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Opinión

Israel roza los 10 millones de habitantes, ya no es un país pequeño

A medida que Israel se convierte en un país de tamaño medio en población, PIB y crecimiento, se producen ramificaciones para la región y el lugar de Israel en el mundo.

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Kristoffer Trolle/flickr.com

Agencia AJN.- El crecimiento demográfico de Israel significa que su población se acerca ya a los 10 millones de habitantes y, según las estimaciones, en 2030 habrá otro millón de personas en el país. Esto se debe sobre todo a unas tasas de natalidad relativamente altas. En vísperas del Día de la Independencia, la población es de 9,7 millones de habitantes, de los cuales 7,1 millones son judíos.

La población de Israel crece cada año y a medida que crece también aumenta el número de niños que nacen cada año. En la actualidad son unos 183.000 los nacidos al año, a los que hay que sumar los que hacen Aliá (emigrar) al país o los que regresan del extranjero.

En 2003 las cosas eran diferentes. El país tenía 6,7 millones de habitantes y 116.000 personas nacidas el año anterior. También se estaba produciendo una brutal Intifada.

Lo que esto significa es que el crecimiento demográfico de Israel es saludable y también ilustra cómo Israel ya no es un país pequeño. Esto es importante de entender porque históricamente se pensó en Israel como un país pequeño en Medio Oriente. Esto llevó a diferentes formas de percibir Israel. Una forma de percibirlo era como un país asediado por enemigos, rodeado de Estados más grandes.

Puede que así fuera en los años cincuenta y sesenta. Hoy en día, si miramos alrededor de la región, aunque muchos países tienen poblaciones más grandes, muchos de ellos se enfrentan a retos a los que Israel no se enfrenta. Siria, por ejemplo, puede tener una población de 20 millones, pero muchos de sus habitantes se vieron obligados a escapar del país debido a una larga guerra interna. Israel tiene uno de los mayores PIB de la región, superado por Turquía, Arabia Saudita e Irán, pero similar al de EAU y Egipto. Su PIB per cápita también está entre los más altos y, al igual que la población, está creciendo.

Aunque la población de Israel es menor que la de países como Irak o Egipto, existen grandes diferencias. La población de muchos países de la región está emigrando fuera de ella. En cambio, Israel no es un país que la gente quiera abandonar. Eso no significa que el país no tenga dificultades, pero no se enfrenta a los mismos problemas a los que se enfrentan hoy países como Túnez, por ejemplo, lo que significa que la percepción de Israel en Medio Oriente como uno de los países más pequeños ya no es una forma relevante de ver Israel.

A nivel mundial también es imporante pensar en la posición de Israel, demográfica y económicamente. De los casi 200 Estados miembros de la ONU, Israel se sitúa aproximadamente en el medio en términos de población. Sin embargo, una vez más, el tamaño de Israel y los cambios en su población son importantes. Israel tiene una fuerte tasa de natalidad, y muchos países del mundo se enfrentan hoy en día al sombrío futuro del declive demográfico debido a diversos factores.

 CHILDREN TAKE part in a Hanukkah candle lighting, last month. (credit: YOSSI ALONI/FLASH90)

Niños israelíes participan en un encendido de velas de Janucá, el mes pasado. (Crédito: YOSSI ALONI/FLASH90)

La tasa de fecundidad, la tasa de crecimiento de la población y la edad media de la población en Israel también marcan que el país no sólo crece más rápido que muchos otros países, sino que también tiene una población relativamente rica para una tasa de crecimiento tan alta como ésta. Es decir que hay muchos países en el Sur global con una alta tasa de natalidad, pero muchos de ellos también son pobres y son países donde mucha gente busca emigrar a países más ricos. En cambio, Israel tiene una tasa de natalidad alta, comparativamente, y no está sufriendo el declive demográfico al que se enfrentan ahora países como Corea del Sur y China.

El declive demográfico y el envejecimiento de la población son un desastre potencial para muchos países de Occidente y Asia. Muchos países que dominan la alta tecnología o son muy ricos tienden a tener una tasa de natalidad baja, una población envejecida y ninguna forma clara de salir de este ciclo. Algunos de estos países intentaron pagar más a la gente para que tenga hijos, o en el caso de China dejaron de obligar a la gente a tener un solo hijo, pero estas políticas no funcionan, porque en general tener muchos hijos es un factor cultural, no algo a lo que un país pueda destinar dinero.

Lo que muestran los datos es que incluso los países más grandes se enfrentan a la espiral del declive demográfico. Con el paso de los años, Israel no sólo tendrá una población más numerosa que muchos de sus pares, sino que tendrá una población más numerosa, más rica y más joven, sin las dificultades de tener una población demasiado joven, demasiado pobre y sin educación para lograr los tipos de resultados que Israel alcanzó en el pasado.

Sin embargo, esto no significa que todo sea perfecto. Desde hace años se viene advirtiendo de que Israel se enfrenta a una superpoblación, o de que tiene sectores que rinden por debajo de sus posibilidades, o de que sus niños no alcanzan los niveles educativos necesarios para una sociedad competitiva de alta tecnología. Estas advertencias tienen una especie de carácter cíclico, cada año se habla de ellas pero el país sigue adelante. Si el mayor obstáculo de Israel es integrar a las poblaciones árabe y haredí (ultra ortodoxos) en el éxito económico, por ejemplo, se trata de obstáculos menores que los que afrontan muchos otros países.

El contexto general es que Israel simplemente ya no es un país pequeño y, a medida que se convierte en un país de tamaño medio en términos de población, PIB y crecimiento, esto tiene ramificaciones para la región y el lugar de Israel en el mundo. Se trata de algo ampliamente reconocido en términos del éxito de Israel en tecnología y comercio, y especialmente en cuestiones como el éxito de Israel en cibernética, IA y también el éxito de su industria de defensa.

A medida que la posición global de Israel cambia, especialmente a raíz de los Acuerdos de Abraham, a través de nuevas agrupaciones como I2U2 (India, Israel, EAU y EE.UU.), y a medida que Israel forma asociaciones estratégicas con países como India y Azerbaiyán, es necesario repensar el lugar de Israel en el mundo. El mundo está cambiando y con él el orden global. Mientras China y Rusia quieren un nuevo orden mundial, que sustituya al papel desempeñado por Estados Unidos tras la Guerra Fría, Israel tendrá que ver dónde se posiciona en esta era cambiante.

 

Artículo publicado por Seth Frantzman en The Jerusalem Post.

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The Jerusalem Post | Ya basta, Hezbollah

Ningún país «normal» permitiría que sus comunidades fronterizas y centrales fueran atacadas y asoladas de esta manera y luego aceptaría mantener las manos atadas en la espalda.

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Un hombre sostiene una bandera palestina mientras el líder de Hezbollah en Líbano, Sayyed Hassan Nasrallah, habla en un mensaje pregrabado mostrado en una pantalla durante un acto previo al Día de Al-Quds (Jerusalem) el viernes 5 de abril, en Beirut, Líbano 3 de abril de 2024. (Crédito de la foto: REUTERS/MOHAMED AZAKIR/FILE PHOTO)

Agencia AJN.- (Editorial publicada en The Jerusalem Post)  Lo que está ocurriendo en Israel no es normal. No hubo otro país tan brutalmente atacado: en su frontera sur por Hamás, en su frontera norte por Hezbollah y con cientos de misiles lanzados a lo largo y ancho del país por su archienemigo Irán, todo eso en unos pocos meses.

Estamos maltrechos, pero resilientes, mientras nos preparamos para la Pascua judía (Pésaj) de la semana que viene. Todavía no hay ningún acuerdo a la vista para devolver a los rehenes que Hamás mantiene retenidos en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre, y eso nos llena de ansiedad y miedo.

Del mismo modo, aunque hay indicios de que no se aplicará nada hasta después de Pésaj, Israel responderá sin duda de algún modo al bárbaro ataque sin precedentes de Irán contra una nación soberana. Eso también nos llena de ansiedad y miedo.

La situación en la frontera norte de Israel también debería llenarnos de inquietud. A todos los efectos, estamos en guerra con Hezbollah.

Este miércoles, 14 soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y un puñado de residentes resultaron heridos por dos drones de Hezbollah y dos misiles antitanque disparados contra un centro comunitario en Arab al-Aramshe, un pueblo beduino del norte de Galilea, y sus alrededores.

El pueblo se encuentra a menos de tres kilómetros de la aldea libanesa desde la que se lanzaron los misiles antitanque y los drones. Como muchas de las comunidades del norte de Israel que fueron atacadas desde el 7 de octubre, las IDF operan desde ella para enfrentarse al grupo terrorista libanés, respaldado por la República Islámica de Irán.

Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las comunidades del norte, Arab al-Aramshe está desprovista de residentes. El jefe de la aldea, Adiv Zaev, afirmó que, luego de tres meses de la evacuación, ninguno de los residentes recibió ayuda económica, por lo que la mayoría regresó a sus hogares.

La alarmante escalada en el norte se está viendo reforzada por el creciente uso de drones y misiles más letales por parte de Hezbollah. Como informó Seth Frantzman en el Jerusalem Post esta semana, el arsenal de Hezbollah incluye alrededor de 150.000 cohetes, así como misiles antitanque, hasta 2.000 aviones no tripulados, y también los nuevos cohetes de cabeza pesada Hezbollah Burkan. Son drones que siguen el modelo del Ababil iraní.

La variedad de aviones no tripulados Ababil existen desde hace décadas, pero sólo recientemente incorporaron una nueva generación de aviones no tripulados Kamikaze, que incluyen una ojiva en un fuselaje y tienen dos juegos de alas.

El dron es fácil de fabricar, lo que hace que su construcción sea sencilla mediante planos y diseños. El problema es que en los últimos años se volvieron más avanzados y precisos, lo que los convierte en un sistema de armas mortífero.

De hecho, Hezbollah demostró en los últimos dos días que puede utilizar estos aviones no tripulados para atacar zonas específicas. Teniendo en cuenta que el grupo terrorista ya dañó o destruyó unas 800 viviendas en el norte de Israel y obligó a 50.000 israelíes a ser evacuados de sus hogares durante más de seis meses, los objetivos y capacidades de Hezbollah significan que es probable que la situación empeore en el norte antes de mejorar.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Dónde está el clamor y la condena internacionales? Al igual que la reacción de las potencias mundiales al ataque iraní fue advertir a Israel sobre su respuesta e instar a una desescalada, la reacción internacional a la agresión de Hezbollah fue igualmente tratar de frenar la respuesta de Israel en la medida de lo posible para que esto no se convierta en una guerra regional.

Sin embargo, este barco ya zarpó. Ningún país «normal» permitiría que su frontera y sus comunidades centrales fueran atacadas y asoladas de esta manera y luego aceptaría quedarse con las manos atadas en la espalda.

A la inútil ONU no le importa que Hezbollah esté violando su Resolución 1701, en vigor desde 2006 y que se suponía debía garantizar el desarme de Hezbollah así como la desmilitarización de Líbano al sur del río Litani, situado a unos 32 kilómetros de la zona de demarcación entre Israel y su vecino del norte conocida como Línea Azul.

Al resto del mundo tampoco parece importarle, siempre y cuando Israel dé una respuesta sorda a la agresión de Hezbollah, instigada y financiada por Irán.

La paciencia se agota en Israel, y el ataque del miércoles no hace más que subrayar la necesidad de detener a Hezbollah. Si, como de costumbre, nuestros aliados sólo actúan con palabras, corresponderá una vez más a las IDF hacer el trabajo sucio, con o sin su ayuda.

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Opinión

Israel se niega a hablar de la inesperada alianza que formó con EE.UU., Jordania, Arabia Saudita, Egipto, EAU y Qatar para defenderse de Irán

La inclusión de Qatar en la lista puede parecer algo sorprendente, teniendo en cuenta que a Doha se la asocia habitualmente con los enemigos de Israel, incluidos Irán y Hamás.

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Agencia AJN.- (Amir Bar Shalom – Times of Israel) Israel se mostró reticente a hablar de la alianza formada el sábado, que lo agrupó con Estados Unidos, Jordania, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Qatar en una gran sala de guerra conjunta para coordinar los esfuerzos contra los misiles y aviones no tripulados iraníes lanzados hacia el Estado judío.

La inclusión de Qatar en la lista puede generar sorpresa si se tiene en cuenta que a Doha se la asocia habitualmente con los enemigos de Israel, incluyendo a la República Islámica y a Hamás.

Pero los qataríes eran los anfitriones.

La enorme sala de guerra de la base aérea estadounidense de Al Udeid, cerca de Doha, se dedica a proporcionar una visión global del espacio aéreo de la región y del poder aéreo en una zona de responsabilidad que se extiende desde Kazajstán hasta Egipto.

El centro recoge datos de radares y sensores de toda la región y fue allí donde los analistas lograron construir una imagen de lo que contenía el ataque iraní, con Israel recibiendo detalles en tiempo real como si sus funcionarios estuvieran presentes en la sala.

En declaraciones a la web hermana de Times of Israel, Zman Yisrael, una fuente israelí de alto nivel describió el esfuerzo de cooperación como un verdadero avance, marcando la primera vez que la alianza regional operó contra Teherán. No era sólo la primera vez que la alianza operaba abiertamente, también era la primera vez que trabajaban juntos contra Irán.

Es cierto que el esfuerzo de cooperación se mantuvo en discreción, destacando las acciones de Israel, Estados Unidos, Jordania, Gran Bretaña y Francia para derribar la amenaza.

Pero detrás del telón se supo que todos los miembros de la alianza contribuyeron, ya sea compartiendo señales de radar o derribando físicamente los más de 300 drones y misiles iraníes lanzados contra Israel.

Teniendo en cuenta la importancia y delicadeza de la información, no es posible exactamente quién hizo qué, pero se puede aprender mucho sobre esta nueva alianza regional.

El Wall Street Journal, que se convirtió en una especie difusor no oficial de la información israelí, señaló que Arabia Saudita y Qatar recibieron un aviso de Irán sobre el momento del ataque y lo transmitieron, con disgusto, a Israel, en medio de la presión de Estados Unidos.

El informe parece lógico, aunque resulta dudoso que Estados Unidos necesitara presionar a Riad y Doha para que transmitieran la información, ya que a ambos les convenía hacerlo, dadas las posibles consecuencias de no haberlo hecho. Imagínese lo que habría ocurrido, por ejemplo, si Estados Unidos descubriera que estos países conocían los detalles pero no hubieran emitido una advertencia.

Jordania, por ejemplo, fue noticia por su papel en el derribo de los proyectiles y la defensa de Israel, lo que generó que sea atacada por los medios de comunicación iraníes, y la calificación de »traidor» al rey Abdullah por parte de Teherán.

Sin embargo, Arabia Saudita parece haber escapado de la ira de los ayatolás, aunque nadie ignora el papel que desempeñó. Riad no solo prohibió a los aliados utilizar su espacio aéreo, sino que tampoco impidió que los radares estadounidenses instalados en su territorio construyeran una imagen aérea y ayudaran a las interceptaciones.

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Y la República Islámica, que oficialmente sigue alabando el éxito de sus ataques, sabe muy bien que puede haberse pegado un tiro en el pie. En lugar de aprovechar el aislamiento internacional que Jerusalem está sufriendo por la guerra de Gaza y frustrar una alianza regional antiiraní respaldada por Occidente, Teherán consiguió forzar la alianza y darle una salida, considerando lo eficaz que puede ser la cooperación liderada por Estados Unidos.

Pero Irán consiguió establecer nuevas reglas de enfrentamiento en la región, creando un cálculo según el cual cualquier ataque contra un alto cargo o un lugar sensible podría desencadenar una respuesta masiva, con el riesgo de una guerra total y asegurándose de que Israel lo pensará mejor la próxima vez. Al mismo tiempo, desafió a Washington, al ignorar las advertencias de «no hacerlo» del presidente Biden.

A pesar de esto, sus acciones también parecen haber despertado a un gigante dormido que hasta ahora había sido incapaz de reaccionar.

Israel puede alegrarse de estos avances positivos, pero también debe mirar el lado medio vacío del vaso: Si bien tuvo éxito en frustrar el ataque de Irán, pocos políticos considerarán lo ocurrido como una victoria para el Estado judío.

En Medio Oriente la disuasión se construye mediante el ataque, no la defensa. Los sistemas de defensa antiaérea de Israel, por muy exitosos que sean, dan a los dirigentes israelíes un mayor margen de maniobra, pero la capacidad de derribar misiles y aviones no tripulados difícilmente debería considerarse un factor de disuasión importante.

El gobierno y la sociedad israelí están mayoritariamente de acuerdo en la necesidad de una operación ofensiva como respuesta. Lo difícil será encontrar la forma de llevarla a cabo sin romper la frágil estructura de la nueva alianza y sin destruir las relaciones con Estados Unidos, que parecen volver a ser fuertes.

Un par de reuniones del gabinete de guerra israelí celebradas con un día de diferencia muestran la intensidad de las deliberaciones en el país. La acumulación de tensiones puede ser también parte del plan para la respuesta de Jerusalem, con los funcionarios iraníes esperando nerviosos las posibles represalias.

La existencia de informes algo contradictorios sobre la conversación entre Biden y Netanyahu a primera hora del domingo apuntan a la posibilidad de que los estadounidenses entiendan de dónde viene Israel.

Algunas versiones afirman que Biden dijo «no» a una respuesta militar israelí, mientras que otras dicen que se limitó a pedir a Israel que considerara, retrasara y suavizara la medida de represalia.

El doble mensaje sugiere que aunque la Casa Blanca claramente no quiere el tipo de respuesta israelí que podría arrastrar a toda la región a la guerra, también reconoce que cuando se enfrenta a Irán, es necesario algo más.

No es sólo es Irán el que espera ver cómo reacciona Israel. También lo están los miembros de la nueva alianza. Y no sólo miran a Jerusalem, sino también a Estados Unidos.

El margen de acción de Biden es limitado, ya que podría comprar tranquilidad a corto plazo, pero no puede permanecer a mitad de camino indefinidamente.

En algún momento, Estados Unidos tendrá que tomar medidas más contundentes contra Teherán si quiere reforzar la nueva e inesperada alianza y poder actuar con decisión contra el programa nuclear iraní. Tras el ataque de este fin de semana, averiguar cómo hacer frente a las ambiciones nucleares de la República Islámica se convirtió en un problema aún más urgente.

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