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Cultura

Investigadores de la Universidad de Tel Aviv realizaron importante revelación a partir de los textos de Tel Arad

Agencia AJN.- Los investigadores utilizaron tecnologías de procesamiento de imágenes y aprendizaje automático de última generación para analizar los textos que datan de alrededor del año 600 antes de Cristo.

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Agencia AJN.- Los judíos siempre han sido conocidos como la «Gente del Libro», pero ¿cuántas personas en el Reino de Judá sabían leer y escribir? Al menos esa es la pregunta que los investigadores que llevaron a cabo un estudio interdisciplinario en la Universidad de Tel Aviv se propusieron responder cuando analizaron 18 textos antiguos del puesto militar de Tel Arad que datan de alrededor del 600 a. C., con miras a comprender cómo habría sido la alfabetización de la población y como afectaron los textos bíblicos como el Libro de los Reyes.

En los hallazgos publicados en la revista PLOS ONE el 9 de septiembre, se informó que el examen forense de documentos y el análisis algorítmico de escritura a mano de las inscripciones del período bíblico judío reveló «un nivel de alfabetización significativo». Los autores concluyeron que los textos fueron escritos por no menos de 12 autores, lo que sugiere que muchos de los habitantes del Reino de Judá durante ese período sabían leer y escribir, y que la alfabetización no estaba reservada para un puñado de escribas reales.

Si bien muchos han reflexionado sobre estas preguntas en el pasado, estos investigadores utilizaron tecnologías de procesamiento de imágenes y aprendizaje automático de última generación para analizar los textos y, finalmente, llamaron a la especialista en caligrafía forense Yana Gerber, experta senior que sirvió durante 27 años en el Laboratorio de Documentos Cuestionados de la División de Identificación y Ciencias Forenses de la Policía de Israel, y en la Unidad de Investigaciones Criminales Internacionales de la policía.

El equipo de investigadores incluyó a los doctores Arie Shaus, Shira Faigenbaum-Golovin y Barak Sober (del departamento de matemáticas aplicadas). También participaron al profesor Eli Piasetzky de la Escuela de Física y Astronomía Raymond and Beverly Sackler, y al profesor Israel Finkelstein del Departamento de arqueología de Alkow y civilizaciones del Antiguo Cercano Oriente.

Shaus explicó: “Existe un animado debate entre los expertos sobre si los libros de Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel y Reyes fueron compilados en los últimos días del Reino de Judá, o después de la destrucción del Primer Templo por los babilonios».

“Una forma de tratar de llegar al fondo de esta cuestión es preguntarse cuándo existía el potencial para la escritura de obras históricas tan complejas. Para el período posterior a la destrucción del Primer Templo en 586 a. C., hay una evidencia arqueológica muy escasa de escritura hebrea en Jerusalem y sus alrededores, mientras que para el período anterior a la destrucción del Templo, se ha encontrado una gran cantidad de documentos escritos», indicó.

“Pero entonces surge la pregunta: ¿quién escribió estos documentos? ¿Era esta una sociedad con una alfabetización generalizada, o había solo un puñado de personas alfabetizadas?» Los investigadores pasaron años examinando los escritos encontrados en Tel Arad, ostraca (fragmentos de vasijas de cerámica que contienen inscripciones en tinta) que fueron descubiertos en el sitio de Tel Arad en la década de 1960.

Tel Arad era un pequeño puesto militar de unos 10 km. al oeste de la moderna ciudad de Arad en la frontera sur del Reino de Judá. Su área construida ocupaba alrededor de 0,2 hectáreas y albergaba entre 20 y 30 soldados.

En 2016, decidieron que había al menos cuatro autores diferentes, posiblemente seis, según algoritmos, probabilidad estadística y evidencia textual. Los hallazgos se publicaron en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America.

Pero siguieron pensando en otras formas de explorar estas preguntas, y los investigadores de TAU decidieron comparar los métodos algorítmicos, que desde entonces se han perfeccionado, con el enfoque forense e invitaron a Gerber a unirse al equipo. Usando sus métodos forenses, Gerber descubrió que los 18 textos fueron escritos por al menos 12 escritores distintos con diversos grados de certeza.

Gerber examinó la ostraca original de Tel Arad en el Museo de Israel, el Museo Eretz Israel, el Instituto de Arqueología Sonia y Marco Nedler de la Universidad de Tel Aviv y los depósitos de la Autoridad de Antigüedades en Beit Shemesh.
Gerber, quien tiene una licenciatura en arqueología clásica y griego antiguo de la Universidad de Tel Aviv, dijo: “Profundicé en los detalles microscópicos de estas inscripciones escritas por personas del período del Primer Templo, a partir de cuestiones rutinarias como las órdenes relativas al movimiento de soldados y el suministro de vino, aceite y harina, mediante correspondencia con las fortalezas vecinas, a las órdenes que llegaban a la fortaleza de Tel Arad desde los altos rangos del sistema militar judío. Tenía la sensación de que el tiempo se había detenido y no había una brecha de 2.600 años entre los escritores de la ostraca y nosotros”.

Shaus dijo: “Nos esperaba una gran sorpresa: Yana identificó más autores que nuestros algoritmos.
“Debe entenderse que, actualmente, nuestros algoritmos son de naturaleza ‘cautelosa’ – saben cómo identificar casos en los que los textos fueron escritos por personas con escritura significativamente diferente; en otros casos, se abstienen de sacar conclusiones definitivas.

“Por el contrario, un experto en análisis de escritura a mano no solo sabe cómo detectar las diferencias entre escritores con mayor precisión, sino que en algunos casos también puede llegar a la conclusión de que varios textos fueron escritos por una sola persona», agregó.

“Naturalmente, en términos de consecuencias, es muy interesante ver quiénes son los autores. Gracias a los hallazgos, pudimos construir un diagrama de flujo completo de la correspondencia sobre la fortaleza militar, quién escribió a quién y sobre qué asunto».

Una alta tasa de alfabetización indica que muchas personas tenían la capacidad de compilar textos bíblicos antes de la destrucción del Primer Templo por los babilonios y abre la puerta a aprender mucho más sobre los autores bíblicos.

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Cultura

El mundo celebró el Día Internacional del Falafel

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Agencia AJN.- El mundo celebró el 12 de junio el Día Internacional del Falafel y los festejos se extendieron a todo el mes.

El falafel, que es usualmente asociado a la cocina israelí, consiste en croquetas de garbanzos fritas servidas en una pita o laffa, un pan chato. Entre los acompañamientos más populares se incluyen la ensalada israelí (pepinos y tomates con sal, pimienta y cebolla), humus (pasta de garbanzos), tahina (pasta de sésamo) y papas fritas.

El blogger e innovador norteamericano-israelí Ben Lang lanzó esta celebración en 2011 tras el éxito del Día Internacional del Humus. “Como esto tuvo tanto éxito pensé por qué no intentarlo otra vez y ver si tenemos algún impacto”, expresó a Arutz Sheva. Su objetivo fue que el mundo hablara de la comida israelí.

A continuación, compartimos una receta de este plato tan popular en Medio Oriente:

Falafel (5-8 porciones)

Ingredientes:

– 1 ½ taza de garbanzos secos
– ¼ taza de perejil picado
– ½ cebolla picada
– 3 dientes de ajo picados
– 2 cucharaditas de semillas de cilantro
– 1 cucharadita de semillas de alholva (puede reemplazarse por más cilantro o comino)
– 3 cucharaditas de semillas de comino
– 1 cucharadita de polvo de chile
– 3 cucharadas de harina de trigo + ¼ taza
– ¼ cucharadita de ácido cítrico o 2 cucharadas de jugo de limón
– Aceite para freír
– Sal a gusto

Pasos:

– Poner los garbanzos en un bowl mediano. Llenarlo con suficiente agua para cubrirlos y un centímetro más. Dejar remojar al menos ocho horas.
– Escurrir y procesar en una máquina. Allí mismo agregar el perejil, el ajo, la cebolla, 1 cucharada de sal y 2 cucharadas de harina.
– Continuar procesando hasta que la mezcla esté molida pero no pastosa. Una vez que tenga buena consistencia transferir a otro bowl.
– Medir las semillas y tostarlas en una pequeña sartén. Dejar enfriar y moler con un mortero.
– Agregar a la mezcla de la procesadora las semillas, el chili, el cilantro, el resto de la harina, sal a gusto y ácido cítrico. Mezclar y dejar reposar en la heladera una hora.
– Preparar una olla para freir con diez centímetros de aceite. Calentar.
– Preparar las bolas de falafel. Armar del tamaño de una nuez grande. Pasar por harina.
– Una vez que el aceite esté caliente poner algunos falafel en la olla y dejar lugar entre ellos. Cocinar por 4 minutos.
– Quitar y freír el resto. Servir con humus tibio o frio y pita.

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Cultura

Aaron Lansky deja su cargo como presidente del centro que reúne 1,5 millones de libros en idish

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Agencia AJN.- Steven Spielberg ya había donado dinero al Centro del Libro Idish cuando preguntó si su fundador, Aaron Lansky, podría viajar a Los Ángeles y visitar su oficina.

El cineasta no suele reunirse con los beneficiarios de su filantropía, comentó Lansky recientemente, pero quería explicarles su apoyo a lo que ahora es la Biblioteca Digital Idish Steven Spielberg del YBC, una colección online de más de 12.000 títulos en idish.

“Tienes que entender que mi trabajo es contar historias”, recuerda Lansky que le dijo Spielberg. “La idea de que hay kilómetros de historias judías que aún no se han contado es simplemente irresistible para alguien como yo”.

Más de un visitante del campus del YBC en Amherst, Massachusetts, ha comparado las estanterías de libros en idish, rescatados de contenedores de basura, áticos y sótanos de lectores mayores, con el colosal almacén gubernamental que se ve en la escena final de “En busca del arca perdida”.

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Pero Spielberg también pareció comprender el motor de Lansky, quien se jubila este mes como presidente del centro. Lansky comenzó yendo puerta por puerta, pidiendo a los judíos mayores y a sus descendientes los libros que de otro modo habrían tirado.

El proyecto de rescate podría fácilmente haber quedado en un almacén de libros viejos, tesoros polvorientos que se pudren en la oscuridad, a los que ocasionalmente acceden académicos y aficionados.

En cambio, la colección de aproximadamente 1,5 millones de volúmenes es solo la base de una institución que ahora incluye clases de idish, becas académicas, un programa de formación para traductores, congresos académicos, una editorial de libros traducidos, un archivo de historia oral, un podcast y esa biblioteca digitalizada de libros idish, tanto clásicos como desconocidos.

“No se trata solo de coleccionar libros”, dijo Lansky, de 69 años, recordando que siempre tuvo una visión que iba más allá de almacenar libros sin leer. Es realmente toda una cultura, toda una civilización, toda una época histórica que necesita representación, que quiere contar su historia.

La decisión de Lansky de dejar su cargo es voluntaria (su sucesora es Susan Bronson, directora ejecutiva del centro durante los últimos 14 años) y gradual (anunció su jubilación hace 16 meses y permanecerá dos años más como asesor principal a tiempo parcial). Tiene muchas ganas de escribir, leer y reflexionar sobre el papel del idish en un mundo judío dominado por un Israel de habla hebrea y una Norteamérica de habla inglesa.

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