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24 de marzo “La dictadura significó persecución, desarraigo, exilio y muerte”

AJN. – En julio de 1976, cuando tenía 18 años, Daniel Tarnopolsky sufrió el secuestro y el asesinato de toda su familia a manos de los represores argentinos que gobernaban el país. Debió exiliarse en Chile, Israel y Francia, donde “comenzó su vida religiosa”. Hoy, en Buenos Aires, es jazan (cantor) en la comunidad Bet El y prepara a los niños que van a concretar su Bar Mitzva.
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El de Daniel Tarnopolsky es uno de los casos más emblemáticos de las últimas tres décadas de la historia argentina.
Sus padres y sus hermanos fueron secuestrados y asesinados durante la última dictadura militar. Sobrevivió porque los criminales no lo encontraron y debió permanecer fuera del país durante años. Cuando regresó dio su testimonio en el Juicio a las Juntas que condenó, en 1985, a los jerarcas del régimen.
Aquella sentencia le permitió continuar su lucha en la instancia Civil de la Justicia y ganarle una demanda económica a quien fuera el jefe de la Armada y uno de los dueños de la vida y la muerte en aquellos años del país: Emilio Eduardo Massera. El resarcimiento que recibió lo donó a las Abuelas de Plaza de Mayo, asociación que en la Argentina busca saber el destino que tuvieron los hijos que parieron las madres durante el cautiverio ilegal.
Su historia, sin embargo, no termina ahí. Por el contrario, milita actualmente en organizaciones defensoras de los derechos humanos y es jazan (cantor) en la comunidad judía Bet El, donde prepara a niños que están por hacer su Bar Mitzva.
“Durante los meses de junio y julio de 1976 la situación estaba tensa”, recordó Tarnopolsky en una entrevista con la Agencia Judía de Noticias (AJN) a 32 años del último Golpe de Estado sufrido por la Argentina.
Una prima de su padre, que militaba en la organización Montoneros, había sido secuestrada. El rapto provocó que la familia tomara sus recaudos. Daniel se alojó “en casa de amigos” por pedido de su padre y Betina, la hermana menor, en la de su abuela materna. Sergio, el hermano mayor y militante de la Juventud Peronista, realizaba el servicio militar en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y era asistente de Jorge “El Tigre” Acosta, uno de los represores más feroces que años atrás fue condenado a cadena perpetua por un tribunal italiano.
El 15 de julio de 1976, la familia tenía previsto reunirse a comer. Esa noche Daniel llamó a su padre pero no lo encontró; enseguida se comunicó con su abuela que le pidió que fuera a verla. “Cuando me dijo eso supe inmediatamente qué pasaba”.
Un grupo de militares y policías hizo explotar una bomba en el departamento de la familia, en Buenos Aires. Según dijo el portero del edificio, los represores secuestraron al matrimonio Tarnopolsky (Hugo y Blanca) y también a Betina; la misma noche raptaron a Laura, la esposa de su hermano Sergio, que estaba en la casa de sus padres.
A partir de ese día la vida de Daniel dio un vuelco. “Dejé la universidad y no tenía trabajo, entonces empecé a andar por Buenos Aires, pasaba de una casa a otra”.
Un amigo de su padre le dio el ultimátum: “O te exilias o te clandestinizas (sic)”. En agosto decidió viajar en barco a Uruguay y de ahí tomó un avión rumbo a Chile, donde la dictadura de Augusto Pinochet también golpeaba duro.
Pronto, algunos allegados le sugirieron que fuera más lejos. “Yo no quería alejarme tanto pero un amigo me dijo: vos no vas a volver pronto a la Argentina ni vas a volver a ver a tus viejos; ahí comprendí que mis padres podrían estar muertos”.
Tras una visita al Sheliaj (enviado) de la Agencia Judía en Santiago de Chile, viajó a Israel. “Me dijo que él no estaba de acuerdo con ‘este tipo de Alia’, a lo que yo respondí que esto no era una alia, que en eso coincidíamos, y que el pasaje me lo pagaba yo”.
En Israel comenzó a entender qué eran los secuestros y las torturas en Argentina. “El 80 por ciento de los argentinos en Israel eran refugiados políticos, muchos de ellos habían sido secuestrados, torturados y luego liberados”.
Mientras estudiaba en Jerusalem logró tomar contacto con un funcionario del Ministerio del Exterior. “Él me dijo que no se podía hacer nada por los desaparecidos argentinos porque la comunidad judía pedía que no se movieran porque tenía miedo a las represalias. Aseguraban que los secuestrados eran ‘subversivos y comunistas’. Ese día decidí que me iba de Israel”, aseguró categórico.
Tarnopolsky se mudó a Francia en julio de 1977. Allí tuvo la necesidad de conectarse con la religión judía porque la “vida material” no le alcanzaba, para él estaba hecha de “persecución, desarraigo, exilio y muerte”.
“Me acerqué a una sinagoga de la rue Copernique, en París, y pedí hablar con el rabino. Hice mi Bar Mitzva a los 21 porque mis padres se habían opuesto por considerar (la ceremonia como) ‘retrograda’. Allí fue que empecé a decirme que quería ser jazan, que me gustaba ese lugar; ahí empezó mi vida religiosa”.
En 1981, Tarnopolsky oyó por testigos directos acerca de su familia. Le contaron que sus padres habían estado secuestrados en la ESMA y también el “ensañamiento que tenían los militares con los judíos”. Le dijeron: “Suponemos que tus padres están muertos”. Fue allí donde pudo terminar de armar el “rompecabezas” del rapto de su familia:
“A mi hermano lo secuestraron porque quiso poner una bomba en la ESMA. La bomba no explotó, pero la encontraron. Bajo tortura mi hermano término confesando. Ahí fue que el Tigre Acosta le dijo: ‘Vos me traicionaste, yo voy a borrar a tu familia de la faz de la tierra, no va a quedar un Tarnopolsky vivo’. Por eso secuestraron a mis padres, a mi hermana y no me secuestraron a mí porque no me encontraron”.
En diciembre de 1983, con el retorno de la democracia, Daniel volvió a la Argentina de visita, pero siete meses más tarde se instaló definitivamente. Fue uno de los testigos principales que tuvo el Juicio a las Juntas que condenó a la cúpula militar de la dictadura.
Cuatro años después, tras el alzamiento armado de Semana Santa contra el gobierno de Raúl Alfonsín, Tarnopolsky decidió irse a Francia. “Este país no es más para mí”, se dijo.
Pero antes inició una demanda judicial por daños y perjuicios morales y financieros contra Massera y el Estado argentino.
En 1994, la Justicia, basándose en “la defensa del derecho a la vida”, condenó a Massera a pagarle una indemnización millonaria, algo que finalmente, tras varias instancias de apelaciones, se concretó una década después.
“Cuando gané el juicio en Argentina, volví a estudiar con un jazan en Francia”. A su regreso a Buenos Aires, en 2002, comenzó a cantar para las fiestas en el templo judío de la calle Arcos.
“A principios de 2007 comencé a trabajar con chicos de manera voluntaria en la preparación para hacer su Bar Mitzva y subo al estrado a cantar con ellos”.
Sobre el futuro, Tarnopolsky afirmó: “La militancia política continuará. Encuentro en Argentina a gente como (los rabinos) Sergio Bergman, Daniel Goldman y Silvina Chemen, con los cuales me siento muy acompañado porque aúnan mística religiosa con derechos humanos”.
Tarnopolsky forma parte del consejo directivo del centro cultural que funcionará en el predio de la ESMA donde su familia estuvo secuestrada.
BK-GT

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Testimonio de un piloto que defendió Israel del bombardeo masivo iraní: «Objetivo tras objetivo, a un ritmo muy alto»

Agencia AJN.- «Ves un blanco y te das cuenta de que tenés que destruirlo antes de que llegue a casa», describió el capitán G.

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Agencia AJN.- Durante horas se vivió una batalla aérea como nunca antes se había visto en Israel y el mundo. Decenas de aviones participaron en misiones de interceptación de más de 300 misiles y vehículos aéreos no tripulados dirigidos contra el Estado de Israel. Según los informes, aproximadamente el 99% fue interceptado, con la ayuda de una coalición internacional. Esa fue exactamente la ejecución de una operación que la Fuerza Aérea de Israel había estado entrenando durante años. El capitán G., piloto del Escuadrón 107 que participó en la operación, contó: «Fue un gran evento. Decís: ‘Para esto me alisté, para esto me entrené'».

«Es una sensación de tensión, expectativa, capacidad… Una sensación de querer despegar, estar allí y proteger: al escuadrón, a los amigos, a la familia», dijo el capitán G. al Canal 12 sobre los momentos tensos después de largos días de vigilancia. «Hacía unos días que había tensiones en el aire. El fin de semana anterior nos dimos cuenta de que empezaba a progresar. Ese sábado hubo una sensación más concreta: recibimos un mensaje para llegar al escuadrón. A las 19.30 hs., todos presentes, informados.»

Las tensiones alcanzaron su punto máximo en toda la Fuerza Aérea, dijo el subcomandante del Escuadrón 107, mayor A. El día anterior «recibimos la noticia de que esa noche era la noche: comenzamos a armar todos los aviones del escuadrón. El ala técnica logró en muy poco tiempo armar los aviones con misiles aire-aire, misiles contra objetivos. Trajimos a reservistas, miembros de tripulación aérea y combatientes que vinieron desde el Norte hasta el Sur».

«Despegás, sabés lo que hay que hacer, conocés el avión, los interruptores… Llegás a la zona y confías en vos mismo. Al final, entrenamos mucho solo para estos momentos», describió el capitán G. «Tan pronto como hay noticias de que las cosas están en el aire, el primer cuarteto despega; entendemos que hay algunos derribos».

A pesar de los numerosos preparativos, el capitán G., un piloto de 27 años que logró acumular bastantes horas de vuelo en la Franja de Gaza y el Líbano, declaró que se trataba de una misión diferente: «Estamos llegando a un acontecimiento que ya está ocurriendo, a un escenario que ya está caliente. Reconozco que hay un blanco, que eso no es un avión ligero o alguien que se confundió: te das cuenta de que es algo que está camino a casa y tenés que destruirlo antes de que llegue a casa.»

«Objetivo tras objetivo tras objetivo, a un ritmo muy alto. Nunca había tenido un vuelo así en mi vida», dijo el capitán G. «Al final, tan pronto como el dron cae, te das cuenta: ‘Genial, logré hacer una cosa’, pero eso no significa que podamos hacer lo que queramos. Hay otras armas y hay que estar concentrado».

Incluso ahora, el capitán G. enfatiza que la vigilancia continúa: «Siempre nos estamos preparando para lo siguiente; nunca se sabe lo que traerá el enemigo y, al final, estamos listos para cualquier escenario que pueda surgir. Estamos aquí para seguir trabajando… No estamos cegados por esto. Puede suceder mañana e incluso entonces tendremos que estar alertas y concentrados y ser capaces de defendernos y de asegurarnos de que ningún arma enemiga nos dañe en casa».

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Las IDF informan que 4 soldados fueron heridos y varios terroristas palestinos han sido eliminados en una redada en Cisjordania

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Agencia AJN.- Varios terroristas palestinos fueron abatidos y cuatro soldados resultaron heridos durante una redada antiterrorista en el campo de refugiados de Nur Shams, en Cisjordania, cerca de Tulkarem, según el ejército israelí.

Las Fuerzas de Defensa de Israel afirman que tropas y agentes de la Policía de Fronteras llevaron a cabo una redada en Nur Shams durante la noche, en la que se detuvo a varios palestinos buscados, se descubrieron artefactos explosivos y varios hombres armados murieron en enfrentamientos a lo largo de la mañana.

Según los medios de comunicación palestinos, una persona murió y otras dos resultaron heridas.

Un soldado de la unidad LOTAR y un oficial de la Brigada Marom resultaron heridos moderados, y dos soldados de la unidad de reconocimiento Haruv de la Brigada Kfir resultaron heridos leves en medio de la operación, según las IDF.

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