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Efemérides. Un día como hoy: Fallece el primer ministro Menajem Beguin

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Agencia AJN.- El 9 de marzo de 1992 falleció el primer ministro Menajem Beguin a los 79 años. Fue uno de los dirigentes más destacados del Estado de Israel y nació el 16 de agosto de 1913 en Brest Litovsk, ciudad que en ese entonces formaba parte del territorio del Imperio Ruso, después de la Primera Guerra Mundial fue Polonia y actualmente forma parte de Bielorusia.

Era el tercer hijo de Zeev Dov y Hassia Beguin, una familia tradicionalista observante que decidió llamarlo Menajem, cuyo significado en hebreo es “el que consuela”, debido a que el día de su nacimiento coincidía con Tishá VeAv (9 de Av) del calendario hebreo, fecha en la que se conmemora la destrucción trágica del Primer y Segundo Templo de Jerusalem.

La influencia más importante durante toda su niñez y juventud fue su padre, quien era un estudioso del TaNaJ (Biblia hebrea) y poliglota (hablaba alemán, hebreo, idish, ruso y polaco). Además era sionista y apoyaba la demanda judía de Teodoro Hertzl de establecer una patria judía en Eretz Israel (la tierra de Israel).

A los 16 años Menajem ingreso al movimiento juvenil Betar, fundado por Zeev Jabotinsky z’l, estudió derecho y se recibió de abogado en la mitad de los años ’30. Para ese entonces se había convertido en uno de los dirigentes más destacados de Betar de Polonia y en 1938 fue designado su máximo líder, lo que le equivalió estar al frente de los más de 70.000 miembros que ese movimiento nucleaba en la región, concentrándose en el adiestramiento militar, pues preveía la necesidad de defender a la judeidad de Polonia.

Al ser invadida Polonia por los nazis, él huyó a Vilna (Lituania) donde fue arrestado en 1940 por la NKVD (organización previa a la KGB) y sentenciado a ocho años en un campamento de trabajo en Siberia. En 1941, cuando en la URSS se formó un ejército integrado por polacos bajo el mando formal del Gobierno Polaco en el exilio, pero real de las autoridades de la Unión Soviética, Beguin fue liberado de su cautiverio a fin de poder enrolarse en ese ejército y participar de la contienda bélica en los campos de batalla de Medio Oriente.

En 1942 abandonó el ejército polaco y se trasladó a Eretz Israel donde asumió la dirección del Irgún Tzevaí Leumí (Etzel), movimiento sionista revisionista que seguía los lineamientos ideológicos de Zeev Jabotinsky z’l, quien había fallecido dos años antes, y lo revitalizó. Etzel consideraba prioritario que se estableciera el Estado Judío propulsado por Herzl en Eretz Israel, si bien aceptaba de mala gana la política de no enfrentamiento con el Mandato Británico establecida por el Movimiento Sionista como consecuencia del empeño militar de Gran Bretaña en la lucha contra el nazismo.

Pero cuando la magnitud de la Shoá fue evidente en 1944, Etzel decidió modificar su postura y, bajo el liderazgo de Beguin, inició una importante serie acciones destinadas a lograr que los británicos permitieran el ingreso de judíos a Eretz Israel que habían limitado mediante el denominado “Libro Blanco” a pedido de la dirigencia árabe.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Menajem ordenó a los miembros del Etzel efectuar muchas operaciones militares contra la dependencia del Mandato y el ejército británico establecidas en Eretz Israel, entre ellas la fuga de miembros de la organización detenidos en la prisión de Aco y la destrucción de las oficinas administrativas del Mandato Británico en el Hotel King David de Jerusalem.

Estos hechos lo enfrentaron con la postura mantenida por la dirigencia sionista y causaron la ruptura política e ideológica con quien era el líder eretzisraelí del Movimiento Sionista, David Ben Gurión. Esto se acrecentó hasta un punto de ruptura total luego del hundimiento del buque Altalena el 21 de junio de 1948, que traía pertrechos militares destinados a las fuerzas que estaban repeliendo el ataque de los ejércitos de los países árabes que no aceptaron la resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, que estableció la división del territorio del Mandato Británico en dos estados, uno árabe y el otro judío.

Debido a que luego del establecimiento de Tzahal (las Fuerzas de Defensa de Israel) por parte del Gobierno Provisional en junio de 1948, las dos organizaciones militares disidentes (Etzel y Leji) fueron desmanteladas y sus miembros fueron incorporados en las FDI. Beguin enfocó su accionar en conformar un partido político que siguiera los lineamientos ideológicos del sionismo revisionista, fundando con sus correligionarios Jerut con el que participó en todas las elecciones nacionales israelíes desde la primera hasta que se unió al partido político liberal en la década del ’60 conformando una coalición. Durante esos años, en los que fue permanente miembro del parlamento unicameral israelí, la Knesset, él fue el líder de la oposición al gobierno dirigido por dirigentes pertenecientes a MaPai, sionistas de izquierda.

En mayo de 1967, el primer ministro israelí Levi Eshkol, conformó un gobierno de unidad nacional ante la inminencia de una nueva guerra árabe israelí, que comenzó el 6 de junio de 1967, y Beguin, y la coalición política que lideraba, se integró al mismo, siendo designado ministro sin cartera, cargo que ocupo por casi tres años. Luego de que el gobierno aceptara una iniciativa de paz él renunció y volvió a convertirse en el líder de la oposición. Comenzó a conformar un nuevo partido político israelí que sería años después denominado Likud.

A mediados de 1977 Likud obtuvo la primera minoría en la elección para renovar la Knesset y, al frente de una coalición que incluía a otros partidos e indiscutidos dirigentes como Yagal Yadin y Moshé Dayan, fue designado primer ministro.

Su accionar al frente del gobierno israelí sorprendió tanto a sus detractores como a la gran mayoría de sus votantes ya que inició gestiones secretas con el gobierno egipcio que culminaron con la invitación a Anwar al Sadat a visitar Jerusalem, lo que se concretó el 20 de noviembre de 1977. Además fue el prolegómeno de las Conversaciones de Camp David de 1978, que finalizaron con la firma del tratado de paz entre Egipto y el Estado de Israel. Debido a al comienzo de esas negociaciones Beguin y Sadat fueron honrados con el Premio Nobel de la Paz en 1978.

Otra de las decisiones trascendentales tomadas por el gobierno israelí liderado por Menajem Beguin fue la de unificar la ciudad de Jerusalem y designarla capital indivisible del Estado de Israel, luego de la firma del tratado de paz con Egipto.

Beguin, liderando el Likud, volvió a vencer en las elecciones de 1981 y fue nuevamente designado primer ministro. En las semanas previas al acto electoral había autorizado una operación militar considerada muy riesgosa: destruir el reactor nuclear en Osirak, cerca de Bagdad, Irak, poco tiempo antes de que empezara a ser operativo. La fuerza aérea israelí lo destruyó y tanto la decisión de efectuar el ataque como su exitosa ejecución fueron condenadas por la comunidad internacional en su momento, como también por parte de la dirigencia política israelí que la consideró un ardid electoral. Cuando una década después se produjo la primera Guerra del Golfo, la decisión tomada por Beguin resultó vital, pues muy distinto hubiera sido el desarrollo de esa guerra si Irak hubiera poseído armas atómicas.

En 1982 Beguin autorizó el inicio de las operaciones militares contra las fuerzas terroristas que atacaban a Israel desde El Líbano, denominada la «Operación Paz para la Galilea» o “Primera Guerra del Líbano”.

A fines de agosto de 1983 renunció sorpresivamente a su cargo de primer ministro y se retiró de la vida política activa, recluyéndose en un pequeño y austero departamento de Jerusalem, el único de su propiedad. Nunca explicó los motivos de su renuncia, si bien tenía problemas de salud graves y estaba muy deprimido por el fallecimiento de su esposa, Aliza, a fines de 1982 cuando él estaba manteniendo reuniones con funcionarios estadounidenses en Washington. Algunos analistas e historiadores consideran que también lo afectó los hechos que se sucedieron durante la «Operación Paz para la Galilea» y las implicancias que estas tuvieron.

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El Levantamiento del Gueto de Varsovia: «La primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada»

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Agencia AJN.- Estas líneas están motivadas en el recuerdo y homenaje a los héroes del Levantamiento Del Gueto De Varsovia del 19 de abril de 1943.

Aquel día del comienzo de «la primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada» fue en la víspera de Pesaj, la misma festividad de la libertad que hoy estamos transitando quienes pertenecemos al pueblo judío, celebración que en aquel infierno inimaginable de privaciones, pena y dolor no fue dejada de lado.

Por el contrario, son muchos los testimonios que dan cuenta que la tradición fue sostenida frente a toda adversidad y que como a lo largo de la milenaria y riquísima historia del pueblo judío fueron la profunda creencia en los valores de su identidad, la convicción en defensa de la dignidad, la firmeza en la consagración de la vida por sobre todo y la esperanza en el futuro los pilares inspiradores de aquel acto de resistencia que se considera heroico por la decisión y audacia con que se llevó a cabo a sabiendas de la desventaja en la que se hallaban.

Aquella valiente respuesta que se sumó a las infinitos actos de rebeldía pasivas ejercidas por miles desde la llegada del nazismo la encarnaron y ejecutaron los jóvenes que presentaron resistencia armada al opresor nazi que desplegaba su «aktion» de aniquilamiento del Gueto de Varsovia en cumplimiento de la Solución Final diseñado para terminar con la vida judía en Europa.

Los datos dicen que fueron solo un total de setecientos cincuenta jóvenes combatientes los liderados por Mordechai Anielewicz que se enfrentaron a los nazis, causando daños impensados y retrasando casi en un mes sus planes de muerte. A ellos se les unió el resto de los judíos que quedaban en el Gueto. Para el 16 de mayo 55.065 judíos fueron aniquilados y ese fue el final del Gueto de Varsovia.

El día de hoy tiene un nombre, fue consagrado por el Parlamento de Israel en 1951, seis años después de finalizada la guerra. Se llama en hebreo Iom Lashoa Velagvurá, Día de la Memoria del Holocausto y el Heroísmo.

El Holocausto ha asumido el rol de símbolo universal de todo mal porque representa la forma más extrema de genocidio, porque contiene elementos sin precedente.

La invasión rusa a Ucrania con el manto de muerte y destrucción que se despliega ante nuestros ojos nos trae al presente lo peor de aquellos tiempos que hoy recordamos. Se trata como con crudeza lo explica el ACNUR de la peor crisis humanitaria después de la segunda guerra mundial.

Somos testigos de una guerra que sin disimulo busca la destrucción de una nación. Hay un país agresor que comete crímenes de guerra atentando contra la población civil, que provoca masacres y violaciones de derechos humanos en forma cotidiana donde niños, mujeres y personas mayores son víctimas solo por su identidad. Un estado brutal que tiene como objetivo claro el aniquilamiento de un pueblo, dominando su tierra, acabar con su acervo cultural y su historia ancestral.

Nos interpela porque vemos espantados la acción insuficiente de muchos en detener la barbarie. También el silencio y las contradicciones de muchos otros, como la de nuestro país, frente al desesperado pedido de auxilio de la víctima que al final del día queda en soledad absoluta.

Nos interpela porque observamos también que el antisemitismo no ha desaparecido y lejos está de hacerlo. Las denuncias de hechos violentos se suceden en todo el universo sin solución de continuidad.

Nos Interpela y nos debe ocupar la aparición de líderes autoritarios y xenófobos que jaquean a las democracias. Y vemos también que países que violan los derechos humanos en forma descarada y sistemática son tratados en igualdad y sin reparos. Defendidos e incluso tomados como modelos y ejemplos.

Tras la hecatombe que representó la segunda guerra mundial y la Shoá perpetrada por el nazismo nació la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un paso enorme de la humanidad para su desarrollo. La obligación de todos es fortalecerla y profundizar ante los embates de quienes la ignoran y la violan sistemáticamente.

Recordar este día nos conmina a pensar que significó el nazismo como negación máxima de la democracia, de adoración y sumisión al dictador, de destierro de la libertad y desprecio por la vida. Demonización, prohibición y persecución de la actividad política, silenciamiento de la prensa y la libertad de expresión, sustitución de la educación y el pensamiento crítico por adoctrinamiento y el fanatismo irracional. Aplicación de la coerción, extorsión y el miedo como conducta permanente para dominación de la sociedad. La anulación de la cultura, el pensamiento, la discusión y el disenso. La admiración por el discurso hegemónico con la mentira y manipulación como herramientas fundamentales y necesarias. Degradación de la diversidad y aceptación de la exclusión y discriminación.

Y finalmente la búsqueda permanente del enemigo para justificarse. Eso fue el nazismo que no podemos ni debemos olvidar cuando recordamos el pasado que nos duele.

Enseña el historiador francés Jaque Le Goff que la memoria intenta preservar el pasado solo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.

En definitiva, caeremos en el error de convertir los actos de recuerdo en meros rituales de repetición si no somos capaces de capitalizar para el bien las enseñanzas del pasado.

Se trata sobre todo de educar en valores humanos, en derechos humanos y por el desarrollo humano. Los tres van de la mano indefectiblemente.

Fuente: Perfil.
Autor: Claudio Avruj.

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Efemérides. Un día como hoy: Se conmemora el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia

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Agencia AJN.- Hoy, 19 de abril, se cumple un nuevo aniversario del inicio de una de las gestas más heroicas del pueblo judío: el Levantamiento del Gueto de Varsovia (foto del monumento que recuerda la epopeya, en el memorial Yad Vashem de Jerusalem), en el cual una cantidad menor al millar de personas enfrentó durante casi un mes y en medio de la Shoá al poderoso ejército nazi, sin contar con grandes pertrechos bélicos y en abierto desafío a toda lógica y probabilidades de éxito.

Luego que los nazis se apoderaron de Polonia, a partir de fines de 1939, la población judía comenzó a ser confinada en zonas cercadas, denominadas “guetos”, territorialmente pequeños para la cantidad de personas que allí eran concentradas.

El mayor de los establecidos por los nazis fue el de Varsovia, al cual fueron enviados casi 400.000 judíos en 1940.

Entre fines de julio y principios de septiembre de 1942 los nazis trasladaron a 265.000 de ellos al campo de exterminio de Treblinka y a algo más de 11.000 a campos de trabajo; en cambio, autorizaron a 35.000 personas a permanecer en el gueto, a quienes deben sumarse entre 20.000 y 25.000 que estaban escondidas.

Durante el traslado fueron asesinados unos 10.000 judíos por los nazis y sus tropas auxiliares.

Los 60.000 que quedaron sabían que su deportación era inevitable y los jóvenes integrantes de los movimientos sionistas comenzaron a organizarse con la finalidad de resistir el traslado y establecieron dos agrupaciones clandestinas de autodefensa armada: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa, ZOB), integrada por socialistas, y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy, ZZW), conformada por revisionistas integrantes del movimiento juvenil Betar.

Si bien en un principio hubo diferencias entre sus miembros, las mismas fueron dejadas de lado ante el inminente traslado del resto de los habitantes del gueto.

En octubre de 1942, el comandante en jefe de las Schutzstaffel (SS), Heinrich Himmler, ordenó “liquidar el gueto de Varsovia” y sus tropas decidieron iniciar la última deportación el 18 de enero de 1943.

Ese día, mientras unos 6.000 judíos eran llevados al lugar de concentración para subirlos a los trenes que los llevarían a Treblinka, un grupo de activistas del ZOB y el ZZW se infiltraron entre ellos y atacaron a los guardias; si bien la mayoría murió en el ataque, los nazis se desorientaron y los judíos pudieron escapar y esconderse en el gueto.

Las autoridades ocupantes decidieron suspender momentáneamente la deportación, período que el ZOB y el ZZW utilizaron para construir búnkeres y conseguir armas del movimiento clandestino militar polaco (Armia Krajowa, Ejército Nacional), que luego de varios meses les proveyó una pequeña cantidad; en su mayoría, pistolas y explosivos.

Los nazis decidieron reiniciar la deportación el segundo día de Pesaj, coincidente ese año con el 19 de abril, y cuando intentaron ingresar al gueto fueron repelidos por las fuerzas de autodefensa judías, que se estima que sumaban unos 750 miembros (500 del ZOB y 250 del ZZW), lideradas por Mordejai Anilevich, dando inicio a lo que se denominaría como “el Levantamiento del Gueto de Varsovia”.

Armados con pistolas, granadas -muchas de ellas de fabricación casera- y unas pocas armas automáticas y rifles, los combatientes sorprendieron a los alemanes y sus tropas auxiliares el primer día de lucha: forzaron su retirada del gueto y les propinaron 12 muertes y una importante cantidad de heridos.

Ese hecho obligó a los nazis a enviar a su ejército para vencer a quienes los enfrentaban: dos días después iniciaron el contraataque, edificio por edificio, mientras las fuerzas de autodefensa judías efectuaban ataques esporádicos desde sus búnkeres y les provocaban bajas.

El 8 de mayo, los nazis atacaron el comando del ZBO, en la calle Mila 18, en cuya defensa murió Anilevich, y lograron su objetivo de vencer a la resistencia judía ocho días después.

El general de las SS Jürgen Stroop, que estaba al frente de la represión, les informó a sus superiores que habían capturado a 56.065 judíos y destruido 631 búnkeres y que había ordenado la destrucción de la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki para simbolizar su victoria.

Se calcula que unos 7.000 judíos fueron asesinados por los nazis durante el alzamiento, otros tantos fueron deportados a Treblinka, donde casi de inmediato fueron ejecutados en las cámaras de gas, y que a los 42.000 restantes los enviaron al campo de concentración de Majdanek, en Lublin, y a los de trabajos forzados de Poniatowa, Trawniki, Budzyn y Krasnik, donde en su gran mayoría también fueron eliminados con el paso de los meses.

El Levantamiento del Gueto de Varsovia fue el inicio de rebeliones en otros guetos -por ejemplo, los de Bialystok y Minsk- y también en campos de exterminio como Treblinka y Sobibor.

Tras la creación del Estado de Israel, su Parlamento, la Knesset, estableció el 12 de abril de 1951 que el 27 de nisán de cada año sería Iom HaShoá Vehagvurá, un día especial dedicado a recordar a las víctimas del genocidio y los actos de heroísmo durante esa terrible época.

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