Agencia AJN.- Ali Abdullah Saleh, ex presidente de Yemen y hombre fuerte de toda la vida, fue asesinado el lunes, según múltiples funcionarios yemeníes, mientras sus partidarios y rebeldes chiítas lucharon por el control de la capital.
 
Un video que circulaba online supuestamente mostraba el cuerpo de Saleh, con los ojos abiertos pero vidriosos, inmóvil con la cabeza gacha, mientras los combatientes rebeldes lo llevaban en una manta gritando «Dios es grandioso» y luego lo arrojan a una camioneta. La sangre manchaba su camisa debajo de un traje oscuro.
 
Las circunstancias de su muerte seguían sin estar claras, pero algunos funcionarios aseguraron que los rebeldes lo mataron mientras intentaba abandonar la capital. Su muerte fue anunciada por los Houthis, que lucharon contra las fuerzas de Saleh durante la última semana. Dos de los asociados de Saleh confirmaron la noticia.
 
Su muerte y la lucha entre sus partidarios y los houthis ponen la guerra civil en un camino impredecible.
 
Saleh se alió con los Houthis en los años posteriores a su derrocamiento del poder en 2011, y el apoyo de sus unidades militares leales fue clave para ayudarlos a invadir la capital, Sanaa, en 2014, expulsando al gobierno de Hadi.
 
Pero en los últimos meses, la alianza se deshizo en medio de las sospechas hutíes de que Saleh se inclinaba hacia la coalición encabezada por Arabia Saudita que respaldaba a Hadi. Las fuerzas de Hadi, tratando de aprovechar el colapso de la alianza, anunciaron que marcharían sobre Sanaa, pero incluso sin los partidarios de Saleh, los rebeldes siguen siendo una fuerza poderosa.
 
«El líder de la traición ha sido asesinado», subrayó la cadena de televisión Houthis al-Masriah.
 
Varios oficiales militares huzíes anunciaron que Saleh fue asesinado mientras se dirigía junto con los principales líderes del partido de Sanaa, a su ciudad natal de Sanhan. Los combatientes houthi lo siguieron en 20 vehículos blindados, lo atacaron y lo mataron a él y a sus acompañantes, según expresaron los oficiales.
 
Saleh gobernó Yemen por más de 30 años. Lo forzaron a dimitir después de meses de protestas contra él durante un levantamiento de la primavera árabe en 2011.