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Kristallnacht. Los presidentes de Israel, Alemania y Austria participan del evento virtual por el 82° aniversario

Agencia AJN.- Rivlin grabó un video junto a sus homólogos de los países europeos, convocando a participar de la recordación virtual.

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Agencia AJN.- El 9 de noviembre de 1938, los nazis quemaron más de 1.400 sinagogas e instituciones judías en Alemania y Austria en la ‘Kristallnacht’ (La noche de los cristales rotos), un momento crítico en la cadena de eventos que condujeron al Holocausto nazi.

Este lunes, Marcha por la Vida, organización que realiza viajes recorriendo los sitios donde tuvo lugar el genocidio y que culmina en Israel, marcará el 82° aniversario de la Kristallnacht con un mensaje de unidad y esperanza a través de una campaña internacional única. Con el título «Hágase la luz», Marcha por la Vida invitará a personas, instituciones y lugares de culto de todo el mundo a mantener sus luces encendidas durante la noche del 9 de noviembre como símbolo de solidaridad y compromiso mutuo en la batalla compartida contra el antisemitismo, racismo, odio e intolerancia.

Mediante un video, tanto el Presidente de Israel Reuven Rivlin como los presidentes de Austria, Alexander Van der Bellen, y de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, países donde ocurrió el fatídico hecho, anunciaron su presencia, a la vez que convocaron a otros a sumarse a la iniciativa y a dejar un mensaje de memoria.

Como parte de esta iniciativa virtual, personas de todo el mundo podrán sumar sus voces a la campaña. Se invita a personas de todas las religiones y orígenes a escribir mensajes personales de esperanza con sus propias palabras en el sitio web de la campaña: www.motl.org/let-there-be-light

La sinagoga principal de Frankfurt (una de las pocas sinagogas no destruidas en la Kristallnacht) también se iluminará, al igual que otros lugares de importancia religiosa y espiritual en todo el mundo. Los mensajes personales y las oraciones de la campaña virtual se proyectarán en las paredes de la Ciudad Vieja de Jerusalem. En el contexto del aumento del antisemitismo, el racismo y la sombra del COVID-19, estas expresiones individuales de optimismo y unidad ayudarán a iluminar el mundo contra la oscuridad y el odio. El proyecto Hágase la luz de Marcha por la Vida se está realizando en colaboración con el Centro Miller para la Protección y Resiliencia Comunitaria de la Universidad de Rutgers y la comunidad judía de Frankfurt.

Esa noche de 1938, hordas nazis llevaron a cabo un pogrom contra la población judía de Alemania, la Austria ya anexada y la zona de los Sudestes de la entonces Checoslovaquia, recientemente ocupada, que cruel y sarcásticamente fue denominado “Kristallnacht” y traducido al castellano como “La noche de los cristales rotos”.

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Durante ese trágico episodio, las milicias paramilitares nazis -muchos de cuyos miembros estaban vestidos de civil- de las Schutzstaffel (SS) y las Sturmabteilung (SA) asesinaron a unos 400 ciudadanos judíos, confinaron a otros 30.000 en los campos de concentración de Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen y destruyeron unos 8.000 comercios de su propiedad.

Además, atacaron 1.574 sinagogas alemanas -prácticamente todas- y la mayor parte de las 94 de Viena, y muchos cementerios.

El simbólico saldo fue una alfombra de vidrios sobre las calles, que dio lugar al casi inocente nombre del pogrom.

El gobierno nazi anunció que se había tratado de una reacción espontánea al asesinato de Ernst vom Rath, un oficial de la embajada alemana en París, por parte del joven polaco de 17 años Herschel Grynszpan, tras la expulsión de tierras germanas de miles de judíos de esa nacionalidad.

El ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, acusó al “judaísmo mundial” y anunció que las manifestaciones no serían obstaculizadas.

Luego de lo sucedido, el jefe de la Policía de Seguridad (Sicherheitspolizei), Reinhard Heydrich, envió un telegrama urgente a las oficinas centrales y estaciones locales de la Policía Estatal y a los líderes de las SA con instrucciones específicas: los alborotadores “espontáneos” no podían dañar a personas o propiedad no judía, ni agredir a extranjeros -incluso judíos- y debían sacar y transferir al Servicio de Seguridad (Sicherheitsdienst) los archivos de las sinagogas antes de destrozarlas.

Las órdenes también indicaban que los oficiales de la Policía debían arrestar a la mayor cantidad de judíos, preferentemente hombres jóvenes y sanos.

El gobierno alemán declaró que los judíos eran culpables del pogrom, le impuso una multa de mil millones de reichsmark a la comunidad judía y confiscó las indemnizaciones de las compañías de seguro.

En las semanas siguientes, promulgó docenas de leyes y decretos destinados a privar a los judíos de sus propiedades y medios de vida, que con el tiempo se agravaron y derivaron en el Holocausto.

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Kristallnacht. Para el sobreviviente Pedro Schmoller, «lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad»

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Agencia AJN/Itongadol.- Se cumple hoy un nuevo aniversario de la «Noche de los Cristales Rotos» y recordamos el diálogo mantenido en 2013 con Pedro Schmoller, sobreviviente del pogrom denominado «Kristallnacht», quien aseguró: «Agradezco su interés y su espacio. Con mis 93 años encima, es bueno saber que mis recuerdos no desaparecerán cuando no esté más presente en este mundo, y solo así, a través de la memoria mantendrán su vida por algún tiempo más».

La Kristallnacht dio inicio al Holocausto, diez meses antes de la Segunda Guerra Mundial. Schmoller contó en 2013 que él y su familia lograron salvarse de aquella trágica noche gracias a la secretaria de su padre que les ofreció refugio en su casa. «Nos escondimos en el pequeño departamento de la secretaria de mi padre, que era de fe protestante. Ella arriesgó su vida al darnos albergue ya que convivir con judíos era castigado con la pena de muerte», contó.

«Nos quedamos allí unos días hasta que volvió una relativa calma», relató y agregó: «Permanecimos encerrados en un ambiente muy chico, y en constante tensión. Llegué a fumar hasta 60 cigarrillos por día. Desde ese entonces no probé cigarrillo», añadió a modo de quiebre con su pasado oscuro. «Solo un mes y medio después pudimos escapar con destino Argentina», agregó.

El sobreviviente recordó que en su infancia vivió en «Berlín en un barrio de clase media alta y que actualmente sigue existiendo, Charlottenburg». «Recuerdo que en la planta baja de la casa de departamentos donde vivíamos había una librería que pertenecía a una familia judía, la misma fue totalmente destruida por una horda organizada. En la Kristallnacht, solo en Berlín, fueron incendiados una veintena de templos, y seguramente una centena en todo el país, junto con unos centenares de rollos de la Torá. En el caso de nuestro templo, el Friedenstempel, había más de 10 rollos, cada una con sus hermosos adornos artesanales», recordó.

Siempre en diálogo con la Agencia AJN, Schmoller expresó su deseo de contar una historia gratificante ante tanto horror, «se trata del arribo al templo NCI Emanu El de un rollo de la Torá, el mismo fue reconstruido y salvado en algún lugar de Europa». «Resulta que en uno de mis viajes a Londres, por casualidad me enteré de que existía un Comité de Reconstrucción de Torot (plural de Torá), donde escribas profesionales se dedicaban a reescribir las partes dañadas, para que puedan ser nuevamente usadas y enviados a países del tercer mundo a nuevos templos que carecían de rollos, o donde había pocos». Schmoller contó que «para solventar los gastos del Comité, buscaron donantes por sumas-no tan pequeñas- que tenían el privilegio de elegir el lugar, donde las Torot podían ser nuevamente usadas». Fue así que «juntando los ahorros de mi padre, mi hermano y los míos, pudimos donar la suma necesaria, y así llegó, por vía diplomática, una Torá a la Embajada de Israel en Argentina, y de allí partió al templo de Emanu El». «En un solemne servicio religioso, llevado por mi padre, y franqueado por mi hermano y por mí, la Torá fue introducida a su nuevo destino y hoy sigue estando en el templo de la calle Arcos, en la Ciudad de Buenos Aires».

En su relato, Schmoller no quiso dejar de mencionar a su padre quien, como muchos otros judíos alemanes, combatió durante la Primera Guerra Mundial en el ejército alemán y pese a haber sido condecorado con la Cruz de Hierro, años más tarde sería considerado un enemigo por el mismo país que le había reconocido su valor en el combate.

Respecto al negacionismo del Holocausto, Schmoller opinó: «Sólo un malvado, lleno de odio y resentimiento puede ignorar o negar lo ocurrido. Existen un sinfín de pruebas, fotos, películas y testimonios de sobrevivientes que no dejan duda alguna». Tras contar que en una visita a Berlín pudo ubicar la tumba de su bisabuelo en un cementerio, Schmoller expresó: «Los que niegan a la Shoá (Holocausto) son unos necios mentirosos. Es gente llena de un odio enfermizo». «Lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad, para que nunca vuelva a acontecer», dijo con un fuerte acento alemán.

Consultado sobre el genocida fallecido, Erich Priebke, el sobreviviente opinó que «debe dejarse de hablar de él». «Que no quede recuerdo alguno de sus hazañas criminales. Que quede totalmente olvidado. Que haya un total silencio. Como si nunca hubiera existido», puntualizó.

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, hordas nazis llevaron a cabo, con la anuencia de las autoridades alemanas y austríacas y ante la total inacción policial, el pogrom denominado “Kristallnacht”. Sobre esos días, Schmoller reflexionó: «Cada año hay menos gente que lo haya vivenciado en forma consciente».

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Por Mario Sinay. El Tranvía del Gueto de Varsovia fue completamente restaurado para convertirse en un objeto central del nuevo Museo

Montados con una estrella de David sobre la cabina del conductor en lugar de la línea de la ruta, la vista de estos vagones rodando por las calles llenas de gente se convirtió en uno de los recuerdos perdurables del Gueto.

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Agencia AJN.- “Trato de imaginar a las personas por las que este tranvía habría pasado alguna vez en el gueto y simplemente no puedo. Todos los días, este tranvía fue testigo de un enorme sufrimiento y una inmensa tragedia”.

Reconocido como el único de su tipo en el mundo, el tranvía de antes de la guerra que alguna vez recorrió el Gueto de Varsovia ha sido completamente restaurado y actuará como uno de los elementos centrales del futuro Museo del Gueto de Varsovia.

Se cree que el tranvía, data de 1907, construido en Alemania, se construyó originalmente en un momento en que Varsovia dependía de los tranvías tirados por caballos.

La introducción de este tranvía en la ciudad se produciría después de que Varsovia electrificara su transporte público.

Sin embargo, fue el tiempo de guerra lo que finalmente elevaría la importancia de este modelo de tranvía Tipo A.

Aunque la población judía de Varsovia se encontró encerrada en el Gueto en noviembre de 1940, la inmensidad del área exigía que fuera atendida por sus propias líneas de tranvía.

Montados con una estrella de David sobre la cabina del conductor en lugar de la línea de la ruta, la vista de estos vagones rodando por las calles llenas de gente se convirtió en uno de los recuerdos perdurables del Gueto.

Partiendo desde la plaza Muranowska, sus paradas programadas cubrían Muranowska, Dzika, Dzielna, Karmelicka, Leszno, Żelazna y Chłodna.

Sin embargo, la brutalidad de la represión del Levantamiento del Ghetto, junto con su posterior destrucción metódica, significó que pocos de estos vehículos sobrevivieran; de hecho, solo se sabe que uno ha sobrevivido hasta el día de hoy.

Indiscutible en su valor histórico, los historiadores creen que la última vez que este tranvía habría funcionado habría sido en julio de 1942; lo más probable, habría sido utilizado para transportar judíos a la Umschlagplatz mientras esperaban la deportación a las cámaras de gas de Treblinka.

Después de la guerra, los historiadores han teorizado que se utilizó para almacenar materiales necesarios para la reparación de tranvías. En años posteriores, quedó simplemente abandonado en medio de una maleza enmarañada.

Ahora que recibe una segunda vida, el trabajo de restauración se llevó a cabo por primera vez el año pasado. El proyecto, que involucró a 100 personas y costó 250.000 Zlotys, se llevó a cabo siguiendo una documentación de diseño que data de más de un siglo.

Además, los ingenieros que trabajaron en el chasis utilizaron las mismas técnicas que habrían estado disponibles para los trabajadores en ese período.

Llevado a cabo en la planta de reparación T3 de Varsovia, el óxido se eliminó minuciosamente mientras que los elementos faltantes se reemplazaron utilizando exactamente el mismo tipo de materiales que se habrían utilizado anteriormente.

Además, el tranvía se pintó de rojo y se adornó con una bocina de Varsovia en su exterior.

Financiado por el Ayuntamiento de Varsovia y la autoridad local de tranvías, el tranvía se colocará frente al Museo del Gueto de Varsovia una vez que se inaugure.

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