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Cultura

Murió Charles Aznavour, reconocido cantante francés

Agencia AJN.- El cantante francés Charles Aznavour murió a los 94 años.

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Agencia AJN.- Charles Aznavour murió a los 94 años, este lunes informaron los medios franceses sobre el fallecimiento del cantante.

Aznavour nació bajo el nombre de Shahnour Varinag Aznavourian en París, hijo de padres armenios, vendió más de 100 millones de discos en 80 países.

Charles Aznavour Rivlin

La leyenda de raíces armenias estuvo el año pasado en Israel, donde recibió el premio Raoul Wallenberg por los esfuerzos de su familia para proteger a los judíos y otros perseguidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Fue conocido como el Frank Sinatra de Francia.

Aznavour comenzó su carrera vendiendo su música a artistas franceses de los 40’ y 50’, como Edith Piaf, Maurice Chevalier y Charles Trenet.

Descubrió su talento para escribir canciones mientras tocaba en cabarets con su compañero pianista Pierre Roche.

Sus padres escondieron a judíos en su hogar durante la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

Aznavour y su hermana Aida dejaron sus camas para los nuevos huéspedes y fueron parte de lo que sus padres estaban haciendo.

Realizó una gira por Israel en donde deleitó a sus seguidores.

El último concierto de Aznavour en Israel fue en el Menora Mivtachim Arena el 28 de octubre del 2017. Tenía programado otro show en el mismo escenario de Tel Aviv para el 29 de junio de 2019.

El presidente Emmanuel Macron era un gran admirador de Aznavour y cantó muchas de sus canciones durante las noches de karaoke con amigos cuando era estudiante, según comentaron sus antiguos compañeros de clase.

Cultura

Kristallnacht: Para el sobreviviente Pedro Schmoller, «lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad»

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Agencia AJN.- Se cumplió ayer un nuevo aniversario de la «Noche de los Cristales Rotos» y recordamos el diálogo que la Agencia AJN mantuvo en 2013 con Pedro Schmoller, sobreviviente del pogrom denominado «Kristallnacht», quien aseguró: «Agradezco su interés y su espacio. Con mis 93 años encima, es bueno saber que mis recuerdos no desaparecerán cuando no esté más presente en este mundo, y solo así, a través de la memoria mantendrán su vida por algún tiempo más».

La Kristallnacht dio inicio a la Shoá, diez meses antes de la Segunda Guerra Mundial. Schmoller contó en 2013 que él y su familia lograron salvarse de aquella trágica noche gracias a la secretaria de su padre que les ofreció refugio en su casa. «Nos escondimos en el pequeño departamento de la secretaria de mi padre, que era de fe protestante. Ella arriesgó su vida al darnos albergue ya que convivir con judíos era castigado con la pena de muerte», contó.

«Nos quedamos allí unos días hasta que volvió una relativa calma», relató y agregó: «Permanecimos encerrados en un ambiente muy chico, y en constante tensión. Llegué a fumar hasta 60 cigarrillos por día. Desde ese entonces no probé cigarrillo», añadió a modo de quiebre con su pasado oscuro. «Solo un mes y medio después pudimos escapar con destino Argentina», agregó.

El sobreviviente recordó que en su infancia vivió en «Berlín en un barrio de clase media alta y que actualmente sigue existiendo, Charlottenburg». «Recuerdo que en la planta baja de la casa de departamentos donde vivíamos había una librería que pertenecía a una familia judía, la misma fue totalmente destruida por una horda organizada. En la Kristallnacht, solo en Berlín, fueron incendiados una veintena de templos, y seguramente una centena en todo el país, junto con unos centenares de rollos de la Torá. En el caso de nuestro templo, el Friedenstempel, había más de 10 rollos, cada una con sus hermosos adornos artesanales», recordó.

Siempre en diálogo con AJN, Schmoller expresó su deseo de contar una historia gratificante ante tanto horror, «se trata del arribo al templo NCI Emanu El de un rollo de la Torá, el mismo fue reconstruido y salvado en algún lugar de Europa». «Resulta que en uno de mis viajes a Londres, por casualidad me enteré de que existía un Comité de Reconstrucción de Torot (plural de Torá), donde escribas profesionales se dedicaban a reescribir las partes dañadas, para que puedan ser nuevamente usadas y enviados a países del tercer mundo a nuevos templos que carecían de rollos, o donde había pocos». Schmoller contó que «para solventar los gastos del Comité, buscaron donantes por sumas-no tan pequeñas- que tenían el privilegio de elegir el lugar, donde las Torot podían ser nuevamente usadas». Fue así que «juntando los ahorros de mi padre, mi hermano y los míos, pudimos donar la suma necesaria, y así llegó, por vía diplomática, una Torá a la Embajada de Israel en Argentina, y de allí partió al templo de Emanu El». «En un solemne servicio religioso, llevado por mi padre, y franqueado por mi hermano y por mí, la Torá fue introducida a su nuevo destino y hoy sigue estando en el templo de la calle Arcos, en la Ciudad de Buenos Aires».

En su relato, Schmoller no quiso dejar de mencionar a su padre quien, como muchos otros judíos alemanes, combatió durante la Primera Guerra Mundial en el ejército alemán y pese a haber sido condecorado con la Cruz de Hierro, años más tarde sería considerado un enemigo por el mismo país que le había reconocido su valor en el combate.

Respecto al negacionismo de la Shoá, Schmoller opinó: «Sólo un malvado, lleno de odio y resentimiento puede ignorar o negar lo ocurrido. Existen un sinfín de pruebas, fotos, películas y testimonios de sobrevivientes que no dejan duda alguna». Tras contar que en una visita a Berlín pudo ubicar la tumba de su bisabuelo en un cementerio, Schmoller expresó: «Los que niegan a la Shoá son unos necios mentirosos. Es gente llena de un odio enfermizo». «Lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad, para que nunca vuelva a acontecer», dijo con un fuerte acento alemán.

Consultado sobre el genocida fallecido, Erich Priebke, el sobreviviente opinó que «debe dejarse de hablar de él». «Que no quede recuerdo alguno de sus hazañas criminales. Que quede totalmente olvidado. Que haya un total silencio. Como si nunca hubiera existido», puntualizó.

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, hordas nazis llevaron a cabo, con la anuencia de las autoridades alemanas y austríacas y ante la total inacción policial, el pogrom denominado “Kristallnacht”. Sobre esos días, Schmoller reflexionó: «Cada año hay menos gente que lo haya vivenciado en forma consciente».

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Cultura

Un estadounidense de origen judío ganó el Premio Nobel de Medicina 2024

Los estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun recibirán el premio por su descubrimiento del microARN, de ‘‘importancia fundamental para el desarrollo y funcionamiento de los organismos’’. Ruvkun es judío, mientras que el padre de Ambros, católico, realizó trabajo forzado para los nazis.

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El biólogo molecular estadounidense Gary Ruvkun, a la izquierda, y el catedrático de Ciencias Naturales y profesor de medicina molecular de la UMass, Victor Ambros, en imágenes sin fechar. (Joshua Touster y UMass vía AP)

Agencia AJN.- El Premio Nobel de Medicina 2024 fue concedido este lunes a los estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun, de origen judío, por su descubrimiento del microARN, un principio fundamental que regula la actividad de los genes.

La Asamblea Nobel aseguró que el descubrimiento ‘‘está demostrando ser fundamentalmente importante para cómo se desarrollan y funcionan los organismos’’.

Ruvkun llevó a cabo su investigación en el Hospital General de Massachusetts y en la Facultad de Medicina de Harvard, donde es profesor de genética. Ya había obtenido en 2011 el Premio Dan David, con sede en la Universidad de Tel Aviv.

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Ambros, por su parte, que realizó la investigación en la Universidad de Harvard, actualmente es profesor de Ciencias Naturales en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. Su padre, de origen católico, fue enviado a un campo de trabajos forzados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

No es la primera distinción que reciben, ya que ambos fueron galardonados con el Premio Wolf de Israel en 2014.

El premio está dotado con once millones de coronas suecas (un millón de dólares) procedentes de un legado dejado por su creador, el inventor sueco Alfred Nobel.

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