rusa a Ucrania con el manto de muerte y destrucción que se despliega ante nuestros ojos nos trae al presente lo peor de aquellos tiempos que hoy recordamos. Se trata como con crudeza lo explica el ACNUR de la peor crisis humanitaria después de la segunda guerra mundial.

Somos testigos de una guerra que sin disimulo busca la destrucción de una nación. Hay un país agresor que comete crímenes de guerra atentando contra la población civil, que provoca masacres y violaciones de derechos humanos en forma cotidiana donde niños, mujeres y personas mayores son víctimas solo por su identidad. Un estado brutal que tiene como objetivo claro el aniquilamiento de un pueblo, dominando su tierra, acabar con su acervo cultural y su historia ancestral.

Nos interpela porque vemos espantados la acción insuficiente de muchos en detener la barbarie. También el silencio y las contradicciones de muchos otros, como la de nuestro país, frente al desesperado pedido de auxilio de la víctima que al final del día queda en soledad absoluta.

Nos interpela porque observamos también que el antisemitismo no ha desaparecido y lejos está de hacerlo. Las denuncias de hechos violentos se suceden en todo el universo sin solución de continuidad.

Nos Interpela y nos debe ocupar la aparición de líderes autoritarios y xenófobos que jaquean a las democracias. Y vemos también que países que violan los derechos humanos en forma descarada y sistemática son tratados en igualdad y sin reparos. Defendidos e incluso tomados como modelos y ejemplos.

Tras la hecatombe que representó la segunda guerra mundial y la Shoá perpetrada por el nazismo nació la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un paso enorme de la humanidad para su desarrollo. La obligación de todos es fortalecerla y profundizar ante los embates de quienes la ignoran y la violan sistemáticamente.

Recordar este día nos conmina a pensar que significó el nazismo como negación máxima de la democracia, de adoración y sumisión al dictador, de destierro de la libertad y desprecio por la vida. Demonización, prohibición y persecución de la actividad política, silenciamiento de la prensa y la libertad de expresión, sustitución de la educación y el pensamiento crítico por adoctrinamiento y el fanatismo irracional. Aplicación de la coerción, extorsión y el miedo como conducta permanente para dominación de la sociedad. La anulación de la cultura, el pensamiento, la discusión y el disenso. La admiración por el discurso hegemónico con la mentira y manipulación como herramientas fundamentales y necesarias. Degradación de la diversidad y aceptación de la exclusión y discriminación.

Y finalmente la búsqueda permanente del enemigo para justificarse. Eso fue el nazismo que no podemos ni debemos olvidar cuando recordamos el pasado que nos duele.

Enseña el historiador francés Jaque Le Goff que la memoria intenta preservar el pasado solo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.

En definitiva, caeremos en el error de convertir los actos de recuerdo en meros rituales de repetición si no somos capaces de capitalizar para el bien las enseñanzas del pasado.

Se trata sobre todo de educar en valores humanos, en derechos humanos y por el desarrollo humano. Los tres van de la mano indefectiblemente.

Fuente: Perfil.
Autor: Claudio Avruj.

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Efemérides. Un día como hoy: Se conmemora el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia

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Agencia AJN.- Hoy, 19 de abril, se cumple un nuevo aniversario del inicio de una de las gestas más heroicas del pueblo judío: el Levantamiento del Gueto de Varsovia (foto del monumento que recuerda la epopeya, en el memorial Yad Vashem de Jerusalem), en el cual una cantidad menor al millar de personas enfrentó durante casi un mes y en medio de la Shoá al poderoso ejército nazi, sin contar con grandes pertrechos bélicos y en abierto desafío a toda lógica y probabilidades de éxito.

Luego que los nazis se apoderaron de Polonia, a partir de fines de 1939, la población judía comenzó a ser confinada en zonas cercadas, denominadas “guetos”, territorialmente pequeños para la cantidad de personas que allí eran concentradas.

El mayor de los establecidos por los nazis fue el de Varsovia, al cual fueron enviados casi 400.000 judíos en 1940.

Entre fines de julio y principios de septiembre de 1942 los nazis trasladaron a 265.000 de ellos al campo de exterminio de Treblinka y a algo más de 11.000 a campos de trabajo; en cambio, autorizaron a 35.000 personas a permanecer en el gueto, a quienes deben sumarse entre 20.000 y 25.000 que estaban escondidas.

Durante el traslado fueron asesinados unos 10.000 judíos por los nazis y sus tropas auxiliares.

Los 60.000 que quedaron sabían que su deportación era inevitable y los jóvenes integrantes de los movimientos sionistas comenzaron a organizarse con la finalidad de resistir el traslado y establecieron dos agrupaciones clandestinas de autodefensa armada: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa, ZOB), integrada por socialistas, y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy, ZZW), conformada por revisionistas integrantes del movimiento juvenil Betar.

Si bien en un principio hubo diferencias entre sus miembros, las mismas fueron dejadas de lado ante el inminente traslado del resto de los habitantes del gueto.

En octubre de 1942, el comandante en jefe de las Schutzstaffel (SS), Heinrich Himmler, ordenó “liquidar el gueto de Varsovia” y sus tropas decidieron iniciar la última deportación el 18 de enero de 1943.

Ese día, mientras unos 6.000 judíos eran llevados al lugar de concentración para subirlos a los trenes que los llevarían a Treblinka, un grupo de activistas del ZOB y el ZZW se infiltraron entre ellos y atacaron a los guardias; si bien la mayoría murió en el ataque, los nazis se desorientaron y los judíos pudieron escapar y esconderse en el gueto.

Las autoridades ocupantes decidieron suspender momentáneamente la deportación, período que el ZOB y el ZZW utilizaron para construir búnkeres y conseguir armas del movimiento clandestino militar polaco (Armia Krajowa, Ejército Nacional), que luego de varios meses les proveyó una pequeña cantidad; en su mayoría, pistolas y explosivos.

Los nazis decidieron reiniciar la deportación el segundo día de Pesaj, coincidente ese año con el 19 de abril, y cuando intentaron ingresar al gueto fueron repelidos por las fuerzas de autodefensa judías, que se estima que sumaban unos 750 miembros (500 del ZOB y 250 del ZZW), lideradas por Mordejai Anilevich, dando inicio a lo que se denominaría como “el Levantamiento del Gueto de Varsovia”.

Armados con pistolas, granadas -muchas de ellas de fabricación casera- y unas pocas armas automáticas y rifles, los combatientes sorprendieron a los alemanes y sus tropas auxiliares el primer día de lucha: forzaron su retirada del gueto y les propinaron 12 muertes y una importante cantidad de heridos.

Ese hecho obligó a los nazis a enviar a su ejército para vencer a quienes los enfrentaban: dos días después iniciaron el contraataque, edificio por edificio, mientras las fuerzas de autodefensa judías efectuaban ataques esporádicos desde sus búnkeres y les provocaban bajas.

El 8 de mayo, los nazis atacaron el comando del ZBO, en la calle Mila 18, en cuya defensa murió Anilevich, y lograron su objetivo de vencer a la resistencia judía ocho días después.

El general de las SS Jürgen Stroop, que estaba al frente de la represión, les informó a sus superiores que habían capturado a 56.065 judíos y destruido 631 búnkeres y que había ordenado la destrucción de la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki para simbolizar su victoria.

Se calcula que unos 7.000 judíos fueron asesinados por los nazis durante el alzamiento, otros tantos fueron deportados a Treblinka, donde casi de inmediato fueron ejecutados en las cámaras de gas, y que a los 42.000 restantes los enviaron al campo de concentración de Majdanek, en Lublin, y a los de trabajos forzados de Poniatowa, Trawniki, Budzyn y Krasnik, donde en su gran mayoría también fueron eliminados con el paso de los meses.

El Levantamiento del Gueto de Varsovia fue el inicio de rebeliones en otros guetos -por ejemplo, los de Bialystok y Minsk- y también en campos de exterminio como Treblinka y Sobibor.

Tras la creación del Estado de Israel, su Parlamento, la Knesset, estableció el 12 de abril de 1951 que el 27 de nisán de cada año sería Iom HaShoá Vehagvurá, un día especial dedicado a recordar a las víctimas del genocidio y los actos de heroísmo durante esa terrible época.

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