Agencia AJN.- Aún se mantiene en el recuerdo de los israelíes el andar cansino y sencillo de ese genio del fútbol mundial que es el argentino Lionel Messi, quien hace casi un año estuvo en el estadio Bloomfield de Tel Aviv al comando del seleccionado argentino, primero para saciar la ansiedad de cientos de fanáticos y luego para protagonizar la reedición del clásico rioplatense con Uruguay nada menos que en tierras del Medio Oriente.

La incursión de Messi y compañía colmó las expectativas de las 30 mil almas que concurrieron al moderno estadio y que presenciaron un entretenido partido con un anecdótico 2 a 2 que tuvo un gol del rosarino, quien en las últimas horas es noticia por su intención de abandonar la plantilla del Barcelona de España.

El encuentro amistoso fue muy esperado para los fanáticos israelíes que para ver a Messi tendrían que viajar al extranjero para presenciar un partido de esta importancia, que suele producirse en cada campeonato del mundo.

Pero el partido había despertado más atención luego de que en junio de 2018, unos días antes de la Copa del Mundo en Rusia, la selección de fútbol de Argentina con su delantero superestrella anunciaran la cancelación de su presentación en Jerusalem, acto que en cualquiera de las lecturas del conflicto de Medio Oriente no dejaba de tener un perfil político

La intensa presión de los funcionarios y activistas palestinos llevó al equipo albiceleste a cancelar con poca antelación su compromiso con Israel, partido que ya era un hecho místico desde el entrenador Carlos Bilardo lo impuso previo al Mundial de México en 1986 que sirvió para que Argentina alzara nuevamente la Copa del Mundo y realzara la figura de Diego Maradona.

La cierto es que la frustrada visita de Messi y compañía dejó a una nación enloquecida por el fútbol conmocionada y decepcionada. Incluso, en medio de las pasiones, algunos israelíes tomaron tan mal la cancelación que se negaron a apoyar a Argentina durante el torneo y disfrutaron de su pobre desempeño.

Tras aquella experiencia, en 2019 los organizadores de la incursión de Messi y la selección argentina primero buscaron otro rival y segundo llevaron el match a Tel Aviv.

Con el financiamiento privado del filántropo canadiense-israelí Sylvan Adams y el productor del evento Comtec Group, se cumplió el sueño de muchos fanáticos del fútbol israelí y se dieron el lujo de ver Argentina – Uruguay, que tuvo todas sus estrellas y que marcó el cierre de la temporada para el conjunto albiceleste.

Pero este partido tampoco estuvo afuera de la tensión que genera el conflicto entre Israel y los palestinos e incluso el juego llegó a quedar al borde de la suspensión.

Lo que ocurrió fue que días previos al partido, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) eliminaron a Abu al-Ata, un importante terrorista de la Yihad Islámica, lo que alentó la preocupación por la seguridad de los futbolistas.

La empresa Comtec, que había invertido unos 4,2 millones de dólares, llegó a recibir los anuncios de cancelación por parte de Argentina y Uruguay. Sin embargo, el dueño de la compañía, Dani Benaim, a quien la selección argentina le canceló un partido antes del Mundial 2018, decidió llevar a cabo una operación para que eso no volviera a ocurrir.

Recurrieron al famoso ex futbolista israelí Iosi Benayoun y gracias a su mediación y a la intervención de funcionarios del gobierno se logró cumplir con el compromiso, y hubo Argentina y Uruguay en Tel Aviv.