Sderot es la ciudad israelí más atacada por los kassam. Está a cuatro kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza, recibe diariamente cohetes que son imposibles de detener y el anuncio de que uno está por caer no deja tiempo para llegar a los refugios.

La Agencia Judía de Noticias (AJN) habló con Eli Moyal, el alcalde de la ciudad, quien se mantuvo en el cargo luego de que el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, le pidió que revea su decisión de presentar la renuncia.

“Yo presenté mi renuncia, pero Olmert me pidió reconsiderarlo y por eso no me fui”, dijo Moyal, para luego añadir que “la relación con el gobierno no es sencilla, ya que nosotros esperamos una solución que ellos no encuentran”.

La solución tampoco la tiene Moyal, quien afirma que “una nueva operación militar para volver a salir no tendría ningún sentido”.

Mientras tanto, las manifestaciones de la población de Sderot contra el propio gobierno de Olmert continúan y el mismo alcalde asegura que van a seguir. “También hay manifestaciones en otras partes del mundo para ayudar a Sderot” agrega Moyal.

Por su parte, el primer ministro israelí sigue buscando soluciones. El año pasado habían aprobado un sistema llamado Domo de Hierro que contenía los proyectiles.

Pero según una publicación del diario local Haaretz se han dado cuenta que esta nueva tecnología tardaría 30 segundos en impactar a un kassam, cosa que haría inútil el sistema para los ciudadanos de Sderot, ya que en ese tiempo el cohete recorre seis kilómetros, dos más de la distancia que hay entre la Franja y la pequeña ciudad israelí.

Por esto, Haaretz informó que el primer ministro  se vio obligado a aprobar la fortificación de 8.000 hogares de Sderot y ciudades aledañas, aunque el presupuesto sólo permitirá hacerlo en 3.600 en los próximos dos años.

La realidad marca que en Sderot, por ahora solamente se puede adelantar la caída del kassam y refugiarse. Para ello, Israel gasta 70.000 dólares al día y el sistema apenas otorga alrededor de veinte segundos para correr a un lugar seguro.

Por eso en la comisaría local todavía guardan los misiles que, fechados, pasan a ser parte de un museo del terror que cualquiera puede visitar. Cada una de las armas caseras, con sus fechas de explosión, pasan a ser un recuerdo y un mensaje pero en algún momento fueron violencia y destrucción.

Mientras tanto, la situación no parece cambiar y menos cuando el ministro de Relaciones Exteriores de la Autoridad Palestina anuncia que los cohetes “sólo producen susto en la población de Sderot, son como juguetes al lado de la invasión israelí”.

De esta manera la crisis y el conflicto se mantienen. No sólo la gravedad y el susto de los misiles, también las manifestaciones contra Jerusalem y Tel Aviv. Los ciudadanos de aquella zona del Neguev están cansados de vivir así.

“Sólo necesitamos tranquilidad, que no caigan más kassam” pide a gritos el alcalde de Sderot, y agrega: “Nosotros sabemos que gracias a los excelentes médicos y psicólogos que tenemos, acompañados del crecimiento de la industria, podemos reorganizarnos, pero queremos tranquilidad”.

JL – HA-GT