Opinión
Violencia de género: la visión de Israel por el Lic. Alberto Meschiany
Agencia AJN.- El director del servicio de Psicología de la Universidad de Tel Aviv dialogó con la Agencia AJN acerca del abordaje que le da Israel a esta problemática. “Las universidades y empresas tienen un veedor que se encarga de las denuncias. A nivel estatal, hay una línea de denuncias para mujeres, hombres y niños”, sintetizó.

Agencia AJN.- Ante los casos de violencia de género y acoso conocidos en los últimos días, la Agencia AJN entrevisto a Alberto Meschiany, director del servicio de Psicología de la Universidad de Tel Aviv, quien se refirió al abordaje que se de la a esta problemática desde el Estado y las Instituciones públicas y privadas de Israel.
El especialista de origen Argentino explicó cómo se trabaja en oficinas públicas y empresas privadas de Israel para hacer frente a los casos de abuso: las universidades y empresas tienen que tener un veedor que se encarga de las denuncias. Ellos se ocupan de dar tratamiento psicológico al acosador y a los acosados.
También hay una línea de denuncias para mujeres, hombres y niños que sufrieron abusos. Otra costumbre israelí es que los políticos no se besan, se dan la mano. También está prohibido que los psicólogos besen a sus pacientes. “La sociedad israelí es muy severa con este tema a tal punto que un presidente de Israel fue preso por acoso sexual”, afirmó.
Los organismos estatales y las grandes empresas frente a los casos de abuso y violaciones se adscriben a una ley que las obliga tener una persona encargada de recibir quejas de empleadas o empleados que se sienta acosados e incluso, la norma exige cumplir con un curso para ingresar como empleado.
“En las universidades hay casos de abuso como pasa en todo el mundo. Con o sin mala intención se desarrollan relaciones entre un profesor y un estudiante, pero los reglamentos de las universidades no permiten este tipo de relaciones, ya que se trata de una relación donde rige una jerarquía que puede dar fruto al abuso de poder”, explicó. “Someter y violar, todo junto, muestra una actitud de otra época”, enfatizó Meschiany, quien justificó la decisión que todas las universidades tengan una psicóloga para atender estos cosos.
El psicólogo también sostuvo que “la multiplicidad de culturas que se da en Israel hace que haya gente más cálida que otra y esto genera algún tipo de efusividad. Es por eso que en la sociedad israelí existe sin duda el darse la mano a la hora de saludarse para no generar cuestiones que puedan permitir otras situaciones”. “En la Argentina, los psicólogos puede saludar con un beso en la mejilla a sus pacientes. Acá eso está absolutamente prohibido”, afirmó. También se da esta situación entre los políticos israelíes que no se saludan con un beso, sino que se dan la mano.
Lo cierto es que Israel abrió oficinas destinada a atender los casos de violaciones con atención a mujeres, hombres y especial énfasis en niños. “La justicia tiene que tener leyes absolutamente claras respecto a esto porque el hombre es un depredador con actitudes prehistóricas”, dijo y agregó: “es indispensable que las denuncias puedan superar el color político de un partido o de otro. El éxito de estas denuncias reside en que superen las banderas”.
El directivo también recalcó que hay situaciones que son de otro momento de la historia y que no se las debe analizar desde la actualidad. “Por ejemplo, se está haciendo un reclamo por una canción de navidad donde la mujer le insinúa algo al hombre que molestaría al colectivo de las mujeres en la actualidad, pero esa canción fue escrita y representaba las costumbres de otro momento histórico. Hay cosas que son de otra época y hay que dejarlas donde están”, afirmó.
El debate en las calles
Israel se vio sacudida en los últimos días por los casos de violencia doméstica que obligó a las mujeres a salir a las calles para reclamar una respuesta del Estado frente a los 25 asesinatos que se registraron durante este año.
Meschiany destacó la aparición del movimiento de mujeres contra la violencia de género, que en Israel paralizó varias ciudades de ese país, aunque no se muestra entusiasta con una posible reacción política a la riestra de reclamos de este colectivo que se replica por todo el mundo.
Meschiany definió el fenómeno de la violencia, los cambios en las tendencias de las denuncias por abuso y violaciones y dejó encendida la luz de alarma psicológica frente a la escalada de violencia con los palestinos.
“El uso de la fuerza tiene que ver con instintos humanos muy primitivos y tiene que ver con el no desarrollo de la capacidad de contenerse y la capacidad cuando no se desarrolla puede producir la violencia”, sintetiza Meschiany, en un momento que Israel se ve cruzado en forma trasversal por la protesta callejera contra la violencia doméstica y la tensión creciente con sus vecinos palestinos y libaneses.
Siendo Medio Oriente un escenario de violencia casi cotidiana en las últimas semanas, ¿qué sucede con ese instinto primitivo?, le pregunta AJN al profesional de la Universidad de Tel Aviv. “Creo que se acentúa ese instinto. La sociedad de Israel es muy proclive a reaccionar con poca paciencia. En las canchas de fútbol, la hinchada alienta como si los jugadores fuesen a la guerra”, señala, aunque enseguida concede que el deporte más popular del mundo suele despertar esa pasión casi enfermiza.
Pero cómo influye la actual situación de inseguridad que vive hoy el israelí que puede ser baleado en una carretera y cómo afecta en la actualidad emocional de los estudiantes israelíes, pregunta AJN. “En este momento, por ahora, lo que está pasando no va a escalar, todo está igual que siempre. Pero si llega a haber un conflicto y comienzan a convocar las reservas, ahí sí de nuevo vamos a ver una ola de consultas porque es difícil concentrarse cuando hay grandes conflictos”, explica.
La violencia doméstica fue tapa de los diarios israelíes, con movilizaciones en las principales ciudades como Tel Aviv y al respecto Meschiany señala que estos casos “están mucho más en los titulares que antes, hay mucho más conciencia y más cuidado”.
“Este año hubo 25 asesinatos de mujeres por cónyuge, pareja o un familiar, lo que es un número muy grande para un país como Israel”, apunta el psicólogo para dar el marco del clima de reclamo y protesta que llevan adelante las mujeres y que obligó a las autoridades municipales a permitir a sus trabajadoras a que se sumen a la huelga y salgan a las calles.
Meschiany comenta que este es un movimiento mundial contra la violencia de género que llegó a Israel y que provocó que haya “más denuncias por abusos y acosos que habían permanecido escondidos durante tiempo. Presentar una denuncia en otro tiempo era distinto como así también su tratamiento”.
¿La sociedad israelí tiene una característica particular frente a estos casos de abuso o violencia doméstica?, le pregunta AJN. “La violencia como el abuso no escapa a ninguna sociedad. Habrá más en una que en otra porque se publican más o menos, pero existe abusos en todos los ámbitos en gente culta o profesionales y los que no lo son”, contesta.
Ante la consulta sobre los efectos que tendrá la protesta contra la violencia doméstica, Meschiany responde: “En lo personal, lamentablemente, no soy optimista porque cuando se llevó a votar una proyecto de ley para destinar presupuesto para refugios mujeres maltratas, las legisladoras votaron con rigidez partidaria. Están de acuerdo con la ley pero porque están en el partido del gobierno y no pueden votar una ley de la oposición”.
Opinión
Análisis: Mientras Israel lucha contra Irán, ¿dónde están los aliados terroristas de Teherán en su momento de necesidad?
Teherán desarrolló una red terrorista regional para aislarse de la guerra, pero ahora que está bajo ataque, Hezbollah y otros se sienten demasiado débiles o demasiado intimidados para unirse a la batalla.

Por Nurit Yohanan
Cuando Israel anunció la Operación «León Ascendente» en la madrugada del viernes, marcó la primera vez en más de 50 años que el país declaraba la guerra contra un Estado soberano, en lugar de contra una organización terrorista que opera desde territorio extranjero, Cisjordania o Gaza. Un número considerable de estas organizaciones a las que Israel se ha enfrentado a lo largo de los años fueron y son apoyadas, financiadas o incluso controladas directamente por Irán, el país que ahora se encuentra en la mira de Israel.
Desde la Revolución iraní, el régimen de Teherán ha invertido importantes esfuerzos en difundir su ideología entre las poblaciones chiítas de Medio Oriente, a la vez que ha construido una red de organizaciones terroristas en toda la región, incluyendo grupos suníes.
La Fuerza Quds, una unidad especial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, se ha centrado en las últimas décadas en apoyar a estas organizaciones mediante ayuda financiera, el suministro de armas y municiones, e incluso entrenamiento, a veces realizado en territorio iraní.
Para Irán, la red terrorista era tanto una proyección de poder como un escudo: los grupos hostigaban continuamente a los dos mayores enemigos de la República Islámica, Estados Unidos e Israel, mientras que este se mantenía aislado de las represalias. Y la existencia de una liga de ejércitos de apoyo, listos para defenderse en caso de guerra, ayudó a disuadir cualquier idea occidental de invasión o cambio de régimen.
Después del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás lanzó un ataque devastador contra Israel, desencadenando la guerra en Gaza, la amplitud del arsenal iraní quedó en evidencia, con grupos respaldados por Teherán, desde el Líbano hasta Yemen, atacando a Israel en lo que el entonces ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, denominó una guerra de siete frentes.
Pero ahora que el poder de fuego de Israel se dirige contra el propio Irán, esos aliados desaparecen repentinamente. Algunos, como Hezbollah, se han visto gravemente debilitados por Israel debido a los intentos de respaldar a Hamás. Otros parecen haber sido convencidos por sus países anfitriones para mantenerse al margen de la lucha.
Irán se encuentra ahora en una posición sumamente inusual e incluso peligrosa, obligado a depender principalmente de su propio poder militar en territorio iraní. Hasta ahora, esto ha consistido principalmente en sucesivas rondas de misiles balísticos disparados por la fuerza aérea del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, que han causado gran destrucción, pero han hecho poco por debilitar la potencia de fuego de Israel.
Mientras tanto, Irán ha visto cómo su territorio se ha convertido en un campo de batalla al intentar hacer frente a los ataques israelíes desde Teherán hasta Tabriz, lo que representa una vulnerabilidad estratégica para un país que prefiere dejar que sus aliados hagan el trabajo sucio en territorio extranjero.
Hezbollah, en la cuerda floja
El apoyo de Irán a grupos terroristas en el extranjero se estima en miles de millones de dólares anuales provenientes de las arcas estatales. Esta ayuda ha continuado en los últimos años a pesar de la grave situación económica de Irán, que incluye una devaluación sostenida de la moneda y escasez de energía.
Una buena parte de ese dinero ha ido a parar al grupo terrorista libanés Hezbollah, el principal cliente de Irán.
Sin embargo, tras sufrir grandes pérdidas y una creciente oposición en el Líbano, ahora se encuentra gravemente debilitado y reacio a enfrentarse a Israel.
Hezbollah, fundado en 1983 con el respaldo de Irán, ha sido durante las últimas dos décadas la principal herramienta militar de Irán contra Israel, armado con misiles de largo alcance e incluso armas guiadas de precisión.
Sin embargo, desde que Israel comenzó a atacar dentro de Irán el viernes, lo único que ha lanzado Hezbollah han sido palabras. Esta moderación es aparentemente una consecuencia directa de su guerra con Israel, durante la cual el grupo lanzó ataques casi diarios contra Israel desde octubre de 2023 hasta que acordó un alto el fuego en noviembre de 2024.
En los últimos seis meses de la guerra, y en particular a partir de septiembre, el grupo sufrió importantes reveses militares. Casi todo su alto mando fue eliminado por Israel, incluyendo al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah.
Justo antes, los ataques israelíes con buscapersonas y walkie-talkies explosivos causaron daños físicos y psicológicos generalizados entre las fuerzas terrestres del grupo. Unas 4.000 personas resultaron heridas en la operación encubierta, según informes libaneses, la gran mayoría de ellas miembros de Hezbollah.
El otrora formidable arsenal de misiles del grupo parece haberse agotado o destruido en gran medida, y Siria ya no es una ruta conveniente para el contrabando.
En octubre de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel estimaron que Hezbollah conservaba menos del 30 por ciento de su potencia de fuego anterior a la guerra.
Incluso después de la firma del alto el fuego, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han continuado sus operaciones regularmente en el Líbano, atacando a operativos de Hezbollah, principalmente en el sur del país. Israel ha atacado edificios en el distrito de Dahiyeh, en Beirut, en dos ocasiones, donde se encuentran plantas de fabricación y almacenamiento de drones, según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Como resultado, Hezbollah se encuentra significativamente debilitado y su capacidad para representar una amenaza para Israel es mucho menor. La organización también se enfrenta a una creciente presión política interna, mientras el país aún se recupera de los fuertes ataques israelíes dirigidos a poner fin a los ataques de Hezbollah.
En los últimos seis meses, dos de los tres principales puestos de liderazgo del Líbano han sido ocupados por figuras consideradas «anti-Hezbollah», entre ellas el primer ministro Nawaf Salam y el presidente Joseph Aoun. Ambos han declarado su intención de desarmar a Hezbollah y afirman que la decisión de ir a la guerra debe recaer en el Estado.
En un discurso reciente con motivo de los primeros 100 días de su gobierno, Salam señaló que el Ejército libanés había desmantelado más de 500 depósitos de armas en el sur del país. Si bien no especificó a quién pertenecían, se cree que eran de Hezbollah
El viernes, horas después del inicio de la operación israelí, Hezbollah emitió un extenso comunicado condenando enérgicamente los ataques israelíes contra Irán, afirmando que Israel “solo entiende el lenguaje de la muerte, el fuego y la destrucción”.
El comunicado no mencionó si respondería ni cuándo, pero un funcionario de Hezbollah declaró a Reuters ese mismo día que el grupo no tomaría represalias por los ataques en Irán.
Las milicias iraquíes ceden ante la presión
Desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, Irán ha reforzado las milicias proiraníes y chiítas en el país para profundizar su influencia. Estos grupos atacaron principalmente a Estados Unidos, pero también apuntaron sus armas contra Israel después del 7 de octubre.
La creciente presión interna y externa ha paralizado estas operaciones.
Desde 2014, las milicias en Irak han operado bajo una organización paraguas conocida como las Fuerzas de Movilización Popular, disparando misiles contra las tropas estadounidenses estacionadas en la región y combatiendo al grupo terrorista Estado Islámico cuando esta organización yihadista tomó el control de partes de Irak.
Sin embargo, desde el 7 de octubre, las milicias también han participado en la guerra regional en múltiples frentes contra Israel, aparentemente con el respaldo de Irán. A lo largo de 2023 y 2024, lanzaron drones hacia Israel, principalmente contra los Altos del Golán y, en una ocasión, contra Eilat, al tiempo que atacaban bases estadounidenses en Irak. En octubre de 2024, dos soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel murieron en un ataque con drones lanzado por milicias proiraníes en el norte de los Altos del Golán.
Sin embargo, incluso antes del segundo alto el fuego entre Israel y Hamás en diciembre de 2024, las milicias proiraníes de Irak acordaron detener los ataques contra Estados Unidos e Israel.
Fuente: Times of Israel
Opinión
Israel-Irán: Democracia bajo fuego, dictadura al desnudo

Por Ariel B. Goldgewicht
¿Qué sucede cuando una democracia liberal enfrenta a una dictadura fundamentalista?
No estamos ante una guerra convencional, sino ante un choque de civilizaciones: entre quienes santifican la vida y quienes anhelan la muerte. La guerra entre Israel y el régimen iraní ‘ denominada ´León Ascendente´, no empezó esta semana, pero ahora ha alcanzado un nivel nuevo, un punto de no retorno.
Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha declarado abiertamente su hostilidad hacia Israel. Durante décadas, ha dirigido esta guerra por medio de terceros (Proxy) el eje chiita: Hezbollah en Líbano, Hamás en Gaza, los hutíes en Yemen, milicias en Siria e Irak, entre otros. Irán ha sido el gran arquitecto del terrorismo moderno en el Medio Oriente, financiado con las inconmensurables riquezas de su petróleo. Su régimen de dictadura absoluta, liderado por los ayatolás, ha sido cómplice de atentados desde Buenos Aires hasta Beirut, dejando una estela de sangre y caos.
Hoy, sin embargo, algo ha cambiado. Por primera vez en la historia, Israel ha atacado directamente a Teherán. ¿Por qué ahora?
La respuesta está en una conjunción de factores. La caída de Hamás y la Yihad Islámica en Gaza, el debilitamiento de Hezbollah en el norte, la caída del régimen de Assad en Siria, el retroceso de los hutíes en Yemen: todos son frentes que el régimen iraní consideraba parte de su estrategia regional de expansión y dominación. Y todos han sido golpeados con fuerza por Israel en los últimos meses.
A esto se suma la presión internacional, el estancamiento ruso en Ucrania —que limita el apoyo logístico de Moscú a Teherán—, y el regreso de una política exterior estadounidense menos indulgente con Irán. La reciente advertencia del Presidente Trump, que impuso un plazo de 60 días para frenar el programa nuclear iraní, coincidió con el momento en que Israel decidió actuar: al día 61, los ataques comenzaron.
Israel no está reaccionando por impulsos ni venganza. Está respondiendo a una amenaza existencial. Porque si el 7 de octubre vimos de lo que es capaz un grupo terrorista armado con cohetes y fusiles, imaginemos lo que podría ocurrir si Irán —un régimen que ejecuta homosexuales, encarcela mujeres por no cubrirse la cabeza, y asesina opositores sin juicio— accediera a armas nucleares. Esa es la línea roja.
En estas horas, Israel vive bajo amenaza constante. El espacio aéreo cerrado, el sistema educativo paralizado, cientos de miles de ciudadanos atrapados fuera del país o confinados en refugios. El Domo de Hierro protege, pero no es infalible. Con un 95% de efectividad, basta una pequeña brecha para que un misil balístico impacte y cause destrucción. Ya lo hemos visto: muertos, heridos y un país en vilo. Pero, imagínese ¿y si esos misiles llevarán cabezas nucleares?
A pesar de todo, Israel no responde con barbarie. Tiene superioridad militar absoluta sobre los cielos de Irán, pero no ataca civiles. Ataca centrifugadoras nucleares, bases militares, centros de comando. Mientras el régimen iraní lanza misiles sobre poblaciones israelíes, Israel busca evitar víctimas inocentes. Porque los ciudadanos iraníes no son enemigos: son rehenes de una teocracia que lleva décadas reprimiéndolos. En esta guerra buscamos aniquilar el proyecto nuclear, pero los ciudadanos civiles inocentes de irán tiene otras esperanzas de este conflicto. Ellos esperan libertad.
En Irán, hoy se cuentan chistes oscuros: “Nadie sabe dónde está el ayatolá!!, excepto Israel”. Y no es sólo humor negro: es símbolo de un régimen que tiembla. La resistencia israelí no busca cambiar el régimen, ni interferir en la autodeterminación de los pueblos. Su único objetivo es impedir que un régimen fundamentalista con aspiraciones mesiánicas tenga capacidad nuclear.
Durante más de dos décadas, Irán ha invertido en cuatro pilares esenciales:
1. Desarrollo nuclear
2. Expansión militar y terrorista del eje chiita
3. Represión social interna —especialmente contra mujeres—
4. Hostilidad contra Israel
Muy poco en salud pública, ni educación, ni infraestructura. Un Estado que produce petróleo como si fuera agua, pero cuyas ciudades sufren apagones diarios, escasez de agua potable y servicios básicos. Toda su riqueza, volcada a la represión y la destrucción con el objetivo principal de consolidar su poder a la fuerza.
Lo que vemos hoy es el colapso de esa estrategia. Un castillo de naipes que se derrumba desde dentro. Como el viejo proverbio del efecto mariposa, la ola de terror del 7 de octubre encendió una cadena de reacciones que ha llevado a la desestabilización de todos los brazos armados de Irán en la región. Aún falta mucho para el final, y el sufrimiento no ha terminado, pero cuando caiga el telón, el mundo podría ser un lugar más seguro. Especialmente para los pueblos que hoy viven oprimidos por dictaduras fundamentalistas.
En pleno siglo XXI, no hay lugar para los extremismos. La historia ha demostrado —y está claro— que cuando las democracias se unen, pueden frenar incluso a las peores amenazas. Que no haya que esperar otro 7 de octubre para despertar. El momento de elegir entre luz y oscuridad, entre libertad y opresión, es ahora.
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