Agencia AJN.- Se acercan las elecciones – las segundas del año – y “el” tema prioritario en el orden del día son las alianzas. Las nuevas, las potenciales, las frustradas y las que todos parecen buscar, tanto en la derecha como en la izquierda.

Los dos bloques buscan superar la mayoría de 61 escaños, que necesita quien resulte electo próximo primer ministro para formar gobierno. Esa mayoría que Binyamin Netanyahu no logró después de los primeros comicios de 2019 y que llevó al país a estas nuevas elecciones en septiembre.

Entre las sociedades políticas que se tejen en estos días, la más sorprendente ha sido sin duda la del líder del partido de centro-izquierda Avodá, Amir Peretz, con Orly Levy Abecasis, una política de derecha que en los últimos comicios creó su propio partido, pero no logró superar el umbral electoral.

Peretz confía en que podrá atraer a votantes de la “derecha moderada”, que no están satisfechos con las medidas sociales de Netanyahu o con su situación procesal, pero las encuestas por el momento muestran que no tiene casi ninguna posibilidad. Más bien todo lo contrario, va en caída libre y podría incluso poner al histórico Partido Laborista en riesgo de quedar afuera de la próxima Knesset.

La alianza más reciente es la formación del nuevo Frente Democrático Israelí, encabezado por Nitzan Horovitz, del partido de izquierda Meretz, junto al ex primer ministro Ehud Barak – que recientemente regresó de su exilio político y creó su propio partido – y la parlamentaria Stav Shafir, que abandonó el Laborismo para liderar esta nueva propuesta.

Tanto Meretz como el partido de Barak, Israel Democrático, estaban en serio peligro de no pasar el umbral electoral, y esta alianza les da ahora 8 escaños en las encuestas. Para Shafir, una política joven y muy carismática surgida de las protestas sociales de 2011, éste parece ser un paso arriesgado pero beneficioso: número dos en una lista con mejores perspectivas.

Shafir deja el partido Avodá después de verse sorprendida (e indignada) por la repentina decisión de Amir Peretz de unirse a Orly Levy Abecasis y sobre todo por la frase que siguió a ese anuncio: “Después de ésta, no hay más alianzas”. Shafir asumió que no habría manera de convencer a Amir Peretz de lo que ella considera un gran error, y se fue dando un portazo.

Stav Shafir no es la única integrante del Laborismo que está molesta con Peretz y a nadie escapa que ni él ni su nueva socia, Levy Abecasis, no hacen oír últimamente críticas a Binyamin Netanyahu. Entre los analistas israelíes hay consenso en que esto se debe a que ambos estarían más que dispuestos a entrar en un próximo gobierno del Likud y, más aún, que lo que Amir Peretz en realidad está buscando es ser el próximo presidente de Israel.

Las (no) alianzas en la derecha

En el bloque de los partidos de derecha la situación no es mucho más sencilla. La resurrección de La Nueva Derecha de Ayelet Shaked y Naftali Bennet no ha sido una buena noticia para Binyamin Netanyahu. Menos aún el hecho de que ahora la única jefa y primera en la lista es Shaked y que su liderazgo le ha dado en muy poco tiempo 9 mandatos en las encuestas, tras haber quedado fuera de la Knesset en las elecciones anteriores por no superar el umbral electoral.

Entre Shaked y Netanyahu hay una antigua enemistad, inquina y hasta odio, y para el primer ministro sería una verdadera pesadilla tenerla nuevamente en la coalición, y más aún en una posición de fuerza. Para colmo, las encuestas indican que, si todos los partidos no ultraortodoxos ubicados a la derecha del Likud se unen bajo el mando de Shaked, la situación mejoraría en forma notable, y la cantidad de votos aumentaría de modo significativo.

Binyamin Netanyahu está presionando con todas sus energías a los líderes del Sionismo religioso, Betzalel Smotrich y el rabino Rafi Peretz, para que no se dejen llevar por la tentación que supone unirse a Ayelet Shaked y sí por los cargos y presupuestos que él generosamente les ofrece.

Algunos analistas dicen que les ha entregado “un cheque en blanco” para que ellos llenen como deseen. Todo ello a cambio de que formen una alianza con Otzmá Iehudit, el movimiento de extrema derecha radical seguidor del rabino Meir Kahane, y con Moshé Feiglin, que hizo su anterior campaña clamando la despenalización del cannabis y se quedó solo, debajo del umbral electoral.

Rafi Peretz y Ayelet Shaked ya se reunieron varias veces y las conversaciones parecen positivas. La semana próxima promete ser interesante, ya que el 1 de agosto es la fecha límite para presentar las listas electorales.

Mientras tanto… Avigdor sonríe de oreja a oreja

En el partido Azul y Blanco siguen con atención lo que sucede en el bloque de izquierda y esperan que la nueva alianza, y las que puedan venir, no les quiten más votantes ni votos.

Las posibilidades de que Azul y Blanco se una a una formación que incluya a Ehud Barak son absolutamente nulas. Si de inquinas y cuestiones personales se trata, la palabra odio no es suficiente para describir las relaciones entre Barak y Gaby Ashkenazi, cuyos conflictos pasaron por la justicia en una causa que la mayoría de los ciudadanos israelíes no terminamos de comprender, pero de la cual Ashkenazi salió libre de culpa y cargo.

Y mientras todo esto sucede, hay alguien que observa satisfecho cómo todo gira a su alrededor y sabe que, el día después de las elecciones, él volverá a ser quien incline la balanza: Avigdor Liberman. El mismo Liberman que impidió esta vez que Netanyahu pudiera formar gobierno, y que – al parecer – tendrá el mismo poder el 18 de septiembre.

Como dijimos al principio, ninguno de los dos bloques – ni la derecha ni la izquierda – tiene por el momento una mayoría clara en las encuestas. A ninguno le alcanzan los escaños como para formar gobierno.

Los sondeos de intención de voto le dan entre 9 a 10 escaños a Avigdor Liberman, que tendrá que decidir si los coloca del lado izquierdo o del derecho y, por ende, quién será el próximo primer ministro y cómo estará conformada su coalición de gobierno.

En sus discursos de campaña de esta semana Binyamin Netanyahu atacó con dureza a Avigdor Liberman e incluso se refirió a él en tono de burla. Mientras tanto, allegados a Liberman citados hoy por el diario Maariv aseguran que está feliz, “disfrutando de cada instante” y que reza para que Netanyahu lo siga atacando, porque con eso “no hace más que ayudarlo”.

La cuenta pendiente – dicen – la saldará a la hora de presentarse frente al presidente de la Nación, para recomendar a quién considera que se le debe encargar la formación del próximo gobierno. Todo parece indicar que será Avigdor Liberman quien defina quién será el afortunado o si habrá que convocar nuevamente a elecciones, por tercera vez en el año.