Agencia AJN.- El viceministro de Salud, Yaakov Litzman, fue interrogado por Policía, por sospechas de que trató de ayudar a la ex directora de una escuela – Malka Leifer – a evitar la extradición a Australia, donde enfrenta cargos por pedofilia y abuso sexual de sus alumnas.

Litzman, quien encabeza el partido ultraortodoxo Yahadut HaTorá, es sospechoso de encubrimiento y obstrucción de la justicia. La Policía indicó que el interrogatorio fue el resultado de una investigación secreta que comenzó hace varios meses.

Se sospecha que Litzman intentó obtener un informe psiquiátrico falsificado para presentar a Malka Leifer como mentalmente incapacitada e inimputable, algo que hubiera impedido su extradición a Australia.

Una fuente policial citada por medios locales indicó que la policía tiene grabaciones de Litzman y funcionarios en su oficina hablando con empleados del Ministerio de salud y presionándolos para que actúen en nombre de Leifer.

Leifer, ex directora de una escuela ultraortodoxa de niñas en Melbourne, es buscada por 74 cargos de abuso sexual infantil en Australia. En el pasado se desempeñó como docente en una escuela en Israel afiliada a la comunidad hasídica Gur, a la que pertenece Litzman.

La oficina del viceministro Yaacov Litzman señaló en un comunicado: “»El viceministro Litzman confía en su inocencia y continuará asistiendo ante cualquier solicitud que llegue a su oficina, de acuerdo con la ley y las regulaciones existentes».

Leifer, ciudadana israelí, huyó de Australia a Israel en 2008, días antes de que se dieran a conocer las acusaciones de abuso sexual contra ella, tras ser prevenida por directivos de la escuela Adass Israel, donde enseñaba.

Después de que las autoridades en Melbourne presentaron cargos contra ella, Australia presentó oficialmente una solicitud de extradición en 2012. Dos años más tarde, Leifer fue arrestada en Israel, y le fue concedido el arresto domiciliario poco después. Los jueces la consideraron mentalmente incapaz de ser juzgada y eventualmente eliminaron todas las restricciones en su contra, concluyendo que estaba demasiado enferma como para poder transgredirlas y que ni siquiera tenía posibilidad de salir de su cama.

La sospechosa fue arrestada nuevamente en febrero pasado, tras una operación policial encubierta de la policía, que arrojó dudas sobre las afirmaciones con respecto a su estado mental, y ha permanecido bajo custodia desde entonces.

El operativo policial encubierto se inició después de que la ONG Jewish Community Watch contratara a investigadores privados que colocaron cámaras ocultas en el asentamiento Emmanuel, donde vivía Leifer. Allí pudieron ver a la sospechosa moviéndose sin dificultades por el asentamiento ultraortodoxo sin signos de ninguna enfermedad que la mantuviera inmovilizada y en cama.

Después del arresto inicial de Leifer en 2014, el psiquiatra del Distrito de Jerusalem, Jacob Charnes, presentó dos opiniones psiquiátricas que la consideraban mentalmente incompetente, lo que llevó a su liberación. Después de que Leifer fuera arrestada nuevamente en febrero de 2018, Charnes aceptó firmar, tras meses de retraso, una nueva evaluación médica que refutaba su conclusión inicial. Sin embargo, en la última audiencia de extradición del mes pasado, testificó en contra de las determinaciones de varios expertos médicos que encontraron que Leifer era mentalmente competente y una vez más afirmó que estaba demasiado enferma para ser enviada de regreso a Australia.

Por el momento no está claro si Charnes es el experto médico que – según se sospecha – el ministro Litzman habría presionado para impedir la extradición. Sólo se sabe que fue el ministro Yaacov Litzman quien nombró a Charnes en el cargo de psiquiatra del distrito.

La próxima audiencia en el caso de Malka Leifer se llevará a cabo en el mes de marzo próximo. Los medios israelíes dieron a conocer en las últimas horas testimonios de supuestas víctimas de la sospechosa, a la que acusan de graves abusos sexuales e incluso violación, todos ellos estremecedores y escalofriantes.

La organización Jewish Community Watch señaló que las sospechas contra Litzman son «impactantes, pero lamentablemente no del todo sorprendentes».