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Cultura

El futbolista vegano que encontró su tierra prometida. Por Sal Emergui

Agencia AJN.- Todo empezó por una chica. Era la temporada 2013-2014 cuando el central del Norwich, Carlos Cuéllar, conoció a una vegana inglesa. El madrileño se lo tomó en serio. A la dieta y la chica. A los 33 años, nació de nuevo.

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Carlos Cuellar

Agencia AJN.- «A las dos semanas de empezar la dieta vegana, noté un gran cambio. Tras los partidos y entrenamientos, recuperaba mejor y con más energía. En el gimnasio, hacía más series con más peso», nos cuenta tras su primera temporada en Israel.

Tres años después de ver la luz sin grasa animal, es uno de los futbolistas más famosos en el Planeta Vegano. En agosto, cumplirá los 36 años. «Sin la dieta vegana, quizá ya estaría retirado. En los últimos años en Inglaterra me sentía bastante cansado. Sin embargo, desde el cambio, noto más elasticidad y resistencia», comenta mientras esperamos una pasta integral en el restaurante vegano Anastasia de Tel Aviv.Tras Madrid, Numancia, Pamplona (Osasuna), Glasgow (Rangers), Birmingham (Aston Villa), Sunderland, Norwich y Almería, Cuéllar vive en su tierra prometida. «Israel es un paraíso para mí. En cualquier restaurante, hay opciones. En relación a proporción de población, es el país con más veganos del mundo».

Cuéllar revela el secreto del día a día. «Cuando me despierto, suelo tomar medio litro de agua mineral con un zumo de limón exprimido. A veces, le pongo un chorrito de aceite de oliva. A la media hora, un batido verde de manzana, pepino, apio, piña, espinacas con una cuchara de espirulina y chlorella», indica. Pasados 40 minutos, un tazón de avena -entre 80 y 100 gramos dependiendo del día- y una cucharada de proteína de arroz o de guisante. Por encima, plátano y trocitos de frutas. Tras el entrenamiento en el campo y una sesión de gimnasio, dos o tres naranjas o mandarinas con un puñado de frutos secos.

Ya de vuelta a casa, come una ensalada y arroz integral con algún tipo de legumbre o verdura, «el apio da elasticidad», asegura y, a media tarde, merienda un bocadillo de ‘hummus’ (garbanzos) o más cereales. Al anochecer no le espera una cena potente. «Sólo si hay partido al día siguiente y necesito recargar, ceno con arroz integral, pasta, brócoli….Si no, cereales». Buscando alguna fisura en su búnker, le pregunto por los bocadillos que el club reparte tras los partidos. «Suelo llevarme uno que preparo en casa», aclara.

CINCO VENENOS

Muchos compañeros le llaman para pedirle consejo sobre alimentación. ¿Qué dicen sus entrenadores? «Mientras juegues bien, les da igual. Tuve un técnico argentino (¡ya sabes como les gusta la carne!) que, cuando rendía no me decía nada, pero si no lo hacía bien culpaba a mi dieta». Ser vegano es mucho más que comer diferente. «Es una filosofía de vida. Esta dieta te ayuda a nivel físico y mental. Te da más calma», asegura.

Se hizo vegano por salud. Petrov, un compañero en AstonVilla, padeció leucemia. «Investigué y vi que, según el tipo de alimentación, tienes más o menos posibilidades de enfermar», rememora. La causa animalista llegó después. «Miras el filete en el plato pero no eres capaz de ver todo el sufrimiento que ha padecido el animal». ¿Tomar carne? Sólo en caso de vida o muerte: «De pequeño odiaba la verdura. Mi madre se volvía loca para que la probase. Y ahora, cuando vuelvo a casa, le digo que solo quiero verde», añade.

¿Qué dicen sus análisis de sangre? «La única diferencia respecto a mis compañeros de equipo es la Vitamina B-12. Ese el único suplemento deportivo que debo tomar. En hierro, colesterol y vitaminas estoy incluso mejor que ellos. Una dieta vegana bien planificada es más sana y te da mayor esperanza de vida».

Si es todo es tan positivo… ¿Por qué no hay más jugadores veganos? «Cada día hay más. Leo Messi no lo es pero ha dejado de sufrir lesiones y problemas estomacales a raíz de cambiar la dieta. Al final, eres lo que comes».

La meditación también es parte esencial de su jornada. No perdona nunca su sesión matinal. «Son 15 minutos con música tranquila. Visualizo lo que me espera y elimino lo que no me gusta. Me ayuda mucho». Empezó a practicarla en su último año en Osasuna, en 2006. «Un entrenador personal me dijo que tendría más posibilidades de mejorar si me visualizaba jugando bien. No es una regla sagrada. ¡A veces, he tenido un mal partido y yo me había imaginado jugando la final de la Champions!», añade.

Llegamos al final de la comida. Pido un café. Cojo un pequeño sobre de azúcar. Cuéllar lo mira con horror. «Hay cinco venenos blancos: azúcar, leche, harina, sal y bollería», me dice. Mejor no intento ni pedir el postre…

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Cultura

El mundo celebró el Día Internacional del Falafel

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Agencia AJN.- El mundo celebró el 12 de junio el Día Internacional del Falafel y los festejos se extendieron a todo el mes.

El falafel, que es usualmente asociado a la cocina israelí, consiste en croquetas de garbanzos fritas servidas en una pita o laffa, un pan chato. Entre los acompañamientos más populares se incluyen la ensalada israelí (pepinos y tomates con sal, pimienta y cebolla), humus (pasta de garbanzos), tahina (pasta de sésamo) y papas fritas.

El blogger e innovador norteamericano-israelí Ben Lang lanzó esta celebración en 2011 tras el éxito del Día Internacional del Humus. “Como esto tuvo tanto éxito pensé por qué no intentarlo otra vez y ver si tenemos algún impacto”, expresó a Arutz Sheva. Su objetivo fue que el mundo hablara de la comida israelí.

A continuación, compartimos una receta de este plato tan popular en Medio Oriente:

Falafel (5-8 porciones)

Ingredientes:

– 1 ½ taza de garbanzos secos
– ¼ taza de perejil picado
– ½ cebolla picada
– 3 dientes de ajo picados
– 2 cucharaditas de semillas de cilantro
– 1 cucharadita de semillas de alholva (puede reemplazarse por más cilantro o comino)
– 3 cucharaditas de semillas de comino
– 1 cucharadita de polvo de chile
– 3 cucharadas de harina de trigo + ¼ taza
– ¼ cucharadita de ácido cítrico o 2 cucharadas de jugo de limón
– Aceite para freír
– Sal a gusto

Pasos:

– Poner los garbanzos en un bowl mediano. Llenarlo con suficiente agua para cubrirlos y un centímetro más. Dejar remojar al menos ocho horas.
– Escurrir y procesar en una máquina. Allí mismo agregar el perejil, el ajo, la cebolla, 1 cucharada de sal y 2 cucharadas de harina.
– Continuar procesando hasta que la mezcla esté molida pero no pastosa. Una vez que tenga buena consistencia transferir a otro bowl.
– Medir las semillas y tostarlas en una pequeña sartén. Dejar enfriar y moler con un mortero.
– Agregar a la mezcla de la procesadora las semillas, el chili, el cilantro, el resto de la harina, sal a gusto y ácido cítrico. Mezclar y dejar reposar en la heladera una hora.
– Preparar una olla para freir con diez centímetros de aceite. Calentar.
– Preparar las bolas de falafel. Armar del tamaño de una nuez grande. Pasar por harina.
– Una vez que el aceite esté caliente poner algunos falafel en la olla y dejar lugar entre ellos. Cocinar por 4 minutos.
– Quitar y freír el resto. Servir con humus tibio o frio y pita.

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Cultura

Aaron Lansky deja su cargo como presidente del centro que reúne 1,5 millones de libros en idish

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Agencia AJN.- Steven Spielberg ya había donado dinero al Centro del Libro Idish cuando preguntó si su fundador, Aaron Lansky, podría viajar a Los Ángeles y visitar su oficina.

El cineasta no suele reunirse con los beneficiarios de su filantropía, comentó Lansky recientemente, pero quería explicarles su apoyo a lo que ahora es la Biblioteca Digital Idish Steven Spielberg del YBC, una colección online de más de 12.000 títulos en idish.

“Tienes que entender que mi trabajo es contar historias”, recuerda Lansky que le dijo Spielberg. “La idea de que hay kilómetros de historias judías que aún no se han contado es simplemente irresistible para alguien como yo”.

Más de un visitante del campus del YBC en Amherst, Massachusetts, ha comparado las estanterías de libros en idish, rescatados de contenedores de basura, áticos y sótanos de lectores mayores, con el colosal almacén gubernamental que se ve en la escena final de “En busca del arca perdida”.

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Pero Spielberg también pareció comprender el motor de Lansky, quien se jubila este mes como presidente del centro. Lansky comenzó yendo puerta por puerta, pidiendo a los judíos mayores y a sus descendientes los libros que de otro modo habrían tirado.

El proyecto de rescate podría fácilmente haber quedado en un almacén de libros viejos, tesoros polvorientos que se pudren en la oscuridad, a los que ocasionalmente acceden académicos y aficionados.

En cambio, la colección de aproximadamente 1,5 millones de volúmenes es solo la base de una institución que ahora incluye clases de idish, becas académicas, un programa de formación para traductores, congresos académicos, una editorial de libros traducidos, un archivo de historia oral, un podcast y esa biblioteca digitalizada de libros idish, tanto clásicos como desconocidos.

“No se trata solo de coleccionar libros”, dijo Lansky, de 69 años, recordando que siempre tuvo una visión que iba más allá de almacenar libros sin leer. Es realmente toda una cultura, toda una civilización, toda una época histórica que necesita representación, que quiere contar su historia.

La decisión de Lansky de dejar su cargo es voluntaria (su sucesora es Susan Bronson, directora ejecutiva del centro durante los últimos 14 años) y gradual (anunció su jubilación hace 16 meses y permanecerá dos años más como asesor principal a tiempo parcial). Tiene muchas ganas de escribir, leer y reflexionar sobre el papel del idish en un mundo judío dominado por un Israel de habla hebrea y una Norteamérica de habla inglesa.

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