Opinión
El plan de Biden para combatir el antisemitismo y el odio a Israel. Por Lahav Harkov*
Agencia AJN.- Hay bastantes asuntos relacionados con los judíos e Israel que Biden tendrá que abordar en los primeros meses de su presidencia. Con el COVID-19 y todos los males económicos y sociales relacionados todavía en marcha, Biden probablemente pondrá la mayor parte de su atención en los asuntos internos, antes que en la política exterior. Y uno de ellos puede ser el antisemitismo, creciente en los Estados Unidos al igual que en todo el mundo.

Agencia AJN.- Con dos meses y alrededor de dos semanas para su probable asunción, el presidente electo de los Estados Unidos Joe Biden puede enfrentar una prolongada batalla legal para defender su aparente victoria. Mientras tanto, su equipo de transición probablemente estará muy ocupado ideando formas de anular las políticas del presidente Donald Trump.
Hay bastantes asuntos relacionados con los judíos e Israel que Biden tendrá que abordar en los primeros meses de su presidencia.
Con el COVID-19 y todos los males económicos y sociales relacionados todavía en marcha, Biden probablemente pondrá la mayor parte de su atención en los asuntos internos, antes que en la política exterior. Y uno de ellos puede muy bien ser el antisemitismo.
Biden ha dicho que decidió postularse a la presidencia el día que Trump dijo que había «buena gente en ambos lados» de la manifestación de 2017 en Charlottesville, Virginia, en la que algunos de los manifestantes corearon «los judíos no nos reemplazarán».
Biden se ha centrado en el antisemitismo en su campaña de una manera sin precedentes. Ha publicado artículos de opinión sobre el tema, y tiene un plan para combatir el odio a los judíos en su sitio web de campaña.

Biden y Netanyahu.
Ese plan incluye tomar en serio la violencia y la retórica antisemita condenándola sistemáticamente, restaurando los fondos recortados por la administración Trump para luchar contra el terrorismo doméstico y trabajando en la aprobación de una ley para luchar contra él, a la vez que se preserva la libertad de expresión, nombrando un liderazgo en el Departamento de Justicia que dará prioridad al enjuiciamiento de los crímenes de odio, y aumentando el control de las armas para «romper el nexo entre el extremismo y la violencia con armas».
En cuanto a la retórica que proviene de su propio lado del espectro político, el sitio web de la campaña de Biden dijo que «rechazaría firmemente el movimiento de BDS, que señala a Israel – hogar de millones de judíos – y con demasiada frecuencia se convierte en antisemita, mientras que deja a los palestinos libres de sus opciones».
Este lado de la lucha contra el antisemitismo será un desafío mayor para Biden. Mientras que la gran mayoría de los demócratas se han opuesto hasta ahora al BDS, un número creciente del ala progresista del partido se opone a las medidas contra el movimiento anti-israelí por motivos de libertad de expresión.
Biden es el candidato de los demócratas, y puede que quiera mantener la unidad del partido y evitar provocar la ira de los de su izquierda, que incluye a la vicepresidenta electa Kamala Harris, aunque no necesariamente en el tema de Israel. Puede querer poner la política interna en primer lugar, pero el mundo no va a estar esperando a que tenga tiempo de abordar sus desafíos, lo que significa que tendrá que estar preparado para cualquier número de cuestiones internacionales, incluidas las que afectan a Israel.
La más importante de ellas es Irán. Con otros miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que no respetan la activación de las «sanciones de retroceso» de EE.UU., el embargo de armas de la ONU sobre Irán expiró el mes pasado. La administración Trump impuso sanciones adicionales a Irán para compensar la reticencia de las otras partes al Plan de Acción Integral Conjunta (JCPOA), comúnmente llamado el Acuerdo con Irán, para asegurarse de que haya consecuencias en el continuo desarrollo de armas avanzadas y en el programa nuclear de la República Islámica.
Irán y sus probables fuentes de armamento -China y Rusia- han esperado antes de hacer ningún trato de armas, pero pueden sentirse envalentonados de hacerlo ahora que Trump y su campaña de sanciones de «máxima presión» están a punto de perder su vigencia. Ese es un embrollo que Biden tendría que abordar de inmediato, por la seguridad del mundo.

Biden y Harris celebrando su triunfo el sábado por la noche.
Dicho esto, Irán tiene sus propias elecciones en junio, y aunque no hay necesidad de fingir que será libre o justo, los ayatolás pueden esperar unos meses a que los nuevos líderes políticos tomen posesión del cargo antes de actuar.
Se espera que Biden, de acuerdo con sus mensajes de campaña, pida a Irán que vuelva a los términos del Plan de Acción y, a cambio, ofrezca un retorno americano al acuerdo. Biden ha dicho que negociaría para hacer el acuerdo con Irán más fuerte, aunque no especificó de qué manera, y las otras partes del acuerdo han sido reacias a hacer mucho en ese frente, lo que puede hacer que cualquier cambio en el plan sea difícil de lograr, si no imposible.
Otra cuestión que puede surgir, esté o no al tope de la lista de Biden, son las continuas acciones agresivas de Turquía en el Mediterráneo Oriental.
Turquía ha provocado numerosas crisis con Grecia en los últimos años, trayendo buques de guerra a las aguas económicas de los estados miembros de la UE. Esto ha venido acompañado de amenazas turcas contra Armenia, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, así como contra Israel. Más recientemente, el Presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha incitado contra Francia y el Presidente francés Emmanuel Macron después de que este último asegurara que la libertad de expresión continuaría en la Quinta República incluso después de que un islamista decapitara al maestro Samuel Paty, que exhibió una caricatura de Mahoma en clase.
Turquía se ha convertido en una importante fuerza desestabilizadora en la región, y las reverberaciones se sentirán también en Israel. El gobierno de Trump se ha abstenido en su mayor parte de abordar este problema, pero un gobierno de Biden probablemente no tendrá otra opción.
La victoria de Biden también puede frenar el impulso de los países que están normalizando sus vínculos con Israel después de los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Sudán.
Biden y su campaña han expresado su apoyo a estos acontecimientos, pero el gobierno de Trump dio especial prioridad a estas medidas e incluso puso elementos relacionados con Israel en acuerdos con países como Kosovo y Sudán. Es menos probable que Biden haga esas cosas, aunque su administración puede alentar a los países árabes con vínculos no oficiales con Israel, como Arabia Saudita y Omán, a que salgan a la luz.
El presidente electo ha prometido presionar a Arabia Saudita por sus violaciones de los derechos humanos, y algunos analistas han planteado la idea de que Riad establecería relaciones diplomáticas con Israel para ganarse el favor de la nueva administración. Si eso es cierto, entonces podría haber movimiento en el frente de los Acuerdos de Abraham antes de lo esperado.
No es particularmente urgente en este momento, por lo que resulta improbable que la administración Biden cause novedades en el conflicto palestino-israelí. No ha habido conversaciones de paz serias en muchos años y, por otra parte, ha habido relativamente poca violencia últimamente.

La vicepresidenta electa de los Estados Unidos, Kamala Harris.
Sin embargo, hace una semana y media, la vicepresidenta Harris le dijo a Arab-American News, con sede en Michigan, que una administración Biden «tomará medidas inmediatas para restablecer la asistencia económica y humanitaria al pueblo palestino, abordar la crisis humanitaria en curso en Gaza, reabrir el consulado de EE.UU. en Jerusalem Oriental y trabajar para reabrir la misión de la OLP en Washington».
Harris también dijo: «Estamos comprometidos con una solución de dos estados, y nos opondremos a cualquier medida unilateral que socave ese objetivo. También nos opondremos a la anexión y a la expansión de los asentamientos». Biden se ha opuesto a los asentamientos durante toda su carrera política de casi 50 años, de modo que esto no resulta sorprendente.
Es probable que los asentamientos vuelvan a aparecer en los titulares como una fuente de fricción entre Jerusalem y Washington, aunque sus asesores y otras personas han dicho que no resulta probable que Biden adopte una táctica tan polémica como la que adoptó el ex presidente de los Estados Unidos Barak Obama respecto a este tema.
Cuando Biden entre en funciones en enero, tendrá una letanía de temas en su agenda, e Israel y los judíos probablemente estarán en su prolongada lista.
*Corresponsal diplomática y editora colaboradora principal de The Jerusalem Post.
Opinión
Análisis: Mientras Israel lucha contra Irán, ¿dónde están los aliados terroristas de Teherán en su momento de necesidad?
Teherán desarrolló una red terrorista regional para aislarse de la guerra, pero ahora que está bajo ataque, Hezbollah y otros se sienten demasiado débiles o demasiado intimidados para unirse a la batalla.

Por Nurit Yohanan
Cuando Israel anunció la Operación «León Ascendente» en la madrugada del viernes, marcó la primera vez en más de 50 años que el país declaraba la guerra contra un Estado soberano, en lugar de contra una organización terrorista que opera desde territorio extranjero, Cisjordania o Gaza. Un número considerable de estas organizaciones a las que Israel se ha enfrentado a lo largo de los años fueron y son apoyadas, financiadas o incluso controladas directamente por Irán, el país que ahora se encuentra en la mira de Israel.
Desde la Revolución iraní, el régimen de Teherán ha invertido importantes esfuerzos en difundir su ideología entre las poblaciones chiítas de Medio Oriente, a la vez que ha construido una red de organizaciones terroristas en toda la región, incluyendo grupos suníes.
La Fuerza Quds, una unidad especial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, se ha centrado en las últimas décadas en apoyar a estas organizaciones mediante ayuda financiera, el suministro de armas y municiones, e incluso entrenamiento, a veces realizado en territorio iraní.
Para Irán, la red terrorista era tanto una proyección de poder como un escudo: los grupos hostigaban continuamente a los dos mayores enemigos de la República Islámica, Estados Unidos e Israel, mientras que este se mantenía aislado de las represalias. Y la existencia de una liga de ejércitos de apoyo, listos para defenderse en caso de guerra, ayudó a disuadir cualquier idea occidental de invasión o cambio de régimen.
Después del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás lanzó un ataque devastador contra Israel, desencadenando la guerra en Gaza, la amplitud del arsenal iraní quedó en evidencia, con grupos respaldados por Teherán, desde el Líbano hasta Yemen, atacando a Israel en lo que el entonces ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, denominó una guerra de siete frentes.
Pero ahora que el poder de fuego de Israel se dirige contra el propio Irán, esos aliados desaparecen repentinamente. Algunos, como Hezbollah, se han visto gravemente debilitados por Israel debido a los intentos de respaldar a Hamás. Otros parecen haber sido convencidos por sus países anfitriones para mantenerse al margen de la lucha.
Irán se encuentra ahora en una posición sumamente inusual e incluso peligrosa, obligado a depender principalmente de su propio poder militar en territorio iraní. Hasta ahora, esto ha consistido principalmente en sucesivas rondas de misiles balísticos disparados por la fuerza aérea del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, que han causado gran destrucción, pero han hecho poco por debilitar la potencia de fuego de Israel.
Mientras tanto, Irán ha visto cómo su territorio se ha convertido en un campo de batalla al intentar hacer frente a los ataques israelíes desde Teherán hasta Tabriz, lo que representa una vulnerabilidad estratégica para un país que prefiere dejar que sus aliados hagan el trabajo sucio en territorio extranjero.
Hezbollah, en la cuerda floja
El apoyo de Irán a grupos terroristas en el extranjero se estima en miles de millones de dólares anuales provenientes de las arcas estatales. Esta ayuda ha continuado en los últimos años a pesar de la grave situación económica de Irán, que incluye una devaluación sostenida de la moneda y escasez de energía.
Una buena parte de ese dinero ha ido a parar al grupo terrorista libanés Hezbollah, el principal cliente de Irán.
Sin embargo, tras sufrir grandes pérdidas y una creciente oposición en el Líbano, ahora se encuentra gravemente debilitado y reacio a enfrentarse a Israel.
Hezbollah, fundado en 1983 con el respaldo de Irán, ha sido durante las últimas dos décadas la principal herramienta militar de Irán contra Israel, armado con misiles de largo alcance e incluso armas guiadas de precisión.
Sin embargo, desde que Israel comenzó a atacar dentro de Irán el viernes, lo único que ha lanzado Hezbollah han sido palabras. Esta moderación es aparentemente una consecuencia directa de su guerra con Israel, durante la cual el grupo lanzó ataques casi diarios contra Israel desde octubre de 2023 hasta que acordó un alto el fuego en noviembre de 2024.
En los últimos seis meses de la guerra, y en particular a partir de septiembre, el grupo sufrió importantes reveses militares. Casi todo su alto mando fue eliminado por Israel, incluyendo al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah.
Justo antes, los ataques israelíes con buscapersonas y walkie-talkies explosivos causaron daños físicos y psicológicos generalizados entre las fuerzas terrestres del grupo. Unas 4.000 personas resultaron heridas en la operación encubierta, según informes libaneses, la gran mayoría de ellas miembros de Hezbollah.
El otrora formidable arsenal de misiles del grupo parece haberse agotado o destruido en gran medida, y Siria ya no es una ruta conveniente para el contrabando.
En octubre de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel estimaron que Hezbollah conservaba menos del 30 por ciento de su potencia de fuego anterior a la guerra.
Incluso después de la firma del alto el fuego, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han continuado sus operaciones regularmente en el Líbano, atacando a operativos de Hezbollah, principalmente en el sur del país. Israel ha atacado edificios en el distrito de Dahiyeh, en Beirut, en dos ocasiones, donde se encuentran plantas de fabricación y almacenamiento de drones, según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Como resultado, Hezbollah se encuentra significativamente debilitado y su capacidad para representar una amenaza para Israel es mucho menor. La organización también se enfrenta a una creciente presión política interna, mientras el país aún se recupera de los fuertes ataques israelíes dirigidos a poner fin a los ataques de Hezbollah.
En los últimos seis meses, dos de los tres principales puestos de liderazgo del Líbano han sido ocupados por figuras consideradas «anti-Hezbollah», entre ellas el primer ministro Nawaf Salam y el presidente Joseph Aoun. Ambos han declarado su intención de desarmar a Hezbollah y afirman que la decisión de ir a la guerra debe recaer en el Estado.
En un discurso reciente con motivo de los primeros 100 días de su gobierno, Salam señaló que el Ejército libanés había desmantelado más de 500 depósitos de armas en el sur del país. Si bien no especificó a quién pertenecían, se cree que eran de Hezbollah
El viernes, horas después del inicio de la operación israelí, Hezbollah emitió un extenso comunicado condenando enérgicamente los ataques israelíes contra Irán, afirmando que Israel “solo entiende el lenguaje de la muerte, el fuego y la destrucción”.
El comunicado no mencionó si respondería ni cuándo, pero un funcionario de Hezbollah declaró a Reuters ese mismo día que el grupo no tomaría represalias por los ataques en Irán.
Las milicias iraquíes ceden ante la presión
Desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, Irán ha reforzado las milicias proiraníes y chiítas en el país para profundizar su influencia. Estos grupos atacaron principalmente a Estados Unidos, pero también apuntaron sus armas contra Israel después del 7 de octubre.
La creciente presión interna y externa ha paralizado estas operaciones.
Desde 2014, las milicias en Irak han operado bajo una organización paraguas conocida como las Fuerzas de Movilización Popular, disparando misiles contra las tropas estadounidenses estacionadas en la región y combatiendo al grupo terrorista Estado Islámico cuando esta organización yihadista tomó el control de partes de Irak.
Sin embargo, desde el 7 de octubre, las milicias también han participado en la guerra regional en múltiples frentes contra Israel, aparentemente con el respaldo de Irán. A lo largo de 2023 y 2024, lanzaron drones hacia Israel, principalmente contra los Altos del Golán y, en una ocasión, contra Eilat, al tiempo que atacaban bases estadounidenses en Irak. En octubre de 2024, dos soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel murieron en un ataque con drones lanzado por milicias proiraníes en el norte de los Altos del Golán.
Sin embargo, incluso antes del segundo alto el fuego entre Israel y Hamás en diciembre de 2024, las milicias proiraníes de Irak acordaron detener los ataques contra Estados Unidos e Israel.
Fuente: Times of Israel
Opinión
Israel-Irán: Democracia bajo fuego, dictadura al desnudo

Por Ariel B. Goldgewicht
¿Qué sucede cuando una democracia liberal enfrenta a una dictadura fundamentalista?
No estamos ante una guerra convencional, sino ante un choque de civilizaciones: entre quienes santifican la vida y quienes anhelan la muerte. La guerra entre Israel y el régimen iraní ‘ denominada ´León Ascendente´, no empezó esta semana, pero ahora ha alcanzado un nivel nuevo, un punto de no retorno.
Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha declarado abiertamente su hostilidad hacia Israel. Durante décadas, ha dirigido esta guerra por medio de terceros (Proxy) el eje chiita: Hezbollah en Líbano, Hamás en Gaza, los hutíes en Yemen, milicias en Siria e Irak, entre otros. Irán ha sido el gran arquitecto del terrorismo moderno en el Medio Oriente, financiado con las inconmensurables riquezas de su petróleo. Su régimen de dictadura absoluta, liderado por los ayatolás, ha sido cómplice de atentados desde Buenos Aires hasta Beirut, dejando una estela de sangre y caos.
Hoy, sin embargo, algo ha cambiado. Por primera vez en la historia, Israel ha atacado directamente a Teherán. ¿Por qué ahora?
La respuesta está en una conjunción de factores. La caída de Hamás y la Yihad Islámica en Gaza, el debilitamiento de Hezbollah en el norte, la caída del régimen de Assad en Siria, el retroceso de los hutíes en Yemen: todos son frentes que el régimen iraní consideraba parte de su estrategia regional de expansión y dominación. Y todos han sido golpeados con fuerza por Israel en los últimos meses.
A esto se suma la presión internacional, el estancamiento ruso en Ucrania —que limita el apoyo logístico de Moscú a Teherán—, y el regreso de una política exterior estadounidense menos indulgente con Irán. La reciente advertencia del Presidente Trump, que impuso un plazo de 60 días para frenar el programa nuclear iraní, coincidió con el momento en que Israel decidió actuar: al día 61, los ataques comenzaron.
Israel no está reaccionando por impulsos ni venganza. Está respondiendo a una amenaza existencial. Porque si el 7 de octubre vimos de lo que es capaz un grupo terrorista armado con cohetes y fusiles, imaginemos lo que podría ocurrir si Irán —un régimen que ejecuta homosexuales, encarcela mujeres por no cubrirse la cabeza, y asesina opositores sin juicio— accediera a armas nucleares. Esa es la línea roja.
En estas horas, Israel vive bajo amenaza constante. El espacio aéreo cerrado, el sistema educativo paralizado, cientos de miles de ciudadanos atrapados fuera del país o confinados en refugios. El Domo de Hierro protege, pero no es infalible. Con un 95% de efectividad, basta una pequeña brecha para que un misil balístico impacte y cause destrucción. Ya lo hemos visto: muertos, heridos y un país en vilo. Pero, imagínese ¿y si esos misiles llevarán cabezas nucleares?
A pesar de todo, Israel no responde con barbarie. Tiene superioridad militar absoluta sobre los cielos de Irán, pero no ataca civiles. Ataca centrifugadoras nucleares, bases militares, centros de comando. Mientras el régimen iraní lanza misiles sobre poblaciones israelíes, Israel busca evitar víctimas inocentes. Porque los ciudadanos iraníes no son enemigos: son rehenes de una teocracia que lleva décadas reprimiéndolos. En esta guerra buscamos aniquilar el proyecto nuclear, pero los ciudadanos civiles inocentes de irán tiene otras esperanzas de este conflicto. Ellos esperan libertad.
En Irán, hoy se cuentan chistes oscuros: “Nadie sabe dónde está el ayatolá!!, excepto Israel”. Y no es sólo humor negro: es símbolo de un régimen que tiembla. La resistencia israelí no busca cambiar el régimen, ni interferir en la autodeterminación de los pueblos. Su único objetivo es impedir que un régimen fundamentalista con aspiraciones mesiánicas tenga capacidad nuclear.
Durante más de dos décadas, Irán ha invertido en cuatro pilares esenciales:
1. Desarrollo nuclear
2. Expansión militar y terrorista del eje chiita
3. Represión social interna —especialmente contra mujeres—
4. Hostilidad contra Israel
Muy poco en salud pública, ni educación, ni infraestructura. Un Estado que produce petróleo como si fuera agua, pero cuyas ciudades sufren apagones diarios, escasez de agua potable y servicios básicos. Toda su riqueza, volcada a la represión y la destrucción con el objetivo principal de consolidar su poder a la fuerza.
Lo que vemos hoy es el colapso de esa estrategia. Un castillo de naipes que se derrumba desde dentro. Como el viejo proverbio del efecto mariposa, la ola de terror del 7 de octubre encendió una cadena de reacciones que ha llevado a la desestabilización de todos los brazos armados de Irán en la región. Aún falta mucho para el final, y el sufrimiento no ha terminado, pero cuando caiga el telón, el mundo podría ser un lugar más seguro. Especialmente para los pueblos que hoy viven oprimidos por dictaduras fundamentalistas.
En pleno siglo XXI, no hay lugar para los extremismos. La historia ha demostrado —y está claro— que cuando las democracias se unen, pueden frenar incluso a las peores amenazas. Que no haya que esperar otro 7 de octubre para despertar. El momento de elegir entre luz y oscuridad, entre libertad y opresión, es ahora.
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