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Efemérides/Israel. Se cumplen 23 años del fallecimiento del ex presidente Jaim Herzog

Agencia AJN.- El 17 de abril de 1997 falleció el sexto presidente del Estado de Israel, Jaim Herzog. Sus restos descansan en el cementerio de Har Hertzl (Monte Hertzl) en la ciudad de Jerusalem.

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Agencia AJN.- El 17 de abril de 1997 falleció el sexto presidente del Estado de Israel, Jaim Herzog. Sus restos descansan en el cementerio de Har Hertzl (Monte Hertzl) en la ciudad de Jerusalem.

Había nacido en Belfast, Irlanda del Norte, el 9 de abril de 1918 y era hijo del Gran Rabino de Irlanda, Rabí Isaac Halevi Herzog, quien desde 1937 hasta su fallecimiento, en 1959, fue el segundo Gran Rabino Ashkenazí de Eretz Israel (Tierra de Israel).

Luego de recibir una profunda educación judía raigal, Jaim Herzog concretó su aliá en 1935 para continuar sus estudios, por unos años, en una Yeshiva. Sirvió en la Haganá durante la revuelta árabe de 1936-1939 y luego viajó a Londres a estudiar derecho. En 1942 se enroló en el ejército británico y se desempeñó como oficial de inteligencia en la campaña de Normandía y en la Alemania ocupada.

Además, participó en la liberación de varios campos de concentración e interrogó a diversos jerarcas nazis. Su retiro fue con el rango de teniente coronel.

En 1948, al establecerse el Estado de Israel, pasó a ser oficial de las Tzahal (Fuerzas de defensa de Israel) y participó de la batalla de Latrún, hasta alcanzar el grado de general de división antes de retirarse en 1962.

Hasta que fue convocado nuevamente al servicio activo luego de Sheshet Haiamim (la Guerra de los Seis Días), Herzog fue socio mayoritario de un importante bufete de abogados de Tel Aviv y principal cronista y comentarista militar durante el enfrentamiento bélico, lo que le cobró fama por sus equilibradas transmisiones que elevaban la moral de la población.

Al reincorporarse al Tzahal, se convirtió el primer gobernador de Jerusalem Oriental, Yehuda y Sombron (Judea y Samaria). Años después se desempeñó como embajador israelí en las Naciones Unidas en un período particularmente difícil (1975-1978). La imagen de Israel se había erosionado por la coalición hostil del Bloque Comunista y los países árabes. La tensión alcanzó su cúspide en noviembre de 1975 con la aprobación de la resolución de la Asamblea General que igualaba al sionismo y al racismo.

En 1981 fue electo miembro de la Knesset (Parlamento israelí) por el partido Laborista, puesto al que renunció cuando fue designado presidente del Estado de Israel en mayo de 1983.

En los diez años de su mandato se dedicó principalmente a reforzar la posición de Israel en el exterior, para lo que visitó más de treinta países, que incluyeron las primeras visitas de un jefe de Estado israelí a Alemania y China, y también una visita de reconciliación a España al conmemorarse los 500 años de la expulsión de los judíos de la península Ibérica.

Al explicar la posición del Estado de Israel, Herzog desafió las críticas de los medios de comunicación y los gobiernos extranjeros, estimuló relaciones diplomáticas más estrechas y promovió las relaciones comerciales. También subrayó la centralidad de Israel y favoreció una firme conexión sionista entre su país y las comunidades judías del mundo.

Si bien su cargo era protocolar, Jaim Herzog no estaba alejado de la realidad política israelí y durante su mandato tuvo una activa participación en bambalinas debido a la inestabilidad existente como consecuencia de que las diversas elecciones efectuadas para elegir a los miembros de la Knesset arrojaron resultados que no definieron claramente la composición del parlamento, por lo que hubo seis cambios de gobierno y cuatro relevos de primer ministro.

Concluido su mandato, en mayo de 1993, se retiró de la política activa y se dedicó, principalmente, a realizar giras como conferencista, efectuar comentarios periodísticos y escribir su autobiografía “Historia viviente: Un recuerdo”, publicada en 1996.

Previo a su elección como presidente había escrito y publicado varios libros sobre los acontecimientos históricos en los que participó: War of Atonement: The Inside Story of the Yom Kippur War (1975) (La guerra del Yom Kippur, RBA, 2007); Who Stands Accused? : Israel Answers Its Critics (1978); Battles of the Bible (1978), co-autor con el historiador militar Mordejai Guijón; The Arab-Israeli Wars: War and Peace in the Middle East (1982) y durante su mandato presidencial Heroes of Israel: Profiles of Jewish Courage (1989).

También participó activamente en el desarrollo del Centro de Estudios del Medio Oriente y Diplomacia en la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Beer Sheva, que hoy lleva su nombre. Además, varias instituciones educacionales se han dedicado a su memoria y su familia instituyó el premio “Yad Jaim Herzog” para perpetuar su recuerdo y su legado.

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Hoy se celebra el 75º aniversario de la aceptación del Estado de Israel en las Naciones Unidas

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Agencia AJN (por Eduardo Chernizki).- El 11 de mayo de 1949 el Estado de Israel fue admitido en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como su 59° miembro. Desde entonces, ha participado en una amplia gama de actividades de la misma y se ha comprometido a otorgar su plena participación a los organismos de la ONU que se dedican a la salud, el trabajo, la alimentación y la agricultura, la educación y las ciencias.

Israel juega un papel activo en la labor de los organismos no gubernamentales auspiciados por la ONU, que se dedican a diversos temas, desde la aviación a la inmigración, las comunicaciones, la meteorología, el comercio y hasta el lugar que ocupan las mujeres.

El 15 de mayo de 1948, un día después de la declaración de su independencia, el Estado de Israel solicitó ser miembro de las Naciones Unidas, pero la solicitud no fue aceptada por el Consejo de Seguridad de la entidad. El segundo pedido fue rechazado por el mismo organismo el 17 de diciembre de 1948 por 5 votos contra 1 y 5 abstenciones. Siria fue el único voto en contra; los EE.UU., Argentina, Colombia, la Unión Soviética y Ucrania votaron a favor; y Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, China y Francia se abstuvieron.

La solicitud fue renovada el 4 de marzo de 1949, después de las primeras elecciones que eligieron al primer Parlamento israelí y David Ben Gurión fue elegido Primer Ministro. En esa oportunidad, el Consejo de Seguridad votó 9-1 en favor de la adhesión. Egipto fue quien votó en contra, mientras que Gran Bretaña se abstuvo.

Finalmente, el 11 de mayo de ese mismo año, la Asamblea General, por el requisito de dos tercios de la mayoría, aprobó la solicitud para admitir a Israel ante la ONU por la Resolución de las Naciones Unidas Asamblea General nº273. La votación en la Asamblea General fue de 37 a 12, con 9 abstenciones.

Con el correr de los años, la ONU ha cumplido un papel esencial, logrando el cese de las hostilidades entre Israel y sus vecinos árabes, nombrando mediadores, auspiciando los acuerdos de cese de fuego y armisticio, y apostando fuerzas de la ONU entre los adversarios.

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Kristallnacht. Para el sobreviviente Pedro Schmoller, «lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad»

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Agencia AJN/Itongadol.- Se cumple hoy un nuevo aniversario de la «Noche de los Cristales Rotos» y recordamos el diálogo mantenido en 2013 con Pedro Schmoller, sobreviviente del pogrom denominado «Kristallnacht», quien aseguró: «Agradezco su interés y su espacio. Con mis 93 años encima, es bueno saber que mis recuerdos no desaparecerán cuando no esté más presente en este mundo, y solo así, a través de la memoria mantendrán su vida por algún tiempo más».

La Kristallnacht dio inicio al Holocausto, diez meses antes de la Segunda Guerra Mundial. Schmoller contó en 2013 que él y su familia lograron salvarse de aquella trágica noche gracias a la secretaria de su padre que les ofreció refugio en su casa. «Nos escondimos en el pequeño departamento de la secretaria de mi padre, que era de fe protestante. Ella arriesgó su vida al darnos albergue ya que convivir con judíos era castigado con la pena de muerte», contó.

«Nos quedamos allí unos días hasta que volvió una relativa calma», relató y agregó: «Permanecimos encerrados en un ambiente muy chico, y en constante tensión. Llegué a fumar hasta 60 cigarrillos por día. Desde ese entonces no probé cigarrillo», añadió a modo de quiebre con su pasado oscuro. «Solo un mes y medio después pudimos escapar con destino Argentina», agregó.

El sobreviviente recordó que en su infancia vivió en «Berlín en un barrio de clase media alta y que actualmente sigue existiendo, Charlottenburg». «Recuerdo que en la planta baja de la casa de departamentos donde vivíamos había una librería que pertenecía a una familia judía, la misma fue totalmente destruida por una horda organizada. En la Kristallnacht, solo en Berlín, fueron incendiados una veintena de templos, y seguramente una centena en todo el país, junto con unos centenares de rollos de la Torá. En el caso de nuestro templo, el Friedenstempel, había más de 10 rollos, cada una con sus hermosos adornos artesanales», recordó.

Siempre en diálogo con la Agencia AJN, Schmoller expresó su deseo de contar una historia gratificante ante tanto horror, «se trata del arribo al templo NCI Emanu El de un rollo de la Torá, el mismo fue reconstruido y salvado en algún lugar de Europa». «Resulta que en uno de mis viajes a Londres, por casualidad me enteré de que existía un Comité de Reconstrucción de Torot (plural de Torá), donde escribas profesionales se dedicaban a reescribir las partes dañadas, para que puedan ser nuevamente usadas y enviados a países del tercer mundo a nuevos templos que carecían de rollos, o donde había pocos». Schmoller contó que «para solventar los gastos del Comité, buscaron donantes por sumas-no tan pequeñas- que tenían el privilegio de elegir el lugar, donde las Torot podían ser nuevamente usadas». Fue así que «juntando los ahorros de mi padre, mi hermano y los míos, pudimos donar la suma necesaria, y así llegó, por vía diplomática, una Torá a la Embajada de Israel en Argentina, y de allí partió al templo de Emanu El». «En un solemne servicio religioso, llevado por mi padre, y franqueado por mi hermano y por mí, la Torá fue introducida a su nuevo destino y hoy sigue estando en el templo de la calle Arcos, en la Ciudad de Buenos Aires».

En su relato, Schmoller no quiso dejar de mencionar a su padre quien, como muchos otros judíos alemanes, combatió durante la Primera Guerra Mundial en el ejército alemán y pese a haber sido condecorado con la Cruz de Hierro, años más tarde sería considerado un enemigo por el mismo país que le había reconocido su valor en el combate.

Respecto al negacionismo del Holocausto, Schmoller opinó: «Sólo un malvado, lleno de odio y resentimiento puede ignorar o negar lo ocurrido. Existen un sinfín de pruebas, fotos, películas y testimonios de sobrevivientes que no dejan duda alguna». Tras contar que en una visita a Berlín pudo ubicar la tumba de su bisabuelo en un cementerio, Schmoller expresó: «Los que niegan a la Shoá (Holocausto) son unos necios mentirosos. Es gente llena de un odio enfermizo». «Lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad, para que nunca vuelva a acontecer», dijo con un fuerte acento alemán.

Consultado sobre el genocida fallecido, Erich Priebke, el sobreviviente opinó que «debe dejarse de hablar de él». «Que no quede recuerdo alguno de sus hazañas criminales. Que quede totalmente olvidado. Que haya un total silencio. Como si nunca hubiera existido», puntualizó.

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, hordas nazis llevaron a cabo, con la anuencia de las autoridades alemanas y austríacas y ante la total inacción policial, el pogrom denominado “Kristallnacht”. Sobre esos días, Schmoller reflexionó: «Cada año hay menos gente que lo haya vivenciado en forma consciente».

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