Los hechos de antisemitismo en Argentina se redujeron de 586 en 2006 a 348 en 2007 (una baja del 40 por ciento), pero aumentaron en violencia, y fueron particularmente frecuentes a través de Internet, según reveló el estudio de DAIA basado en las denuncias que se hacen al INADI.
En la presentación del informe anual que el Estudio de Centros Sociales (CES) de la DAIA viene elaborando desde hace 10 años, el presidente de la organización, Aldo Donzis, vinculó el tema con el Holocausto -"en la década del 30 las sociedades consumían una suerte de discriminación que terminó en el peor error que vivió la humanidad"-, y con los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel perpetrados en Argentina, -"el peor tipo de antisemitismo, que hemos vivido en Buenos Aires en dos oportunidades, es el fundamentalismo"-.
"Hoy vivimos un antisemitismo que no es oficial, como decimos siempre, este no es un país antisemita. Vivimos actos antisemitas y de discriminación fuertes, hasta insólitos. Hay una gran propagación en la web de mensajes de intolerancia y antisemitismo, cuando la era de las comunicaciones nos tendría que permitir aprender de aquel horror que vivió la humanidad", manifestó Donzis.
Por su parte, la titular del INADI, María José Lubertino, señaló que "es un aliciente ver que disminuyó la cantidad de denuncias registradas del año 2006 al 2007", pero expresó su preocupación por los 348 casos: "Esto es una batalla cultural y mientas hay un caso puede haber varios", afirmó.
Donzis resaltó el carácter violento de los actos antisemitas: "Vivimos un antisemitismo que es violento, que ya no se basa en ver grafitis pintados en las universidades o cruces svásticas pintadas en cementerios o en los templos, que ya es un error, sino que vemos atentar contra algún alumno de un colegio, o alguien en un transporte público o en la calle".
Asimismo, mencionó diferentes formas: "Tenemos un antisemitismo visceral, aquel que no pasa de un nivel racional, donde es el odio por el odio; tenemos el ideológico, que sólo es, quizás, ideas pero a través de la violencia; tenemos el de aquellos que intentan poner un enemigo delante y buscan encontrar enemigos en común como es el anti israelismo, el anti sionismo, el anti todo; y tenemos, por último, el peor de todos, el fundamentalismo, que solo pretende imponer el terror", enumeró.
Por último, Marisa Braylan, compiladora y coordinadora de los trabajos de investigación, explicó que la décima versión del informe aspira a "tener una presencia sistemática y permanente en la percepción del fenómeno del antisemitismo, pero desde la mirada de la diversidad".
En el estudio, realizado por 35 investigadores, en el que se incluye un capítulo referido a otras minorías discriminadas, se agregó este año la dimensión cualitativa, "porque en lo cualitativo nos centramos especialmente en el tema del lenguaje".
"Nos puede denotar y mostrar de donde viene eso que se dice, que se expresa verbalmente, físicamente, en la inferencia, en no tomar a alguien en un trabajo, en hacer un comentario despectivo, en suponerlo peligroso, en suponerlo extranjero y por eso fuera del ámbito del derecho en el país", indicó.
Donzis expresó su reconocimiento y el de todo el Consejo Directivo de la DAIA a Lubertino y Braylan, como también a Mario Feferbaum, por haber colaborado durante diez años con el CES.
Estuvieron presentes, además de los directivos de la DAIA; el Embajador de Rumania Ion Vílcu; la Consejera, Encargada de Negocios de la Embajada de la República de Lituania, Lina Skerstonaité; el Ministro de la Embajada de República Federal de Alemania, Roland Schäfer; la Consejera de la Embajada del Reino de los Países Bajos y el Agregado Cultural de la Embajada de Israel, Iftaj Curiel; el Director de Relaciones Internacionales del Centro Simón Wiesenthal, Samuel Samuels; el Director para América Latina, Sergio Widder; la presidente de la Federación de Organizaciones Afrodescendientes y miembro del Consejo Asesor del INADI, Élida J. Obella.
EACh-ND