Artículo publicado por Yaakov Katz en The Jerusalem Post.

¿Un logro o una rendición? ¿Un acuerdo económico o un pacto sobre seguridad? ¿Cuál es la forma correcta de ver el acuerdo sobre la frontera marítima alcanzado el martes entre Israel y Líbano?

Aquí una sugerencia: como algo que no es ni económico ni de seguridad, ya que lo que realmente reúne este acuerdo es una acumulación de intereses diplomáticos, de seguridad y económicos. No es sólo uno, sino todos.

Por eso las comparaciones con concesiones pasadas -como las valijas de dinero en efectivo que el gobierno dirigido por Netanyahu permitió transferir a Hamás en Gaza- no son exactamente exactas.

Esas valijas de dinero se entregaron a una organización terrorista para comprar una cosa y sólo una cosa: tranquilidad. No había ningún canon que Israel fuera a recibir y el dinero se entregó sabiendo que ayudaría a financiar el armamento de Hamás y la financiación de las actividades terroristas en Gaza.

El acuerdo libanés es diferente por varias razones: En primer lugar, hay un canon que Israel recibirá que podría ascender a miles de millones de dólares, suponiendo que haya incluso gas bajo las aguas que se declaran como parte de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Líbano. El presidente de Total Gas, que tiene la licencia de Líbano para explorar la zona, llegó a Beirut el martes, una señal de que ahora, con un acuerdo en marcha, se puede empezar a trabajar.

La segunda razón por la que esto es muy diferente a los pagos en efectivo de Hamás es por quién recibe la ZEE. No es Hezbollah. Por el contrario, Hezbollah no pudo atribuirse el mérito del suministro de combustible de Irán, que ayuda a proporcionar unas pocas horas al día de electricidad en el Líbano. Una vez que haya una plataforma de gas operativa, ya no se necesitará a Irán.

Esto rompe la dependencia de Irán y elimina una de las razones por las que los libaneses miran a Hezbollah como su proveedor.

Además, este acuerdo -suponiendo que se encuentre gas- verá el establecimiento de una plataforma de gas dentro de la ZEE libanesa, no muy lejos de la plataforma de gas de Karish, que pronto comenzará a bombear gas a la costa. Esto crea una disuasión y un activo que Líbano puede perder potencialmente si Israel es atacado.

Y por último, este acuerdo tiene el potencial de impulsar la economía del Líbano, un claro interés israelí. Israel está haciendo lo correcto tratando de evitar la guerra con un costo mínimo. Renunciar a derechos económicos que pueden o no tener valor es un precio que merece la pena pagar para evitar la guerra y crear estabilidad regional.

Aunque esto está lejos de ser un acuerdo de paz con el Líbano, el alboroto de la derecha israelí por una cesión de territorio no es sincero. La ZEE no es un territorio. Es el derecho a explotar los recursos naturales. Renunciar a ese derecho es económico, especialmente si se tiene en cuenta el hecho de que, según el acuerdo, Israel debe recibir regalías de Total.

Esta es la posición de los principales expertos jurídicos israelíes, entre los que se encuentran personas como la Coronel (retirada) Pnina Sharvit-Baruch, antigua jefa del departamento de derecho internacional de la Abogacía General Militar. El trabajo de Sharvit-Baruch era aprobar los ataques selectivos en lugares como Gaza y potencialmente el Líbano. Su opinión es importante.

Sin embargo, hay algunos supuestos expertos marítimos que afirman que Israel está cediendo territorio. Ese sería el caso si Israel renunciara a las aguas dentro de las 12 millas náuticas de su territorio -aún no se sabe-, como explicó el martes el ex comandante de la Marina Elizer Marom.

Marom conoce el agua y sabe de su importancia. Es uno de los oficiales navales más brillantes, creativos y condecorados de Israel. Lo que también es interesante es que es partidario del Likud y, al parecer, consideró presentarse a las recientes primarias del partido. El martes dijo a los periodistas que apoyaba el acuerdo suponiendo que no se perdieran las aguas territoriales israelíes y sólo una parte de la ZEE.

Marom fue el oficial que en 2000 supervisó el despliegue de la Armada tras la retirada del Líbano. Colocó los marcadores que conforman lo que se conoce como «Línea de boyas» entre Israel y Líbano. También es alguien a quien vale la pena escuchar.

Entonces, ¿cuál es el verdadero problema del acuerdo? Es el momento. Israel va a celebrar su quinta elección en tres años y medio en menos de tres semanas. Esa es toda la historia.