La muerte de cuatro palestinos, uno de ellos supuestamente vinculado al asesinato de ocho alumnos israelíes cometido hace una semana en Jerusalem, fue duramente cuestionada este jueves por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, quien calificó el hecho de “crimen bárbaro”.
El Ejército israelí mató el miércoles por la tarde a Muhamad Shehade, miembro de la Jihad Islámica, y a otros tres milicianos en la ciudad cisjordana de Belén. De acuerdo con fuentes palestinas, Shahade había planeado el atentado perpetrado hace una semana en Jerusalem contra la yeshivá “Merkaz Harav”, en donde murieron ocho jóvenes.
“Este crimen bárbaro deja en evidencia la falsa máscara que cubre la cara de Israel”, expresó Abbas en declaraciones reproducidas por el diario Haaretz.
Y agregó que el gobierno israelí “habla de paz pero comete crímenes, asesinatos y ejecuciones en contra del pueblo palestino”.
Las autoridades de Israel, por medio de sus voceros, dijeron en cambio que no había relación alguna entre Shehade y el ataque de la semana anterior.
Las fuerzas de seguridad de Israel (FDI) comentaron que los cuatro palestinos abatidos eran responsables de una serie de atentados cometidos entre 2000 y 2001.
Shehade era buscado por el Ejército desde 1999 y se cree que estaba en contacto con las milicias de Hezbollah, en el sur de Líbano.
Testigos palestinos afirmaron que las FDI operaron en el centro de Belén y mantuvieron un duro enfrentamiento con los milicianos palestinos.
En respuesta por este hecho, activistas de la Jihad dispararon hoy al menos quince misiles Kassam contra el sur de Israel. Los cohetes cayeron en zonas deshabitadas cercanas a la ciudad de Sderot, por lo que no causaron heridos ni daños.
Por su parte, la policía israelí entregó hoy a su familia el cuerpo del palestino que cometió la masacre en la escuela religiosa de Jerusalem. El cadaver fue enterrado en la localidad de Jabal Mukaber, en un funeral que la prensa local calificó de "discreto".
El terrorista Ala Hisham Abu Dheim, de 25 años, fue asesinado luego de matar a ocho jóvenes. Su familia había instalado en los últimos días una carpa para protestar porque la policía no entregaba el cuerpo para su sepelio.
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