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Efemérides. Video I Un día como hoy: Nace Sara Rus, sobreviviente de la Shoá y madre de Plaza de Mayo

obreviviente de la Shoá y madre de Plaza de Mayo, Schejne – Sara – Miriam Laskier de Rus nació en Lodz, Polonia el 25 de enero de 1927, siendo hija única de Carola y Jacobo Laskier, donde vivían una vida tranquila hasta que llegaron las tropas nazis alemanas luego del inicio de la Segunda Guerra Mundial, septiembre de 1939.

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Agencia AJN.- Sobreviviente de la Shoá y madre de Plaza de Mayo, Schejne – Sara – Miriam Laskier de Rus nació en Lodz, Polonia el 25 de enero de 1927, siendo hija única de Carola y Jacobo Laskier, donde vivían una vida tranquila hasta que llegaron las tropas nazis alemanas luego del inicio de la Segunda Guerra Mundial, septiembre de 1939. Al igual que en el resto de los territorios dominados por los nazis los judíos tuvieron que usar el Maguen David amarillo que los identificaba y poco después tuvieron que dejar su vivienda para mudarse a una habitación en un edificio del gueto judío en Lods. En 1942 comenzaron las “selecciones” y en una de ellas, cuando tenía 14 años fueron enviadas, ella y sus padres a Auschwitz-Birkenau, y luego de dos meses junto a su madre fue enviada a trabajar en una fábrica en fábrica de aviones, donde sufrió un grave accidente y permaneció hasta abril de 1945, cuando ante la inminencia de la derrota los nazis las trasladaron a campo de concentración de Mauthausen, donde fueron liberadas el 5 de mayo de 1945.

Mientras estaba en el gueto de Lods había conocido a un hombre, bastante mayor que ella, Bernardo Rus, quien mediante contactos logró ubicarla al finalizar la guerra, y luego de varias peripecias lograron encontrarse y un rabino los casó. Residieron junto a la madre de Sara en un campo de refugiados estadounidenses hasta 1948, año en que reciberon una invitación de un tío que vivía en Argentina estaba decidido a recibirlos. Si bien no consiguieron los visados, pues todavía en Argentina no se permitía el ingreso de judíos, por intermedio del Joint consiguieron visas para Paraguay, a donde llegaron en un vuelo de KKL, y desde allí en forma ilegal ingresaron a territorio Argentino, donde fueron detenidos y les decían que los iban a enviar de regreso a Paraguay. El marido le envió una carta, en polaco, a Eva Perón, y recibieron como respuesta la autorización para viajar a Buenos Aires.

Ya radicados en Buenos Aires, quedó embarazada, y su hijo Daniel nació el 24 de julio de 1950, y 5 años después nació su hija Natalia. Bernardo había logrado instalar una fábrica textil y vivían como una clásica familia de clase media.

Daniel Rus, que egresó de la UBA como físico nuclear e ingresó becado a la Comisión Nacional de Energía Atómica), también daba clases de física en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el 15 de julio de 1977 fue secuestrado junto a dos compañeros en la puerta de su trabajo, convirtiéndose en un desaparecido.

Sara desde 1978 concurrió todos los jueves a la Plaza de Mayo ―frente a la Casa Rosada ― para marchar en la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, convirtiéndose en una de las figuras del movimiento que reclamaba por la aparición con vida de los secuestrados desaparecidos.

Su esposo Bernardo falleció el 2 de mayo de 1984, y ella continuó activando y en el 2007, la escritora Eva Eisenstaedt publicó la biografía de Sara Rus: Sobrevivir dos veces, de Auschwitz a Madre de Plaza de Mayo”.

Por su actividad, que incluye el brindar su testimonio a jóvenes y niños hasta el presente, recibió en diciembre del 2008 el Premio Azucena Villaflor por su trayectoria en defensa de los derechos humanos; en julio de 2010 la Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina le entregó una placa de reconocimiento a su trayectoria y su lucha por los derechos humanos; y el El 4 de agosto de 2010 la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires la declaró Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (Ley 3237/09)

A continuación transcribimos una nota que hemos publicado el 23 de marzo de 2010 “

SARA RUS NO QUIERE QUE SE DEJE DE HABLAR DEL HOLOCAUSTO NI DE LA DICTADURA

Pese a haber sobrevivido al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y haber sufrido la desaparición de su hijo durante la dictadura militar, Sara Rus advirtió que no se deja vencer por el dolor e instó a mantener viva la memoria porque no quiere que estos hechos “desaparezcan” de la historia.

En declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN), Rus no solo se refirió a la dictadura sufrida por los argentinos sino que también lo comparó con lo ocurrido durante el Holocausto judío.

Sara apuntó que “temas como la dictadura y el Holocausto son tratados continuamente”, pero remarcó que “lo que es importante es que hoy muchos de los responsables están siendo juzgados”.

“Los negadores del Holocausto existen, sabemos que están en nuestra contra y del lado de los asesinos. Tengo, lamentablemente, la historia de Auschwitz-Birkenau como parte de mi vida”, expresó.

Casi al borde de la indignación, Sara se preguntó: “¿Cómo puede ser que se niegue todo lo que pasó, todo lo que me pasó, viví y sufrí? ¿Qué se puede contestar? Nosotros sabemos quienes niegan”.

La mujer destacó la necesidad de rebatir a los negadores mediante charlas en colegios y universidades porque “hay muchos jóvenes que no tienen mucho conocimiento del tema” aunque reconoció que “ahora las escuelas dan más información” sobre la Shoá (Holocausto) y lo ocurrido durante la dictadura.

“Lo que más me importa es que se conozca lo que todos sufrimos y lo que pasamos para que esos hechos no se repitan, ese es mi objetivo”, enfatizó Sara.

En verdad, Sara Rus tiene mucho que contar sobre lo que es el sufrimiento porque primero sobrevivió al intento de exterminio del pueblo judío, al estar en Auschwitz, donde vio morir a millones de hermanos de Lodz, su ciudad natal, en la Segunda Guerra Mundial.

Tras sobrevivir con su madre al infierno nazi, se reencontró con su amor, Bernardo, luego de buscarlo por distintos lugares. Pero más tarde le diagnosticaron que por el hambre y mal pasado en los campos de concentración no podría tener hijos.

También pudo revertir ese dictamen de la medicina y en 1950 tuvo a Daniel y 5 años después a Natalia.

Sin embargo, la vida le volvería a dar otro cachetazo cuando el 15 de julio de 1977 es secuestrado su hijo Daniel, quien trabajaba en la sede de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y pasó a formar parte de la lista de los 30.000 desaparecidos que dejó el terrorismo de Estado de 1976 a 1983.

“Pasar por la Segunda Guerra y perder a mi hijo en la dictadura fueron dos instancias sumamente dolorosas. Pero no debo quedarme en el dolor. Si dejamos pasar los hechos y no hablamos de ellos, desaparecen. Y yo no quiero que desaparezcan”, advirtió, por último, Sara.

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El Levantamiento del Gueto de Varsovia: «La primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada»

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Agencia AJN.- Estas líneas están motivadas en el recuerdo y homenaje a los héroes del Levantamiento Del Gueto De Varsovia del 19 de abril de 1943.

Aquel día del comienzo de «la primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada» fue en la víspera de Pesaj, la misma festividad de la libertad que hoy estamos transitando quienes pertenecemos al pueblo judío, celebración que en aquel infierno inimaginable de privaciones, pena y dolor no fue dejada de lado.

Por el contrario, son muchos los testimonios que dan cuenta que la tradición fue sostenida frente a toda adversidad y que como a lo largo de la milenaria y riquísima historia del pueblo judío fueron la profunda creencia en los valores de su identidad, la convicción en defensa de la dignidad, la firmeza en la consagración de la vida por sobre todo y la esperanza en el futuro los pilares inspiradores de aquel acto de resistencia que se considera heroico por la decisión y audacia con que se llevó a cabo a sabiendas de la desventaja en la que se hallaban.

Aquella valiente respuesta que se sumó a las infinitos actos de rebeldía pasivas ejercidas por miles desde la llegada del nazismo la encarnaron y ejecutaron los jóvenes que presentaron resistencia armada al opresor nazi que desplegaba su «aktion» de aniquilamiento del Gueto de Varsovia en cumplimiento de la Solución Final diseñado para terminar con la vida judía en Europa.

Los datos dicen que fueron solo un total de setecientos cincuenta jóvenes combatientes los liderados por Mordechai Anielewicz que se enfrentaron a los nazis, causando daños impensados y retrasando casi en un mes sus planes de muerte. A ellos se les unió el resto de los judíos que quedaban en el Gueto. Para el 16 de mayo 55.065 judíos fueron aniquilados y ese fue el final del Gueto de Varsovia.

El día de hoy tiene un nombre, fue consagrado por el Parlamento de Israel en 1951, seis años después de finalizada la guerra. Se llama en hebreo Iom Lashoa Velagvurá, Día de la Memoria del Holocausto y el Heroísmo.

El Holocausto ha asumido el rol de símbolo universal de todo mal porque representa la forma más extrema de genocidio, porque contiene elementos sin precedente.

La invasión rusa a Ucrania con el manto de muerte y destrucción que se despliega ante nuestros ojos nos trae al presente lo peor de aquellos tiempos que hoy recordamos. Se trata como con crudeza lo explica el ACNUR de la peor crisis humanitaria después de la segunda guerra mundial.

Somos testigos de una guerra que sin disimulo busca la destrucción de una nación. Hay un país agresor que comete crímenes de guerra atentando contra la población civil, que provoca masacres y violaciones de derechos humanos en forma cotidiana donde niños, mujeres y personas mayores son víctimas solo por su identidad. Un estado brutal que tiene como objetivo claro el aniquilamiento de un pueblo, dominando su tierra, acabar con su acervo cultural y su historia ancestral.

Nos interpela porque vemos espantados la acción insuficiente de muchos en detener la barbarie. También el silencio y las contradicciones de muchos otros, como la de nuestro país, frente al desesperado pedido de auxilio de la víctima que al final del día queda en soledad absoluta.

Nos interpela porque observamos también que el antisemitismo no ha desaparecido y lejos está de hacerlo. Las denuncias de hechos violentos se suceden en todo el universo sin solución de continuidad.

Nos Interpela y nos debe ocupar la aparición de líderes autoritarios y xenófobos que jaquean a las democracias. Y vemos también que países que violan los derechos humanos en forma descarada y sistemática son tratados en igualdad y sin reparos. Defendidos e incluso tomados como modelos y ejemplos.

Tras la hecatombe que representó la segunda guerra mundial y la Shoá perpetrada por el nazismo nació la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un paso enorme de la humanidad para su desarrollo. La obligación de todos es fortalecerla y profundizar ante los embates de quienes la ignoran y la violan sistemáticamente.

Recordar este día nos conmina a pensar que significó el nazismo como negación máxima de la democracia, de adoración y sumisión al dictador, de destierro de la libertad y desprecio por la vida. Demonización, prohibición y persecución de la actividad política, silenciamiento de la prensa y la libertad de expresión, sustitución de la educación y el pensamiento crítico por adoctrinamiento y el fanatismo irracional. Aplicación de la coerción, extorsión y el miedo como conducta permanente para dominación de la sociedad. La anulación de la cultura, el pensamiento, la discusión y el disenso. La admiración por el discurso hegemónico con la mentira y manipulación como herramientas fundamentales y necesarias. Degradación de la diversidad y aceptación de la exclusión y discriminación.

Y finalmente la búsqueda permanente del enemigo para justificarse. Eso fue el nazismo que no podemos ni debemos olvidar cuando recordamos el pasado que nos duele.

Enseña el historiador francés Jaque Le Goff que la memoria intenta preservar el pasado solo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.

En definitiva, caeremos en el error de convertir los actos de recuerdo en meros rituales de repetición si no somos capaces de capitalizar para el bien las enseñanzas del pasado.

Se trata sobre todo de educar en valores humanos, en derechos humanos y por el desarrollo humano. Los tres van de la mano indefectiblemente.

Fuente: Perfil.
Autor: Claudio Avruj.

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Efemérides. Un día como hoy: Se conmemora el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia

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Agencia AJN.- Hoy, 19 de abril, se cumple un nuevo aniversario del inicio de una de las gestas más heroicas del pueblo judío: el Levantamiento del Gueto de Varsovia (foto del monumento que recuerda la epopeya, en el memorial Yad Vashem de Jerusalem), en el cual una cantidad menor al millar de personas enfrentó durante casi un mes y en medio de la Shoá al poderoso ejército nazi, sin contar con grandes pertrechos bélicos y en abierto desafío a toda lógica y probabilidades de éxito.

Luego que los nazis se apoderaron de Polonia, a partir de fines de 1939, la población judía comenzó a ser confinada en zonas cercadas, denominadas “guetos”, territorialmente pequeños para la cantidad de personas que allí eran concentradas.

El mayor de los establecidos por los nazis fue el de Varsovia, al cual fueron enviados casi 400.000 judíos en 1940.

Entre fines de julio y principios de septiembre de 1942 los nazis trasladaron a 265.000 de ellos al campo de exterminio de Treblinka y a algo más de 11.000 a campos de trabajo; en cambio, autorizaron a 35.000 personas a permanecer en el gueto, a quienes deben sumarse entre 20.000 y 25.000 que estaban escondidas.

Durante el traslado fueron asesinados unos 10.000 judíos por los nazis y sus tropas auxiliares.

Los 60.000 que quedaron sabían que su deportación era inevitable y los jóvenes integrantes de los movimientos sionistas comenzaron a organizarse con la finalidad de resistir el traslado y establecieron dos agrupaciones clandestinas de autodefensa armada: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa, ZOB), integrada por socialistas, y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy, ZZW), conformada por revisionistas integrantes del movimiento juvenil Betar.

Si bien en un principio hubo diferencias entre sus miembros, las mismas fueron dejadas de lado ante el inminente traslado del resto de los habitantes del gueto.

En octubre de 1942, el comandante en jefe de las Schutzstaffel (SS), Heinrich Himmler, ordenó “liquidar el gueto de Varsovia” y sus tropas decidieron iniciar la última deportación el 18 de enero de 1943.

Ese día, mientras unos 6.000 judíos eran llevados al lugar de concentración para subirlos a los trenes que los llevarían a Treblinka, un grupo de activistas del ZOB y el ZZW se infiltraron entre ellos y atacaron a los guardias; si bien la mayoría murió en el ataque, los nazis se desorientaron y los judíos pudieron escapar y esconderse en el gueto.

Las autoridades ocupantes decidieron suspender momentáneamente la deportación, período que el ZOB y el ZZW utilizaron para construir búnkeres y conseguir armas del movimiento clandestino militar polaco (Armia Krajowa, Ejército Nacional), que luego de varios meses les proveyó una pequeña cantidad; en su mayoría, pistolas y explosivos.

Los nazis decidieron reiniciar la deportación el segundo día de Pesaj, coincidente ese año con el 19 de abril, y cuando intentaron ingresar al gueto fueron repelidos por las fuerzas de autodefensa judías, que se estima que sumaban unos 750 miembros (500 del ZOB y 250 del ZZW), lideradas por Mordejai Anilevich, dando inicio a lo que se denominaría como “el Levantamiento del Gueto de Varsovia”.

Armados con pistolas, granadas -muchas de ellas de fabricación casera- y unas pocas armas automáticas y rifles, los combatientes sorprendieron a los alemanes y sus tropas auxiliares el primer día de lucha: forzaron su retirada del gueto y les propinaron 12 muertes y una importante cantidad de heridos.

Ese hecho obligó a los nazis a enviar a su ejército para vencer a quienes los enfrentaban: dos días después iniciaron el contraataque, edificio por edificio, mientras las fuerzas de autodefensa judías efectuaban ataques esporádicos desde sus búnkeres y les provocaban bajas.

El 8 de mayo, los nazis atacaron el comando del ZBO, en la calle Mila 18, en cuya defensa murió Anilevich, y lograron su objetivo de vencer a la resistencia judía ocho días después.

El general de las SS Jürgen Stroop, que estaba al frente de la represión, les informó a sus superiores que habían capturado a 56.065 judíos y destruido 631 búnkeres y que había ordenado la destrucción de la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki para simbolizar su victoria.

Se calcula que unos 7.000 judíos fueron asesinados por los nazis durante el alzamiento, otros tantos fueron deportados a Treblinka, donde casi de inmediato fueron ejecutados en las cámaras de gas, y que a los 42.000 restantes los enviaron al campo de concentración de Majdanek, en Lublin, y a los de trabajos forzados de Poniatowa, Trawniki, Budzyn y Krasnik, donde en su gran mayoría también fueron eliminados con el paso de los meses.

El Levantamiento del Gueto de Varsovia fue el inicio de rebeliones en otros guetos -por ejemplo, los de Bialystok y Minsk- y también en campos de exterminio como Treblinka y Sobibor.

Tras la creación del Estado de Israel, su Parlamento, la Knesset, estableció el 12 de abril de 1951 que el 27 de nisán de cada año sería Iom HaShoá Vehagvurá, un día especial dedicado a recordar a las víctimas del genocidio y los actos de heroísmo durante esa terrible época.

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